Escribir a Borges: libros sobre y alrededor del autor

En días en los que su herencia está en peligro, una serie de libros que parten de él y expanden su obra hacia otros ámbitos.

Hola, ¿qué tal? Espero que estés lo mejor posible. Abril es un mes especialmente cargado para las personas que osamos dedicarnos a la cultura en la ciudad de Buenos Aires con la confluencia de dos pesos pesados: la Feria del Libro y el BAFICI. Así que estoy más atareada que de costumbre, entrando en calor para lo que se aproxima.

Pasemos al tema que nos convoca. Vamos a hablar de Borges. Es que a raíz de la muerte de su viuda, a la que llamaré la señora K, venimos siguiendo en los medios los pormenores laberínticos de la herencia patrimonial del autor más importante de nuestra literatura con capítulos cada vez más parecidos a una historia kafkiana (y eso que Borges nunca escribió novelas). No me detendré aquí en sus detalles porque pueden consultarse varias notas interesantes sobre el tema (como esta, esta, esta y esta), pero sí diré que hasta el momento no se encontró un testamento con potencia legal que siente las bases de lo que la señora K quería que se hiciera en la posteridad con la obra y el valiosísimo archivo de quien fuera su esposo. Así que ahora hay un vacío que puede ser llenado por el Estado, por sus cinco sobrinos, o por alguna otra persona o institución que pueda aparecer a reclamar.

A los fines de este humilde newsletter, esta quincena vamos a acercarnos a Borges como personaje, como elucubración teórica, como campo de maniobras. Es que fue un escritor que sentó las bases de una literatura tan única que muchos otros escritores y críticos tuvieron que acomodarse y aprender a convivir con ella. Aprender a leerla, a revelar sus claves y sus interpretaciones posibles. Mientras que a algunos Borges les genera admiración y parálisis, para otros fue un terreno fértil, porque es el punto de partida de muchos libros centrados en su obra, sus influencias, su linaje o su personalidad. Así que esta vez recorreremos libros que tienen a Borges como protagonista pero que no fueron escritos por él. Empecemos.

UNO. Borges casual

Para ilustrar este Hilo, busqué en varias páginas fotos de Borges que no hayan sido tan vistas. Me incliné por las imágenes en las que se lo encuentra en situaciones más casuales, no los típicos retratos serios o artísticos de escritor. Jorge Luis poniéndose una camisa, haciéndole upa a su gatito blanco, tomando un té, usando una panera de sombrero (!!!) o sentado en el living de su casa con un plano abierto para que veamos de qué objetos se rodeaba. Es difícil encontrar fotos de Borges sin traje. También es difícil encontrar retratos en los que mire directo a cámara por su ceguera (tuvo una ceguera progresiva y dejó de ver definitivamente a los 55 años).

DOS. Borges por Sylvia Molloy

La escritora y crítica Sylvia Molloy (1938–2022) fue una de las primeras mujeres argentinas en escribir un libro entero sobre Borges con un enfoque bastante original y sofisticado en 1979, época en la que él estaba vivo: Las letras de Borges. Es que ella no emplea un método demasiado tradicional de análisis porque no se ocupa de los contenidos filosóficos o metafísicos de su obra sino que muestra de qué manera, al interior de sus textos, transforma las categorías de personaje y acción y rechaza los caminos más sencillos para dispersarse, bifurcarse y multiplicarse. “Nunca le mandé a Borges la primera edición de este libro. Sabía que no leía o tenía en escasa estima casi todo lo que se escribía sobre él. Opté por ahorrarle el trabajo de hacer lo primero y evitar una nueva ocasión de que ocurriera lo segundo. No me arrepiento de que así haya sido, como no me arrepiento (o me digo que no me arrepiento) de no haber conocido mejor al hombre Borges. Siempre preferí trabajar con Borges, con las letras de Borges, de lejos. Solo así, pienso, me era posible mantener la distancia –es decir la mirada crítica, la irreverencia, la extrañeza– que sus textos recomiendan y que es condición necesaria de su lectura. No sé si es el libro que hoy escribiría sobre Borges, pero es un libro en el que plenamente me reconozco. Borges me enseñó a escribir (o a leer, que es lo mismo) y me enseñó a pensar: en ese orden”, dice en la contratapa de la nueva edición de Beatriz Viterbo (editorial que, por otra parte, lleva el nombre del personaje femenino de “El Aleph”).

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TRES. Borges por Beatriz Sarlo

Otra de las eximias críticas argentinas que escribió un libro entero sobre el autor de Ficciones es Beatriz Sarlo en Borges, un escritor en las orillas, de 2003 (conservo mi ejemplar de estudiante todo subrayado, pero hay una edición nueva de Siglo XXI). Escrito a partir de cuatro conferencias que Sarlo dictó en Cambridge en 1992, es un libro muy didáctico y claro que sitúa la obra de Borges en la tradición de la literatura universal. Para ella, la de Borges es una literatura de conflicto y él es un escritor bifronte que fue al mismo tiempo cosmopolita y nacional. Argumenta con mucha inteligencia cómo es que Borges desde un margen (la Argentina) crea una estética que dialoga de igual a igual con el canon occidental. “Borges es el escritor de ‘las orillas’, un marginal en el centro, un cosmopolita en los márgenes; alguien que confía en la potencia del procedimiento y la voluntad de la forma, las dudas nunca clausuradas sobre la dimensión filosófica y moral de nuestras vidas; alguien que, paradójicamente, construye su originalidad en la afirmación de la cita, de la copia, de la reescritura de textos ajenos, porque piensa, desde un principio, en la fundación de la escritura desde la lectura, y desconfía, desde un principio, de la posibilidad de representación de lo real”, dice hacia el final del primer capítulo. Entre la admiración y la distancia crítica, Sarlo armó un libro ideal para volver a leer la obra de Borges con más recursos y herramientas para analizarla.

CUATRO. Borges según Estela Canto

“Borges era regordete, más bien alto y erguido, con una cara pálida y carnosa, pies notablemente chicos y una mano que, al ser estrechada, parecía sin huesos, floja, como molesta por tener que soportar el inevitable contacto. La voz era temblorosa, parecía tantear y pedir permiso. Me llevó tiempo percibir los matices y el encanto de esa voz trémula, en la cual se sentía algo quebrado”. Esta es una de las vívidas descripciones que hace Estela Canto (1916–1994) en Borges a contraluz, la biografía de quien fuera su novia y la mujer a quien le dedica “El Aleph” (no solo le dedicó el cuento, también le regaló el manuscrito, que ella vendió mucho después). Ellos se conocieron en 1944, cuando Jorge Luis tenía 45 años y Estela 28, en la casa de Bioy y Silvina Ocampo, y compartieron largas caminatas, veladas, lecturas durante varios años. Borges estaba bastante enamorado, pero ella no. De hecho, llegó incluso a pedirle casamiento. Pero Estela contestó: “No olvides que soy discípula de Bernard Shaw. No podemos casarnos si antes no nos acostamos”. Entre el fascinante anecdotario que despliega Canto, hay varias escenas del libro a destacar. Una es la que tiene lugar una noche en el parque Lezama, cuando se los llevan a ambos detenidos injustamente por estar tomados de la mano sin documentos (“Para mí, el incidente de la comisaría fue absurdo, cómico, y eso era todo; para Borges fue humillante”), y otra es cuando Borges le pide como favor que asista a una cita con su psicólogo, con el que estaba tratando su supuesto temor al sexo. Canto accede y va a visitar al doctor Cohen-Miller, quien venía atendiendo a Borges y narra con lujo de detalles lo que sucede en esa sesión (aquí no ahondaré en la intimidad borgeana más de la cuenta, pero pueden intentar conseguir el libro y leerlo, aunque no es nada fácil, dado que la señora K limitó todo lo que pudo su difusión).

CINCO. Borges como personaje de novela

Tomando como recurso la biografía de Estela Canto, y todo lo que sabe de Borges por dar clases sobre él, el escritor y profesor Aníbal Jarkowski le dio forma a una novela que lo tiene como protagonista de ficción y que se llama . En ella B es un hombre ya maduro que trabaja en una biblioteca y que queda prendido de Estela, una mujer joven, culta, independiente, progresista. También es un escritor que acaba de firmar una solicitada contra el peronismo. Entre la realidad y una buena dosis de imaginación (por ejemplo a la hora de recrear los diálogos de B con su madre, que rechaza el noviazgo de su hijo), la novela arma una primera parte narrada de afuera siguiendo a B y una segunda con la voz de Estela en primera persona. El resultado final es muy bueno, porque entre otras cosas Jarkowski consigue con sutilezas correr a Borges de ciertos estereotipos y acercar su lado más popular a los lectores (aquel que a veces queda opacado por sus amistades aristocráticas). Si quieren saber más de su proceso de escritura, pueden leer esta entrevista que Hinde Pomeraniec le hizo al autor.

SEIS. Volver al Aleph Engordado

Fue muy sonado el episodio en el cual la señora K llevó a la justicia al escritor Pablo Katchadjian por haber osado tomar a Borges de referencia para hacer un experimento literario (por suerte ella salió perdiendo). Tanto que al final es más lo que se dijo sobre la contienda legal que lo que se leyó el cuento intervenido en sí, que desde entonces no circula como libro y que desde antes tuvo una edición muy acotada (fue publicado por el sello de poesía artesanal IAP en 2009). Así que les propongo que hagan el ejercicio de sumergirse primero en “El Aleph” de Borges y después en “El Aleph engordado” de Katchadjian (disponible acá) y sacar las propias conclusiones. Como aclara Katchadjian en la posdata, de las 4000 palabras originales, el cuento intervenido pasa a tener 9600. “El trabajo de engordamiento tuvo una sola regla: no quitar ni alterar nada del texto original, ni palabras, ni comas, ni puntos, ni el orden. Eso significa que el texto de Borges está intacto pero totalmente cruzado por el mío, de modo que, si alguien quisiera, podría volver al texto de Borges desde este.” Como muestra, les dejo el primer párrafo de lectura engordada. Copio aquí el famoso comienzo del cuento marcando en itálicas lo agregado por Pablo para que vean cómo opera esta intervención en el plano textual e imaginativo:

La candente y húmeda mañana de febrero en que Beatriz Viterbo finalmente murió, después de una imperiosa y extensa agonía que no se rebajó ni un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo ni tampoco al abandono y la indiferencia, noté que las horribles carteleras de fierro y plástico de Plaza Constitución, junto a la boca del subterráneo, habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios mentolados; o sí, sé o supe cuáles, pero recuerdo haberme esforzado por despreciar el sonido irritante de la marca; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella, Beatriz, y que ese cambio era el primero de una serie infinita de cambios que acabarían por destruirme también a mí.

Foto: Télam

SIETE. Cenar con Borges

No podía omitir en este recorrido el emblemático libro Borges de Adolfo Bioy Casares. En sus insólitas 1664 páginas originales (o en las 700 de su versión reducida), Bioy describe cada encuentro con Borges como si hubiera sabido de antemano la importancia que tendría su amigo en la posteridad. Hay que decir que durante cinco décadas se vieron casi a diario y que Borges le llevaba quince años. Eran cómplices y lectores del otro. Lo que llama mucho la atención es que casi todas las entradas de este diario sobre la relación de dos hombres de letras comienzan con el mismo sintagma (“Come en casa Borges”), pero en ningún momento se detalla qué es lo que comieron o qué les pareció la comida. ¿Por qué Borges cenaba tan seguido en lo de Bioy y Silvina Ocampo? ¿No le gustaba lo que cocinaban en su casa? ¿Acaso nunca los invitaba él a ellos o iban a un restaurante? Más allá de estos detalles superfluos y hasta divertidos, es interesante cómo el libro marca el espíritu de una época de mucha producción (individual y conjunta) y sobre todo cómo consigna la forma en la que se referían al resto del mundillo literario. Los dos eran bastante chismosos y no tenían problemas en criticar con virulencia y pompa a otras personalidades de la época en largas sobremesas. Es muy difícil conseguir la edición del Borges original. Ojalá pronto vuelvan a ponerlo en circulación (mientras tanto, se puede encontrar, como casi todo, en internet).

Bonus track

Antes de terminar, pasemos a otras disciplinas menos librescas alcanzada por Georgie (y no, no voy a recomendar un tema de la banda Cuentos Borgeanos porque jamás la escuché, perdóoon). Hablemos de Borges en la televisión.

  • Borges en la tv norteamericana: una curiosa entrevista de una hora, realizada en Buenos Aires, en la que Borges es entrevistado por el periodista conservador William F. Buckley Jr. para el programa Firing Line en la que habla todo el tiempo en inglés (tiene subtítulos).
  • Borges con Joaquín Soler Serrano. La clásica entrevista de este periodista español es muy larga y aduladora, pero en ella Borges revela varios secretos y se puede ver también cómo lo incomodaban ciertos elogios (el video está “remasterizado” y tiene una introducción actual de Soler Serrano que se pueden saltear).
  • Borges por Piglia. En 2013, entre la Televisión Pública y la Biblioteca Nacional tuvieron la excelente idea de grabar un ciclo de cuatro encuentros con Ricardo Piglia comentando la obra de Borges con la forma de clase abierta. El resultado es realmente excelente, de una claridad conceptual y crítica apabullante. Es que Piglia va haciéndose preguntas (¿por qué Borges es un buen escritor?, ¿por qué nunca escribió un texto que tuviera más de diez páginas?) y argumentando con la obra sus respuestas, levantando el vuelo de la teoría literaria pero también bajándola de un hondazo a la tierra. (Cada vez que veo algún fragmento me dan ganas de tomar apuntes. Y mientras escribo esto me quedo escuchándolo por largos minutos otra vez deslumbrada ante todo lo que dice.) En fin: si no vieron estas clases, y les interesa la literatura argentina, o la literatura a secas, las recomiendo muchísimo. Están online en YouTube de a partes o en la web oficial.

Ahora sí, me despido hasta dentro de quince días.

Ojalá este Hilo te haya dado ganas de volver a Borges. O a quienes escribieron largamente sobre él. De hecho, me quedaron muchos otros libros fuera de este texto. Por suerte Borges es infinito.

Gracias por leer. Y por favor cuidate mucho.

Malena.

Es licenciada en Letras por la UBA y trabaja hace muchos años en la industria editorial. Fue editora en las revistas El Interpretador y Los Inrockuptibles. Forma parte del equipo de Caja Negra, una editorial psicoactiva y heterogénea. Tiene un ciclo de entrevistas con escritores y escritoras en el Malba. Si los libros fueran comestibles, podría alimentar a miles de personas con los que acumula en su biblioteca. Lo que más le gusta es viajar.