Los hice venir al pedo, pituquitos de Recoleta

La frase de Rodrigo de Loredo dejó en evidencia la nacionalización apresurada de una elección municipal. Las ganas de ser de Martín Llaryora. Qué piensa y cómo es su praxis política. España, Argentina y el Fondo.

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La primera gestualidad de Martín Llaryora permite intuir cuál será el recorrido que elegirá, a partir del 10 de diciembre, el gobernador electo de Córdoba. Si mostrarse con Juan Schiaretti hubiera sido reconocerse como continuidad de aquel acuerdo que el Gringo edificó con José Manuel de la Sota hace 20 años, la frase que eligió Llaryora luego del triunfo de su delfín Daniel Passerini anticipa el intento de una construcción sin liderazgo compartido: “Vinimos a inaugurar una nueva manera de hacer política”.

Llaryora logró, luego del triunfo de Passerini, lo que no había conseguido con el propio: instalarse como una referencia nacional en sus primeros pasos dentro de un universo de gobernadores peronistas no kirchneristas, que a la hora de la verdad se transforman en tigres de papel. La espera era lógica: para disputar el liderazgo provincial, Llaryora debía revalidar su pago chico. Lo hizo frente a un Juntos por el Cambio unido detrás de la candidatura de Rodrigo de Loredo. La mala información electoral puede ser arena de sorna para los medios de comunicación, pero se transforma en un elemento peligroso cuando impacta en la toma de decisiones: con las encuestas en la mano, JxC nacionalizó sin motivos aparentes una elección municipal y frenó momentáneamente el envión que le había dado el arrasador triunfo en Santa Fe.

La elección fue un revés para la oposición que, unidos el domingo, se alistan para la batalla final en la Ciudad el 13 de agosto. Si los números dentro de JxC muestran que la diferencia se mantiene entre 3 y 5 puntos a favor de Jorge Macri, la semana pasada -y probablemente ocurra con mayor frecuencia hasta las PASO- comenzaron a publicarse sondeos que muestran a Martín Lousteau a una distancia imposible de descontar frente a su rival. Lejos de la realidad, es una jugada en tándem -aunque probablemente no articulada- con beneficio mutuo para Macri y Leandro Santoro porque, de capilarizar, desincentivaría el voto útil que tanto entusiasma a Guga y preocupa a Unión por la Ciudad.

“Es remera”, comentaba en privado anoche Malena Galmarini sobre “los pituquitos de Recoleta”. El discurso anti porteño y contra los medios de la Capital -que, si continúan igual de previsibles que hasta ahora, deberían empezar a ralear a Llaryora hoy mismo- hubiera puesto incómodo a Máximo Kirchner. Reivindicó no tenerle “miedo a nada” y criticó a la Ciudad por ser “el distrito más rico y más subsidiado”. Los más apresurados entusiastas ya le veían cosas de Juan Bautista Bustos. Absolutamente premeditado, Llaryora agitó -desde una platea inesperada- una escena de una grieta aceptada por el conjunto de las provincias argentinas: el rencor con Buenos Aires.

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Si bien la narrativa elegida fue contra la CABA, el sustrato de rechazo alcanza al conurbano bonaerense: para un cordobés, un pampeano o un bahiense no hay demasiada diferencia entre alguien que vive en Devoto o en San Martín. El interior contra el AMBA. Un empate catastrófico para el PRO y el kirchnerismo. En la misma alocución, Llaryora reclamó, tal vez en su pasaje más enérgico, una proclama que -políticamente- parecía dejar el partido empatado: “¡Devuelvan la guita de las retenciones!”. La novedad, sin embargo, es que no hubo, por parte de un líder cordobés desde hace al menos 10 años, una diatriba directa al kirchnerismo. Según recuerda en un hilo de Twitter el periodista Matías Mowszet, Llaryora compitió contra Schiaretti en las PASO de 2013 para representar a dirigentes peronistas con simpatías kirchneristas que no quisieran romper con el PJ cordobés. A lo largo de su carrera política, Llaryora aparece más cercano a la construcción delasotista que a la de su predecesor.

El peronismo cordobés siempre estuvo bajo la sospecha kirchnerista. Si la relación se rompió con la 125 y tuvo una leve recomposición en 2011 -cuando De la Sota mandó a votar por Cristina Fernández de Kirchner y viceversa-, el pico de tensión llegó con el levantamiento de la policía en diciembre de 2013 cuando el Gallego señaló al gobierno nacional por ralentizar el envío de gendarmería por cuestiones políticas que el kirchnerismo escondió detrás de motivos burocráticos. Años después, ya durante el mandato de Mauricio Macri -señalado con malicia por los enemigos del Gringo como el jefe perpetuo de Schiaretti por su pasado común en SOCMA-, comenzó un acercamiento entre De la Sota y Cristina gestionado por Máximo. La trágica muerte del Gallego obturó una posibilidad que hasta hoy se lamentan los más enérgicos rivales de Alberto Fernández: que De la Sota fuera el candidato de Cristina. Hasta su accidente, el Gallego estaba encargado de la reconciliación de la vice con el peronismo que la recelaba, una tarea que finalizó con pericia el hoy Presidente.

Ya en el presente, la PASO de JxC podría definir parte de la suerte de Schiaretti. De ganar Horacio Rodríguez Larreta, el gobernador probablemente ocupe un rol importante en el dispositivo político de H y mantenga la competencia por el liderazgo provincial. Si, en cambio, se impone Patricia Bullrich, el cordobés quedaría más relegado de la centralidad de la toma de decisiones y tendría menos herramientas para condicionar a Llaryora en su nueva era. Paradojas de los años electorales: en una PASO muy finita, los votos de la candidatura de Schiaretti podrían sellar, además de la de Larreta, su propia suerte.

Córdoba no fue el único lugar de desilusión para opciones antiprogresistas. Las elecciones españolas, que en mayo colorearon la principal noticia de tapa y la mayoría de los análisis de los diarios argentinos tras el triunfo contundente de la derecha en las elecciones autonómicas, carecieron en la mañana del lunes de editorialistas locales tentados de hacer analogías de cara a las primarias de agosto o las generales de octubre. Por esta vez, y aún por malos motivos, hicieron bien. Muy difícilmente lo que elijan los españoles -como antes los brasileños, los norteamericanos o los chilenos- impacte de ninguna manera -y mucho menos presagie- lo que harán los argentinos. No quita, igualmente, el enorme interés de encontrar tendencias políticas que pueden tener impacto global, occidental o vinculado de algún modo con las similitudes culturales entre nuestros países.

Una primera cuestión es la enésima comprobación es que la grieta no es un fenómeno particularmente argentino. Los partidos de la España de la Moncloa llevan años sin posibilidad alguna de fijar grandes acuerdos sobre cuestiones de Estado y, en cambio, profundizaron las distancias. Tan galvanizada está esa dinámica que, mientras el Partido Socialista de Pedro Sánchez debió apoyarse incluso para cuestiones elementales de gobierno en grupos parlamentarios independentistas que no se reconocen como parte de España, el Partido Popular formó gobierno en distintas administraciones autonómicas con Vox, que desde la extrema derecha tomó distancia de los principios democráticos más elementales -como, por ejemplo, repudiar la dictadura franquista. En democracia no hay simetría entre una y otra postura, pero ambas evidencian lo infranqueables que se han vuelto las distancias entre centroizquierda y centroderecha.

El segundo aspecto relevante es que las dinámicas locales no se trasladan a las nacionales y que, en todos los casos, los candidatos importan. Si estas elecciones hubieran repetido los resultados de las autonómicas, la derecha estaría mucho más cerca del gobierno. El Partido Popular se dejó sólo en Madrid 160 mil votos entre las elecciones de mayo y las del domingo. En frente, lo que en mayo aparecía como una debacle impulsada por Podemos, terminó en un resultado razonable para la que fue la formación emergente de la unidad de la izquierda española. Renombrada Sumar, llevó como candidata a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que encabezó desde la gestión la aprobación de una reforma laboral que redujo en gran medida la precarización y volvió a privilegiar los contratos de tiempo completo. La reforma fue aprobada por los sindicatos, pero también por las empresas.

Lejos del perfil de Pablo Iglesias, Díaz recogió valoraciones ciudadanas que excedían las de su espacio y fue una socia cómoda para Pedro Sánchez, a diferencia de los dirigentes de Podemos o, más esperable, los independentistas catalanes, que transmitieron una sensación de desorden y disfuncionalidad en la gobernabilidad sanchista. Este último punto también debería ser observado. Si bien los resultados no fueron los esperados, el PP salió de su crisis y pudo ser el primero en las elecciones a partir del reemplazo de Pablo Casado, un líder del ala derecha del partido, dado a los exabruptos verbales y políticos, por Alberto Nuñez Feijóo, un moderado con fama de gestor eficiente. Del mismo modo, las disfuncionalidades de la coalición y los errores de gestión ensombrecieron los logros económicos y políticos que en materia de crecimiento, inflación, salario mínimo y derechos laborales exhibe la gestión de Sánchez, así como la gradual y relativa institucionalización del conflicto catalán. La gente, aparentemente, no quiere lío. En España también se consigue.

Mientras tanto, Sergio Massa encontró nuevos espacios para hacer equilibrio en el manejo simultáneo de los roles de ministro y candidato presidencial. El anuncio del acuerdo “de aspectos medulares del trabajo técnico” -que realizaron, de forma simultánea, el Ministerio de Economía y el Fondo Monetario Internacional el domingo- permitió adelantar los anuncios sobre las medidas argentinas que despejan las inquietudes sobre si se avanzaría en un acuerdo, aún cuando los detalles se encuentran en suspenso.

La nueva ronda de tipo de cambio diferencial para las exportaciones del sector agropecuario está dirigida a lograr la liquidación que en el ministerio calculan en 2.000 millones de dólares, mientras que el impuesto a las importaciones permite apuntar al doble objetivo recaudatorio y de evitar una devaluación lineal del dólar oficial. Según Economía se mantendrían los objetivos de déficit fiscal lo que implicaría que no serían necesarios ajustes adicionales a las medidas adoptadas y anunciadas. El listado de los nuevos tipos de cambio importadores sumados los impuestos muestran una devaluación efectiva mucho menor al 30% que algunos agentes del mercado sugerían en la semana previa.

La negociación la dirige Massa desde Buenos Aires, mientras en Washington las discusiones de trazo fino con el venezolano Luis Cubeddu -encargado del caso argentino en el organismo- las encabeza el jefe de asesores del ministro, Leonardo Madcur, que tiene experiencia por haber trabajado también junto a Roberto Lavagna durante el gobierno de Néstor Kirchner. En economía también destacaban la recomposición de la relación entre Massa y el director por el Cono Sur, el chileno Luis Óscar Herrera, que acompañó los posicionamientos argentinos después de un comienzo tormentoso. De acuerdo al propio Massa, el entendimiento despejaría los vencimientos y garantizaría los desembolsos hasta noviembre, cuando Argentina ya tendrá un gobierno electo.

Es legítimo especular, sin embargo, con que los desembolsos podrían demorarse con la aprobación del board tras el receso, cuyo final está previsto, providencialmente, justo el lunes posterior a las PASO. Una maniobra de las que agradan al Fondo que siempre tiene, más o menos veladas, preferencias electorales. Los escenarios, entonces, van desde uno “malo” en el que se confirme un acuerdo sin desembolsos inmediatos, a uno en que estos superen con holgura los montos del primer pago y permitan recomponer reservas y fortaleza financiera. Más lejano. Los anuncios ya realizados, sin embargo, despejan la incertidumbre sobre la existencia de fondos para, al menos, cubrir los vencimientos a partir del primer desembolso de recursos.

La solución definitiva y el nuevo programa quedarán para el próximo gobierno sin las dificultades lindantes con la desgracia que caracterizaron el contexto exógeno del ciclo de gobierno iniciado en diciembre de 2019. Bullrich lo dejó en evidencia cuando prometió, con un notable desatino terminológico, blindar las reservas para poder salir rápidamente del cepo a partir de un ingreso de dólares cuya fuente declaró que ya tenía identificada y prefería no adelantar. Más tarde reveló que se trataba del FMI, pero que aún no había tenido ninguna conversación. Un detalle.

Algunas recomendaciones antes de irnos. La primera, tres apuntes sobre el resultado de las elecciones de España, por Juan Elman en #MundoPropio. Luego, a raíz del paro de guionistas y actores de Hollywood, Mora Matassi analiza la repetición de la imagen y los límites del cine con IA: ¿Hasta dónde llega la vida? En segundo lugar quiero recordarles que el 31 de julio cierra la inscripción para el posgrado virtual de Literatura y Discurso Político de FLACSO a cargo de Fernando Pittaro y Violeta Serrano. Son 13 clases. Si no saliste beneficiado en el sorteo que hicimos para nuestros Mejores Amigos, igual podés anotarte con un 10% de descuento presentando tu credencial digital. ¿Sos MA y no tenés la credencial? Escribinos a [email protected]. ¿Todavía no sos MA? Este es el momento.

Ojalá hayas disfrutado de este correo tanto como yo. Estoy muy agradecido por tu amistad que, aunque sea espectral, para mí no tiene precio.

Iván.

Es director de un medio que pensó para leer a los periodistas que escriben en él. Sus momentos preferidos son los cierres de listas, el día de las elecciones y las finales en Madrid. Además de River, podría tener un tatuaje de Messi y el Indio, pero no le gustan los tatuajes. Le hubiera encantado ser diplomático. Los de Internacionales dicen que es un conservador popular.