La peor derrota de Milei agravó las grietas en su círculo íntimo

En una semana dura para el Gobierno, cayó lluvia ácida sobre dos figuras clave del sistema de poder presidencial. Los ojos sobre Macri y la reaparición de Cristina.

Sandra Pettovello renunció antes de jurar. A fines de noviembre, bajo el acecho de Mauricio Macri, Javier Milei armaba su gabinete y designó, de palabra, a una persona para ocupar una oficina sensible del megaministerio de Capital Humano. A las horas estalló una crisis: Pettovello, amiga y confidente del presidente, trasmitió su rechazo, dio un ultimátum de 48 horas para que se anule la decisión -bajo la amenaza de no asumir- y bloqueó los contactos de WhatsApp de los dos Milei, Javier y Karina.

Ganó. Milei dio marcha atrás y Pettovello inauguró un mecanismo que se volvería habitual: el veloz recambio de funcionarios. Hasta la semana pasada, según un punteo que hizo el consultor Pablo Salinas con datos del Boletín Oficial, hubo ocho renuncias/despidos en Capital Humano. Otros, como el legislador bonaerense Fabián Perechodnik, tuvieron funciones pero ni llegaron a asumir. Actualmente varios, cuentan en Capital Humano, trabajan sin designación oficial. En ese período, la propia Pettovello más de una vez amagó con dejar el cargo, aunque se percibió más como una rabieta que como una amenaza real.

“Se la pasa renunciando. Le pesa ser ministra”, la justifica una voz libertaria ante Cenital. “Está firme: Javier está muy contento con ella”, apuntaron, desde la cima del Poder Ejecutivo, sobre el fin de una semana que registró el peor trance para el Gobierno. En ese despacho descartan el eventual desplazamiento de la superministra, pero dejan en pie la opción de escindir áreas de Capital Humano para descomprimirla. Se señala Trabajo, secretaria a cargo de Julio Cordero, funcionario vinculado a Techint. Maridan intereses: la intención de sacarle áreas ásperas a Pettovello y el interés del holding de Paolo Rocca por ganar autonomía.

En este ajedrez interviene el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, antagonista de la ministra. Son, ambos, amigos de Milei y tienen una influencia particular sobre el presidente. Tanto que el mandatario anunció, incluso, que Posse y Pettovello vivirían algunos días de la semana en la quinta de Olivos. No ocurrió. Hace diez días, en el ecosistema libertario se habla de un clima ríspido entre el presidente y Posse. En Casa Rosada lo niegan.

Días peligrosos

Sobre Pettovello, que tiene a su cargo Educación, orbitó la crisis más áspera que enfrentó la gestión Milei y que hirió al Gobierno. Se imputa a la ministra haber administrado mal la negociación con los rectores y tener poca destreza para evitar lo que quizá no podía evitarse: la masiva y federal marcha universitaria del 23 de abril. Alejandro ‘Galleguito’ Alvarez, un viejo conocido del mundo universitario desde los tiempos de la JP menemista, tampoco ayudó.

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Tarde, apareció Santiago Caputo a intervenir el área para evitar más problemas. El consultor genera un efecto ambiguo en sus interlocutores, que cada día son más: incomoda por su estilo suficiente y sobrador, pero da la certeza de que están hablando con alguien a quien Milei escucha, algo que ocurre con muy pocos funcionarios. Milei habilita las negociaciones y Caputo se mueve, por momentos, con niveles de influencia y decisión propios de un jefe de Gabinete.

El pragmatismo que despliega el consultor se interpreta, desde adentro de LLA, con realismo brutal. “Santiago necesita que Milei no se desangre: si no hay política, no hay mensaje. Sin producto no hay marketing”, afirma a Cenital un dirigente libertario.

Con casi medio millón de manifestantes solo en CABA, el Gobierno encontró un límite: se lanzó a una pelea equivocada y no supo desactivarla a tiempo. “Le erramos: el problema no es la UBA, son el conurbano y el interior. Aunque el nivel de finalización de las carreras sea bajo, la universidad pública tiene una cuestión aspiracional, de poder estudiar aunque no te recibas”, interpreta un dirigente de LLA. Esta vez, Milei perdió la batalla simbólica: no logró separar a la “casta” política universitaria del riesgo extendido de que el castigo alcance a los estudiantes, parte de ellos votantes/adherentes libertarios.

La transversalidad en defensa de la educación pública se mezcló con otros asuntos. Sobre Pettovello cayó lluvia ácida de un sector habitualmente amable con el planeta Milei que, además, puso en la mira a Caputo y su socio histórico, Rodrigo Lugones, con quien el demiurgo libertario se formó bajo el ala de Jaime Durán Barba hasta que Marcos Peña los excomulgó. La metralla nutrida sobre dos figuras de extrema cercanía a Milei, Pettovello y Caputo, es traducido como un forcejeo en el mercado mediático o como factura política en la que asoma, detrás, Mauricio Macri. Cuando se pregunta en Casa Rosada, la respuesta es sugerente: ¿por qué no puede tratarse de las dos variables combinadas?

A Lugones, que vive en Madrid, se lo sindica como el poder real detrás de Caputo. En Casa Rosada, interpretan la metralla sobre el consultor -hijo de Mario Lugones, asesor de muchísima influencia en materia de salud del gobierno de Milei- como picardías cuya usina es el PRO. Es conocido el malestar que, en privado, expresa Macri respecto al trato que recibe del presidente.

Reyes y laberintos

La urgencia por salir del laberinto universitario bajó las defensas del Gobierno en la Ley Bases que se fue desgajando día a día. Aun con capítulos tóxicos, poco queda de aquella aventura refundacional de Federico Sturzenegger. Las enmiendas en la reforma Laboral son el reflejo de que José Rolandi, el número dos de Posse que quedó a cargo del día a día con el Congreso, tenía el mandato de sacar una ley casi sin importar qué tipo de ley. En medio de una de las numerosas paritarias de estos días, el diputado Emilio Monzó advirtió: “Ustedes tienen que pensar en la ley posible, no en la ley que quiere el presidente. Si no, no van a tener nada”.

El dictamen de comisión del jueves, en Diputados, fue un ansiolítico y revirtió el ánimo oficial, golpeado tras la marcha del martes. La otra novedad, celebrada en la galaxia Milei, fue el anuncio de Cristina Kirchner de que hablaría en un acto en Quilmes. Quizá sea un diagnóstico prematuro, pero en el laboratorio libertario ponen a la expresidenta entre los emblemas de la casta/política del pasado, de lo que Milei quiere ser la contracara.

El jueves llegó al primer piso de Casa Rosada un informe de la consultora ARESCO, con datos frescos, que presenta un panorama amable para Milei: el 25,8% de los consultados manifiesta tener cercanía política con el espacio libertario. El estudio muestra que el peronismo no K es más representativo que el kirchnerismo, que está casi en el punto más bajo en dos décadas. El evolutivo histórico –el estudio se hace, sistemático, desde julio del 2006– refleja la rápida instalación de la marca libertaria, que está en niveles similares de lo que tuvo, en su mejor momento, el macrismo: 26,9% al ganar las elecciones de medio término en 2017.

La secuencia explica la inquietud de Macri. Un año atrás, en marzo de 2023, los libertarios estaban al mismo nivel que la UCR (13%) y varios puntos abajo del PRO (18%). En abril de 2024, LLA duplicó su volumen hasta rozar los 26 puntos, el radicalismo cayó a 5,9% y el PRO a 7,9%. La oferta libertaria, por antiperonismo o fascinación, aspiró a los que se identificaban antes con la UCR y el macrismo.

Peronismos

El tropiezo de Milei con el recorte universitario movilizó al peronismo, que intentó una jugada en Diputados sobre la base de la postura radical contra el ajuste presupuestario. No llegó a juntar los votos para una sesión especial, pero esa convocatoria exteriorizó, como nunca antes, la fractura de la UCR. La misma táctica plantea para esta semana: en paralelo al tratamiento de la Ley Bases, Unión por la Patria (UxP) quieren llevar al recinto el DNU 70 que ya fue rechazado en el Senado.

“A cara de perro”, dicen en el bloque que preside Germán Martínez. La intención es buscar la contradicción en sectores de la UCR y la CC, más los provinciales. Se decidió, al final, jugar una carta que inquietó a Martín Menem, que hasta el sábado demoraba la convocatoria para la sesión especial. Algo similar ocurría con Victoria Villarruel en el Senado, donde para el martes Martín Lousteau y otros siete senadores -entre ellos Guadalupe Tagliaferri, del PRO de CABA- pidieron una sesión especial para tratar un proyecto sobre el presupuesto universitario. El mismo día que Milei podría mostrar un triunfo con la Ley Bases en Diputados, la oposición podría exhibir que en el Senado están los votos para que ese proyecto no pase o, en todo caso, se modifique.

En ese marco, Cristina reapareció en Quilmes, dominio de Mayra Mendoza, dirigente camporista y una de las pocas que espadeó públicamente con Axel Kicillof. El entorno, en términos simbólicos, pudo significar algo. La expresidenta evitó acrecentar la interna kirchnerista, que tiene como protagonistas a Kicillof y a su hijo Máximo. “No hay que discutir pelotudeces”, dijo y reprochó que “están discutiendo para cambiar la vida de los dirigentes”.

CFK dedicó su extenso discurso a refutar a Milei, reivindicar la temporada K y advertir que el plan libertario consiste en un déficit ficticio porque se logró con recorte y suspensión del pago de partidas. Ese fue el punto específico con el que buscó instalar agenda en los propios: la inexistencia de un plan de estabilización por parte del Gobierno y que el programa de LLA solo consiste en un recorte que tiene como resultado que la gente se “caga” de hambre. Kicillof se enfocó en el mismo punto. Al rato, el presidente el respondió por Twitter.

Ya casi no se imprimen diarios pero se percibe como un periodista gráfico. Escribió en Ámbito Financiero, Clarín y elDiarioAr pero todavía tipea mal. A veces aparece en la tele. Nunca vivió en CABA. Padre de tres.