Todo baila, todo se mueve: la danza como arte

Un recorrido por obras que tienen al movimiento y la coreografía como protagonistas.

Hay lenguaje que me intriga mucho: el de la danza, esa forma puramente física y artística de expresarse sin palabras que medien entre el pensamiento y los cuerpos. Me siento inexacta hablando de este arte, porque su impacto visual o emotivo se conecta con un aspecto no verbal del que cuesta decir cosas certeras. Quien haya visto en vivo alguna obra de danza contemporánea más o menos conceptual sabrá a lo que me refiero. El baile llega a tener una potencia increíble. Hipnótica. Y es muy difícil de traducir con este lenguaje. El movimiento en escena tiene la capacidad de llevarnos hacia otra dirección, una que se aleja de nuestro control racional, para empujarnos a lo desconocido aunque sea por un rato.

No sé nada de ballet, así que vamos a dejarlo afuera de este recorrido. Aquí nos ocuparemos de la danza contemporánea que de por sí es un universo vastísimo al que entraremos por la ventana. Por suerte hay trabajos y trayectorias impresionantes para destacar. Les propongo que visitemos algunas obras, películas y libros de no ficción y ensayo sobre las disciplinas coreográficas, a ver qué pasa.

UNO. Pina Bausch y Wim Wenders

Tengo que empezar hablando de la genia de Pina Bausch (Alemania, 1940–2009), una mujer con una cabeza poderosa y un cuerpo tremendamente expresivo. La bailarina y coreógrafa más famosa quizás. En sus años de actividad artística creó 55 obras, 47 de ellas con el Tanztheater de Wuppertal y otras 14 en viajes de investigación a distintas ciudades o países. Podemos decir que inventó la disciplina conocida como danza-teatro, de allí el peso dramático de sus producciones y la contundente elocuencia de sus bailarines y bailarinas, a quienes entrenaba en su método con disciplina alemana. Pina también hacía bailar a los objetos: los incorporaba a escena como cosas danzantes. Y si no miren su famoso Café Müller y el rol dinámico de las sillas. Una de las personas que la admiró fue el director Wim Wenders. Sobre ella escribió dos discursos hermosos reunidos en su libro Los píxels de Cézanne, y también le dedicó una película luego de su muerte en 2009, llamada simplemente Pina, en la que recreó sus obras con su compañía de bailarines en distintos espacios exteriores e interiores (acá la encontré online. Me gustó tanto que la vi dos veces en cine, y la banda de sonido también es maravillosa). Esto dice Wenders sobre el impacto que ella le produjo:

A mí el movimiento como tal nunca me había conmovido.
Siempre lo di por sentado.
Uno se mueve y listo. Todo se mueve.
Aprendí a mirar
y admirar los ademanes, las posturas y los desplazamientos,
los gestos y todo el lenguaje corporal
desde y a partir de la danza-teatro de Pina.

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Pina ha inventado todo un vocabulario del movimiento
y de la exploración interpersonal,
una letanía casi infinita de rituales entre hombres y mujeres,
y una gramática de la soledad y de la compañía,
del retraerse
y del extrovertido.

Pina nos hace sentir una levedad del ser que a menudo
no hubiésemos creído tener,
nos permite participar en una liviandad
de la que no nos creíamos capaces.

Algo de esto que dice Wenders se notó también en 2022 en Obra del demonio, una puesta genial de varias horas en la que la coreógrafa Diana Szeinblum invocaba a Bausch con un grupo de bailarines y bailarinas de lujo (se dio en el Teatro Cervantes) y con el diseño escenográfico del artista Eduardo Basualdo. Fue una experiencia impresionante. De obras de Pina Bausch de distintas épocas son todas las imágenes que acompañan este Hilo.

DOS. Las obras del Grupo Krapp

Acá es donde confieso que entré como espectadora a la danza contemporánea argentina gracias al Grupo Krapp. En 2013 trabajaba como editora de una revista que ya no existe, y este grupo de bailarines y coreógrafos estrenó Retrocedida, una reposición de todas sus obras que habían tenido lugar entre 2000 y 2011, y las fui a ver. Quedé muy fascinada por el trabajo físico, artístico y conceptual de Luciana Acuña, Luis Biasotto, Gabriel Almendros, Fernando Tur y Edgardo Castro, sus integrantes. La de ellos es una danza llena de ideas, pero a la vez provocadora, irreverente. Con un despliegue físico y dramático notable, y hasta poético, diría. Tanto que a partir de entonces traté de ver todo lo que hicieron. La última obra es particularmente emotiva. Es que Luis Biasotto, bailarín, coreógrafo, director y actor, y sobre todo cómplice y artífice del proyecto, murió por covid en 2021 y el grupo lo despidió con Requiem. La última cinta del Grupo Krapp, que en este link puede verse completa. “No se trata de un homenaje para ese que murió, sino de una obra hecha junto a él. Una pieza improbable entre la vida y la muerte. Acaso una nueva forma de estar juntos. Como antes, como siempre”, decían cuando se estrenó. No se me ocurre una forma más amorosa de recordarlo.

TRES. COLABORACIÓN ESPECIAL: Barbara Hang

Hablando de bailarines y coreógrafos argentinos, se me ocurrió invitar para esta entrega a Bárbara Hang, porque su práctica artística se mueve entre la coreografía, la performance, la curaduría y la escritura. La vi en varios espectáculos como Obra del demonio y Adentro!, de Diana Szeinblum, en la que se deconstruye el folklore a través de la danza contemporánea. Además, Bárbara aparece bailando varias partes de esa obra en la película La sudestada. Le consulté qué podía recomendar, algo que la haya conmovido en particular, y contestó esto.

Cada tanto, hay obras coreográficas que sacuden todo tipo de entendimiento o percepción, perforan toda lógica y atraviesan las capas de lo conocido para dejarme desconcertada y movilizada. Una confusión llena de certezas que propone un punto cero para empezar a pensar todo de nuevo. Una orientación de lo que algo puede ser y hacer. La obra Corbeaux (Cuervos), de la coreógrafa marroquí Bouchra Ouizguen, es uno de esos acontecimientos.

La pieza es, posiblemente, la danza más austera que exista, construida únicamente a partir de dos elementos –un movimiento de cabeza y el sonido de un grito– pero llevados al infinito. Un grupo de mujeres marroquíes de distintas edades, vestidas de negro con un pañuelo blanco atado en la cabeza, toman el espacio para abrir una brecha temporal en donde toda la historia de la humanidad se revela en ese grito. Un grito de rabia, de alegría, de desesperación, de celebración. El grito de un parto, el grito de un orgasmo, el grito de la muerte de un ser querido. Lxs esclavxs, las guerras, las brujas quemadas en la hoguera, lxs desterradxs, lxs desamparadxs, la injusticia, la locura, el sinsentido, el júbilo, la exaltación, la urgencia y sobre todo, el éxtasis colectivo. Todo eso concentrado en un gesto mínimo, cuidadosamente construido. La experiencia de Corbeaux fue como si el tiempo y el espacio se abrieran y la vida misma se desplegara y replegara sobre sí misma. Una plaza, una estación de tren o el centro peatonal de una ciudad (lugares casi siempre públicos y de circulación donde suele presentarse la obra) son ocupados y transformados por esos cuerpos, que como un conjuro mágico y ritual congregan a toda persona que pasa por ahí y que, sin previo aviso, termina llorando.

Una fibra íntima y universal que nos reúne colectivamente desde la identificación y el misterio de lo inasible.

Acá puede verse un poco de esta obra. Es realmente impresionante. Me estremeció.

¡Gracias, Bárbara!

CUATRO. Los cuadernos de Nijinsky

Editados por Rara Avis, con traducción directa del ruso por parte de Fulvio Franchi, se consiguen los abrumadores Cuadernos del bailarín y coreógrafo polaco Váslav Nijinsky, una figura central de los ballets rusos que murió en 1950. Apodado “hombre pájaro” por sus saltos altísimos y con un estilo de danza muy sensual, Nijinsky bailó por última vez en 1919, y se pasó los últimos treinta años de su vida recluido en un hospital psiquiátrico con diagnóstico de esquizofrenia. Estos escritos bastante asfixiantes, en los que pasa lista de algunas obsesiones con tono muy confesional y por momentos místico, nos permiten entender sus enrosques y padecimientos, como la relación sentimental y tormentosa que tuvo con su mentor, su matrimonio con una aristócrata húngara, y su intensa relación con Rusia.

CINCO. Cine, baile y oscuridad

Pasemos por un momento al cine: dos ficciones un poco macabras sobre los alcances del baile.

  • Suspiria, de Luca Guadagnino (2018). Una película muy impactante, de terror sobrenatural, basada en el film homónimo de Dario Argento de 1977. Está protagonizada por Dakota Johnson y por una camaleónica Tilda Swinton, que interpreta varios personajes. Situada en una Alemania fría y dividida por el Muro, Suspiria sigue a una aspirante a bailarina cuando ingresa a una exigente academia de danza dirigida por Madame Blanc que encierra varios secretos. El film tiene varias escenas memorables, como esta (no apta para impresionables) y esta (con una gran coreografía) y banda de sonido de Thom Yorke de Radiohead. Un último dato: la película está íntegramente actuada por mujeres.
  • Bailarina en la oscuridad, de Lars von Trier (2000). Un musical denso, oscuro, sobre una mujer inmigrante y madre soltera –interpretada por Björk–, que trabaja en una fábrica y tiene una enfermedad degenerativa en la vista. Selma (así se llama) tiene ensoñaciones musicales y asiste a los ensayos de una versión de The sound of music. Pero todo se pone más triste cuando le roban los ahorros y pierde su trabajo. De hecho, el final es de lo más dramático que recuerdo. Hablando de Thom Yorke, él participa también acá en la bella canción “I’ve seen it all”, en dueto con Björk. La película está disponible en MUBI. Y acá la banda de sonido completa: Selmasongs.

CINCO. Ensayar la danza

Antes de terminar, dos libros que reflexionan sobre la danza y sus efectos.

  • Pensar con mover, de Marie Bardet. Nacida en Francia pero radicada hace mucho en Buenos Aires, Bardet cruza la filosofía con la danza en este ensayo delicioso al que ingresan distintas voces. Ella, que también es bailarina de improvisación, entiende que el pensamiento y el movimiento tienen distintos puntos de contacto y en el libro va cruzando varios de ellos. Les dejo una entrevista que le hicieron en revista Almagro en la que cuenta mejor por qué campos le interesa moverse.
  • Mi culo es mío. Mujeres que bailan como se les canta, de Mercedes Liska. Este libro recientemente editado por Gourmet Musical se ocupa de los modos de bailar de alta densidad erótica como el perreo y el twerking para analizar cómo algunas músicas que son vistas por muchos como sexistas o degradantes para las mujeres también son reivindicadas por artistas que las entienden desde la reapropiación del goce y la autonomía de los cuerpos. Liska es investigadora del CONICET especializada en danzas populares y tiene mucho para develar sobre la sincronización de este tipo de músicas y bailes panlatinos y las luchas por los derechos de las mujeres desde una perspectiva de crítica cultural feminista. Con ejemplos concretos y mucha bibliografía, Mi culo es mío estudia desde el empoderamiento femenino la historia de los culos danzantes, de Madonna a Pasión de sábado, de Daddy Yankee a J Mena y Nathy Peluso.

Es licenciada en Letras por la UBA y trabaja hace muchos años en la industria editorial. Fue editora en las revistas El Interpretador y Los Inrockuptibles. Forma parte del equipo de Caja Negra, una editorial psicoactiva y heterogénea. Tiene un ciclo de entrevistas con escritores y escritoras en el Malba. Si los libros fueran comestibles, podría alimentar a miles de personas con los que acumula en su biblioteca. Lo que más le gusta es viajar.