La casta está en orden

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El triunfo de Sergio Massa, mucho antes que el impacto político, causó un shock emocional en Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza. Todavía en la noche del lunes, los principales alfiles de ambos espacios intentaban absorber el golpe de una elección que, por estas dimensiones, le puso el traje de favorito al candidato oficialista de cara al ballotage. Si los momentos más importantes de las campañas son la noche de la elección y la semana posterior, Massa lo viene aprovechando con un profesionalismo que, desde 2019, le sumó a su proverbial audacia. El peor Massa fue, siempre, el Massa ganador. Esa máxima se puso en pausa el domingo. El ministro-candidato dio el discurso que pedía la jugada: solo arriba del escenario, sobrio, sin sonrisas ni triunfalismo y con una demanda de “humildad” para militantes y dirigentes, cerró con su familia y la de su compañero de fórmula, Agustín Rossi, en una postal dirigida a consolidar la diferencia con Javier Milei, valorada positivamente en todos los estudios de opinión pública.

En su primera conferencia luego de la elección del domingo, Massa eligió conversar con la prensa internacional, donde el peronismo suele ser receptor de resquemores y desconfianzas que se remontan a equívocos de origen de mitad del siglo pasado, siempre percibido a través de prismas europeos o estadounidenses. Se inclinó por la responsabilidad presupuestaria y el superávit fiscal con vocación de mesura en el gasto público mientras que cuestionó, una vez más, el costo que los distintos regímenes de excepción significan a nivel tributario. Además, insistió en los ejes de las relaciones exteriores a lo largo de las definiciones convencionales de la Argentina, sin excentricidades y con énfasis en el multilateralismo, la región y los vínculos económicos, donde demostró un particular conocimiento de las fortalezas y los límites de la relación con China que previsiblemente contrastó con las propuestas de Milei, tal como lo reiteró en el caso de la relación con el Mercosur -particularmente con Brasil-, y el Vaticano, dos penales que regaló La Libertad Avanza y que el ministro de Economía no dejó pasar.

Tuvo, también, una definición dura sobre la situación financiera del país, al que caracterizó a partir del ciclo de endeudamiento iniciado en el macrismo como “el mendigo del mundo”, una coyuntura que esperará superar a partir de las exportaciones del agro y del sector energético. Entre las primeras reacciones de la prensa internacional en la madrugada misma del lunes, se destacó un inesperado y cauto gesto de confianza del principal medio financiero internacional. El editor de la sección latinoamericana del Financial Times, Michael Stott, señaló que una victoria de Massa -si se evitaba un colapso económico de corto plazo-, es la mejor posibilidad que tiene la Argentina de construir los consensos necesarios para llevar adelante las reformas económicas que el país necesita.

Luego de la pimpinelización palaciega que signó tres de los cuatro años de gobierno del Frente de Todos, la sociedad argentina decidió, en las PASO, hacerle un llamado de atención al peronismo. “Entiendo las dificultades y que los resultados no hayan sido los esperados, pero no puedo admitir la frivolidad”, podría ser la decodificación. Este escenario abre un interrogante cualquiera sea el resultado final: si después de este gobierno el peronismo tiene chances de ganar, ¿qué pasaría con una gestión ordenada que administre correctamente, por ejemplo, el aumento del saldo exportador? Cuando Massa fue ungido candidato, #OffTheRecord analizaba que era una campaña que había que pensarla del ballotage para atrás y no de las PASO para adelante. Todos los pasos del candidato de UxP fueron concomitantes en ese sentido, por eso la inercia natural de la campaña lo llevan a Massa a abrirse a nuevas voluntades. Mientras Milei promete matar al kirchnerismo, Massa promete matar a la grieta.

Milei sufrió lo que Pablo Semán llama “un apunamiento a baja altura”. Probablemente producto de la inexperiencia, descontó un triunfo demasiado temprano. Esa falta de profesionalismo lo llevó a tener expresiones sin retorno sobre los radicales a quienes llamó “inútiles y colectivistas” y dijo que “cualquier alianza con ellos está condenada al fracaso”. Lo mismo hizo con Patricia Bullrich a quien acusó falsamente de poner bombas en jardines de infantes. Sin solución de continuidad y con precocidad preadolescente, el domingo a la noche, como por un hechizo, se transformó en un político tradicional. Dejó atrás el clivaje casta-anticasta para recrear -como Hiro Onoda, el último soldado japonés en rendirse luego de 30 años de finalizada la Segunda Guerra Mundial- el no muy original kirchnerismo-antikirchnerismo: le suplicó un acuerdo a JxC y anoche respondió que estaría “encantado” que Bullrich fuera su ministra de Seguridad. Esa pérdida de sex appeal antisistema se puede profundizar si su súplica encuentra eco en Mauricio Macri, una figura corrosiva para parte de la base electoral de Milei que huyó del peronismo, pero para la cual el macrismo no es ni siquiera una opción.

La estrategia de cara al ballotage es, hoy, el principal aspecto de análisis para Massa y Cristina Kirchner. Las conversaciones entre los equipos de campaña orbitan sobre la Ciudad de Buenos Aires donde Jorge Macri quedó a cinco mil votos de ganar en primera vuelta. Con una elección definida de hecho, la posibilidad que más chances tiene de materializarse es que Leandro Santoro decline su candidatura para reducir los incentivos del electorado antiperonista porteño de cara al 19 de noviembre.

Ayer a la mañana, con Macri como anfitrión, se reunió el primer anillo del fundador del PRO para evaluar los resultados de la elección. Del encuentro participaron, además del dueño de casa, su primo Jorge, Hernán Lombardi, Néstor Grindetti, Darío Nieto, Jorge Triaca, Fernando De Andreis, Cristian Ritondo y Martín Yeza. “Estaba Lombardi y no Nacho Torres”, reflexionaba crítico un bullrichista ante #OffTheRecord en relación al único gobernador amarillo que, aparentemente disconforme con el trato recibido, ya tiró cables con Massa. En la reunión se habló de que una parte del radicalismo estaba gestionando un llamado a la convención para dar su apoyo a Massa y acelerar la fractura de Juntos por el Cambio. En los señalados por Macri no hay sorpresas: Emiliano Yacobitti y Gerardo Morales.

Desde el espacio que comanda Martín Lousteau lo niegan. En los próximos días, la Unión Cívica Radical lo que hará será emitir un comunicado de la mesa del partido -ad referéndum de la convención- en el que dará libertad de acción, pero será especialmente crítico con el anarcolibertario. ¿Será Lousteau presidente de la UCR en un eventual gobierno de Massa para intentar reconstruir el sistema de partidos, un viejo anhelo de Enrique Nosiglia? Ayer en X, el presidente de la juventud radical de la Ciudad, Agustín Rombola, anticipó la posición del movimiento estudiantil: “Si te autopercibís radical y vas a votar a Milei, no sos radical: sos un gorila al que no le dio la nafta para ser conserva”. La postura precede a una maniobra: el colectivo estudiantil universitario prepara, también, un encuentro para alertar sobre los peligros de una presidencia de Milei.

En el mitin macrista no se habló, aseguran los presentes, de negociaciones con el equipo del libertario aunque existen conversaciones permanentes con Ramiro Marra y Eugenio Casielles con quienes Blackri aspira a gestionar un pacto de gobernabilidad que le permita prescindir todo lo que pueda de los radicales aunque, hasta el momento, con posibilidades lejanas. La matemática opera: sin la UCR ni la Coalición Cívica, el oficialismo perdería 11 votos en la Legislatura. Juntos por el Cambio quedaría constituido por 12 legisladores del PRO, 8 de la UCR, 3 de la CC, 3 de Confianza Pública, 3 de Republicanos Unidos y 1 del Partido Socialista. Se viene un mercado persa.

La relación entre los socios porteños tuvo otros episodios. Fernando De Andreis lo llamó a Yacobitti a las 19 del domingo para invitar a Lousteau al búnker cuando los boca de urna del PRO daban a Macri (p) en 47 puntos. “Después de lo que hicieron con la foto, yo a Martín no le pido más nada para ustedes, que lo llame Jorge si quiere que vaya”, respondió el diputado radical. La referencia era a la actividad que compartieron ambos durante la última semana de campaña y su comunicación posterior fue decidida de manera unilateral por el equipo del candidato ganador. Peor la pasó Graciela Ocaña, a quien le negaron estacionamiento y una acreditación para su marido. Macri (p) lo llamó a Lousteau. Fue una conversación tensa. Después de ese intercambio, el líder de Evolución habló con Horacio Rodríguez Larreta que le pidió ir con Morales al búnker para condicionar al hemisferio de la coalición que demandaba apoyar públicamente a Milei. Esa conversación existió en un salón y acordaron mantenerse equidistantes. “Mauricio va a plegarse a lo que haga el partido, no se va a cortar solo”, aseguran ante #OffTheRecord cerca del ex presidente. El Calabrés está en una disyuntiva: su electorado le pide que acompañe al libertario contra la barbarie peronista, pero si Milei pierde, Macri se llevaría parte de la derrota.

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Iván