Este es el año, Napoli

Una radiografía sobre el equipo de Luciano Spalletti. Vistoso, multicultural, tercermundista y cada vez más cerca de su primer Scudetto después de Diego Maradona, que lo alienta desde el cielo. El último fue en la temporada 89/90.

Hola, ¿cómo estamos?

Así solía iniciar Ezequiel Scher (Zequi) cada edición de Prepárense para perder, cada sábado por la mañana. Lo aclaro por si algún remolón aún no se percató que quien le escribe no es Zequi: soy Roberto Parrottino (Beto, para muchos) y nos acompañaremos por un tiempo indefinido en este espacio-newsletter. Durante Brasil 2014 -dos Mundiales atrás, mejor-, Zequi intercambiaba textos con su padre y un día le escribió que nunca deberían haberme apodado “Beto”. La referencia es porque fuimos compañeritos de escritorio en una redacción de un diario cuando apenas pasábamos los 20 años. Ahora, ya pasados los 30, recibí su pase. Salgo a cubrirlo.

La propuesta de Prepárense… se mantiene en Cenital. Su esencia. Dijo el cronista estadounidense Gay Talese: “El deporte trata de gente que pierde, vuelve a perder y pierde una vez más. Se pierden encuentros; después se pierde el trabajo. Puede resultar muy intrigante”. Sumo otra cita que me gusta, del sociólogo inglés David Goldblatt: “El deporte permite hablar del mundo, de la vida, de la política, de la sociedad, de la gente. Por eso voy a seguir escribiendo sobre el deporte. Porque es la mayor máquina para la creación de narrativa. Y si usted escribe algo sobre el juego, sea juguetón”.

Comencemos.

Este es el año, Napoli

(Este domingo, a las 16:45, el Napoli recibe al Cremonese en el Diego Armando Maradona. Y el martes 21 se presenta en Alemania ante el Eintracht Frankfurt por la ida de los octavos de final de la Champions).

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Ningún equipo de las cinco principales ligas de Europa suma más puntos ni le saca tanta diferencia al segundo. Apuntar los 56 puntos y los 13 de diferencia que lo distancian del Inter es un mero indicador. Napoli -el equipo, la ciudad, sus hinchas- vive una felicidad, una lluvia tenue con un arcoíris sobre el mar Tirreno (el celeste más azzurro de la camiseta remite a los colores del golfo). Napoli siente que este es el año en que ganará el primer Scudetto después del segundo y último con Maradona (1989/90), porque el primero (1986/87) lo ganó después de que la Argentina ganase el Mundial en México, porque si el Diego divino intervino en Catar, es el momento de que mire hacia Napoli, donde el viejo estadio San Paolo lleva su nombre, donde aún lo llaman “argentino por error”.

Pero este Napoli, ante todo, es un equipo de juego divertido y de idiosincrasia multicultural. Carismático y tercermundista. Si el goleador es Victor Osimhen (Nigeria), el mago es Khvicha Kvaratskhelia (Georgia). Si el pilar defensivo es Kim Min-jae (Corea del Sur), el tractor recuperador es Stanislav Lobotka (Eslovaquia). Hay 17 países representados en el plantel que entrena Luciano Spalletti. Piotr Zieliński (Polonia), Elif Elmas (Macedonia del Norte), Amir Rrahmani (Kosovo), André Zambo Anguissa (Camerún). Giovanni Simeone es el único argentino. Y el capitán es Giovanni Di Lorenzo, el lateral derecho de la selección de Italia.

Roberto “El Pampa” Sosa metió 17 goles en 20 partidos en el torneo Clausura 1998 con Gimnasia La Plata y emigró al Udinese. Pero en Napoli es un ícono: es el último jugador en usar la N° 10 de Diego en el San Paolo, anteúltimo partido en la Serie C1 en 2006, cuando el club naufragaba después de la quiebra. Ese día, metió un gol maradoniano. El Pampa Sosa vive hoy en Napoli y es entrenador. Spalletti lo dirigió cuando era jugador del Udinese. Cada tanto, me cuenta el Pampa desde Napoli, lo visita en los entrenamientos.

“Este Napoli llama mucho la atención en el último período, pero empezó la Serie A el 15 de agosto de 2022: Verona 2-Napoli 5. Ahí se vislumbró que la falta de Mertens, Insigne y Koulibaly no se iba a notar con Kim, Kvaratskhelia y Osimhen, que explotó. Se podía advertir que el Napoli iba a realizar un estilo totalmente distinto al que nos tiene acostumbrado el fútbol italiano. Es el mejor equipo desde el juego, desde la tenencia de pelota, el que más goles hizo y al que menos le hicieron, tiene al goleador del campeonato. Es maravilloso mirar al Napoli”, dice el Pampa Sosa, y vale anotar al margen: al final de la temporada pasada, al Napoli se le fueron el capitán Lorenzo Insigne, el belga Dries Mertens (máximo goleador histórico del club) y, tras ocho temporadas, el senegalés Kalidou Koulibaly, referente, por el que el Chelsea pagó 38 millones de euros. “La manera de comunicar de Spalletti transmite mucha tranquilidad y eso hace que el equipo juegue liberado -agrega Sosa-. Le ha sacado una amplia ventaja a los que eran candidatos antes de empezar la Serie A. Y con una manera de jugar reconocida a nivel europeo. Tiene a dos laterales, el derecho Di Lorenzo y el izquierdo, el portugués Mário Rui, que hacen el estilo Guardiola o Klopp: en fase de tenencia de pelota pasan a ser mediocampistas. Y si la pelota supera la mitad pasan a ser extremos y se unen a Osimhen. Y si los extremos están largos, son internos, trequartistas y hasta puntas”.

El hombre detrás de los fichajes de futbolistas “exóticos” es Cristiano Giuntoli, director deportivo, un cargo más afianzado en las estructuras del fútbol europeo. Kvaratskhelia, un mediocampista ofensivo georgiano de 21 años, arribó desde el Dinamo Batumi: acumula diez goles y 14 asistencias en 22 partidos. Locura. Medias bajas, un tanto desgarbado, cara de adolescente tardío, Kvara juega un fútbol fresco. Yuri Siomin, el DT que lo había rescatado de Georgia y lo había llevado al Lokomotiv Moscú, dijo que “en los días de la Unión Soviética, los georgianos eran los brasileños de la URSS”. Ambidiestro, Kvara lo certifica con descaro en sus pases, frenos y tiros. “La robotización del juego no ha llegado a Kvara -escribió el periodista Albert Blaya Sensat-. Es una máquina del tiempo. Esconde en sus gestos un fútbol anacrónico que conecta con distintas culturas. Mezcla la imaginación de haberse criado en las calles de Tiflis con la voracidad de quien ha estado entrenado para solo ganar”. Cuando llegó al Napoli, sus compañeros lo bautizaron: se subió a una silla y cantó “Live Is Life”, la canción del mítico calentamiento de Diego. Pronto él sería llamado “Kvaradona”.

En los partidos en el estadio Maradona después del Mundial de la Argentina se escucha una reversión del “Muchachos”. En los del norte, recibe cantos racistas. El 5 de febrero, los ultras del Spezia entonaron: “Oh mamma mamma mamma/ sai perché mi batte il corazon/ è morto Maradona”. Napoli lo goleó 3–0, un gol de “Kvaradona” y dos de Osimhen, el actual goleador de la Serie A (16), 24 años, el que juega con una máscara que es furor. “Supermhen”.

Giovanni Pagano es activista social en Napoli. Italia trae una larga tradición de “centros sociales”, espacios abandonados por el Estado, ocupados en los 90 y puestos a la ayuda de la comunidad y de los inmigrantes. Pagano labura en el Zero81 de Napoli. “Aquí la sensación es que este es el año en que se puede ganar el Scudetto. Pero los napolitanos tenemos mucha superstición, miedo de la suerte. No se dice explícitamente. Pero se siente mucho la vicinanza. Cuando la Argentina ganó el Mundial en Catar, Napoli hizo fiesta con los argentinos -me relata Pagano-. Muchos napolitanos dicen que puede ser como en la temporada 86/87, que el Napoli ganó el Scudetto después de México 86. El Diego está presente, en todo momento, ahora más que en otro. Este Napoli es súper fuerte. Está quebrando la Serie A, humilla a los equipos. Hasta el Cholito Simeone, que no es titular, entra y hace gol. La ciudad está en un silencio extraño. Estamos felices pero no se dice, no se puede. En Napoli se dice ‘non succede, ma se succede…’”.

“No sucede, pero si sucede…”. Se siente la vicinanza, la cercanía. El 13 de enero, de local, Napoli goleó 5–1 a la Juventus, castigada con la quita de 15 puntos después de que alterase los números de las transferencias (Napoli es investigado por la compra de Osimhen). Fue el primer partido en el Maradona post Catar. La última vez que el Napoli le había ganado 5–1 a la Juventus había sido por la Supercopa 1990, primer partido de Maradona luego del Mundial de Italia 90. Los que tensan la cuerda de las coincidencias recordaron que en la 86/87 el Cremonese, un club pequeño, había alcanzado la semifinal de la Copa Italia, como ahora. En algo necesitamos creer. En Napoli, desde hace casi cuatro décadas, creen en Santa Maradona.

Pizza post cancha

  • Andrés Burgo, escriba gallina, autor de Ser de River y La final de nuestras vidas, pone el foco en Daniel Passarella. Este domingo River estrena el Monumental remodelado (19:15, con Argentinos). Homenajerará a Franco Armani, su campeón del mundo en Catar. El club invitó a sus campeones del 78 y el 86. Passarella, el presidente del descenso de River, aún con causas en la justicia, volverá al Monumental después de diez años.
  • El análisis de datos y de estadísticas en la industria del fútbol entró en otra etapa, sea en la comunicación, sea en los cuerpos técnicos. Su utilización, influencia, contextualización (y descontextualización). Matías Conde es analista de datos. Y expande el debate en este ensayo-respuesta a Jorge Valdano.
  • Con la llegada de Enzo Fernández (Chelsea), la Premier League –la liga que corre los límites del capitalismo– tiene seis argentinos campeones en Catar. A Enzo se les suman Emiliano “Dibu” Martínez (Aston Villa), Cristian “Cuti” Romero (Tottenham), Lisandro Martínez (Manchester United), Alexis Mac Allister (Brighton) y Julián Álvarez (Manchester City). La relación futbolera entre Inglaterra y Argentina excede los cuartos de final de México 86. ¿En 1806, primera invasión inglesa a Buenos Aires, se jugó a lo que sería el football? Está buena No llores por mí, Inglaterra (2018), una película de Néstor Montalbano en clave histórica-humorística. Grandes actuaciones (futbolísticas) de “Cavenvagh” (Fernando Cavenaghi) y “Catrú” (José Chatruc). Se puede ver acá.

¡Esto es to-to-todo amigos!” es una canción de los Redondos. El Indio grita, como en un ahogo: “¡La Sole se fue/ de lo linda que era!”. Soledad Rosas era una militante anarquista argentina, encarcelada y muerta en Italia en 1998. Esto fue todo, solía escribir Zequi. Espero que, más allá del resultado, hayan disfrutado, se hayan llevado cositas del primer partido en equipo. La seguimos.

Salú y abrazos,

Roberto Parrottino (Beto)

Es periodista especializado en deportes -si eso existiese- desde 2008. Lo supo antes de frustrarse como futbolista. Trabajó en diarios, revistas y webs, colaboró en libros y participó en documentales y series. Debutó en la redacción de El Gráfico y aún aprende como docente de periodismo. Pero, ante todo, escribe. No hay día en la vida en que no diga -aunque sea para adentro- la palabra “fútbol”.