Éramos pocos y llegó Majul

¿Cuánto mal puede hacer un poco de chusmerío mientras el mundo descansa en el oxímoron de esperar un milagro de la ciencia?

Holis, ¿cómo andás? Si, como yo, estás pasando la cuarentena en soledad, seguramente ya son comunes los diálogos fluidos con mascotas, plantas y personajes de series. En lo personal, hace 15 años que vivo a través de las hermanas Kardashian y por supuesto este momento no es la excepción. Así que acá, en mi PH donde no hay cerradura sin maña ni rincón sin humedad, estoy al tanto de todo lo que sucede en las mansiones de Kourtney, Kim, Khloe, Kendall y Kylie y me siento en Disney. “¿Por qué me cuenta esto, doña?”, te preguntarás. Y la respuesta es que quiero darte un poco de contexto sobre por qué en el medio de dos pandemias voy a abrir el newsletter con un entredicho entre el Ministro de Ciencia y una periodista a razón de un sistema informático para tramitar la compra de insumos: simplemente esperé toda mi vida para reportar una polémica.

Es-cán-da-lo no es un es-cán-da-lo (pero es el alboroto que supimos conseguir)

El 22 de abril, la periodista Guadalupe Vazquez emitió un informe llamado “El negocio de la ciencia” en el programa “Mirá lo que te digo” conducido por Luis Majul. En él, denunciaba que el 21 de enero, a solo un mes de su implementación, el Ministro Raúl Salvarezza había dado de baja el sistema ROECYT 2.0, destinado a la importación de insumos para investigación. Los principales puntos del argumento de Vázquez fueron:

  • El ROECYT 2.0 venía a reemplazar al ROECYT, que funcionó desde 2002 hasta 2019. Esta modificación se debía a las trabas burocráticas existentes para la importación directa, que hacían que un trámite demorase hasta 2 años y generaba sobreprecios por la intervención de intermediarios (sobre este punto se explayó en esta nota Agustín Campero, uno de los consultores encargados de desarrollar el ROECYT 2.0)
  • Las compras de reactivos se están efectuando en su mayoría a dos empresas, una de ellas es Tecnolab, en cuyo directorio figura Julián Faivovich, un investigador principal de CONICET. Esto presentaría un conflicto de intereses, dado que es un empleado del Estado (esto no lo dijo en lo de Majul, sino en la radio de CNN).
  • Al suspenderlo luego de un mes de implementado, el Ministro adució que el nuevo sistema no funcionaba, una afirmación que no estaría en condiciones de hacer en tan poco tiempo y además en caso de no funcionar podría haberse reparado sin darse de baja.

Además del tweet, Salvarezza respondió con un comunicado en el que dice:

  • Que el ROECYT vigente entre 2002 y 2019 “funcionó bien y de manera transparente, siendo su principal defecto que no permitía el uso de procesos de importación puerta a puerta, que resulta muy útil para compras pequeñas”.
  • Que el ROECYT 2.0 buscaba reparar este defecto pero que se puso en marcha sin contar con el sistema informático necesario, por lo que las solicitudes quedaban trabadas y no podían seguir su curso.
  • Que efectuaron un acuerdo con la Aduana que culminó en la implementación del sistema puerta a puerta con el certificado anterior.

Ahora que estás al tanto de la situación tal vez te resulte aún más irrelevante, pero cuestionar la transparencia del sistema de importación de insumos en medio de una pandemia puede traer cola. Pensá que en este momento hay muchos esfuerzos de investigación concentrados y con una inyección de recursos extraordinaria. Además, ¿viste cuando un Gen X se pone chupines de colores para hablar de ciencia en la tele en plan “los científicos también somos gente normal”? Bueno, esto es lo mismo pero onda nosotros también tenemos nuestros chismes.

Otra vez sopa (de murciélago)

Bueno, hasta acá llegó el intento de hablar de otra cosa (ya vendrán los animales bebés y el glitter prometido, hoy me pudo el chusmerío) y va un “últimas tendencias del coronavirus”:

En Cenital nos importa que entiendas. Por eso nos propusimos contar de manera sencilla una realidad compleja. Si te gusta lo que hacemos, ayudanos a seguir. Sumate a nuestro círculo de Mejores amigos.

  1. Comenzaron los testeos rápidos en las estaciones de tren de la Capital Federal. Estos tests detectan anticuerpos (las defensas del cuerpo cuando entre en contacto con una amenaza) de tres tipos: IgM, IgA e IgG (Ig es Inmunoglobulina). Los dos primeros aparecen ni bien te contagiás y el último cuando ya pasaste por la enfermedad. La idea es testear gente que no haya tenido síntomas y sirve para medir circulación viral, o sea, calcular la cantidad de gente expuesta al virus, sobre todo en el transporte público. No son una herramienta de diagnóstico. Para saber más sobre testeo y su rol en el control de la pandemia, te recomiendo esta nota de Verónica Svetaz y Ernesto Resnik.
  1. Un día sin ti es una eternidad y una semana en cuarentena es una era geológica. ¿Te acordás que la semana pasada te dije que los desarrollos de vacunas estaban super verdes? Bueno, la Universidad de Oxford anunció que su ensayo clínico en monos dio buenos resultados y ya están listos para pasar a humanos. El equipo de investigación ya estaba trabajando en vacunas contra otros tipos de coronavirus, lo que les confirió una ventaja. Igual, es temprano para cantar victoria, ya que el ensayo en humanos podría complicarse, puesto que por razones éticas sólo se pueden hacer pruebas en lugares donde la enfermedad esté en circulación, donde la gente vaya a tener contacto de todas maneras con la enfermedad. ¿Y cuál es el problema? Te preguntarás, dado que si algo sobra es circulación local de coronavirus. Pues no, mi ciela, porque si las medidas de distanciamiento social y aislamiento obligatorio siguen disminuyendo la tasa de nuevas infecciones en Gran Bretaña, va a ser muy difícil determinar su efectividad. Pensalo así: para saber si una vacuna funciona tenés que tener un grupo de prueba y uno control, al control se le dice que se le dio la vacuna pero se le puso un placebo. Cuando hay mucha circulación, asumís que tanto los que tienen la vacuna como los que tienen el placebo estuvieron expuestos al virus y que si quienes tienen la vacuna no se infectaron y los que tienen el placebo sí, entonces funciona. Pero si hay poca circulación, lo que pasa es que ningún grupo se infecta y no podés atribuirlo a la vacuna. En ese caso, el equipo de Oxford tendría que llevar a cabo las pruebas en otro lugar, con todas las dificultades que eso conlleva. Y como si esto no fuera suficiente para decir que no todo es color de rosas, aunque todo marchara bien, aún con lo raro de  pensar que bien significa que no disminuyan los contagios, los investigadores afirmaron que para septiembre podrían tener el primer millón de dosis, y en un mundo de 7 mil millones de habitantes, eso significa que va a haber que decidir quién, cómo y cuándo recibe primero la vacuna.
  1. Al parecer, la aceleración y aumento de volumen de la producción científica no estaría alcanzando a las mujeres. Esta nota de The Lily (está en inglés, pero podés usar un traductor, te recomiendo DeepL) tiene testimonios de varios editores de revistas científicas que afirman que la caída de presentaciones de papers con autorías femeninas es notable y lo atribuyen a la falta de delimitación entre las tareas de cuidado y las laborales al estar en casa. Si bien no es concluyente, porque hay revistas que no dan cuenta del fenómeno, tiene anécdotas divertidas (y por divertidas quiero decir enervantes), como la de una investigadora madre de una nena de 7 que ahora puede trabajar 4 horas diarias en vez de 10 que cuenta que un colega cuya esposa es ama de casa le dijo “lo bueno de la cuarentena es que ahora me puedo concentrar en escribir”.

Pican, pican los mosquitos sin ningún tipo de disimulo aunque-el-gobierno-y-los-medios-disimulan-muy-bien-que-hay-otra-pandemia-en-curso

Luego del éxito rotundo del news anterior, esa misma tarde hicimos un vivo con Martín Waisman en el que también participó Nicolás Schweigmann, un experto en mosquitos. Para resumir la charla, que incluyó el apretón de manos virtual más raro de la internet, van dos cosas importantes que tal vez no sabías y que, si sabías, te recuerdo contárselas a los demás:

  • El mosquito que transmite el dengue (Aedes aegypti) es de hábitos diurnos, al contrario del mosquito común que empieza a aparecer al atardecer. Si te pica, te pica de día.
  • Los mosquitos adultos no sobreviven al frío, pero los huevos sí. O sea que el invierno no es un momento para despreocuparse, sino para eliminar criaderos.

A modo de cierre, me gustaría introducir una reflexión. Estoy escuchando a muchos colegas decir que esta es una gran oportunidad para mostrar la importancia de la ciencia y de la comunicación científica, dado que como nunca se está entendiendo lo relevante de contar con recursos para la investigación. Por supuesto estoy de acuerdo, pero con una salvedad, y es que no se entienda importancia como capacidad de actuar en caso de emergencia.

Las investigaciones sobre cambio climático y pérdida de biodiversidad vienen alertando hace mucho sobre la relación entre estos factores y las enfermedades y es un tema con gran nivel de consenso en la comunidad científica. La articulación con las políticas públicas no se trata sólo de reivindicar la inversión estatal en ciencia básica que nos permite producir conocimiento sobre murciélagos cuando parece irrelevante o en inyectar fondos para el desarrollo de vacunas cuando un virus amenaza con colapsar el sistema de salud.

Se trata de un diálogo sostenido en el tiempo que nos permita tener un estructura productiva que garantice nuestra calidad de vida a largo plazo. Y, por supuesto, esto no es tan simple como reducir la cuestión a “basarse en evidencia” a la hora de proponer un modelo económico, pero tampoco es tan sencillo como tomar a las ciencias como productoras de instrumentos según la demanda del momento. 

Y por eso, en definitiva, está bueno que, más allá de la veracidad de las fuentes, en la tele se cuestione al Ministro de Ciencia por la implementación de un sistema informático para comprar insumos, porque lo muestra como un actor político y no como un asesor técnico.

Te mando un beso enorme y nos leemos el lunes que viene,

Agostina

Soy comunicadora científica. Desde hace tres años formo parte del colectivo Economía Femini(s)ta, donde edito la sección de ciencia y coordino la campaña #MenstruAcción. Vivo en el Abasto con mis dos gatos y mi tortuga. A la tardecita me siento en algún bar del barrio a tomar vermú y discutir lecturas con amigas.