Esequibo: un territorio en disputa en clave electoral

En medio de una escalada militar y retórica, Venezuela y Guyana vuelven a enfrentarse por esta región rica en minerales y petróleo. La tensión creciente podría tener implicaciones internacionales, con Estados Unidos y otros actores globales observando de cerca.

El Esequibo, un pedazo de jungla con riqueza mineral en el norte del continente sudamericano, es objeto de una disputa entre Venezuela y Guyana. Como un herpes, la disputa sobre el territorio que Guyana administra como propio hace más de un siglo tiene largos periodos latentes y se reactiva ante combinaciones varias de descubrimientos minerales y cambiantes alianzas geopolíticas.

La disputa data de épocas coloniales, pero hace décadas que el desacuerdo se lleva a cabo en el ámbito diplomático, lo cual hizo aún más sorprendente el repentino despliegue de tropas venezolanas hacia la frontera con Guyana en diciembre, en medio de una marcada escalada retórica de reclamos venezolanos sobre el territorio.

La movida despertó miedos de confrontación bélica en una región en la que la guerra interestatal es sumamente infrecuente –el último conflicto de estas características fue hace tres décadas entre Perú y Ecuador, y previamente hay que remontarse a la Guerra del Fútbol entre Honduras y El Salvador, en 1969-.

La mayoría de los analistas no considera que el gobierno venezolano realmente piense invadir el Esequibo, un territorio desafiante para semejante movida militar, que además generaría una fuerte reacción internacional, incluyendo a Estados Unidos. En lugar de eso, muchos piensan que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, está operando con fines políticos domésticos ante un complicado panorama electoral. Hay elecciones presidenciales el 28 de julio y Maduro busca su tercera reelección. La principal candidata de la oposición, María Corina Machado, fue vedada de participar en las elecciones, pero las encuestas indican que muchos votantes transfirieron su apoyo a Edmundo González, el candidato que, según los relevamientos, lidera ampliamente en la intención de voto.

“El Esequibo es nuestro”

El Esequibo, conocido como Essequibo en Guyana y Guayana Esequiba en Venezuela, fue objeto de disputa desde el siglo XVI, enfrentando a poderes coloniales como España y Países Bajos. En su versión actual, la puja territorial tiene casi 200 años. Emilio Figueredo Planchart, diplomático venezolano que llevó adelante negociaciones con Guyana durante años por la disputa, le contó a Cenital que Simón Bolívar mencionó, en 1817, que Esequibo se encuentra dentro de lo que eventualmente sería Venezuela. La disputa se intensificó a mediados del siglo XIX con el descubrimiento de oro en la zona. El desacuerdo sobre la frontera entre Guyana, entonces colonia británica, y Venezuela fue llevado a arbitraje internacional. El país bolivariano fue representado por mediadores estadounidenses, en contra de los ingleses, el primer ejemplo de victoria de la doctrina Monroe en la región contra el Imperio británico.

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Lo cierto, en todo caso, es que el terreno es tomado como propio por Guyana desde que el Laudo Arbitral de París se lo asignó en 1899. Es relevante destacar que la zona tiene unos 160.000 kilómetros cuadrados –representa aproximadamente dos tercios del territorio del estado de Guyana y tiene esparcidos un tercio de sus 800.000 habitantes-. La minería de oro de la zona contribuyó significativamente a los ingresos de Guyana, aunque ahora el petróleo es más relevante.

La decisión de 1899 fue posteriormente cuestionada por Venezuela, que dijo haber descubierto pruebas contemporáneas que demuestran connivencia entre el árbitro del caso y los representantes de Gran Bretaña. En un contexto de Guerra Fría, Estados Unidos empujó a Venezuela a reclamar el territorio ante el miedo de que un Gobierno tomase el poder en una Guyana independiente de Gran Bretaña. De hecho, Cuba fue y sigue siendo un aliado firme de Guyana. Desde 1966, los dos países intentaron dirimir las diferencias a través de un proceso de mediación codificado en el Acuerdo de Ginebra.

El proceso continuó durante casi cinco décadas. En 2014, según los guyaneses, cansados de que el tema no se resolviera y tras el fallecimiento del último mediador, pidieron la intermediación de la ONU. Según los venezolanos, la fecha es 2015, después del descubrimiento de petróleo en aguas del Esequibo. En cualquier caso, tras más negociaciones, en 2018 la ONU determinó que el caso debería ser llevado ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya, donde se encuentra actualmente. Sin embargo, Venezuela no reconoce la jurisdicción de la corte y acusa a las Naciones Unidas de estar influenciadas por Guyana e intereses petroleros.

Justicia por mano propia

Avancemos hasta casi la actualidad. En octubre del año pasado, el gobierno de Maduro convocó un referéndum popular para consultar a la población si rechazan la jurisdicción de la Corte Internacional en el caso y si apoyan la creación del estado Guayana Esequiba, junto con “un plan acelerado para la atención integral a la población actual y futura de ese territorio”

Si bien el territorio en disputa tiene una complicada historia jurídica, en Venezuela la gente está profundamente convencida de que Esequibo les pertenece. Los mapas lo marcan como propio. Es un raro tema de consenso nacionalista en un país agobiado por años de aguda crisis económica, polarización extrema y feroz represión política.

El referéndum se llevó a cabo el 3 de diciembre y, según fuentes oficiales, ganó el “Sí” por 95% en una votación en la que participaron 10,43 millones de personas, equivalente al 50% de los votantes habilitados. Este número fue cuestionado fuertemente por expertos, que dicen que sería una tasa extremadamente alta, y testimonios periodísticos que señalan que no había colas en los lugares de votación como se da regularmente en Venezuela ante este tipo de ejercicios.

De todas formas, inmediatamente después, Venezuela empezó a hacer declaraciones en favor de incorporar la población del territorio de Esequibo a su país y otorgar licencias de PDVSA (compañía estatal de petróleo) para explotar los recursos de la región. El Ejército venezolano asignó autoridades militares para la zona. Guyana anunció que conduciría operaciones de vuelo con el Comando Sur de Estados Unidos y puso a sus Fuerzas Armadas en alerta. Brasil envió tropas a la frontera compartida con los dos países.

El Ejército de Brasil traslada vehículos blindados de Manaos a Boa Vista para reforzar la frontera con Venezuela y Guyana.

Las partes se reunieron en San Vicente y las Granadinas el 14 de diciembre y acordaron evitar un conflicto físico. A pesar de eso, casi a fin de año, Gran Bretaña mandó un buque de guerra a Guyana y Venezuela desplegó 5,600 tropas en ejercicios militares. En enero, en Brasilia, las partes acordaron nuevamente evitar la violencia y amenazas. Mientras tanto, imágenes satelitales analizadas por un centro de estudios estadounidense, Center for Strategic and International Studies (CSIS), muestra que Venezuela continuó acumulando tropas y elementos militares en la frontera con Guyana.

¿Invasión?

Sin embargo, a pesar de las tropas, la retórica caliente y las intervenciones internacionales, ningún analista piensa que el gobierno de Maduro tiene la real intención de invadir al Esequibo. El territorio es selvático y montañoso y sería extremadamente difícil sostener una invasión. En vez de eso se barajan varias hipótesis, que no son mutuamente excluyentes: que Maduro busca generar apoyo entre la población general o entre las Fuerzas Armadas; que podría usar la excusa de una escalada de conflicto para declarar un estado de emergencia y posponer las elecciones, cancelar los resultados o un traspaso de poder; que podría empujar a Guyana a negociar y evitar lo que muy probablemente sería una decisión desfavorable hacia Venezuela de parte de la Corte Internacional de Justicia.

Los que argumentan que la reactivación de la temática se relaciona con temas domésticos señalan que la movida del referéndum coincide con el proceso de primarias abiertas que tuvo la coalición de oposición, la Plataforma Unida, en octubre del año pasado. Según los organizadores, participaron 2,4 millones de votantes y el 93% apoyó a María Corina Machado, candidata que fue vedada por la justicia electoral. El Gobierno, que disputa las cifras de participación, también usó el tema para acusar a colaboradores de Machado de conspiración y emitir órdenes de captura.

Samuel Moncada, embajador venezolano ante la ONU, rechaza tajantemente que temas políticos hayan motivado el referéndum. Venezuela busca generar control en el territorio selvático con el propósito de que, ante la Corte Internacional, no acusen al país de haber dejado abandonado el territorio, le cuenta a Cenital.

La cuerda floja del circo

Para Ryan Berg, que dirige el programa de las Américas del CSIS, es probable que la motivación sea una combinación de factores políticos domésticos a los cuales agrega que Venezuela podría estar buscando amedrentar a Guyana sin entrar en conflicto cinético. La situación ya aumentó los costos de asegurar el petróleo que se extrae en Guyana, le contó a Cenital.

Aunque no haya intención de generar una guerra, el aumento de tropas y la escalada de retórica agresiva conllevan un peligro real de conflicto, advierte Berg. Existe la posibilidad de que algún actor militar, actuando de forma independiente o con el visto bueno extraoficial de sus superiores, realice incursiones en el Esequibo y escale el conflicto. También surgen oportunidades para acciones de amedrentamiento hacia Guyana, que, sin llegar a ser una invasión, aumentan las tensiones y la posibilidad de una escalada. Además, el apoyo de Estados Unidos, Gran Bretaña y los países del Caribe hacia Guyana eleva el posible costo del conflicto. “Es una situación que podría llevarnos a un escenario similar al de la invasión de Kuwait por Saddam Hussein”, afirma un experto venezolano que pidió anonimato por temor a represalias.

Después de que Rusia haya invadido Ucrania, ¿es tan loco pensar que podría pasar un conflicto inesperado en Sudamérica?, se pregunta esta nota de la revista estadounidense The Atlantic.

¿Y ahora?

Todos los ojos están puestos sobre las elecciones del 28 de julio. Es una votación plagada de irregularidades –en particular, la represión sistemática a opositores y voces críticas, que se encuentran perseguidos, detenidos y torturados-, y donde las libertades cívicas, incluyendo la libertad de expresión, se encuentran severamente limitadas.

Es una elección clave para el gobierno de Maduro, que buscó revertir su aislamiento internacional, en particular económico. Ante la posibilidad de perder o cometer fraude electoral, el Esequibo podría formar parte de un arsenal de herramientas para cancelar la elección, o generar una crisis que movilice apoyo nacional. Los críticos hablan de un “momento Galtieri”. O bien, como un herpes que vuelve a la latencia, el Esequibo puede pasar al olvido temporario de vuelta, hasta la próxima vez que algún factor externo lo empuje a erupcionar.

Periodista especializada en América Latina. Editora del Latin America Daily Briefing.