Planificar la segregación

Los enfrentamientos armados entre Israel y Palestina tienen un trasfondo urbano. ¿Cómo es la historia de una ciudad dividida y segregada? ¿Cómo funciona la segregación cuando es promovida por la propia planificación urbana?

Hola, ¿cómo estás? Espero que lo mejor posible dado el contexto. Mi oasis de buenas noticias en medio de las pálidas a las que nos tiene acostumbrado esta época fue el anuncio de que Okupas finalmente llegará a Netflix en alta definición y con reversiones de los temas originales de Santiago Barrionuevo. Es lo mejor que vi, junto con Los Simuladores, en la televisión argentina y de alguna manera colaboró en que me interesara en la disputa por los espacios urbanos.  

Hoy quiero escribirte justamente sobre una disputa territorial. Seguramente habrás escuchado que en las últimas semanas se reavivó el conflicto entre Israel y Palestina. Yo no te quiero hablar, porque sé muy poco, sobre la parte estrictamente político-bélica de este hecho. Para eso te recomiendo nuevamente que leas a Ayelén Oliva o también este artículo de Ezequiel Kopel.

En un pasaje de su newsletter, Ayelén menciona como última etapa del conflicto, podríamos decir como la parte “micro” del mismo, el enfrentamiento entre vecinos de un mismo barrio, árabes y judíos que viven en las llamadas “ciudades mixtas”, donde abundan las familias palestinas que permanecieron en su tierra luego de la victoria israelí frente a los árabes en 1948. Me pareció llamativo cómo un conflicto que desde acá parece que se dirime con misiles manejados a control remoto tenía una dimensión bien urbana como la -mala- convivencia entre vecinos de un mismo barrio.

La nota de Ezequiel también me hizo pensar en el costado urbano de lo que pasa en el territorio que las tres religiones monoteístas consideran sagrado. Habla de apartheid abiertamente y analiza un mecanismo clave en los estudios urbanos: la movilidad. Ese mecanismo de control se ve plasmado en los  complejos permisos de circulación que tienen que tramitar quienes viven en Cisjordania para llegar a Israel: “Hay más de 100 tipos de permisos para entrar en Israel desde Cisjordania, en lo que constituye el sistema más sofisticado de control de una población en todo el mundo. El grado de cooperación de un palestino con el ejército israelí es directamente proporcional a su capacidad para viajar libremente”, escribió Ezequiel.

Una ciudad con muchas fronteras

Pero me quiero detener específicamente en Jerusalén, el epicentro al menos simbólico del conflicto. La capital que reclaman como propia tanto Israel como Palestina está dividida entre Occidente y Oriente. Jerusalén Este es la parte de la ciudad que, terminada la guerra de 1948, quedó en manos jordanas pero que 19 años después Israel ocupó tras la Guerra de los Seis Días. Dicha anexión fue legalizada por Israel en 1980 pero no fue reconocida internacionalmente hasta el día de hoy

En Cenital nos importa que entiendas. Por eso nos propusimos contar de manera sencilla una realidad compleja. Si te gusta lo que hacemos, ayudanos a seguir. Sumate a nuestro círculo de Mejores amigos.

El peso simbólico y demográfico de Jerusalén Este es importantísimo. Simbólico porque incluye a la Ciudad Vieja, la trama urbana original donde están los sitios de culto religioso más importantes, como el Muro de los Lamentos, el Santo Sepulcro y las Explanada de las Mezquitas. Demográfico porque en el este vive más de la mitad de la población de la ciudad  y casi la totalidad de las familias musulmanas o “no judías”, como las califica la Oficina de Estadísticas de Israel. 

Ignacio Rullansky es Doctor en Ciencias Sociales y coordinador del Departamento de Medio Oriente de la UNLP. Durante sus tesis de maestría y de doctorado su objeto de estudio fue Jerusalén, y en particular estudió la parte oriental de la ciudad. Ignacio la define como una ciudad multi-fronteriza, concepto que surge de otro, el de “urbanismo fronterizo”, acuñado por Wendy Pullan y que apunta a que la planificación urbana sirve en casos como el de Jerusalén Este para intensificar la segregación espacial de la población, en este caso de árabes e israelíes, y la confrontación entre distintos grupos étnicos o socioeconómicos.

Uno de los ejes en los que se ve esta segregación es en la movilidad dentro de la propia ciudad. Ignacio me dio un ejemplo muy concreto de cómo opera la discriminación sobre barrios árabes en Jerusalén. 

“Un ejemplo es el tranvía que recorre Jerusalén Oeste que también atraviesa el este, pero ahí sus paradas son selectivas y pasa solo por uno o dos barrios árabes y porque no tiene otra opción que hacerlo. No conecta el este con el oeste, sino que conecta el centro político-financiero de la ciudad con los asentamientos judíos que están en el este. Por eso para la gente que vive en los barrios árabes es mucho más difícil llegar al centro”. 

Ignacio también analiza el Plan Maestro de Jerusalén del año 2000, en el cual se basan muchas de las transformaciones urbanas que se llevaron adelante en el último tiempo: “Además de los asentamientos residenciales, el muro de separación con Cisjordania que parte al medio barrios dentro de la misma ciudad (hay cuatro barrios árabes de Jerusalén que quedaron aislados por el muro), las cámaras y otros dispositivos de control existen políticas de planeamiento urbano que son funcionales a la “judaización” de Jerusalén: zonificación de áreas verdes para impedir que se expandan zonas residenciales palestinas, demoliciones de viviendas y desalojos”.

Un ejemplo de cómo el espacio público en Jerusalén puede ser usado para segregar en lugar de integrar es el Parque Nacional Ciudad de David, un cinturón verde que rodea a la Ciudad Vieja y que, además de estar vinculado a la identidad nacional que quiere imponer Israel, limita la expansión de los barrios palestinos y también su crecimiento en altura porque prohíbe edificar más de cierta cantidad de pisos para preservar la vista del skyline. 

Israel empezó a transformar urbanísticamente Jerusalén Este desde el principio. Tres días después de apoderarse de la Ciudad Vieja en 1967 ordenó el desalojo masivo del barrio marroquí, donde vivían alrededor de 650 personas pegadas al Muro de los Lamentos, a quienes les avisaron tres horas antes. 

Vista aérea del barrio marroquí antes de 1967 e imágenes del barrio marroquí siendo demolido

La justificación de las demoliciones fue que el barrio impedía la llegada de cientos de peregrinos judíos que querían acceder al Muro de los Lamentos luego de 19 años de no haber podido rezar cerca de él por haber quedado en manos árabes. 

La segregación planificada 

Pero las demoliciones no son algo del pasado. En el 2020 la propia ONU advirtió en una resolución sobre los desalojos y demoliciones en Jerusalén Este y contabilizó unos 300 edificios palestinos demolidos en la zona solamente durante 2016 y 2017. Además, sostuvo que para la población palestina es “virtualmente imposible” conseguir un permiso de construcción. Sólo el 2% de los solicitantes lo obtienen.  

Los permisos de construcción son un elemento clave en cómo se configura el espacio en cualquier ciudad y lo es también en Jerusalén Este. Como explican Yinon Cohen y Neve Gordon en La Política bio-espacial de Israel: territorio, demografía y control efectivo, “aplicando códigos de zonificación, restricciones de construcción y regulaciones sobre la distribución de infraestructura, el gobierno expropió tierras palestinas, impidió el desarrollo de vecindarios palestinos, interrumpió su continuo urbano y los transformó en enclaves al construir nuevos vecindarios judíos (…). El gobierno creó una serie de barrios interiores para garantizar la continuidad territorial judía, al tiempo que establecía barrios exteriores para facilitar deliberadamente la expansión suburbana”. 

Hablé con Kevin Ary Levin, sociólogo y Magíster en Estudios del Medio Oriente, sur de Asia y África por la Universidad de Columbia que me contó que “Jerusalén oficialmente es una ciudad unificada desde 1980, pero en la práctica son dos ciudades muy distintas. Hay una parte de la ciudad poblada principalmente por ciudadanos judíos. En la otra, la mayoría de los palestinos que habitan Jerusalén Oriental son residentes de la ciudad sin ciudadanía. Pueden votar en elecciones municipales pero no en nacionales”. 

Kevin también hace referencia a la diferencia abismal que existe entre el este y el oeste en la provisión de servicios urbanos: “Se estima que la parte oriental de la ciudad recibe 10% del presupuesto municipal o menos y hay 10 veces más jardines municipales en la parte occidental que en la oriental, el Estado dedica más del doble en presupuesto educativo por alumno de un lado que del otro y de un lado hay una industria muy activa de construcción y del otro lado muchas dificultades para obtener permisos de construcción o refacción”.

En el mismo sentido, Rullansky destaca en su tesis que “la expansión de los barrios palestinos fue calculada por los planificadores municipales para el período de 2000 a 2020, en un 31,28% del total de unidades habitacionales a construir en tierras vacantes (46.240), proporción muy por debajo del 68,72% restante y correspondiente a unidades nominales proyectadas para barrios de colonos judíos israelíes”. 

Además, el investigador señala que en las políticas urbanas que estudió observa que para los barrios judíos el gobierno local siempre opta por habilitar nuevas superficies edificables, mientras que para la población palestina elige contener su expansión y promover la densificación de zonas ya edificadas. De esta manera la planificación urbana se pone al servicio de la “israelización” de nuevos territorios. 

Sin embargo, en muchos casos no solo no se les otorga la posibilidad de densificación a los barrios árabes sino que se los condena a la informalidad ya que los nuevos códigos establecen alturas máximas por debajo de lo ya construido en zonas palestinas, haciendo imposible solucionar el déficit habitacional al menos de manera legal. 

Lo inverso sucede con las colonias judías ilegales (incluso en términos de la ley israelí) que se instalan en territorio palestino. A la larga o a la corta el gobierno los termina formalizando y así expandiéndose de manera solapada por el territorio en disputa.

Bonus tracks

  • En la entrega pasada te escribí sobre el costado urbano de la derrota de la izquierda en Madrid. Por estos lares parece que vamos en sentido contrario. En Santiago de Chile asumirá como alcaldesa Irací Hassler, del Partido Comunista, y sostuvo que el eje de su gobierno será “fortalecer los barrios, recuperando espacios públicos, deteniendo el abandono y la depredación inmobiliaria”. Después de la victoria en Montevideo el año pasado de Carolina Cosse, Hassler es la segunda alcaldesa mujer con raíces comunistas en estar a cargo de la gestión de una ciudad en la región.
  • Mirá esta pintura de Walter Molino de 1962 sobre cómo sería la vida en las ciudades en 2022. A esta altura compro tu distopía, Walter. 
  • Ayer cumplió años José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay, así que me parece que está bueno terminar con este hilo sobre las cooperativas de viviendas uruguayas, una de las formas de producción de vivienda más destacadas del país vecino. Hace una eternidad escribí sobre el tema, pero como quizás aún no nos conocíamos te lo dejo por acá

Eso es todo por hoy.

Que tengas un lindo fin de semana.

Abrazos,

Fer

PD: Acordate que si te gustan estos correos y lo que hacemos en Cenital, podés colaborar con el proyecto y ahora además participás por varios beneficios.

Escribo sobre temas urbanos. Vivienda, transporte, infraestructura y espacio público son los ejes principales de mi trabajo. Estudié Sociología en la UBA y cursé maestrías en Sociología Económica (UNSAM) y en Ciudades (The New School, Nueva York). Bostero de Román, en mis ratos libres juego a la pelota con amigos. Siempre tengo ganas de hacer un asado.