Un eterno suspirar

Esta edición será la contribución de una mujer deslumbrada por la ciencia y apasionada por la ilusión a lo único que cree que en este momento se puede equiparar con “mejor”: un mundo más bello.

Holis, ¿cómo andás? Yo acá, escribiéndote, sentada y pensando cómo fui tan gila. No lo digo mal eh, pero ¿no te pasa que que a la insensatez del contexto le sumaste la de tu propio juicio? ¿Que te cansaste de lo indiferentes que son los acontecimientos a tus diagnósticos? A mí ahora me está pasando que la idea del “fin de la pandemia” me causa un poco de gracia. Por un lado, me cansé de sostener que la pandemia es un problema estructural y, por otro, acá estoy, reduciendo su existencia a la circulación viral. 

La ridiculez del razonamiento es realmente hilarante. ¿Cómo puedo haber pensado que la pandemia se va a terminar cuando se terminen los contagios? Como si no nos fuéramos a encontrar con la falta, con las despedidas que no hicimos, con todos los duelos que nos queda transitar cuando se disipe el imperativo de la sobreadaptación. Como si el desamparo, la carencia y la brutalidad se fueran a esfumar porque vamos a poder volver a ir al cine. 

En alguna otra edición te dije que me chocaba la visión del fin de la pandemia como un momento circular, un futuro que es la vuelta al pasado. En su momento, charlamos sobre si eso era deseable, ahora lo que digo es que también es imposible. ¿A dónde volveríamos si ya no nos esperan? ¿Qué pasa con lo que viene cuando se disuelve lo que está? 

Hace unos días, el maravilloso poeta Walter Lezcano tuiteó: “Mepa que una de las cosas más insoportables de pensar en todas estas muertes que estamos viviendo, más allá del dolor que traen, es preguntarnos si podremos reconstruir todo esto que ya está roto. Si estaremos a la altura del daño que vamos a encontrar del otro lado”. Yo me quedé pensando, ¿estamos a la altura de que esto se termine? ¿Nos estamos preparando para darle un final o solo estamos deseando que llegue un momento en el que nos podamos olvidar?

Tal vez sea porque me lo hizo pensar un poeta, tal vez sea porque me agota sentir que debería presentar a la ciencia como el refugio de las últimas certezas y que fallo estrepitosamente en ese cometido, pero hoy te propongo que pensemos el mundo que se viene por fuera de categorías tan desdibujadas en tiempos convulsos como son justicia, deseo, o libertad, y nos aboquemos a esa cuestión que nos subyuga por indiscutiblemente cierta: la belleza. 

En Cenital nos importa que entiendas. Por eso nos propusimos contar de manera sencilla una realidad compleja. Si te gusta lo que hacemos, ayudanos a seguir. Sumate a nuestro círculo de Mejores amigos.

Este newsletter será, entonces, la contribución de una mujer deslumbrada por la ciencia y apasionada por la ilusión a lo único que cree que en este momento se puede equiparar con “mejor”: un mundo más bello.

De una promesa viví

“COVAX fue una idea hermosa, nacida de la solidaridad. Desgraciadamente no sucedió… los países ricos se comportaron peor que nuestra peor pesadilla», dice la tapa del último número de The Lancet. Más allá de que en este news hayamos discutido que COVAX haya surgido de fines tan nobles, el artículo de portada, titulado “Una idea hermosa: cómo el COVAX se quedó corto”, propone a la belleza como un objetivo insuficiente, del orden de lo inmaterializable, o peor, de lo prescindible. Pero en esa propuesta explícita, la de “la belleza (o falta de) de las ideas es irrelevante”, hay una implícita que es más fuerte, porque en esa adjetivación (“hermosa”) en realidad no se está hablando de COVAX sino de la solidaridad. Y ahí hay algo sumamente interesante, que es la manifestación de un acuerdo sobre la belleza, algo que suele desestimarse apelando a la subjetividad. “La belleza está en los ojos del observador”, se dice, como si nuestra forma de observar fuera completamente individual y la subjetividad una fuerza impredecible y desbocada. Pero en este título terminamos encontrando que la belleza también puede funcionar como demostración de una subjetividad colectiva que resiste a los embates de lo que quieren hacer con ella. Lo que termina sucediendo con COVAX es que, al no cumplir con el pacto solidario, no cumple con su cometido de belleza, no que la hermosura de su origen era accesoria. Rompiendo con la belleza rompe con los pactos comunitarios.

En fin, más allá del subtexto, el artículo tiene texto y no me olvido de que esto es un servicio informativo, así que van las claves del informe:

  • El programa COVAX fue anunciado como una herramienta para “asegurar acceso equitativo a las vacunas”. Aun habiendo alcanzado los 8.300 millones de dólares que se estimaban necesarios para la distribución de vacunas en 92 países de bajos y medianos ingresos, al momento, el programa ha administrado menos del 4% de las dosis distribuidas a nivel global.
  • La idea era generar un fondo común para invertir en investigación y desarrollo de vacunas a través de dos mecanismos: que los países que pudieran pagar por sus vacunas pudieran comprarlas por adelantado para su propia población y un fondo de donaciones para comprar vacunas para los países de menores ingresos. De esta forma, COVAX no solo tendría prioridad de acceso a las dosis por su rol en el desarrollo, sino también capacidad para regular los precios.  En cambio, los países de más altos ingresos realizaron acuerdos bilaterales con los laboratorios cuando las vacunas se estaban investigando, lo que les dio acceso a más dosis de las que necesitaban para su población y prioridad en la distribución, y dejó atrás a COVAX en la negociación cuando aún no había conseguido el financiamiento.
  • Al principio, todos los países iban a recibir el mismo trato por parte de COVAX: podrían adquirir dosis para cubrir al 20% de su población y el programa era el que iba a decidir qué vacunas iban para quién, onda “la que toca toca”. A medida que avanzaban los acuerdos bilaterales, COVAX introdujo la opción de que los gobiernos de los países de altos ingresos pudieran rechazar vacunas, pagando una proporción mayor del costo total al reservarlas por adelantado, así como un incremento en su capacidad de compra, que pasó del 20 al 50%. La idea era disuadirlos de esos acuerdos para que entraran en COVAX. No funcionó.
  • “El hecho de no haber conseguido que los países ricos se unieran a COVAX  ha dejado a los gestores del programa en una situación incómoda. Por un lado, no se han unido a COVAX suficientes participantes que se autofinancien para darle el poder de compra masivo que se esperaba. Por otro lado, aunque COVAX está desesperadamente escaso de vacunas, está ahora obligado por contrato a reservar una de cada cinco dosis para unos pocos países ricos (…). Mientras que las desigualdades de acceso han aumentado, se ha tenido que justificar el envío de vacunas a países que ya han vacunado a una gran parte de su población, al mismo tiempo que las entregas a los países más pobres apenas han comenzado”.
  • En este momento, la meta es distribuir 1.800 millones de dosis en países de medios y bajos ingresos para principios de 2022, pero no hay ninguna certeza al respecto y esto cubriría un 27% de la población de esos países. Dado que la parte del auto-financiamiento no funcionó, se está pidiendo a los países de altos ingresos que donen dosis a COVAX.

Cada momento en donde estés

Antes de que se me presentara como oficio o medio de vida, la comunicación pública de la ciencia se me presentó como belleza. Estaba paseando con mi papá y entramos a una librería. Me llamó la atención la foto de la tapa, un fósil raro. El título, ¡Trilobites!, no me decía mucho, bien podían ser criaturas de ficción. En la contratapa, una promesa ambiciosa: “Revestir a estos animales desaparecidos con todo el encanto de los dinosaurios”. Adentro, una historia, la de Richard Fortey, paleontólogo extraordinario que se narra a sí mismo relatando un mundo pasado. “Quisiera persuadir al lector de la excitación que supone recrear mundos desaparecidos, y ver los mares antiguos a través de los ojos  de los trilobites”.

En ¡Trilobites!, Fortey dice que puede contar la historia de los trilobites gracias a su prestigio. No son bichos muy vistosos, de esos que despiertan fantasías. Entonces él tuvo que hacerse un lugar para que ellos lo tuvieran. Pasó de ser alguien que estudia algo interesante a ser una persona que estimula el interés. La historia, entonces, no es la de las eras geológicas, sino la del vínculo entre un investigador y una especie extinta.

En los 20 años que pasaron desde ¡Trilobites!, Fortey pasó de estimular el interés a ser interesante. Este año publicó Un niño curioso, su autobiografía. Esta reseña de The Guardian la define como la narración del proceso en el que se hace un científico. El comienzo son los viajes familiares a una casa de fin de semana. “Mientras que el padre era un pescador que batió récords, jugador de golf y campeón escolar de boxeo, el hijo era un desastre al aire libre. Lo más cerca que parece haber estado de cualquier destreza deportiva fue una habilidad semiprofesional en la pulga saltarina. (…) Sin embargo, sus excursiones de pesca en familia le proporcionaron un espacio libre en el que Fortey pudo encontrar sus propios caminos. (En el libro, Fortey) nos lleva a sus excursiones de robo de nidos de pájaros que, aunque llenas de un sentido de aventura visceral y determinante para la vida, también eran ilegales en 1954. Los ecologistas de hoy en día no ven con buenos ojos el robo de huevos de pájaros, pero casi todos los naturalistas de cierta edad admiten su encanto prohibido”.

Y -si bien es indiscutiblemente lindo pensar en ríos, pájaros y acantilados llenos de fósiles- belleza, lo que se dice belleza, es esta frase: «Me costó gran parte de mi vida reintegrarme en la persona que era a los dieciséis años».

Estaré en tu piel

En cuanto a la belleza como acuerdo, hay una dimensión obvia que es problemática. Una cosa es pensarla como objetivo común y otra como cualidad de las cosas. En un caso se crea, en el otro aparece como algo que se tiene.

El sexo es tal vez el tema más comentado en estos términos, construcción o característica, pero en ambas definiciones queda del mismo lado, pareciera ser algo que existe y se asigna. En un caso con valores y, en otro, mediante mecanismos biológicos. Cuando hablo del lado de la belleza como el lugar de la construcción o creación, no me refiero a la consideración del sexo como proceso social, sino al proceso de repensarlo.

*Los botones del meme dicen sexo/género

En ese sentido, este artículo me encantó. Se llama “El sexo es real. Sí, hay solo dos sexos biológicos. No, no significa que todas las criaturas vivas son o uno o el otro”. Van los puntos principales:

  • No hay controversia acerca del hecho de que muchas especies tienen dos sexos biológicos y que esto se manifiesta en la forma de sus células sexuales o gametas. Los machos producen gametas pequeñas y las hembras gametas grandes.
  • Las distintas especies manifiestan los sexos de distintas formas. Por ejemplo, algunos gusanos son o machos o hermafroditas.
  • La clasificación de sexo de la biología sirve para estudiar el rol del ADN en la reproducción y no implica que si hay solo dos sexos todos los individuos deban caer en una u otra categoría. Esta definición no está basada en una cualidad esencial con la que cada organismo nace, sino en dos mecanismos muy distintos para propagar los genes. De hecho, la capacidad reproductiva es adquirida durante el crecimiento. La biología intenta clasificar y explicar los muchos sistemas existentes para combinar ADN y hacer nuevos organismos y esto puede hacerse sin asignar un sexo a cada individuo.
  • “Si bien la definición biológica del sexo es necesaria para comprender la diversidad de la vida, eso no significa que sea la mejor definición para garantizar una competencia justa en el deporte o un acceso adecuado a la asistencia sanitaria. No podemos esperar que los códigos deportivos, los sistemas médicos y el derecho de familia adopten una definición simplemente porque los biólogos la consideren útil. A la inversa, la mayoría de las definiciones institucionales de sexo se desmoronan inmediatamente en la biología, porque otras especies contradicen las suposiciones humanas sobre el sexo”.
  • “La existencia de individuos con combinaciones de características masculinas y femeninas no demuestra que el sexo biológico sea un continuo. Estos organismos tienen una combinación de características asociadas a un sexo biológico y características asociadas al otro sexo biológico. No tienen una parte de la capacidad de fabricar gametos pequeños combinada con una parte de la capacidad de fabricar gametos grandes. Su sexo fenotípico puede ser intermedio, pero su sexo biológico no lo es. Ser completamente macho y completamente hembra biológicamente -hermafrodita- puede ser una estrategia evolutiva eficaz, y ya hemos encontrado varias especies hermafroditas. Pero fabricar ambos tipos de gametos de forma incompleta sería un callejón evolutivo sin salida”.
  • El imperativo de asignar un sexo a todo es humano, pero la biología no lo comparte. La definición biológica de sexo está diseñada para comprender los procesos reproductivos, no para clasificar individuos y esta función no es suficiente como para utilizarla en la definición de sexo que regula nuestras instituciones.

Como yo nunca imaginé

Llamativamente, hay un acuerdo sobre la belleza de los viajes al espacio. Y digo llamativamente porque implican atrofia muscular, comida en tubos y hasta tener que explicarle a la NASA que no se necesitan 100 tampones para un viaje de una semana. Sin embargo, nada de eso entra en nuestra imaginación. Si pensamos en ser astronautas pensamos en las vistas desde arriba. En lo absolutamente hermoso.

Sin embargo, hasta 2010 las vistas de la Tierra eran escasas. En las estaciones espaciales había ventanas pequeñas por las que los lugares pasaban como un flash. Ahora, hay un domo con 7 ventanas, que fue diseñado para que los astronautas pudieran ver bien el brazo robótico de la estación y maniobrarlo con mayor precisión, y que hoy genera algo que los astronautas llaman “perspectiva orbital”: “Esas vistas no muestran las fronteras nacionales. Los astronautas dicen sentir un cambio cognitivo al observar la fragilidad de nuestro planeta bajo ellos”.

Algún recuerdo que será

Hablando de imágenes indiscutiblemente bellas, no tenemos por qué restringirnos a las visuales. En mi caso, las milanesas con puré de mi madre no son solo ese sabor lejano, sino también el griterío con mi hermana peléandonos por la última, el paladar quemado por no poder esperar que se enfríen, guardarme una para comer fría en sanguchito a la tarde. Si bien reproducir ese sabor no es reproducir esa imagen y debería comer carne, cosa que no está en mis planes hacer, mucho menos dado lo espectacular que es la versión de las milanesas de mi mamá con berenjena, yo la tengo mucho más fácil que aquellos que de su infancia quisieran evocar una comida con tomate. ¿De dónde sacás un tomate con gusto en 2021?

Esta preocupación, por supuesto, no es solo mía. La pérdida de belleza del tomate es un asunto de constricción de la felicidad nacional y, como tal, tiene científicos locales tratando de revertir la situación.

“Aunque sabemos que gran parte de la pérdida del sabor se debe a la forma en que se produce-comercializa, consideramos que el mejoramiento genético alguna responsabilidad tiene sobre esa pérdida. Dentro de la Cátedra de Genética y el Criadero ‘Cultivos del Sur’ de la Fauba se desarrollan diferentes líneas de investigación y ésta es una de ellas”, dicen Fernando, Gustavo e Ignacio, parte del equipo que trabaja en el “Rescate del tomate criollo”.

El proyecto está trabajando en multiplicar semillas de tomates cultivados a principios y mediados del siglo pasado en nuestro país para luego hacerlas circular por quintas, huertas comunitarias e instituciones públicas.

Siempre habrá un lugar

El futuro es territorio inexplorado, la belleza una exploración constante. Viable no es lo mismo que posible, y lo imposible tiene algo que ninguna de las otras dos puede tener: encanto. Construyamos un porvenir que nos seduzca, que nos atraiga más allá de las explicaciones que podamos darle. Un lugar en el que estemos más acompañados que juntos, rendidos ante la indiscutible hermosura de ser más que lo que pensamos sobre lo que somos.

Te mando un beso enorme,

Agostina

p/d: las referencias de este news son de uno de los temas mas lindos para cantar manejando

Soy comunicadora científica. Desde hace tres años formo parte del colectivo Economía Femini(s)ta, donde edito la sección de ciencia y coordino la campaña #MenstruAcción. Vivo en el Abasto con mis dos gatos y mi tortuga. A la tardecita me siento en algún bar del barrio a tomar vermú y discutir lecturas con amigas.