Franz Beckenbauer, la muerte del último hombre “libre”

El alemán, fallecido a los 78 años, revolucionó con ataque y elegancia el rol del líbero, en sus orígenes el destructor de la defensa. Hoy en desuso en el fútbol, vive oculto en centrales, mediocampistas y hasta arqueros. El talento no tiene un puesto fijo.

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El primero fue Karl Rappan, entrenador austríaco de la selección de Suiza en la década de 1930: protector del débil, sumó un cuarto futbolista a la defensa, por detrás de una línea de tres (1-3-3-3), como un pestillo de seguridad y, a la vez, una vía de escape hacia adelante, al contraataque. Fue le verrou (“el hormigón”) de Rappan, el inventor del líbero -aunque el uruguayo José Nasazzi, tercian los investigadores de la táctica, había desarrollado el rol durante el oro en los Juegos Olímpicos de París 1924, hace 100 años-. El segundo fue el catenaccio (“cerrojo”) de Italia en los 60, inspirado en Rappan, pero modificado: el libero (“libre”) apoyado en la amplitud panorámica para destruir el juego. Aplicaron el batidore libero -“barre” en el fondo, abanica al equipo- Nereo Rocco en el Milan y Helenio Herrera en el Inter. El tercero, el que revolucionaría la posición y se transformaría en sinónimo de líbero -hoy en desuso-, se llama Franz Beckenbauer. El último hombre “libre” murió el domingo 7 de enero de 2024 a los 78 años.

“Interno” e incluso delantero en las inferiores del Bayern Munich -hijo de padre trabajador del correo en Giesing, criado entre los escombros de la post Segunda Guerra Mundial-, desdeñaba a sus compañeros ante un mal pase. Mediocampista de ida y vuelta en sus primeros años como profesional -a los 20 años, en el Mundial de Inglaterra 1966, marcó cuatro goles en seis partidos-, y más tarde mediocentro, la metonimia Beckenbauer-líbero comenzó a construirse cuando él dio un paso hacia atrás para ir al frente, a partir de 1967, con el yugoslvano Zlatko Čajkovski como entrenador en el Bayern. 

Čajkovski observó que se cansaba mucho en el medio y que, detrás de la defensa, con libertad de movimientos, administraría su juego elegante. Se adueñó de la N° 5. Nacía “Der Káiser”. Antes de Beckenbauer, el líbero italiano era la quintaesencia de la defensa. Doblar, despejar, cubrir, relevar, chocar, romper. Beckenbauer convirtió al último hombre en el primer atacante. Lo liberó, le quitó las cadenas. Pases cortos y largos, diagonales de 40 metros para cortar camino, creatividad en la conducción con cabeza levantada y ojos en el horizonte para abrir espacios. Beckenbauer no inventó al líbero: lo redefinió, lo amplió. Y ganó tres Copa de Europa con el Bayern (1974, 75 y 76). Y la Eurocopa 1972 y el Mundial de Alemania 1974 ante la Holanda de Johan Cruyff en el Olímpico de Múnich. Balón de Oro 1972 y 76, fue el futbolista más grande de una potencia como Alemania: millones de niños en el mundo jugaron a ser Beckenbauer en las calles y en los campitos. Soñaron ser él. Durante décadas en Alemania se escuchó lo siguiente: “Beckenbauer está por debajo de Dios, pero por encima del canciller”. No era una broma.

Beckenbauer se retiró en 1983 en el New York Cosmos. Bernd Schuster recordó una vez que, sin Beckenbauer en la selección alemana, se desató una psicosis: encontrar al heredero. Sin éxito, hasta Schuster, mediocampista de clase, fue probado como líbero ante su propio estupor. Si Cruyff dijo que “Beckenbauer defendía atacando”, como le gustaba jugar a él y a sus equipos, y Ruud Krol -otro líbero ofensivo- fue su compañero, luego apareció Ronald Koeman, campeón de la Euro 1988 y autor del gol de tiro libre en la final de la Copa de Europa 1991/92, la primera del Barcelona, con Cruyff como DT. “Johan era mejor -admitió una vez Beckenbauer-, pero yo gané la Copa del Mundo”. 

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En Italia, el líbero -término acuñado por el mítico periodista Gianni Brera, porque, exponía, las características de un pueblo son determinadas por su acervo histórico, cultural y económico, y los italianos son astutos, duros y sobrevivientes- evolucionó con Gaetano Scirea y Franco Baresi. El catenaccio como rama estudiosa y eficiente de Rappan. La del Fútbol Total holandés, como ingeniosa y extravagante. “Yo soy el Elías Figueroa de Europa”, dicen que dijo Beckenbauer en referencia al defensor chileno. El fútbol se alimenta de los mitos. En México 1986, la Argentina dirigida por Carlos Bilardo le ganó la final a la Alemania dirigida por Beckenbauer. “¿Puedes creer que llegamos a la final del Mundial con esos jugadores?”, le dijo Beckenbauer a Der Spiegel, y se rió. Sin Daniel Passarella, intoxicado antes del Mundial, el líbero argentino en el 3-5-2 de Bilardo, con dos stop­per, fue José Luis Brown, el Tata, autor del 1-0, de cabeza. Repasamos ahora el 100×100 de El Gráfico a Bilardo.

–98. Un li­bro.

–Brown.

–99. No, Car­los, un lí­be­ro no, le pe­dí un li­bro.

–Ah, un li­bro (ri­sas). Ten­go el Mar­tín Fie­rro y la Bi­blia, siem­pre por ahí, co­mo en el ho­tel, arri­ba de la me­si­ta de luz.

“El líbero: un producto (casi) de otro tiempo que a menudo abrigó aberraciones varias que se disfrazaban de ciencia vanguardista y sólo trataban de ocultar el pánico a la derrota y la mediocre aversión a propuestas futbolísticas más ambiciosas. El líbero: también una figura táctica emparentada con la personalidad, el liderazgo y el conocimiento del juego que alumbró sujetos tan dispares como legendarios en paisajes bien distintos. No en vano ‘líbero’ es etimológicamente un término (del latín liber -ěra -ěrum) emparentado con la autonomía y el libre albedrío”, nos expande Luis Miguel Hinojal en una revista de nombre elocuente: Líbero.

En el Mundial de Italia 1990, Beckenbauer posicionó como mediocampista organizador a Lothar Matthäus. Era el capitán. Le ganó la final-revancha a una deshilachada Argentina de Bilardo. En los equipos empezó a primar la pareja de centrales (4-4-2). El líbero perdía terreno -mutaba- ante los que jugaban a tirar el achique, dejando al rival en offside, como el Milan de Arrigo Sacchi. En 1993/94, en un breve paso como DT del Bayern, Beckenbauer lo reconvirtió en líbero a Matthäus. Muchas de las funciones tácticas y estratégicas del líbero se repartieron con el tiempo entre los centrales, el mediocampista central, el enganche clásico y hasta los arqueros-líberos, con el alemán Manuel Neuer como epítome. El talento no tiene un puesto fijo. Los líberos viven aunque estén ocultos en otros futbolistas, casi sin ser reconocidos. Quizás algún día vuelvan a salir a escena, si el futuro del fútbol está en el pasado.

“Si se me permite pedir perdón a Jean-Jacques Rousseau por destrozar un poco su frase, ‘el líbero nace libre, pero en todas partes está encadenado’. Nunca descartes lo que ha demostrado ser una filosofía tan sobresaliente, una que se extiende mucho más allá de una simple posición en el campo –escribió Gary Thacker en These Football Times-. La previsión o el coraje de un entrenador bien pueden visitar ese rincón oscuro y hacer que la encarnación original de Rappan pase a primer plano una vez más, y quien quiera que sea ese jugador (y de hecho, cuando sea) tal vez comience un nuevo ciclo en la filosofía del líbero”. Muchos pies llevan hoy la carga que se le atribuía únicamente a un genio. A Franz Beckenbauer.

Pizza post cancha (de vacaciones y pretemporada)

  • Noticia. Hoy se abre la Copa Africana en Costa de Marfil. Ayer se inició la Copa Asiática en Catar. No hay mejor manera de seguirlas que con el periodista Nahuel Lanzón (@nahuelzn).
  • Entrevista. Héctor Bracamonte trabajó en las inferiores de Boca. Es el nuevo DT del femenino de Racing. Entre 2000 y 2001 jugó en el Badajoz de España. Lo gerenciaba Marcelo Tinelli. “En Badajoz sigue siendo motivo de discusión, pero de lo que estoy convencido es de que el sentimiento no se vende -le dice a Fernando Taveira en Infobae-. En Argentina nos movemos de ese modo. Las sociedades anónimas impondrían una desigualdad aún mayor a la que se vive, porque romperían las reglas de juego al destruir a los clubes que nutren de jugadores a los equipos grandes. Aquellas instituciones que rescatan a los chicos y les dan el sándwich para que puedan comer algo, podrían desaparecer y esos pibes podrían terminar en otro lado. Las sociedades anónimas podrían hacer un gran daño. Y no sólo desde el aspecto profesional, donde se instala el negocio del mercado, sino en la parte social”.
  • Foto. “Irse a Arabia Saudita es una decisión por el dinero y contra el fútbol. La falta de derechos humanos es lo que me impediría irme allí”, dijo Toni Kroos a Sports Illustrated en 2023. Y en 2020, en el podcast Einfach mal Luppen junto a su hermano, había dicho: “Si existiese un sindicato de futbolistas, no jugaríamos una Supercopa de España en Arabia”. El miércoles, el Real Madrid le ganó 5-3 al Atlético Madrid por la semi de la Supercopa de España en Arabia Saudita. Kroos, el crack que se limpia sus botines blancos, el único campeón del mundo nacido en la vieja República Democrática de Alemania, fue abucheado durante el partido. La descosió. Y ni se inmutó, como retrata el fotoperiodista Yasser Bakhsh en Getty Images. Este domingo, desde las 16, el Real Madrid y el Barcelona (venció 2-0 a Osasuna en la otra semifinal) definirán la Supercopa de España en el estadio árabe de Al-Awwal.
  • Video. ¿Vieron a los niños de ocho años de las infantiles del Wolverhampton entrenándose con el plantel que juega en la Premier League? El fútbol siempre es sentido de pertenencia.
  • Hilo. A 25 años del estreno, cómo aparece el fútbol en la serie The Sopranos. Lo desgrana David Mosquera (@renaldinhos).

Hasta acá.

Nos volvemos a leer en febrero, el fin de semana en que se jugará la tercera fecha de la Copa de la Liga 2024, ya con el fútbol argentino de vuelta entre nosotros. Espero que hayas disfrutado la entrega. Y consulta: ¿cómo ocupás de fútbol este tiempo sin fútbol?

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Salú y abrazos,

Roberto Parrottino (Beto)

Es periodista especializado en deportes -si eso existiese- desde 2008. Lo supo antes de frustrarse como futbolista. Trabajó en diarios, revistas y webs, colaboró en libros y participó en documentales y series. Debutó en la redacción de El Gráfico y aún aprende como docente de periodismo. Pero, ante todo, escribe. No hay día en la vida en que no diga -aunque sea para adentro- la palabra “fútbol”.