Israel y Palestina a través de la literatura y el cine

La obra de escritores y cineastas contemporáneos está atravesada por el histórico conflicto entre los pueblos.

Hola, ¿qué tal? Espero que estés lo mejor posible. Yo estoy bastante preocupada por el panorama electoral, no te voy a mentir. Paso del miedo a la esperanza, del desasosiego a la ilusión. Hasta sueño con eso. Y activé a pleno la micro militancia. Estoy dispuesta a conversar con todas las personas que conozco que aún no decidieron su voto y explicarles cuán importante es que defendamos los derechos adquiridos y la democracia, que está más en riesgo que nunca.

Pasemos a lo que nos convoca. Este será un Hilo un poco más coyuntural que otros, porque abordará el conflicto histórico de Israel y Palestina a través de algunas representaciones culturales. No voy a hablar de los pormenores de la guerra actual en Medio Oriente porque es un tema complejísimo y para eso está Juan Elman en #MundoPropio. Pero sí me interesa aportar una serie de películas y libros que se ocuparon anteriormente de este enfrentamiento histórico tan violento. Es interesante ver y leer sobre esto porque todo sucede en un territorio que nos queda muy lejos y a veces cuesta entender sus alcances y matices. Es a través de la mirada de los y las artistas que podemos imaginarnos cómo se vive allá el día a día, cuánta impotencia sienten las personas que siempre buscaron la paz, y con qué herramientas simbólicas se procesa la tensión permanente. Así que pasemos a comentar los aportes de cineastas y escritores de los dos pueblos. Y esperemos que se terminen cuanto antes los ataques sobre la población civil en Gaza y que devuelvan con vida a los rehenes que se llevó Hamas de Israel. 

Fotograma de David Perlov

UNO. Los diarios filmados de David Perlov (Israel)

Empecemos por David Perlov, un cineasta brasilero-israelí que murió en Tel Aviv en 2003. Nació en Río, creció en Belo Horizonte, pasó su juventud en París y en 1958 emigró a Israel y se instaló con su mujer en un kibbutz. Es considerado el pionero del cine documental en Israel entre otras cosas porque en mayo del 73, harto del cine considerado “profesional”, se compró una cámara de 16 mm y empezó a grabar su vida cotidiana al mismo tiempo que comenzaba la Guerra de Yom Kippur. Su idea inicial era aprender a filmar lo cotidiano, acercarse sin demasiadas premisas a la vida de Tel Aviv que veía pasar desde su departamento en el piso 14. Y eso hace: filma y reflexiona sobre lo que percibe no solo de la ciudad sino también de él mismo (son claras sus tendencias socialistas y pacifistas). De allí que sus películas (como las de mi querido Jonas Mekas) no sean crónicas de hechos narrados con una cronología precisa, sino diarios que abordan su intimidad afectiva, sus cambios de humor y la presencia constante de los conflictos bélicos. El proyecto le interesó  tanto a Perlov que durante los siguientes 30 años se dedicó a eso. No sé si hay precedente en la historia del cine de un diario personal en el que la guerra disuelva de un modo tan radical los límites entre lo privado y lo político. Y por eso hoy es tan reconocido: por problematizar los conflictos armados de manera sensible y hacerlo de forma “no oficial”, si no más bien lírica y experimental. Les recomiendo que busquen sus películas en internet y se dejen llevar por las imágenes. Sobre todo las que se llaman Diary (1973-1983), Revised Diary (1990-1999) y My Stills (1952-2002). Y esta es su web, por si quieren saber más.

Annemarie Jacir

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DOS. Las hermanas Jacir (Palestina)

Pasemos ahora a hablar de dos hermanas artistas palestinas: Annemarie Jacir y Emily Jacir. Annemarie (Belén, Cisjordania, 1974) vive entre Belén y Haifa, y fue la primera directora palestina en rodar un largometraje. Estrenó en 2008 La sal de este mar, una película que narra la historia de dos palestinos, Soraya y Emad, que se conocen por casualidad en Palestina en el momento en el que ella desea quedarse ahí y él huir. Soraya va en busca de la identidad de sus antepasados en el territorio del que tuvieron que migrar, y él, que conoció durante toda su vida la ocupación como realidad, tiene el sueño de conseguir una visa para irse a vivir definitivamente a Canadá. Otro tema que sobrevuela la película tiene que ver con el agua y la dificultad de los palestinos para acceder al mar, pese a estar tan cerca de él. Pero también con el hecho de que el suministro de agua de red depende de Israel. Es interesante cómo la directora, a través de un relato simple, toca temas muy complejos como el desarraigo, la pertenencia y la identidad. Tanto que la película se dio en Cannes y representó a Palestina en los premios Oscar (aunque no ganó).

Por su parte, Emily Jacir (Belén, 1970) es escritora, artista y cineasta. Es una referente entre los artistas palestinos por dirigir en Belén un centro de investigación. Su producción se expuso en distintas galerías, museos y bienales del mundo porque trabaja en el campo de la performance, el video y la instalación. Por supuesto, sus obras exploran distintas historias de ocupación e intercambio, desde el punto de vista de la transformación, la traducción y la resistencia.

Avi Mograbi

TRES. Las películas incómodas de Avi Mograbi (Israel)

Un caso bastante curioso es el de este documentalista israelí, porque es un disidente político que hace películas, entre otras cosas, denunciando los abusos del ejército. De hecho fue portavoz de un grupo de soldados que se negaba a sumarse a las filas militares durante la guerra en el Líbano y estuvo en prisión por eso. En sus documentales Avi Mograbi no es nada solemne ni acusador. Por el contrario, sus películas son o aparentan ser comedias. En las más difundidas, él representa a un doble de sí mismo que investiga alguna cuestión: la campaña política del exprimer ministro Sharon en Cómo aprendí a superar mi miedo y amar a Ari Sharon, de 1997, o el 50° aniversario de la fundación del Estado de Israel, que justo coincidía con su propia celebración en ¡Feliz cumpleaños, sr. Mograbi!, de 1998. Con nula exhibición en Israel, pero con bastante reconocimiento en Europa, la obra de Mograbi se encuentra online, disponible en su propia página web con subtítulos en español. Pasen por acá para ver sus films o por acá para leer una entrevista que le hizo para Página/12 Horacio Bernardes cuando el director vino a participar del DocBuenos Aires en 2021.

CUATRO. Lina Meruane entre Chile y Palestina

Leyendo a Lina Meruane, escritora chilena residente en Nueva York, aprendí un dato que desconocía: que en Chile se encuentra la mayor comunidad del mundo de palestinos. No sé bien por qué en la diáspora tantos llegaron a este lejano país, pero lo cierto es que Meruane es descendiente, por línea paterna, de habitantes de Beit Jala que se afincaron en Santiago en 1915 y se quedaron ahí. De hecho, su padre nunca conoció Palestina. “Lo palestino ha sido siempre para mí un rumor de fondo, un relato al que se acude para salvar de la extinción un origen compartido”, cuenta en Volverse Palestina, un libro muy potente y muy bien escrito en el que narra las circunstancias por las cuales decide “regresar” a una tierra que nunca conoció. (El texto se reeditó ahora dentro de un volumen mayor llamado Palestina en pedazos y ambos están disponibles en ebook a un precio muy accesible). 

A partir de un encuentro fortuito con un taxista palestino en Madrid que le hace ver que viajar a Medio Oriente es una opción viable, ella se decide y organiza el viaje. Le cuesta muchísimo entrar a Israel. Y una vez allí, alojada en la casa de un escritor judío y de su mujer musulmana, logra cruzar a Cisjordania y conocer a la parte de su familia que permanece en ese territorio. Es interesante cómo ella va testeando su palestinidad a medida que se siente amenazada en Israel, o sometida a constantes revisiones. Y también ante el encuentro de otros palestinos y palestinas, que marcan sus similitudes y diferencias. Y también reflexiona sobre lo que sucede después, cuando regresa a su casa en EE.UU. a escribir sobre la experiencia, y se cuestiona lo fácil que resulta, desde el confort, referirse a una situación tan compleja y tensa como la que se vive allí. Volverse Palestina me activó los sentidos. Está escrito con crudeza, con preguntas, con sinceridad. Pero sobre todo poniendo el cuerpo. Meruane logra que nos impacten las mismas cosas que ella trata de pensar y procesar, y con eso nos vuelve un poco más conscientes y, por qué no, humanas. 

Etgar Keret (Foto: NY Times)

CINCO. Etgar Keret: escribir desde Tel Aviv

Hablemos ahora de uno de los escritores contemporáneos más exitosos de narrativa en hebreo: Etgar Keret. Él nació en Ramat en 1967, y vive en Tel Aviv, donde además de escribir guiones y libros da clases en la universidad. Tiene varios libros de cuentos (en general bastante divertidos, publicados en español por la editorial Sexto Piso). Y una historia familiar bastante singular, porque sus padres son sobrevivientes del holocausto y tiene una hermana judía ortodoxa que parió once hijos. Entre las cosas que leí de él, el libro que más me gustó es Los siete años de abundancia. Ahí se reúnen textos breves en primera persona en los que él un poco se ridiculiza. Va llevando el registro de su vida personal desde el nacimiento de su hijo Lev hasta la muerte de su padre, y el resultado son estas crónicas tragicómicas que en algún punto cruzan su propia experiencia con la de la sociedad israelí. Hay dos que me llamaron especialmente la atención. Una es la que abre el libro, en la que él llega al hospital con su mujer a punto de parir y mientras hacen el trabajo de parto llegan también un montón de heridos de un ataque terrorista. Entonces un periodista que está en el hospital cubriendo la situación lo reconoce y le pide su testimonio, pensando que Keret fue víctima del ataque. Es un texto incómodo en el que sobrevuela la idea de que los escritores y escritoras tienen que tener algo más que decir además de condenar esos hechos de violencia, como si pudieran en el mismo momento condensar una reflexión intelectual más allá de reaccionar ante los hechos horrorosos, cuando primero son seres humanos. Y hay otra crónica muy buena en la que él está en la plaza con su hijito pequeño y una mamá de ahí lo interpela y le pregunta si ya decidieron si el niño hará o no el servicio militar cuando le toque. Entonces él narra toda la discusión que tiene por el tema con su mujer, y cómo se proponen intentar acuerdos por la paz antes de que su hijo se vuelva mayor. Creo que Keret logra, con un tono muy fresco y bastante neurótico, justamente poner en escena las principales contradicciones de pertenecer a una sociedad como la de Israel en el presente, y la impotencia de ver cómo una y otra vez los acuerdos de paz no se concretan y los conflictos se vuelven más y más violentos. Para profundizar sobre su punto de vista estrictamente actual, les dejo la entrevista que Keret le dio al New York Times el pasado 27 de octubre. 

Maia Gattás Vargas (Foto: Nora Lezano)

SEIS. Maia Gattás Vargas, entre Argentina y Palestina

Antes de terminar, me interesa contarles que conocí a varios de estos artistas (sobre todo a los cineastas) gracias a Maia Gattás Vargas, una artista y realizadora argentina que vive en Bariloche y con la que estuve conversando. Maia es descendiente de palestinos por parte de su padre, cosa que se enteró a sus 24 años (antes pensaba simplemente que tenía ascendencia “árabe”). Desde entonces, investiga y produce obra a partir de su identidad palestina (formó el grupo de rap y artes visuales Palestina Monamur) y viajó a Cisjordania en 2019 a filmar escenas de su primer largometraje, que se llama Viento del Este, y que está centrado, justamente, en la relación con su padre ya fallecido. Además de la película, escribió un diario de su estancia en Medio Oriente: un registro sensible y directo de lo que hacía cada día, las cosas que le llamaban la atención, la camaradería con la que se encontró por parte de la gente que fue conociendo en el viaje, y las fotos que fue sacando. Se llama Bajo el nivel del mar, y pueden leerlo completo (es muy breve) entrando a este link. Lo publicó Editorialcita. Les dejo dos fragmentos:

Martes 16 de julio, Jerusalén:

Vi el atardecer en la terraza del hotel.

En el horizonte, la ciudad vieja sonaba con las campanas

cristianas y los cantos de la mezquita, que desde sus cúpulas

irradian luces verde fluor, el color que representa al Islam.

Hice mi balance de este año que termina y también escribí

con lapicera roja una carta al fantasma de mi padre.

Es la segunda vez que le escribo. La primera fue hace pocos

meses y estaba enojada, pero esta vez, es una carta 

de agradecimiento para decirle: finalmente estoy acá.

Martes, 23 de julio, Birzeit:

Fuimos a pasar el día al mar muerto, a flotar en el agua salada

y volvimos ya de noche, a dedo, con un señor que no hablaba

nada de inglés, pero entendimos que se llamaba Mohamed.

Cuando vimos salir una luna muy naranja desde el este, desde

Jordania, Mohamed nos dijo que era una mala señal.

En la ruta pensaba: cómo un territorio tan pequeño puede

ser tan inabarcable. Tantas realidades, paisajes, temperaturas,

religiones, contradicciones ideológicas. ¿Cómo una ocupación

puede durar tantos años y atravesar tantas generaciones?

Ahora sí, me despido hasta dentro de 15 días, cuando las elecciones ya hayan pasado. Ojalá podamos festejar que la democracia sigue siendo vigorosa y que no nos gobernará la ultraderecha. Hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para que así sea.

Gracias por leer. Y por favor cuidate mucho.

Malena 

Es licenciada en Letras por la UBA y trabaja hace muchos años en la industria editorial. Fue editora en las revistas El Interpretador y Los Inrockuptibles. Forma parte del equipo de Caja Negra, una editorial psicoactiva y heterogénea. Tiene un ciclo de entrevistas con escritores y escritoras en el Malba. Si los libros fueran comestibles, podría alimentar a miles de personas con los que acumula en su biblioteca. Lo que más le gusta es viajar.