Gradualismo vs. Shock

En esta edición evaluamos los riesgos y las consecuencias de algunas propuestas que se conocieron en las últimas semanas. Y puntualizamos en la estrategia que propone Patricia Bullrich para unificar el mercado cambiario al inicio de su gestión. ¿Es recomendable?

Hola, ¿cómo estás? El 7 de junio de 2019, no casualmente el Día del Periodista, nació Cenital. Un año después, en plena pandemia, comenzamos con este newsletter. Al principio dudaba si iba a funcionar, porque es todo un desafío intentar hacer fácil lo complejo. Sin embargo, con el correr de las entregas, la gran cantidad de devoluciones (y críticas) que tuve de parte de ustedes me hicieron dar cuenta de que se podía.

Gracias a todas esas respuestas a los correos es que, 3 años después (y con más de 120 ediciones encima), sigo con las mismas ganas que el primer día. Pero, además, me terminaron de convencer de hacer algo que hacía un tiempo daba vueltas por mi cabeza: escribir un libro sobre la economía argentina. Ese libro hoy se hizo realidad (acá pueden leer un avance). Así que, ¡GRACIAS!, en serio. Está disponible en todas las librerías y también lo pueden comprar de manera online a través de la página de la editorial. Además, vamos a sortear varios libros (si sos parte de los Mejores amigos hay doble chance), para eso tienen que anotarte acá.

El día D

Las elecciones están cada vez más cerca y la campaña recrudece, sobre todo dentro de Juntos por el Cambio, que es donde está confirmada -hasta ahora- la única interna. En lo que hace a la visión económica, las disputas más importantes entre Rodríguez Larreta y Bullrich no parecen estar en los objetivos, sino en cómo lograrlos. Y ahí aparece una diferencia sustancial respecto del tipo de cambio, que terminó de confirmarse en los últimos días cuando Patricia Bullrich afirmó que, de ganar las elecciones, eliminaría el cepo el primer día. Rodríguez Larreta, en cambio, desde hace tiempo viene sosteniendo que la eliminación del cepo es necesaria pero que debe hacerse de manera gradual. Unos meses atrás declaró que “el que dice que el 10 de diciembre se levanta el cepo es un chanta”.

Esta discusión es central porque, como sabemos, el tipo de cambio es la variable medular de la economía argentina y, al haber una elevada brecha cambiaria, los resultados de una unificación brusca respecto de una gradual pueden ser sumamente distintos, principalmente por dos cuestiones que no son fáciles de determinar a priori: i) el valor al que se estabilice el tipo de cambio tras la unificación (lo que va a determinar la magnitud de la devaluación); ii) el impacto que dicha devaluación va a tener en los precios (lo que va a determinar la magnitud del aumento de la inflación o el “traslado a los precios”, como se lo conoce en economía).

Bien alto

La decisión de llevar a cabo la unificación cambiaria el día 1 implica remover todas las regulaciones que existen actualmente en el mercado cambiario, permitiendo total libertad para comprar y vender dólares. Así, el valor del dólar quedaría determinado por la oferta y la demanda del mismo. ¿Cuál sería su precio el día 11 de diciembre? La respuesta más intuitiva es que se ubicaría en línea con el tipo de cambio paralelo, que representaría en la actualidad el valor del dólar “libre”.

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El problema es que la brecha cambiaria supera al 85% en la actualidad, con lo cual, si suponemos que esto se mantiene hasta el cambio de gobierno (con todo lo que implica suponer que algo se pueda mantener estable en la economía argentina por casi 6 meses), estaríamos hablando de una devaluación de la misma magnitud.

El riesgo que tiene un salto tan brusco del dólar es que genere pánico en el mercado y se traduzca en una corrida bancaria, llevando a que el precio del dólar termine ubicándose por encima del tipo de cambio paralelo. ¿Hasta dónde podría llegar? Es una respuesta que nadie sabe. Como dice una célebre frase atribuida a Keynes, “los mercados pueden mantener su irracionalidad más tiempo del que uno puede mantener su solvencia”.

No obstante, si tomamos como referencia lo sucedido durante la unificación cambiaria de 2015 (que también se hizo de un día para el otro), lo que se observa es que el tipo de cambio se terminó ubicando en los niveles del paralelo.

Ahora bien, hay que tener en cuenta que el escenario actual es bastante más complejo que el de 2015, por varios motivos. En primer lugar, dicha unificación fue acompañada de un ingreso de divisas casi inmediato de unos USD 15.000 millones de dólares, entre las liquidaciones de las cereales, un acuerdo con los bancos y el incremento del swap con China.

En segundo lugar, la inflación de aquel entonces se ubicaba en torno al 25% anual y mostraba un comportamiento bastante estable, mientras que en la actualidad es del 108% y subiendo (el último relevamiento de las expectativas del mercado que realiza el BCRA estima que para fin de año sea del 148%). Lo que nos lleva a analizar el segundo punto mencionado al principio.

¿A qué dólar están valuados los precios?

La respuesta a esa pregunta es la que determina la magnitud del traslado de la devaluación a los precios. Es decir, si las empresas fijan sus precios utilizando el dólar paralelo, entonces el aumento del tipo de cambio oficial no debería tener impacto en los precios. Por el contrario, si la referencia de todos los precios fuera el tipo de cambio oficial, entonces buena parte de la devaluación que provocaría la unificación cambiaria sería trasladada a los precios.

Según Patricia Bullrich, hoy todos los precios estarían valuados al dólar paralelo, con lo cual, la unificación no debería tener impacto en los precios. Precisamente de este diagnóstico es que se deriva su idea de unificar el día 1.

¿Pero es realmente así? En primer lugar, tenemos -nuevamente- la experiencia de lo sucedido en 2015. Allí se dio una discusión similar y, en ese caso, Macri también sostuvo un argumento similar al de Bullrich, basado en este trabajo de Andrés Neumeyer (quien posteriormente sería el economista jefe del BCRA), cuya conclusión principal era que el precio de los bienes transables ya estaban valuados al tipo de cambio paralelo y que, por ende, el aumento del tipo de cambio oficial no tendría impacto en los mismos.

Pero la realidad fue bastante diferente. Como se desprende del gráfico debajo, la devaluación tuvo un impacto prácticamente inmediato y de una magnitud considerable en los precios (al comparar el promedio mensual del último semestre del 2015 respecto del primero del 2016, vemos que la inflación se duplicó, pasando del 2% al 4%). Asimismo, la aceleración se dio en todos los rubros, transables y no transables.

Ahora bien, en esa entrevista, le preguntan esto mismo a Bullrich y sostiene que ahora es diferente por la regulación de las importaciones (el argumento sería que las empresas no pueden importar al valor del dólar oficial y tienen que hacerlo al dólar paralelo). Al margen de que en 2015 también existía un estricto control de importaciones, hoy no parece haber buenos argumentos -tampoco- para sostener que sea diferente.

En este sentido, la consultora PxQ hizo un análisis tratando justamente de responder esa pregunta. Para eso, realizó una comparación entre el precio de diferentes bienes en Argentina medidos al dólar oficial y al dólar paralelo versus el precio de esos mismos bienes en Brasil, Chile, Uruguay, México y Estados Unidos. Lo que encuentran es que los alimentos (el rubro de mayor peso en el IPC, ronda el 25%) están valuados al tipo de cambio oficial (o incluso por debajo), mientras que la indumentaria y el calzado serían los rubros que están valuados al tipo de cambio paralelo (cuya participación en el IPC es del 8%). Por último, encuentran que algunos productos tecnológicos como celulares que se ensamblan localmente y autos de gama baja están valuados a un dólar “intermedio” entre el oficial y el paralelo.

En suma, no parece haber argumentos sólidos para pensar que esta vez sí la mayoría de los precios de la economía están valuados al tipo de cambio paralelo. Por ende, una abrupta unificación cambiaria aplicada el primer día de gobierno sería una estrategia sumamente riesgosa, sobre todo en este contexto inflacionario que es bastante diferente del que había en 2015. Como vimos anteriormente, las características del régimen de “alta inflación” que hay en la actualidad hacen que sea mucho más probable que la devaluación se traslade con mayor velocidad e incluso con una magnitud superior, lo que implica que hay un alto riesgo de que se espiralice y que quede fuera del control de las autoridades.

Bonus track

  • El viernes a las 9.30 se presenta el libro “Transición energética en la voz de sus protagonistas”, que recoge las visiones de un conjunto de referentes del sector. Más información acá.
  • El miércoles que viene, Fernando Peirano va a analizar el “Presente y futuro del sistema de promoción en Ciencia, Tecnología e Innovación” a las 13 en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Más información acá.
  • “Internet me arruinó”. Como su nombre lo indica, este podcast cuenta historias reales de personas cuyas vidas fueron arruinadas por algún tremendo episodio en la red. En este capítulo, cuentan la historia de la mamá de Juan. Cuando tenía 10 años Juan dio una nota a un canal de TV y dijo la frase “me gusta el arte”, pronunciada con su forma de hablar de aquel entonces y se volvió viral. Esa viralidad se convirtió en risas, en burlas y luego en acoso. Las redes a veces nos deshumanizan, pero entre todos y todas podemos empezar a frenar este triste fenómeno de época.

Esto fue todo por hoy. Si no aguantás hasta la próxima edición, la seguimos por acá.

Te mando un abrazo grande.

Juanma

Se dedica a estudiar la macroeconomía argentina, algo que en este país debe ser similar a tener un doctorado en física molecular. Es magister en Desarrollo Económico en la UNSAM y está haciendo el Doctorado homónimo en la UNQUI. Padre de gemelas y docente universitario.