Gol gol gol en Germán Cano hay un gol

El delantero del Fluminense finalista de la Copa Libertadores nació en Lomas de Zamora y “explotó” recién a los 25 años. Le dedicó un gol a Maradona y levantó la bandera LGBTIQ+ en Brasil. Cómo logró estar a la altura goleadora de Erling Haaland.

En la cabeza de Germán Cano, una voz -su voz- le repite, como un mantra: “La pelota me va a caer, la pelota me va a caer”. Él está jugando, luchando, picando. Sus ojos lo apoyan: visualiza lo que puede llegar a pasar, lo que va a pasar, el gol. Es su ley de atracción. Cree mucho y, en la cancha, no revienta. Es más, mientras suda, choca, salta y reclama, imagina que cada jugada de gol será la última. Que la próxima pelota que toque será la última. “Entonces intento hacer lo máximo posible para que vaya adentro del arco -dice-. Se trabaja muchísimo la parte mental, es fundamental. Pasa todo por la cabeza. El futbolista es un estado de ánimo todo el tiempo”. Germán Cano, goleador de la Copa Libertadores 2023 con el finalista Fluminense, nació en el Hospital Gandulfo de Lomas de Zamora. Categoría 1988, a los nueve años ya jugaba en las inferiores de Lanús, el club que lo había detectado en el baby fútbol del club Barrio del Plata, de Ezeiza. Marina Recalde, su madre, también se había sumado a Lanús: colaboraba en la limpieza y les servía el café con leche a los chicos de las inferiores, como su hijo. En 1997, el inconsciente de Cano recibía el repiqueteo de una publicidad con la base de Born Slippy, de Underworld: “Gol gol gol en tu cabeza hay un gol/ Gol gol gol en tu cabeza hay un gol/ te suena un gol/ es pasión/ lo grita tu corazón/ y lo querés lo querés lo querés/ ver campeon”.

Para muestra, basta ver su gol desde el campo de juego del 2–1 del Fluminense ante el Inter en el Beira-Rio por la semifinal de vuelta de la Libertadores 2023, en la que convirtió 12 goles en 11 partidos (la mitad, seis, en cuartos y semifinal, en los que sumó además dos pases gol, el último a John Kennedy, para empatarle el miércoles al Inter). Y, agárrense fuerte, porque se vienen los números, que contextualizan: sumando clubes y selecciones en 2023, Cano es el segundo máximo goleador mundial, con 36 goles, sólo superado por Erling Haaland (37), el androide del Manchester City. En los últimos diez años, Cano fue seis veces el goleador de la Primera A de Colombia, una del Brasileirão, una de la Copa de Brasil y una del Campeonato Carioca. Antes de 2013, año del inicio del click a los 25 años, había marcado sólo 24 goles (en Argentina, entre 2008 y 2011, dos en Lanús, uno en Chacarita y ninguno en Colón en un total de 47 partidos). La clave de su explosión tardía no fue ningún secreto: recién en 2013, en el Deportivo Independiente Medellín (DIM), encontró la continuidad que un futbolista necesita para saber de qué está hecho. De ahí se fue ídolo y con nacionalidad colombiana. El entrenador ecuatoriano Octavio Zambrano, con el que fue subcampeón con el DIM de la Primera A en 2018, dijo que Cano trabaja como si estuviera en la oficina: que llega, mete los goles y se vuelve a su casa. La continuidad, a la larga, entrega una rutina.

A los 35 años, la de Cano es alimentación (tés, vitaminas), descanso (hielo y compresión) y recuperación (masoterapia). Y golf, jugar al golf: en su primer gol en la ida ante el Inter, festejó simulando un golpe con el palo. “Me encontré con un hobby que me apasiona. Llevo 13 años jugando al golf, y cada día me gusta más. Lo relaciono mucho con el fútbol, porque te frustra pero a la vez siempre tenés una nueva oportunidad –me contó Cano en mayo-. Por ahí hiciste un buen swing, pero al siguiente golpe no le pegaste a la pelotita. Eso me frustra, pero sé que tengo una nueva oportunidad para poder hacer un mejor tiro. Como en el fútbol: siempre tenés una nueva oportunidad para poder hacerlo mejor, más fácil. Y el golf me ayuda a mantenerme concentrado, paciente. Cuando voy al campo de golf, me olvido del mundo. Cierro los ojos, pienso. Sólo estoy concentrado en poder hacer un buen swing. Y después, en la cancha, tenés que tomar tu mejor decisión en milésimas de segundo para que se haga una jugada, o definir ante el arquero”. Antes de arribar al Flu, Cano jugó en el Vasco da Gama, entre 2020 y 2021. Le dedicó un gol tras su muerte a Diego Maradona, “el líder de todos los argentinos”. Y festejó otro levantando la bandera LGBTIQ+ en Brasil. “El jugador de fútbol -me dijo en aquella charla- puede hacer un montón de cosas en beneficio de la sociedad, dar un mensaje”.

“Cano tiene una característica que es muy rara de ver en cualquier fútbol, y muy fascinante: es difícil ver a Cano perder goles y, a la vez, es común verlo haciendo goles o creándose chances de gol que no existen para la media. Tiene algo casi orgánico, en cualquier pelota. Un xG, la estadística de goles esperados que toman los analistas de juego, propio. Dentro del área, consigue transformar una chance muy pequeña en una gran oportunidad, un desierto en un jardín. Casi cualquier centrodelantero pierde un tiempo en una jugada de gol. Cano, no. Él gira y le pega, o le pega directamente. Eso es impresionante”, dice el periodista brasileño Fred Caldeira, torcedor del Fluminense.

En el cuerpo técnico de la selección argentina no descartan citar alguna vez a Cano. Del staff de delanteros, después de Catar 2022, Joaquín Correa no volvió a ser convocado. Entraron Alejandro Garnacho y, en su posición, Lucas Beltrán. Cano admite el estatus de Lautaro Martínez y de Julián Álvarez. No se mansilla con la selección. De alguna manera, él también fue campeón del mundo con Argentina: presenció la final ante Francia en el Lusail. Cano quizá pueda sumarse, piensa Lionel Scaloni, para un partido específico, para una doble fecha puntual o, en el mejor de los casos, para una competencia, como lo es la Copa América 2024.

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En la Libertadores 2023, Cano -80 goles en 118 partidos con el Fluminense- igualó a Fred como el máximo goleador histórico del club en la Copa (15). Cano fue la transición, post Fred, retirado en 2022. Cano tiene la misma cantidad de goles en la Libertadores 2023 que Boca (12). Dice que Fernando Diniz, el DT del Flu (y de la selección de Brasil) le enseñó a no relajarse en ninguna acción del juego, porque reconoce que suele ser normal que el futbolista se relaje, baje la tensión. Lo había dirigido tres meses en el Vasco. Acerca de la selección, dice: “Es difícil, porque Argentina tiene un proceso de cuatro años trabajando juntos. No hay problema. Ver a la selección campeona del mundo con mi familia me marcó el corazón, porque nunca había ido a un Mundial”. Su festejo característico de los goles es hacer una “L” con la mano derecha. Por Lorenzo, su hijo. Aunque ahora, al dedo índice se le sumó el medio. Por Leonella, su hija que nació nueve meses después de Catar 2022. Cano será local en la final del Maracaná entre Fluminense y Boca. “Sería lo máximo de mi carrera”, sueña. En Río de Janeiro, un torcedor del Flu tachó el apellido Messi en la camiseta de la selección argentina y escribió “Cano”. Cano es gol.


Pizza post cancha (en el barrio de La Boca)

  • Este perfil del Juan Román Riquelme comunicador, de Ignacio Damiani en la revista Anfibia. “En la era digital, Román no necesita TikTok para comunicar: no tiene redes, pero usa su inteligencia no artificial para hacer equilibrio en los medios donde elige hablar”, porque, escribe Damiani, “el conflicto con el macrismo es eminentemente político”.
  • Edinson Cavani es un crack, y no -sólo- por el gol en la semi de vuelta ante el Palmeiras en el Allianz Parque. Reflexiona sobre el humano futbolista, no el superhéroe. “Hablar de salud -dice- es tratar de buscar la mejor forma de vivir”.
  • Sergio “Chiquito” Romero y los penales. Lo entrevista Cristian Grosso en La Nación y hablan largo y tendido sobre la especialidad: “Los penales son algo espectacular para el arquero porque nos pone en una situación distinta. Sabemos que podemos tener una equivocación en los 90 minutos, pero a la hora de los penales todo está volcado en nosotros”.

Esto fue todo. Pero antes, y a propósito de la lectura y este newsletter, esto que dijo el austríaco Xaver Schlager, mediocampista del RB Leipzig de Alemania: “Casi no leía en la escuela. Comencé a leer porque noté que me relajo cuando leo, totalmente al contrario de cuando consumo las redes sociales. A menudo leo y alguien se sienta conmigo. Luego conversamos y en el mejor de los casos, me recomienda un libro”. Ojalá Prepárense para perder te genere un efecto similar. Recibo recomendaciones.

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Salú y abrazos,

Roberto Parrottino (Beto)

Es periodista especializado en deportes -si eso existiese- desde 2008. Lo supo antes de frustrarse como futbolista. Trabajó en diarios, revistas y webs, colaboró en libros y participó en documentales y series. Debutó en la redacción de El Gráfico y aún aprende como docente de periodismo. Pero, ante todo, escribe. No hay día en la vida en que no diga -aunque sea para adentro- la palabra “fútbol”.