La carta de amor de Pedro Sánchez y la grieta española: ¿y si renuncia?

La denuncia contra la Primera Dama desató un cisma político en ese país. ¿Podrá el mandatario socialista resistir una vez más los fuertes embates contra su gobierno? ¿Servirá la estrategia de abandonar una posición defensiva para contraatacar?

Miguel Bernad dirige lo que en los papeles es un sindicato de empleados públicos españoles. Manos Limpias, así se llama, no es famoso por su relevancia gremial ni por sus posicionamientos políticos, aunque su titular haya sido distinguido como Caballero de Honor por la Fundación Francisco Franco. Este colectivo del funcionariado se ha dedicado a presentar, casi siempre sin éxito, estruendosas denuncias penales. Bernad llegó a ser condenado por conductas extorsivas basadas en esas denuncias, que luego revocó el Tribunal Superior. A pesar de ello, señaló que sus acciones como denunciante al frente de la asociación eran éticamente reprochables, aún sin traspasar el umbral para constituir un delito.. Las conductas juzgadas incluían pedidos de acuerdos para prestar servicios a cambio de frenar o retirar denuncias.

El Confidencial, The Objective, Vozpopuli y Libertad Digital son medios entre conservadores y ultras, habitualmente no reconocidos entre los más prestigiosos de España, un país caracterizado por sus afincados medios conservadores de línea dura como El Mundo o ABC. A pesar de esto, el titular de Manos Limpias se basó en artículos de estos medios para denunciar a Begoña Gómez, esposa del presidente Pedro Sánchez, por supuesto tráfico de influencias. Una denuncia que, admitió la propia organización denunciante, no tiene otro elemento de prueba que los trascendidos periodísticos.

El juez a cargo del Tribunal de Instrucción Número 41, Juan Carlos Peinado, encargado de tramitar la denuncia, tiene entre sus antecedentes la protección de directivos de El Corte Inglés, una de las mayores tiendas de venta minorista de España en una causa por irregularidades, y la admisión de una causa contra doce periodistas que informaron sobre actuaciones judiciales bajo secreto. Aunque a nadie le quepa responsabilidad sobre sus familiares, hay que decir también que una de sus hijas, Patricia Peinado, es concejala del Partido Popular, donde responde al sector de la líder madrileña, Isabel Díaz Ayuso. Ante una denuncia sin pruebas, el magistrado optó por dictar el secreto de sumario, dificultando así una defensa rápida para Gómez, y activar diligencias preliminares, un paso que normalmente requiere la conformidad de la Fiscalía. Sin embargo, Peinado decidió omitir este paso hasta que la noticia se hiciera pública.

En situaciones que involucran a las autoridades democráticas, especialmente cuando se trata de casos de alto perfil, es fundamental que se apliquen los más estrictos procedimientos y garantías que corresponden a cualquier investigación. En este caso, se observó exactamente lo contrario. Ninguna de las suspicacias señaladas permite descartar, por sí misma, la existencia de un delito, pero sí deberían haber motivado una conducta judicial extremadamente cuidadosa, evitando incluso cualquier apariencia de parcialidad o animosidad, algo que lamentablemente ha brillado por su ausencia en la actuación del magistrado hasta el momento.

Recién ayer la Fiscalía fue informada sobre la apertura de diligencias y, en respuesta, solicitó el archivo inmediato del caso. Es relevante mencionar que la Fiscalía no apeló directamente al juez Peinado, sino que presentó su solicitud directamente ante la instancia superior, la Audiencia Provincial de Madrid.

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Las imputaciones desde Argentina aparecen casi absurdas, ya sea por la desproporción entre las supuestas prestaciones que se habrían sucedido o por los propios hechos imputados. Por ejemplo, la acusación contra la Primera Dama incluye haber intervenido en el otorgamiento de un subsidio para la aerolínea Air Europa por 600 millones de dólares durante la pandemia, un tratamiento similar al de las principales aerolíneas europeas. A cambio de este supuesto favor, se alega que ella habría recibido apoyo de una empresa del mismo grupo económico para abrir un curso de maestría en la universidad privada en la que trabaja, así como financiamiento para becas y viajes relacionados con el mismo. Chirolas a cambio de cientos de millones.

Además, las imputaciones también abarcan recomendaciones escritas en trámites de pedidos de subsidios estatales de dos empresas.Sería un delito peculiar, en el que la supuesta delincuente deja por escrito su ilegalidad en un documento público. La denuncia abarcó incluso cuestiones que ya se demostraron falsas, como las notas de prensa que le atribuye haber solicitado un subsidio pandémico que en realidad no fue pedido por ella, sino por una homónima que es propietaria de un restaurante en Cantabria.

Con toda su debilidad probatoria, sin embargo, la acción judicial terminó por generar un impensado cimbronazo político. Sorpresivamente, Pedro Sánchez anunció por carta que consideraría de aquí al lunes “si merece la pena” seguir en el cargo o si es mejor renunciar para preservar a su esposa, de la que se declara profundamente enamorado, frente a los embates que está convencido lo tienen a él como objetivo. 

La operación se basa en una acusación dirigida al mandatario por parte de las cada vez más solapadas bancadas parlamentarias de la derecha clásica, representada por el Partido Popular, y la ultraderecha de orientación franquista, encarnada por Vox. Ambos espacios experimentaron más de un año de frustraciones desde las elecciones generales anticipadas de julio pasado. En esos comicios, Sánchez logró otra resurrección política al evitar una mayoría absoluta conservadora y construir una coalición de gobierno con un margen muy ajustado. Esta coalición incluyó desde fuerzas de centro y centroderecha nacionalistas de las regiones vasca y catalana hasta todo el espectro de la izquierda española y regionalista, junto con su propio partido, el PSOE, que venía de una derrota contundente en las elecciones autonómicas ante el Partido Popular, y logró, para formar gobierno, descontar gran parte de esa desventaja.

El reciente éxito electoral, hasta ahora el último gran hito en una serie de victorias inesperadas, ha caracterizado la carrera política del líder socialista. A pesar de un desempeño económico entre aceptable y destacado en el contexto europeo, el gobierno de Sánchez enfrentó desde su inicio un nivel de confrontación política y cultural que supera los estándares históricos de la política española posterior a los Pactos de la Moncloa. Este proceso trasciende la figura de Sánchez.

La crisis financiera de 2008 marcó el comienzo de una reconfiguración del panorama político en ese país. Este cambio se consolidó con eventos posteriores como la manifestación del 15 de mayo de 2011, que dio origen a una nueva izquierda ubicada a la izquierda de los socialistas, y el referéndum independentista catalán, que no solo desafió los acuerdos constitucionales sino que también propició el surgimiento de un partido como Vox, firmemente ubicado a la derecha del PP. Este último partido fue calificado repetidamente como “cobarde” por Vox, mientras desplazaba su propio eje ideológico hacia la derecha para evitar ser eclipsado.

En la España actual, no solo los grandes partidos políticos enfrentan dificultades, sino también las instituciones y los grandes acuerdos que las sustentan, que luchan por mantenerse a flote.

Desde su improbable ascenso al liderazgo del PSOE, Sánchez ha demostrado ser un lector perspicaz tanto de la situación política como del ánimo social, siendo tanto un factor de ruptura como el último garante del sistema partidario e institucional. Fue destituido del liderazgo del partido después de las elecciones de 2016, debido a su negativa a respaldar la decisión de los barones territoriales socialistas de permitir la investidura de Mariano Rajoy del PP, pero logró recuperar el cargo de Secretario General del PSOE al año siguiente. En unas elecciones internas, en las que desafió a la dirigencia tradicional del partido, recorrió en automóvil, muchas veces casi solo, los comités de base en toda España y obtuvo más del 50% de los votos.

Un año más tarde, fue el arquitecto de la moción de censura que derrocó al gobierno de Rajoy, colocándose a sí mismo al frente del gobierno sin necesidad de nuevas elecciones. Esta fue la primera vez que prosperó una moción de censura desde la recuperación democrática, y Sánchez formó una coalición tan diversa como la que actualmente sustenta su gobierno. A pesar de no contar con mayorías, logró volver a formar gobierno después de dos rondas electorales en 2019, mediante pactos con la izquierda y el apoyo externo de sectores del nacionalismo vasco y catalán.

Desde el gobierno, Sánchez siempre se mantuvo en una posición lo suficientemente izquierdista como para asegurarse de no enfrentar perturbaciones desde ese flanco. Sin embargo, se cuidó de no romper los puentes con el establishment económico español ni, mucho menos, con el europeo, mostrándose como un líder constructivo comprometido con las normas de Bruselas. Aquellos que adhirieron a esta lógica, como la actual vicepresidenta del gobierno, Yolanda Díaz, que pactó la reforma laboral con sindicatos y asociaciones patronales, prosperaron. Por otro lado, quienes intentaron inclinar el gobierno hacia la izquierda mediante la confrontación pública, como Pablo Iglesias, vieron reducido su margen de acción.

Con respecto al independentismo catalán, la estrategia fue similar: otorgar el mínimo de concesiones posible, aprovechando que la alternativa sería una coalición de derechas y ultraderechas, pero manteniendo una ambigüedad constante respecto a las demandas de los dirigentes catalanes. El gobierno evitó enfrentar estas demandas directamente, y presentó cada concesión como un paso hacia la normalización de la cuestión territorial.

Esta aproximación, que permitió a los socialistas ganar terreno en territorio vasco y catalán, y expandirse también hacia la izquierda, convirtió a Sánchez en un objetivo principal de la derecha, tanto a nivel partidario como mediático y judicial. Este último sector, que tradicionalmente se había mantenido al margen de las controversias políticas debido a los acuerdos entre los grandes partidos democráticos en temas como la relación con Europa, las regiones de España, los principales aspectos del modelo económico y hasta la aproximación a la memoria histórica, se ha vuelto más y más protagónico al ritmo del ensanchamiento de la grieta española.

El resultado fue una campaña de oposición por momentos histérica, que penetró en las debilidades de un gobierno heterogéneo, con internas y a veces errático. Hubo numerosas ocasiones en las que la oposición creyó tener a Sánchez contra las cuerdas, pero también muchas en las que este se levantó, aunque no sin sufrir serios golpes.

La cuestión catalana fue, a lo largo de todo el período de gobierno de Sánchez, un combustible para la derecha y la ultraderecha, que se embarcaron en alimentar las pulsiones españolistas que fueron plataforma de crecimiento del hoy desaparecido Ciudadanos primero, y de Vox después. Las reivindicaciones de la derecha nacionalista coincidieron también con el enfrentamiento contra las restricciones impuestas en el combate a la pandemia, un factor del crecimiento de las derechas a nivel global, así como el aumento de los discursos abiertamente antifeministas, que permearon desde la ultraderecha hasta la derecha tradicional. A ello se sumó el malestar por la aceleración inflacionaria provocada por las políticas fiscales expansivas post pandémicas y la guerra de Ucrania.

En 2023, Sánchez logró un triunfo inesperado pero costoso en términos de concesiones, especialmente hacia los independentistas catalanes. Aunque el pacto de investidura no incluyó políticas secesionistas, el gobierno accedió a una intervención legal favorable a los partidos catalanistas. La promesa de una amplia ley de amnistía para los líderes políticos condenados por su participación en el referéndum independentista catalán de 2017, considerado un acto sedicioso por las autoridades judiciales españolas. Para la oposición, este pacto fue la gota que colmó el vaso, desencadenando una aproximación casi bélica, con ataques desde todos los frentes y con una intensidad máxima. Se percibía la idea de que una solución definitiva a la cuestión catalana, combinada con un debilitamiento progresivo de las fuerzas independentistas, podría consolidar aún más al partido socialista.

Desde el fracaso en desestabilizar al gobierno a través de la cuestión catalana, la oposición recurrió a acusaciones de corrupción, tomando como modelo la situación política en Portugal. Vox y el PP centraron sus esfuerzos en apuntar directamente a Sánchez en el año 2024, sin medir los límites ni los daños colaterales.

La acusación centrada en su esposa fue el último intento por debilitar la posición del mandatario, después de no lograr vincularlo con una causa contra un exministro. ¿Habrán encontrado finalmente la clave del éxito, a pesar de tener una base de pruebas débil? Aquellos que conocen a Sánchez y lo vieron abatido en los últimos días parecerían respaldar esta idea, mientras que quienes analizan su trayectoria como líder político o examinan su extraño posicionamiento público, que sugiere una reflexión en lugar de una resolución definitiva, tienen serias dudas.

La carta aparece como un intento de cambiar de posición defensiva a ofensiva, consolidando y unificando el apoyo a su alrededor y agrupando a sus rivales en los ámbitos mediático, judicial y político en un solo frente. La política, que antes se centraba en temas y agendas concretas, ahora se enfoca en torno a su figura y su continuidad, convirtiéndolo en el epicentro inevitable del debate político de cara a las elecciones catalanas y europeas.

La política no debe ser inmune a la persecución judicial ni convertirse en un vehículo de impunidad para la comisión de delitos. Sin embargo, tampoco debería convertirse en un espectáculo de especulaciones y escarnios públicos que solo alimentan la polarización y la desinformación en las redes sociales. Si bien la lógica de estos espacios virtuales, donde prosperan el extremismo y la agresión, representa una amenaza para la democracia, construir estructuras institucionales que fomenten la división y la narrativa dañina solo perpetuará esta amenaza. Donald Trump y las nuevas derechas europeas son ejemplos de esta tendencia, mientras que, a la izquierda, no hay contrincantes de peso que se enfrenten a ella. Con esta carta, Sánchez, autor del “Manual de Resistencia” donde narró su autobiografía política, parece estar escribiendo el prólogo del segundo tomo.

Otras lecturas:

«El ataque de Irán a Israel y las chances reales de una guerra: claves para entender«. Por Martín Schapiro.

Es abogado, especializado en relaciones internacionales. Hasta 2023, fue Subsecretario de Asuntos Internacionales de la Secretaria de Asuntos Estratégicos de la Nación. Antes fue asesor en asuntos internacionales del Ministerio de Desarrollo Productivo. Escribió sobre diversas cuestiones relativas a la coyuntura internacional y las transformaciones del sistema productivo en medios masivos y publicaciones especializadas. Columnista en Un Mundo de Sensaciones, en Futurock.