La sumisión de Milei y la velocidad de la crisis según Kicillof

Con menús distintos, los gobernadores y Macri ven que el Gobierno incumple las promesas y que el presidente se rehúsa a negociar. Scioli como espejo, el diagnóstico del mandatario bonaerense y el mensaje de Cristina sobre el “fracaso” de las políticas libertarias. Las vueltas de la Ley Bases.

Cuando el Embraer T-96 de la Fuerza Aérea que llevaba al presidente Javier Milei rumbo a Ushuaia se desvió para una parada no prevista en Río Gallegos, Santa Cruz, hubo avisos protocolares -pero sin contacto- entre el mandatario y el gobernador Claudio Vidal, que notificado de la visita eligió no ir al aeropuerto a saludar al mandatario.

Todo pasa muy rápido. En enero, Milei le dedicó a Vidal una escala política cuando se dirigía a la Antártida: hizo noche en Río Gallegos, se reunieron y ensayaron, hermanados por sus tirrias hacia el kirchenrismo, una sociedad que se comprobó efímera. En esos días, Vidal celebró el cambio que significaba Milei. Hoy es uno de los voceros más duros contra la Casa Rosada por lo que considera incumplimientos.

El presidente sistematizó los desplantes hacia los gobernadores. El episodio patagónico tuvo una anexo geopolítico: Milei fue a reunirse con la generala Laura Richardson y dar un gesto de alineamiento automático con Estados Unidos mientras, en paralelo, tensiona con su par de China, Xi Jinping.

Milei tiene a la firma la adenda 12, necesaria para destrabar los giros chinos para la construcción en las represas Jorge Cepernic y Néstor Kirchner, expediente que Alberto Fernández no activó y ahora está en manos del secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo.

Reactivar las represas es una demanda específica de Vidal, pero no la única: el gobernador ve cómo YPF se retira de la provincia y que Nación pretende traspasarle la mina de carbón de Río Turbio y, a la vez, cambiar la matriz de la central térmica de esa ciudad de carbón a gas. Santa Cruz es, además, una de las trece provincias que no transfirieron sus cajas y que, desde que asumió Milei, no recibieron un peso por ese concepto. Cada mandatario tiene su propio lamento.

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Como eran las cosas

A Vidal, como al resto de los gobernadores y al propio Mauricio Macri, los abruma una lógica mileísta: lo que se charla en el mano a mano, luego no se concreta. El expresidente lo sintetizó en una frase días después un encuentro que tuvo en marzo con Karina Milei, en el que pidió trato preferencial para los caciques del PRO y que Nación pague el fallo por los fondos para CABA.

“Pero después las cosas no suceden”, comenta Macri, contrariado, a su entorno. Y lanza dardos como si ensayara futuras declaraciones públicas. “Avanza en el sentido equivocado”, desliza sobre la postulación de Ariel Lijo como supremo. “Profundiza en la dirección errónea”, complementa el líder del PRO, que se resiste a admitir que, a pesar del diálogo personalísimo con el presidente, le caben las generales de la ley libertaria: Milei no quiere negociar.

Se atribuye a Santiago Caputo, el demiurgo mileísta, dictar como un mandamiento político que La Libertad Avanza debe bloquear cualquier tipo de acuerdo con Macri para evitar que la gestión libertaria se pueda interpretar como el “segundo gobierno macrista”. Karina es una fervorosa devota de esa postura. “A Mauricio le pone límites Karina, que es peor a que le ponga límites Javier”, describe un macrista.

Lo que Milei busca, en su lógica mesiánica, es la sumisión absoluta. Lo creen entre los gobernadores peronistas, lo presumen los mandatarios de Juntos por el Cambio y lo saben los legisladores de la oposición amigable que renunciaron a esperar comportamientos lógicos del presidente. Lo padecen, incluso, dirigentes como Daniel Scioli o Joaquín De la Torre, que buscan ser aceptados en la familia libertaria pero no lo consiguen.

Solo, sin poder nombrar colaboradores, casi sin presupuesto y lejos del círculo de poder de los Milei, Scioli es un espejo incómodo para aquellos que quieren entrar al clan libertario o convivir con ellos. En el mundo de la política, se suele atribuir la cerrazón del presidente a que es desconfiado y sospecha de todos salvo de su hermana, Santiago Caputo y Nicolás Posse.

Se repiten las anécdotas, con un dejo de leyenda, referidas al uso de chaleco antibalas a toda hora. O las que indican que, durante el día, ordena cerrar las ventanas de su despacho de Casa Rosada. Fotofobia.

Hay, en el esfuerzo por entender el fenómeno, otras lecturas. Pablo Knopoff, de la consultora Isonomía, sostiene que el poder de Milei radica en aparecer como alguien que no tiene poder, en ser visto como aquel que, a pesar de ser presidente, desafía y combate al poder político.

Más allá de su pulsión primaria del rechazo a la política, del aburrimiento que le produce la rosca, puede leerse como parte de una táctica. En diciembre pasado, Juan Manuel Abal Medina teorizó que donde la política veía un presidente débil por no tener gobernadores ni legisladores, aparecía -según su mirada- un presidente fuerte, porque todo el poder era propio y no le debía nada a nadie.

Puede, entonces, entenderse como un método que hasta acá Milei haya preferido perder antes que negociar. Fue lo que pasó en el Congreso, donde mantiene un récord: cero victorias.


Aun en el rango de los 50 puntos de imagen positiva, esa obstinación genera rechazos. «A mayor nivel de educación, menor es el respaldo» explica Diego Reinoso de la Universidad de San Andrés. Varios estudios de opinión pública coinciden en ese dato.

El informe de UdeSA aporta otro elemento: en cuanto a imagen, el presidente tiene más respaldo entre los sectores de más edad. Reinoso sostiene que aunque en las PASO el voto de Milei fue esencialmente joven, con el acuerdo con el PRO y Patricia Bullrich, consolidó votantes de edad avanzada y conservadores. Y que ahora los dos bloque están igualados.

El informe de marzo del Índice de Confianza en el Gobierno que confecciona Poliarquía para la Universidad Di Tella profundiza esa línea: el mayor índice de confianza se registra en sectores de más de 50 años, mientras que el que va a 16 a 29 se registró la caída más abrupta de confianza: pasó de 3,50 a 2,50. Casi un 30% abajo.

El estudio detecta otro renglón difícil para Milei: cayó 10% el indicador “Honestidad de los funcionarios”, un rayón que podría atribuirse al autosalariazo presidencial y de los legisladores por parte de Martín Menem y Victoria Villarruel. ¿Cuánto daño pueden causarle al presidente episodios como la designación, y posterior “ascenso”, del hermano del vocero presidencial Manuel Adorni en el Ministerio de Defensa?

Acostumbrados a ser aporreados, desde la oposición no dejan pasar esos tropiezos. Esta vez la que apuntó fue Margarita Stolbizer. En el bloque que integra y que preside Miguel Pichetto, Hacemos Coalición Federal, ironizan sobre el «superpoder» de Milei para decir quién es casta y quién no: “Con él están Scioli y Lijo que ahora, resulta, no son la casta”.

Pactistas

El jueves, Posse y el ministro del Interior, Guillermo Francos, se reunieron con gobernadores de JxC y transmitieron la idea de un acuerdo que está, todavía, en veremos. Se calificó de “error no forzado” el DNU sobre la quita de fondos a trece cajas previsionales no transferidas, entre las que están Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires. Posse y Francos prometieron, sin más detalles, enmendar el error. Habrá que ver si las cosas, al final, suceden.

La Ley Bases se encamina a ser aprobada, con el capítulo fiscal incorporado o por norma aparte, aunque con retoques en el capítulo de delegaciones legislativas y respecto de Ganancias, que debería arrancar en un piso de $1,5 millones. De Casa Rosada avisan que el proyecto irá, con suerte, el viernes próximo.

El Gobierno se apuró a gritar la existencia de un acuerdo pero los gobernadores, más enfáticamente los del peronismo y algunos provinciales como Vidal, avisan que todavía falta resolver muchas cuestiones. Incluso los de JxC, como Maximiliano Pullaro, eligen el eufemismo de la “letra chica” para decir que están para apoyar pero necesitan alguna contraprestación.

Aparece ahí el concepto de que Milei no quiere ceder y que su objetivo es lograr la “sumisión” de los gobernadores, que manden a sus legisladores a votar las leyes y le firmen el Pacto de Mayo que el Gobierno empezó a engordar de presencias y sectores –como fuerzas armadas y entidades rurales– porque teme que naufrague su objetivo inicial: la presencia de todos los gobernadores. “Es puro humo”, dicen en el PJ, pero ponen una nota al pie: firmar puede ser usado después por Milei como validación política para lanzar otros DNU.

El peronismo no resolvió, todavía, qué hará. Frente al karma de ser minoría, hay un primer acuerdo para moverse en bloque: asistir o faltar todos al encuentro de Córdoba convocado para el 25 de mayo.

El radar se enfoca en los movimientos de Axel Kicillof, que gambetea la invitación de Milei para convertirse en su antagonista. “Milei quiere subir a Axel al ring, pero Axel no le va a dar ese gusto”, dicen a Cenital en La Plata. El bonaerense no tiene contactos con la Casa Rosada, ni siquiera con Francos.

“Milei quiere tener enfrente al kirchnerismo, pero Axel elige otra forma de diferenciarse: más allá de lo ideológico, la diferencia es de acción. Es el principal gobernador del país y no puede ponerse a discutir con Milei sobre la Escuela Austríaca”, apunta un entornista de Kicillof. El gobernador otorgó, en tres meses, aumentos salariales por casi 60%. Pablo López, el ministro de Economía, exprime su creatividad.

El ecosistema PJ

Aparece, en el caso del gobernador bonaerense, otra cuestión: a diferencia de otros dirigentes del universo PJ, como Cristina Kirchner o Sergio Massa, Kicillof no proyecta una crisis acelerada en el corto plazo del gobierno de Milei. Ese diagnóstico puede explicar la razón por la cual Kicillof le escapa, en este tiempo, al duelo directo con el libertario al que lo empujan algunos actores del propio peronismo que le piden más protagonismo nacional.

Al gobernador lo han escuchado interpretar que, aun con los tarifazos, el deterioro del apoyo al oficialismo puede ser acotado y que eso no implicará, en lo inminente, una pérdida de poder de la Casa Rosada aunque siga la política de Milei de depreciar salarios y frenar la economía, lo que se percibe en la baja de la recaudación.

Con algunos aumentos pisados, y si no hay nuevas demoras en la quita de subsidios, el mes clave parece ser mayo: para entonces, el Gobierno fantasea con tener una inflación de un dígito y más cercana a 5 que a los 9 puntos.

“En el peronismo hay muchos tirapostas que instalan falsas premisas, mezclan la ansiedad de los dirigentes con lo que pasa en la calle”, dicen al lado de Kicillof y ponen el foco en que gran parte del 56% que votó a Milei en el balotaje jugó una carta de confianza, quizá la última, y no será un proceso fácil de revertir en esos votantes.

Recuerdan, además, que el peronismo hace 120 días perdió una elección y que el PRO acumula dos derrotas seguidas en presidenciales. Es decir: en la galaxia política no se visualizan alternativas con volumen frente a un todavía naciente gobierno de Milei. “Están demasiado apurados aquellos que dicen que el peronismo ya tiene que construir un candidato”, dicen, a modo de autoprotección, en el primer anillo de Kicillof.

En La Plata convirtieron en un deporte escaparle al espadeo con otros actores del peronismo, en particular con Máximo Kirchner. Dejan a medio decir el refrán de la pólvora y los chimangos. Respecto de cierta tensión con Cristina, no se dan por enterados. “La relación está como siempre: bien”. La expresidenta apareció, mensaje grabado de por medio, en el Congreso de Nuevo Encuentro, el partido de Martín Sabbatella. Dijo que el cuadro social “se agrava cada vez más, agregándose ahora la cuestión del precio de los servicios públicos esenciales”, habló de la “comprobación empírica del fracaso de las políticas” de Milei y llamó a “redefinir estrategias” para poder “volver a representar”.

Ya casi no se imprimen diarios pero se percibe como un periodista gráfico. Escribió en Ámbito Financiero, Clarín y elDiarioAr pero todavía tipea mal. A veces aparece en la tele. Nunca vivió en CABA. Padre de tres.