India ya vota: 43 días y casi mil millones de personas en las elecciones más grandes del mundo

El actual primer ministro, Narendra Modi, se presentará por un tercer mandato consecutivo. Cómo se organiza un comicio tan largo y para 968 millones de votantes.

El viernes 19 de abril comenzó el proceso electoral más grande de la historia de la humanidad: el que organiza Bhārat Gaṇarājya, la República de la India. Grande porque están habilitadas para votar alrededor de 968 millones de personas de una población de 1.4 miles de millones. Pero también largo, porque toda la joda durará unos 43 días. De hecho, ayer, mientras terminaba esta entrega, finalizaba la fase II del proceso (que podés seguir día a día si te bajás esto).

Las elecciones parlamentarias son para cubrir 543 bancas del Lok Sabha y los resultados se anunciarán el 4 de junio próximo. El actual primer ministro, Narendra Modi, se presentará a las elecciones por tercer mandato consecutivo.

¿Cómo se organizan elecciones tan gigantes? ¿Por qué lo hacen de esta manera? ¿De cuándo data esta esta logística organizativa? Historia de unas elecciones complejas en su detrás de escena.

Las instituciones de la India republicana y secular

Para entender la compleja lógica organizativa de las elecciones en la India hay que ir unos pasos más atrás en su sistema y en su historia. La república comenzó a tomar forma en 1947, cuando el colonizador Reino Unido aprobó en su parlamento la ley de independencia que le reconocía autonomía a los territorios de India y Paquistán. Proceso que se cerró en enero 1950, cuando fue ratificada por la Asamblea Constituyente de la India que empezó a sesionar en noviembre de 1949. Así, se celebraron las primeras elecciones entre octubre de 1951 y febrero de 1952, punto sobre el cual volveré más adelante.

En Cenital nos importa que entiendas. Por eso nos propusimos contar de manera sencilla una realidad compleja. Si te gusta lo que hacemos, ayudanos a seguir. Sumate a nuestro círculo de Mejores amigos.

Un país tan complejo como este, que estaba tomando una forma institucional propia, no podía adoptar otra institución que un parlamentarismo federal, además de secular y democrático según su carta magna. El primer punto, por su herencia británica, reconoció en el parlamento el órgano legislativo de máxima autoridad a partir del cual se construye el gobierno que toma las decisiones. El Bhāratīya Sansad tiene, desde entonces, una estructura bicameral: el Lok Sabha (Casa del Pueblo), la cámara baja que representa a la ciudadanía, y el Rajya Sabha (Consejo de los Estados), la cámara alta que lo hace con las entidades federativas que integran el Estado nacional.

El segundo punto es, justamente, el elemento federal que le da autonomía a las unidades constitutivas en las que se subdivide la República de la India. Hoy son un total de 28 estados que tienen competencias sobre la recaudación de impuestos internas (como el IVA, por ejemplo), la seguridad interna (no así las fuerzas de seguridad exterior, que corresponden al Estado central), las prisiones, la salud pública y la agricultura, entre otras. A ellos se suman 8 Territorios de la Unión, que son divisiones administrativas que responden a la autoridad nacional y federal. Como si fueran la vieja Capital Federal de la Argentina. Estos 28+8 son los que eligen, por medio de sus legislaturas, a 238 de los 250 miembros del Rajya Sabha, la cámara que los representa en el parlamento nacional. Los 12 restantes son apuntados por el presidente de la India.

Porque sí, India tiene presidente. Y también un primer ministro. Estas dos caras tienen sus legitimidades separadas, pero ambas existen desde la constitución de 1950. La presidencia es definida por un colegio electoral conformado por las dos cámaras del parlamento y por las legislaturas estatales, con algún que otro grado de complejidad. Tiene, en términos de poder político, algunas limitaciones que ubican al cargo en la figura protectora de sus habitantes, asignándole la comandancia suprema de las fuerzas armadas. En términos simbólicos, es “el primer ciudadano o la primera ciudadana del país”.

Contexto institucional que deja en manos del primer ministro el poder real. Es apuntado por la presidencia, pero su poder reside en el Lok Sabha cuando logra ser electo por una mayoría suficiente (272 bancas). Tanto el primer ministro como su gabinete (Consejo de Ministros de la Unión) dependen de la voluntad de la Cámara Baja. Deben, al mismo tiempo, ser electos como integrantes del parlamento. La Constitución, sin embargo, también permite que sea primer ministro un integrante de la Cámara Alta, la que representa a los estados y las unidades territoriales.

Acá es donde entra la joda del largo proceso electoral indio. Cuando la ciudadanía vota lo hace por los integrantes de la Casa del Pueblo, que son sus representantes directos en el parlamento nacional. En total son 543 asientos, de los cuales se tiene que obtener una mayoría para ser la cara del gobierno de la república. El edificio está adaptado para que vayan agregándose bancas a medida que crece la población: en 1950 había 500 bancas y el recinto está preparado hoy para que se sienten 888. Duran 5 años de mandato, que se puede terminar antes si el presidente de la India decide hacerlo. ¿Y cómo llegan hasta sus asientos y despachos? Acá aparece otra herencia británica, con el sistema electoral de mayoría simple en distritos uninominales. Es el viejo y querido first past the post exportado desde la Commonwealth hacia el mundo democrático.

Elecciones y escalones

Un país grande viene con instituciones grandes. Y las instituciones grandes necesitan orden para generar progreso. No es casual, entonces, que en Bhārat Gaṇarājya el proceso electoral que permite la formación de su gobierno nacional sea escalonado. Esto es propio de su historia.

Fuente: elaboración propia en base a Wikipedia (desde esta entrada hasta la última).

El gráfico anterior muestra la cantidad de días que duraron las elecciones, desde la primera nacional celebrada en 1951 hasta la que comenzó el viernes 19 pasado. Como podés observar, los primeros comicios llevaron pocos días. Salvo el debut de 1951 con 119 días, posteriormente las elecciones llegaron a durar entre 18 y 4 días. Algo administrable para los ansiosos.

El pico, sin embargo, ocurrió en 1991, pero por un hecho singular y constante al mismo tiempo. El 17 de junio de 1991 dos ataques con armas durante un acto de campaña dejaron un saldo de entre 76 y 126 muertos en el Estado de Punyab. La violencia política y religiosa era regular en esta subregión del país desde 1984, llegando a superar las 18.000 muertes hasta la fecha de esa elección. En ese entonces había crecido mucho un movimiento separatista denominado Movimiento de Kalistán, que intentó crear un Estado étnico-religioso para la comunidad Sikhs. La región estaba bajo autoridad presidencial desde mayo de 1987, pero la violencia nunca se cortó. Lo que llevó a que se votara en Punjab (que asignaba 19 bancas al Lok Sabha) recién en febrero de 1992. Por eso el pico del gráfico y la demora en terminar el proceso. Que, por cierto, nunca culminó en las regiones de Jammu y Kashmir, que recién pudieron tener elecciones normales y seguras en mayo 1996. Este paper cuenta la historia completa, preguntándose si todo lo sucedido fue un quiebre o un descubrimiento.

Después de las elecciones de 1991 podés ver cómo todo el largo proceso se normaliza y adapta a los tiempos que corren. El cual va de la mano del crecimiento del electorado indio. Correlacionan. En la primera quincena post 2000 las elecciones duraban alrededor de 30 días, un mes. A partir de las de 2014 se espaciaron un poco más y andan en los 45 días, un mes y medio. Esto tiene su explicación demográfica, logística y de seguridad.

En primer lugar, la población de la India viene creciendo a un ritmo sostenido y constante. Desde 2023 es el más grande del mundo en términos poblacionales. Si la gente que habita es cada vez más, entonces también lo es su electorado. Esto lo podés observar en el gráfico a continuación.

Fuente: elaboración propia en base a Wikipedia (desde esta entrada hasta la última).

Si en 1951 el electorado rondaba los 173 millones de personas, para las de este 2024 ese valor se multiplicó por 5 veces y media. Siguiendo este razonamiento, es esperable que una democracia que quiera consolidarse y dar forma a un gobierno representativo busque la manera de acercar a la mayor cantidad de personas la posibilidad de votar. India es uno de los muchos países que tiene voto optativo para ciudadanos mayores de 18 años. Y salvo que quien se siente en el sillón sienta cariño por el autoritarismo, siempre va a querer hacerle la vida fácil a la democracia electoral para que cada vez vote una mayor porción del electorado. Algo que, además, el gráfico anterior muestra en la línea punteada es un logro aceptable para las autoridades responsables: mientras que el promedio de participación electoral para los países con voto optativo ronda el 50%, en India subió del 45% de los primeros comicios de la República hasta superar el 60% en las últimas.

Justo acá entra el segundo punto, el de la logística. Elecciones tan grandes demandan organizar procesos complejos. Que, en la India, es un sinónimo para escalonamiento. El país utiliza el voto electrónico en todo el territorio desde 2004, luego de los primeros testeos a comienzo de los ’80 y del consenso político alcanzado a fines de la década del ’90 para su incorporación final. Tal como grafican en esta nota de CNN, en estas elecciones habrá un total de 5 millones y medio de Máquinas de Votación Electrónica (EVM, por sus siglas en inglés) que tienen que repartirse en todo el país en más de 1 millón de locales de votación. A eso hay que agregarle unos 15 millones de funcionarios responsables, fuerzas de seguridad y de control. Sí, en la India todo es en millones.

Y para que el proceso funcione bien, ordenado, transparente, libre y legítimo, hay que hacerlo por fases. No queda otra porque es, cortito y al pie, un problema de magnitud que se resuelve en etapas, separando lo que en otros países ocurre en un mismo día.

Un punto que me resalta, desde el otro lado del mundo, Sinjini Bhattacharya, doctora en Ciencia Política y profesora asistente en St. Francis College (Hyderabad), a quien también conocí el año pasado como mis dos últimos amigos de entregas pasadas. “Creo que la decisión es más pragmática dado que la maquinaria electoral en el país es semipermanente. Si bien hay comisionados electorales que tienen un mandato específico, el resto del personal proviene de varios departamentos gubernamentales. Sería realmente caótico organizar todo esto al mismo tiempo. La celebración gradual de las elecciones ayuda al proceso de celebración de elecciones en un país tan vasto y poblado como la India”, apunta.

Cuando habla de comisión se refiere a la Comisión Electoral de la India, órgano de rango y reconocimiento constitucional, responsable de definir desde hace un tiempo el cronograma de elecciones. El de este año tiene 7 etapas (en 2014 llegó a tener 9) para que todos y todas tengan la opción de elegir entre una variopinta oferta de partidos políticos de todos los colores posibles. El comisionado jefe de Elecciones de la India se vuelve, cada 5 años, en el funcionario más solicitado por medios, analistas e investigadores del país. Es designado por el presidente de la India, a propuesta ternada del primer ministro. Dura 6 años en su cargo y, generalmente, son funcionarios de carrera, los que saben cómo hacer todo.

“De hecho, hay consenso en la India sobre la neutralidad de la Comisión Electoral. Anteriormente éste era un organismo de un solo miembro. En la década del ’90 se convirtió en un organismo de varios miembros. Sin embargo, incluso así, la neutralidad del cuerpo ha sido objeto de análisis a menudo”, me comenta Sinjini.

Es justamente el comisionado con su equipo el que comenzó a impulsar dos reformas con el objetivo de garantizar la transparencia electoral. La primera ya te la comenté y fue el voto electrónico, que reemplazó el sistema de boletas de papel. Una democracia de la magnitud de la hindú implica un costo elevado, sumado a la dificultad logística para repartirlas en cada distrito electoral y posterior recuento. Para ellos, fue una salida por arriba del laberinto. A esto se suma la posibilidad para votantes mayores de 80 años y –por primera vez para este 2024– con discapacidad pueden votar desde sus casas con boleta papel. También hay voto postal para determinadas personas.

La segunda data de 1962, cuando se incorporó marcar con tinta violeta indeleble el índice de la mano izquierda de cada elector. Esto corre por cuenta, hoy en día, de los funcionarios de cada mes electoral, quienes lo hacen antes de que cada uno y una ingrese en el cuarto oscuro para votar. Que voten todos, sí. Pero no dos veces.

El tercer argumento que da sustento a esta complejidad es el de la seguridad. La India tiene una triste historia de violencia política. Empezando por el mismísimo Mahatma Gandhi, padre del Movimiento de Independencia de la India, el país ha tenido varios episodios de índole similar. Además, es común que ocurra, crezca y se potencie en períodos electorales. Un ejemplo es el que te mencioné antes en 1991 y que retrasó el cierre de los comicios varios meses. En este contexto, no hay que movilizar solamente presidentes de mesa y técnicos para las máquinas de votación: también fuerzas de seguridad. En un país de fuerte impronta y funcionamiento federal, la coordinación de las autoridades electorales nacionales con las autoridades subnacionales encargadas de la protección interna exige también un calendario escalonado.

El sabor agridulce de la democracia hindú

Hay una forma de evaluar si estas decisiones que ocurren en el back end del proceso electoral tiene su correlato positivo en el funcionamiento de la democracia hindú. Las conclusiones, tentativas, son algo agridulces, tal como muestra el siguiente gráfico de V-Dem.

Fuente: V-Dem. En el eje vertical (y) la escala va de 1 (muy democrático) a 0 (nada democrático).

Al igual que en la última entrega, donde te hablé de Turquía, seleccioné cuatro dimensiones de democracia. De hecho, si pones los dos artículos en pantallas gemelas, vas a ver que la evolución de ambos países es casi calcada. Casualidades (o causalidades). El gráfico muestra un repentino salto en el nivel de democracia con el comienzo de la República de la India. Esto es esperable porque la legitimidad pasó del colonizador a los colonizados. El país siempre anduvo por arriba del 0,5 de la escala de V-Dem, llegando incluso a 0,75 en la dimensión electoral. Justamente, la que evalúa en qué medida el gobierno electo es responsable ante su población post-elecciones, si las organizaciones políticas y de la sociedad civil pueden desarrollar sus actividades libremente y, sobre todo, si el proceso es limpio y no está empañado por fraudes o irregularidades sistemáticas. Que la línea roja figure siempre arriba de las demás muestra la valoración positiva que tuvo, durante mucho tiempo, la forma en que se organizaron elecciones en la India. Punto para el comisionado.

Hay, sin embargo, un reciente proceso de deterioro en el funcionamiento de la democracia en el país. Algo que alerta esta nota de Christophe Jaffrelot en El Dipló y sobre lo que ahonda mi amiga Sinjini.

–¿Pensás que a medida que haya más elecciones mejora la calidad de la democracia en la India?

–Las elecciones en la India siempre han sido un asunto muy intenso. La violencia relacionada con las elecciones, la manipulación de las elecciones y la captura de cabinas son cosas que a menudo escuchamos después de las elecciones. Otro punto de conversación en las últimas elecciones han sido las papeletas del VVPAT que indican que se ha emitido un voto. La oposición ha dado a menudo la alarma de que estos papeles demuestran una manipulación de la máquina de votación electrónica. El dinero a cambio de votos también se ha convertido en una práctica común en las elecciones. Entonces, para responder a su pregunta, diría que en el espectro de la democracia tal vez no estemos en el extremo más bajo, pero ciertamente tampoco estamos en el extremo superior del espectro.

–¿Cómo evalúas, hoy en día, el funcionamiento de la democracia en la India?

–La democracia india sufre actualmente algunos problemas. Los medios de comunicación ya no son imparciales y, por lo tanto, a menudo construyen narrativas que ayudan a los poderes fácticos. También existe una corrupción política desenfrenada. Hay una falta general de apatía que está llevando a que la gente no haga suficientes preguntas a sus representantes. El dinero ha llegado a desempeñar un papel muy importante en el sistema electoral de la India, lo que significa que quienes son elegidos para puestos de poder tienen intereses creados. También hay muchas restricciones al periodismo alternativo y la maquinaria estatal se utiliza a menudo para silenciar las voces disidentes. Definitivamente es necesario corregir el rumbo antes de que el retroceso democrático supere el punto de inflexión.

Para cerrar nuestro intercambio, que tuvo que sortear una diferencia horaria importante pero que Whatsapp hizo posible, quise ahondar sobre la problemática histórica de la violencia política en el país y sobre el ejercicio del poder político.

–La violencia política, ¿es un tema aún presente en la India de hoy? ¿O consideras que es un problema resuelto?

–Lo sigue siendo, pero está localizado. No se propaga. Sin embargo, es un gran problema en el panorama político del país.

–En términos sociales, ¿se considera que la India funciona como una democracia? ¿Hay una diferencia entre el acceso al poder y el ejercicio del poder en el país?

–En los últimos 10 años ha habido una creciente preocupación por un retroceso democrático. Se han utilizado leyes como la UAPA (una ley basada en la seguridad nacional) para acusar a periodistas y activistas que luego fueron absueltos de sus cargos. Además, en una sentencia reciente de la Corte Suprema se declaró inconstitucional una ley relacionada con el financiamiento electoral. Según esta ley, se pueden hacer donaciones anónimas a cualquier partido político comprando bonos de un banco nacional. El tribunal obligó a hacer públicos los datos de las donaciones realizadas. Los datos parecen sugerir un gran nexo entre los partidos políticos gobernantes y los intereses corporativos. Es evidente que existe una disparidad en el acceso al poder.

Con escalonar solamente no alcanza.

Cositas random

  • Desde el observatorio Pulsar UBA publicamos el jueves pasado el primer informe del programa Aprobación Presidencial. Evaluamos los primeros 100 días de 9 presidentes americanos. Las “lunas de miel”, ¿aún existen? Acá podés responderte vos esa misma pregunta.
  • Si hablamos de organización de elecciones, te comparto una data que me pasó el afamado consultor Augusto Reina en un newsletter que se cruzó. El Election Data and Science Lab del MIT viene midiendo desde hace un tiempo cómo lo están haciendo en EE.UU. Según el Elections Performance Index, vienen muy bien. Esto será clave este año en un escenario que pinta peleadísimo, como hace cuatro.

Politólogo, consultor e investigador independiente. Hoy lo encuentran dando clases en UBA y UTDT. Le encantan las elecciones y le sacan menos canas verdes que Racing. Un hobby que tiene es aprender la historia de los partidos políticos. Cree que la política marida muy bien con un tinto.