Correr para aguantar lo que no se aguanta

Representaciones culturales de la disciplina: Murakami, Guerriero, Bruzzone, Echenoz y más.

Hola, ¿qué tal? Espero que estés lo mejor posible. Yo medio desconcertada con el clima de esta semana, tanta lluvia y fresco en pleno diciembre. Siento que después pagaremos caro este otoño fingido y sobrevendrá un calor aplastante. Ojalá me equivoque.

Supongo que a esta altura del año estás tan cansado o cansada como yo de sostener la vida y el trabajo. También sé que hay muchas personas que están pasando por momentos de gran incertidumbre laboral. Si quieren profundizar en la cuestión, les recomiendo leer el nuevo especial de Cenital junto a Fundar, ¿Trabajando duro o durando en el trabajo?, en el que se abordan distintas problemáticas asociadas a ese mundo (informalidad, jubilaciones, legislación y reformas, pymes) con una perspectiva analítica.

Hoy se me ocurrió escribir sobre un tema bastante particular: correr. No soy runner ni velocista, como se podrán imaginar, y de hecho no me encanta correr. Me fatiga, un poco me aburre, o por lo menos eso me pasó las veces que intenté salir a trotar. (Prefiero correr en grupo persiguiendo algo: una pelota). Pero a su vez, desde la ventana del espacio donde escribo esto, es frecuente ver pasar gente corriendo, entrenando. Me gusta saber que mi quietud tiene esa contraparte: alguien avanza y se ejercita mientras yo estoy acá sentada tecleando.

El correr, además, puede ser metáfora de escape o de nuevo comienzo. Huir hacia adelante. No mirar atrás. Sobreponerse a la adversidad corriendo, atravesando obstáculos. Llegar a alguna meta (hacemos “carreras” universitarias) o a alguien que nos espera al final de ese camino. También está el correr en peligro para escaparse, por ejemplo, de la policía. “Corro para aprender a aguantar lo que no se aguanta, para no llegar a ninguna parte, para romper el insano silencio del mundo”, dice Leila Guerriero, y me da ganas de ponerlo en práctica para los años que se vienen.

Entonces: este será un Hilo sobre libros y obras que hablan de corridas, o de vidas de corredores. Y terminaremos con una pequeña pero concisa selección de canciones. Empecemos.

En Cenital nos importa que entiendas. Por eso nos propusimos contar de manera sencilla una realidad compleja. Si te gusta lo que hacemos, ayudanos a seguir. Sumate a nuestro círculo de Mejores amigos.

Murakami runner

UNO. De qué hablo cuando hablo de correr

Hay escritores que corren. Uno de esos casos es el del famosísimo japonés Haruki Murakami, quien cuenta en De qué hablo cuando hablo de correr su relación con esta disciplina. Parece que en 1982, después de regentear durante años un local de jazz, Murakami decidió dedicarse exclusivamente a la escritura. Y en ese momento, también empezó a correr. Se entrenó y al año siguiente ya estaba corriendo maratones. Así como aumentaron los libros que fue publicando y tuvo mucho éxito de ventas, también participó de muchas carreras de larga distancia en distintas ciudades y parajes. En esta especie de crónica reflexiva, un poco filosófica y sobre todo llena de anécdotas, el autor de Tokio blues cuenta cómo las carreras fueron moldeando su personalidad y qué obstáculos (físicos y psicológicos) tuvo que atravesar para superarse y resistir. Me dio gracia esta cita del libro que les comparto, porque efectivamente yo, que no corro, me suelo preguntar en qué piensan las personas mientras corren y Murakami me respondió: no importa, no es algo que se recuerde.

A menudo me preguntan en qué pienso cuando estoy corriendo. Los que me formulan preguntas de esta índole son, por lo general, personas que nunca han vivido la experiencia de correr durante una larga temporada. Y cada vez que me hacen una pregunta de esta clase, no puedo evitar sumirme en una profunda reflexión: «Vamos a ver, ¿realmente en qué pienso mientras corro?». Y, para ser franco, no consigo recordar bien en qué he venido pensando hasta ahora mientras corría.

DOS. Corro porque escribo

Otra escritora que corre es Leila Guerriero. Ella publicó mayormente perfiles de personas con vidas extrañas o atractivas, y también textos sobre las claves del periodismo narrativo. Pero hay un libro de ella que me parece impactante y sofisticado: Teoría de la gravedad. Lo he mencionado varias veces acá. En 212 páginas se reúnen algunas de sus columnas del diario español El País. Todas tienen la misma extensión (exactamente la misma cantidad de palabras) y todas son buenísimas. Obras depuradas de la síntesis y de la capacidad de transmitir emociones e ideas en pocas líneas. Puedo abrir el libro en cualquier parte y encontrar algo que me interpele. Entre todas las columnas, hay una que se llama “Comulgar” que habla de correr. Les dejo un fragmento, y les recomiendo que si no lo tienen ya, se regalen este libro.

Yo corro. Corro poco, corro treinta minutos cada día, pero corro. Corro siempre por el mismo circuito, corro como un hámster, como un perro entrenado, corro por las calles de mi barrio, entre el paredón del cementerio y los talleres mecánicos, entre las veredas rotas y los autos en estado de desastre. Corro. Corro siempre sola, siempre con música, siempre en las tardes aunque a veces — pocas — corro también en las mañanas. (…) Corro porque me gusta sentir la furia de los músculos, la arrogancia del cuerpo, y porque cada vez es la primera: porque cada vez hay que remontar el agobio y las ganas de no correr y el horror de los primeros minutos hasta que, en algún momento, todo desemboca en un cono de silencio en el que no hay tiempo, ni frío, ni calor, ni cansancio, ni desesperación: sólo la voluntad de permanecer allí para siempre, en ese lugar horrible como si fuera el paraíso. Corro. (…) Corro para escribir. Corro porque escribo. Porque es igual de inútil, igual de necesario, igual de pavoroso.

Emil Zátopec

TRES. Emil Zátopec por Jean Echenoz

El escritor francés Jean Echenoz escribió una especie de trilogía sobre personajes históricos. Se detuvo en la vida del compositor Maurice Ravel, del inventor e ingeniero Nikola Tesla, y en la del corredor Emil Zátopec en su libro llamado, simplemente, Correr, publicado por Anagrama. Con esa prosa tan elegante y depurada, Echenoz va desplegando datos y pequeñas anécdotas de la vida de esta leyenda checa, el hombre apodado “la locomotora humana”, que rompió uno por uno todos los récords de velocidad. Zátopec (1922–2000) ganó un montón de medallas de oro y también inventó métodos específicos de entrenamiento para corredores. Se volvió invencible. Tanto, que no pudo pararlo ni el régimen checoslovaco, que lo tuvo espiado, limitando sus viajes y distorsionando sus declaraciones. En este libro se nos habla de los cuarenta años de trayectoria de Zátopec como corredor. De cómo pasó de ser un jovencito de la clase trabajadora que nunca había entrenado, a ser un ídolo de la historia del deporte de su país. Y también cuenta su decadencia, cuando fue expulsado del Partido Comunista, y cómo terminó trabajando de barrendero para subsistir hasta que falleció a los 78 años. Un libro sencillo y a la vez impactante sobre esas vidas que solo conocemos de prestado. Acá pueden leer el comienzo.

Abebe Bikila.

CUATRO. La historia de Abebe Bikila en Roma

¿Conocen a Abebe Bikila? Miren bien la foto de arriba y noten cuál es su diferencia con el resto de los maratonistas. Sí, está en patas. Fue el primer maratonista africano en ganar una medalla olímpica y nada menos que descalzo. Porque él corría así. No sabía correr de otra manera. Sucedió en Roma, en 1960. Bikila (Etiopía, 1932–1973) de muy joven era parte de la guardia imperial que protegía al emperador Selassie. Se aficionó a correr y lo descubrió un entrenador sueco que lo llevó a competir. Estuvo a punto de quedar afuera del seleccionado de maratonistas de la Olimpíadas, pero por la lesión de un compañero ocupó su lugar. Adidas quería que sus deportistas lucieran sus zapatillas (ya en esa época los sponsors imponían sus condiciones), pero Bikila no hizo caso y corrió descalzo la maratón por los barrios más emblemáticos de Roma con zancadas ligeras y naturales hasta que se hizo de noche y ganó la medalla de oro. Acá está el video de la transmisión de la época, buenísimo.

CINCO. Correr en Campo de Mayo

En 2019, el escritor argentino Félix Bruzzone publicó su última novela llamada Campo de Mayo. Ahí el personaje principal, Fleje, es un hombre que se la pasa corriendo. Y nada menos que en la guarnición militar más grande del país (donde estuvo detenida-desaparecida la madre de Félix durante la última dictadura, y muy cerca de donde él se mudó sin conocer de antemano ese dato). Fleje corre, resiste, insiste, queda atrapado en una especie de dimensión paralela en la que solo necesita correr ahí. Se cuela en el predio y lo ocupa de esa forma. Corre descalzo, como Bikila. Incansable, terco. Hacia adelante, hacia una serie de aventuras con las que se va cruzando, que se mezclan con sus sensaciones físicas. La novela de Bruzzone tiene una contrapartida audiovisual: Camuflaje, la película documental dirigida por Jonathan Perel estrenada en 2020 en la que Félix asume un poco el rol de Fleje pero en la realidad, y corre por Campo de Mayo. También entrevista informalmente a distintos personajes de la zona que usan el predio de curiosas maneras. ¿Cómo conviven los vecinos con ese pulmón verde? ¿Qué huellas del pasado macabro quedaron en el presente? Campo de Mayo es un espacio cargado de muerte y dolor, pero también de una flora y fauna caótica y abundante, que forma un ecosistema propio que el escritor va conociendo mientras corre y conversa. Hace unos meses entrevisté a Bruzzone para el Malba y hablamos de estas y otras cosas. Les dejo por acá la conversación por si la quieren escuchar.

Félix Bruzzone.

SEIS. Música de correr

Antes de terminar, dejemos por acá tres temazos que involucran la corrida.

  • Velvet Underground: “Run run run”. Un clásico del disco también clásico de 1967 que es Velvet Underground & Nico. Cuenta la historia de cuatro personas que por distintos motivos tienen que salir corriendo. Y la canción tiene esas guitarras que parecen estar picando también.
  • Bruce Springsteen: “Born to run”. El tema (y el álbum) más emblemático del músico norteamericano. Les dejo por acá una versión acústica solo con guitarra y armónica en vivo en Los Ángeles en 1988 (el tema es de 1975).
  • Brian Eno: “I’ll come running”. Esta canción ¿de amor? está en ese disco genial (¡también de 1975!) que es Another Green World. En ella, alguien está observando pacientemente desde la ventana, espera que llegue una persona para ir corriendo a atarle los zapatos. “I’ll come running to tie your shoe”, dice el estribillo, porque también se puede correr para ayudar a que otro no se tropiece. Me parece muy romántico.

Ahora sí, me despido hasta dentro de quince días. El próximo será el último #Hilo del año.

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Gracias por leer. Y por favor cuidate mucho.

Malena

Es licenciada en Letras por la UBA y trabaja hace muchos años en la industria editorial. Fue editora en las revistas El Interpretador y Los Inrockuptibles. Forma parte del equipo de Caja Negra, una editorial psicoactiva y heterogénea. Tiene un ciclo de entrevistas con escritores y escritoras en el Malba. Si los libros fueran comestibles, podría alimentar a miles de personas con los que acumula en su biblioteca. Lo que más le gusta es viajar.