Las idas y vueltas de un gobierno insular

Los detalles del acuerdo con Gamaleya, Pfizer y AstraZeneca por la vacuna renuevan las esperanzas en el archipiélago oficialista. La brumosa jugada de CFK. La reunión de Martín Guzmán con Héctor Magnetto y Paolo Rocca. Quién fue el celestino. Y una apostilla de las elecciones en Estados Unidos.

Hola, ¿cómo estás? Espero que bien. Te confieso algo: estoy para ponerme cualquier cosa que aprueben la FDA, EMA o ANMAT sea de Gamaleya, Pfizer, AstraZeneca o la Pyme de mi primo segundo en Coronel Pringles. Literalmente cualquier cosa. Te ruego me disculpes la licencia emocional, pero extraño el noble gesto de estrechar la mano de un desconocido.

El archipiélago oficialista

El de Alberto Fernández es un gobierno insular. Allí reside uno de sus principales problemas. Esto se vio, por ejemplo, en la iniciativa de Oscar Parrilli con el aval de Cristina Fernández de Kirchner de desempolvar el proyecto de modificación del Ministerio Público que había presentado Martín Lousteau. Si bien el elemento esgrimido es otro, la cuestión de fondo es que, por motivos aún brumosos, CFK no quiere a Rafecas. El abrazo de Elisa Carrió no ayudó a disipar esas dudas. “En una movida Cristina consiguió lo que 244 cafés y 350 medialunas no pudieron”, responden desde el entorno de la vicepresidenta en relación a la falta de efectividad de los encargados de conseguir los votos restantes y rechazando la hipótesis de #OffTheRecord. Ya había caído mal en el kirchnerismo cuando el juez sugirió que si se modificaba el método de selección de ⅔ él renunciaría a la candidatura. Ahora, según dejó trascender su entorno, esa certeza se volvió más flexible. 

Rafecas, sin embargo, está de acuerdo con que el cargo deje de ser vitalicio. Es más: lo venía conversando con bisagras del peronismo judicial que se enteraron por los diarios de la negativa de Cristina. Una salida a explorar podría ser que la ley se modifique en los términos que pretende el kirchnerismo -y que ayer rechazó con énfasis Alberto Binder ante las consultas de los senadores-, pero que Rafecas sea elegido por consenso y eso le dé un salvoconducto al juez para no quedar ni preso de su sentencia ni lesionada su palabra.

Párrafo aparte para la jugada de ajedrecista de Carrió que en una semana le disputó la centralidad a la carta de CFK, metió una cuña en el oficialismo y una más grande en Juntos por el Cambio. Macri no quiere a Rafecas. A niveles que es difícil comprender. Algunos sostienen que en realidad el enojo no es suyo sino de alguien que está por encima. Algo así como un recelo tercerizado. Habladurías. 

“Hoy Lilita y Mauricio están en sintonías distintas”, dicen desde el entorno de Lila. Eso se cristalizó en la discusión telefónica que tuvieron hace unos días donde Macri, dicen en el lilismo, le faltó el respeto. “Vos siempre nos deslumbrás con tu inteligencia”, le dijo, palabras más, palabras menos, el ex Presidente a su socia política. El comentario, que al principio había caído mal en Carrió, la fue irritando a niveles que culminaron en una daga al orgullo del hijo de Franco: “Macri ya fue”. El golpe fue tal que, ante la consulta de #OffTheRecord, desde la CC quisieron bajarle el tono: “Lilita quiso decir que Macri ya fue Presidente”. El daño estaba hecho.

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Parte de la molestia de Carrió estaba dirigida, también, a los medios de comunicación: “Salgo a hablar de Rafecas y me salen a matar, ¿Patricia pidió permiso estos nueve meses para decir cualquier cosa?”. Mañana habrá un nuevo capítulo en la reunión de la mesa nacional de Juntos por el Cambio donde si Macri les pregunta, Vidal y Larreta le dirán que están de acuerdo con el proyecto de Lousteau.

A Rusia con amor

Carla Vizzotti mantuvo reuniones del más alto nivel en su viaje a la Federación Rusa. Autoridades del ministerio de Salud, el Instituto Gamaleya y el Fondo de Inversión Directa de Rusia (RDFI por sus sigla en inglés) le respondieron las inquietudes a la viceministra que fue hasta Moscú para despejar dudas sobre los avances, reacciones, tiempos y procedimientos de la Sputnik V. 

El gobierno argentino está, además, en conversaciones con Pfizer, AstraZeneca, Janssen y Synopharm. Las más avanzadas, con las dos primeras que, al igual que la rusa, se encuentran en fase 3. Luego de la aprobación de la ley que declara de interés público la vacuna contra el Covid y el aval de la Comisión Nacional de Inmunizaciones, el Ejecutivo podrá avanzar a partir de esta semana con los contratos a riesgo con todos los laboratorios tal y como harán varios países a nivel global. Esto significa que el gobierno costeará un porcentaje del monto total del contrato y deberá pagarlo aún si las vacunas no dan resultado. Según pudo averiguar #OffTheRecord, el objetivo oficial es que la mayoría de las dosis provendrán del Gamaleya y de AstraZeneca mientras que un porcentaje menor lo harán desde Pfizer.

Rusia mandó a precalificar su vacuna con la Organización Mundial de la Salud, ya comenzó los trámites para hacerlo con la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (ANVISA) de Brasil y hará lo propio con la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) en nuestro país. Pfizer, por su parte, validará los avances con la Food and Drug Administration (FDA) y AstraZeneca con la European Medicines Agency (EMA). Un tema poco abordado y que genera especial interés en Washington por motivos de Seguridad Nacional es la logística de la cadena de frío para hacer llegar la vacuna a países con menos recursos de la región. Allí Argentina puede jugar un rol clave. 

Hasta el momento ninguno de los desarrolladores mencionados tienen resultados de la fase 3 que, en el caso de la Sputnik, está compuesta por 40 mil voluntarios. El Presidente cometió un error imperdonable en una Argentina dividida: enviar a una especialista en vacunas en lugar de un comunicador social. Tal vez por ello el acuerdo -que, repetimos, es a riesgo y puede fracasar al igual que con el resto de los laboratorios- fue fagocitado por la grieta aún cuando el propio Fernán Quirós le asignó un especial valor al viaje de Vizzotti. 

Si hubiera algo para cuestionar al Ejecutivo en estas gestiones es si un país en vías de desarrollo está capacitado para arriesgarse a perder cientos de millones de dólares en un momento de enormes dificultades sociales y cambiarias aún en una semana donde el empoderamiento de Martín Guzmán derivó en una baja de los dólares financieros. La alternativa no es más agradable: mirar con la ñata contra el vidrio cómo los vecinos retoman una normalidad que llevará años en volverse habitual. 

El gobierno tardó demasiado en ordenar el mando de esa economía. Luego de las medidas del 15S -que derivaron en una salida de depósitos que luego se tranquilizó-, se agudizó la inestabilidad financiera que Guzmán necesita contener para poder pisar sobre seguro cuando se siente a negociar con el FMI. 

Tal vez por eso Guzmán recibió ayer en el ministerio de Economía a la cúpula de la Asociación Empresaria Argentina (AEA). El celestino del encuentro fue Rodrigo Zarazaga que conoció a Guzmán en Estados Unidos a través de María Victoria Murillo. Entre los presentes estaban Paolo Rocca y Héctor Magnetto. Ambos le transmitieron al ministro algo que se escucha hace meses en cualquier mesa de los hombres de negocios, pero también de la comandancia oficialista: “Para ordenar la economía, primero hay que ordenar la política”. 

La presencia de Magnetto no es menor. Algunos dicen que fue para compensar el ímpetu devaluatorio de Rocca. Ocurre luego que Wado de Pedro ante Madanes Quintanilla y CFK en su carta reclamen que en el acuerdo estén sentados los dueños de los medios de comunicación. El CEO y dueño del Grupo Clarín tuvo un cruce con el ministro hacia el final del mitin cuando sentenció que estaba en riesgo la propiedad privada. “No, Héctor, estás muy equivocado”, fue la lacónica respuesta oficial. 

En otro pasaje de la reunión, Carlos Miguens le reclamó que no podía pagar las deudas contraídas en dólares afuera. El ministro reconoció la problemática, pero explicó que no pueden amortizar todas las deudas de golpe como reclama un sector de AEA. La demanda por el déficit también recorrió el encuentro. Guzmán comparte esa preocupación con los empresarios. Tanto que Jaime Campos utilizó la coincidencia para distender: “Es una novedad que un ministro de Economía del peronismo hable de déficit fiscal”. Zarazaga y Guzmán le moderaron el entusiasmo: “Si no pagan la IFE -dijo el sacerdote- va a volar todo por los aires así que no celebres tanto el achique del déficit”. 

Zarazaga también intervino luego que los hombres de negocios repitieran por vez número mil la palabra confianza: “Acá viene todo el mundo a pedir, pero alguien tiene que ceder. La confianza no puede ser un paquete de medidas que favorece a un sector”. Guzmán, al rato, se cruzó con Rocca: “Lo que vos pedís, que es una devaluación, no lo reclama nadie, ni el FMI”. 

La sensación con la que se fue AEA del encuentro fue positiva. Distinta a la que le habían transmitido a #OffTheRecord en la primera reunión. “Le falta kilaje”, habían sido las palabras de uno de los presentes sobre Guzmán. “Está con confianza y empoderado, veremos si le funciona”, respondió ahora uno de los hombres de negocios ante la consulta de este medio. Un escepticismo de mitad de tabla para arriba. Más no se les puede pedir.

Estados (des)Unidos

Como sucede cada cuatro años el martes posterior al primer lunes de noviembre, los Estados Unidos eligen presidente. No todos claro, ni cerca, ya que son muchos quienes deciden no participar de una elección optativa, sin empadronamiento automático y realizada en un día laborable, pero además porque este año ya votaron de manera anticipada 98 millones de personas o el equivalente a siete de cada diez votos emitidos en 2016. En Cenital publicamos una guía muy completa sobre las particularidades del sistema electoral, las divisiones en la sociedad estadounidense, la política exterior y hasta sobre qué mirar hoy a la noche. A los efectos de este boletín semanal, interesa resaltar que estas elecciones son las de mayor división en décadas y, probablemente, las de menor confianza ciudadana en las instituciones.

Las encuestas de opinión apuntan a una victoria de Joseph Biden aunque, con un margen menor, también apuntaban de forma unánime a una victoria de Hillary Clinton hace cuatro años. Las reglas del Colegio Electoral permiten que algunos malos resultados en unas pocas regiones modifiquen un resultado nacional. Un dato: los demócratas obtuvieron la mayoría del voto popular en cuatro de las últimas cinco elecciones, pero perdieron la presidencia en tres ocasiones. Casi ningún analista duda de que Biden obtendrá más votos mañana, pero casi ninguno se anima a aventurar que eso vaya a redundar en una victoria. Donald Trump asegura que no confía en los resultados oficiales y que, si la diferencia la otorgan los votos anticipados, recurrirá a la justicia. Allí, los cuestionamientos recaen sobre un Poder Judicial volcado notablemente a la derecha. Todo esto en un contexto de alta movilización de uno y otro sector político. Si te parece que algo te suena, es porque la grieta no es (sólo) un asunto argentino. Por suerte, y con todo, nuestro sistema electoral es objeto de muchos menos cuestionamientos, entre otras cosas porque es menos cuestionable. En la primera potencia mundial, solamente un resultado muy contundente permitirá garantizar la conformidad de todas las partes. 

En América del Sur, los resultados se esperan con alguna expectativa. Jair Bolsonaro quiere ser el primer mandatario en felicitar a Trump por la reelección e instruyó a ese efecto a sus asesores diplomáticos. En el resto del subcontinente prevalecen las expectativas opuestas. La necesidad de comerciar con China y de aprovechar las oportunidades que el país asiático ofrece en materia de inversiones en infraestructura, muy necesarias en toda la región, chocan de frente con las advertencias amenazantes cada vez más frecuentes del gobierno estadounidense. Hace pocos días, el gobierno de los Estados Unidos cuestionó a Uruguay por la posibilidad de que se construyera un nuevo puerto en Montevideo con capitales chinos. 

Una victoria de Biden representaría el regreso de un enfoque más multilateral, formas más suaves y un desplazamiento en lo discursivo desde la empatía con aspirantes a dictadores como Jair Bolsonaro a las proclamas de compromiso con el ambiente y los derechos humanos. Los grandes objetivos de política, sin embargo, no cambiarán. La caída del actual gobierno venezolano, así como poner coto a la actividad de China en  Sudamérica, seguirán siendo prioridades, ganen los demócratas o los republicanos, aunque los grados de énfasis y agresividad sean diferentes. Para Argentina se agrega la necesidad de apoyo del Fondo Monetario. Allí tampoco se advierten intereses en negar un acuerdo que, de no lograrse, agravaría la inestabilidad sudamericana, también, gane quien gane.

Bonus track

  • Ayer generó revuelo la propuesta de Sergio Uñac de eliminar las PASO del año que viene. No es una aventura personal. La semana pasada lo habló con Sergio Massa y ayer con Santiago Cafiero. Esta semana hará lo propio con Wado de Pedro. 
  • El esqueleto del acuerdo con el FMI puede estar antes de fin de año, dicen en Casa Rosada. 

Antes del libro, te quiero recordar que –producto de la situación global y del rubro en particular, pero también del ethos de Cenital– abrimos la posibilidad de que seas parte del proyecto a través del sistema de apoyo económico para poder seguir creciendo. Ya entregamos las primeras becas y medias becas para estudiar idiomas en el CUI y hay más beneficios como un curso de Darío Sztajnszrajber para quienes aporten a Cenital.

La recomendación de hoy es El psicoanalista de John Katzenbach.

Ojalá hayas disfrutado de este correo tanto como yo. Estoy muy agradecido por tu amistad que, aunque sea espectral, para mí no tiene precio.

Iván

Es director de un medio que pensó para leer a los periodistas que escriben en él. Sus momentos preferidos son los cierres de listas, el día de las elecciones y las finales en Madrid. Además de River, podría tener un tatuaje de Messi y el Indio, pero no le gustan los tatuajes. Le hubiera encantado ser diplomático. Los de Internacionales dicen que es un conservador popular.