Adonde vamos no necesitamos privacidad

Hola, ¿cómo estás? Espero que lo mejor posible dadas las circunstancias. A mí el aislamiento me está dejando ¿demasiado? tiempo para pensar. De ahí que el correo de hoy, además de ser largo, probablemente esté acompañado por una serie de reflexiones algo desordenadas. Te pido […]

Hola, ¿cómo estás? Espero que lo mejor posible dadas las circunstancias. A mí el aislamiento me está dejando ¿demasiado? tiempo para pensar. De ahí que el correo de hoy, además de ser largo, probablemente esté acompañado por una serie de reflexiones algo desordenadas. Te pido disculpas de antemano.

Empecemos.
 

Desde que llegó el COVID-19 a nuestras vidas, desde el Poder Ejecutivo se lanzaron varias medidas de emergencia. Muchas de ellas –algunas más macro como el Ingreso Familiar de Emergencia y otras más micro y básicas como que los dueños de inmuebles acepten el pago del alquiler a través de transferencias bancarias– me parecen ineludibles medidas para esta coyuntura, pero no puedo dejar de pensar que podrían ser interesantes también para el largo plazo.

En un análisis semántico algo básico del acrónimo DNU (Decreto de Necesidad y Urgencia) podríamos preguntarnos: ¿Prima la necesidad o nos limitamos con la urgencia? O, como de manera mucho más lúcida indicaron en esta nota Pablo Touzon y Martín Rodríguez, “habrá seguramente dos grupos de urgidos: los que querrán que cuando ‘esto pase’ todo vuelva a la normalidad; los que querrán que cuando ‘esto pase’ todo haya cambiado”.

Vamos con una de las medidas que me hizo sentir parte del segundo grupo.

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Congelamiento de alquileres y sintonía fina

Como te adelanté la semana pasada, Alberto Fernández finalmente lanzó un Decreto de Necesidad y Urgencia con medidas de alivio para quienes alquilan su vivienda. A grandes rasgos, el Decreto establece lo siguiente: suspensión de los desalojos por falta de pago y congelamiento de alquileres por 6 meses, prórroga de los contratos, lo adeudado se va a pagar en cuotas sin interés, los dueños están obligados a compartir los datos de una cuenta bancaria para que el inquilino pague el alquiler.

Al respecto, me parecieron interesantes dos análisis e información que difundieron organizaciones que trabajan cotidianamente la problemática inquilina. Uno es el de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) y el otro es el de Inquilinos Agrupados, la asociación liderada por Gervasio Muñoz, desde donde elaboraron una guía de preguntas y respuestas que si alquilás te puede servir para evacuar varias dudas.

El texto de ACIJ, por su parte, hace un análisis punto por punto que me pareció interesante para una posible sintonía fina de la medida.

Sobre los desalojos la organización destaca que el decreto “si bien asegura que muchas familias no pierdan su vivienda, (…) no abarca la totalidad de situaciones de riesgo de desalojo. Por ejemplo, las familias que viven en casas tomadas o en otras circunstancias donde no media un alquiler formal, no están incluidas porque sus desalojos no dependen del pago de una mensualidad. Dado que existen muchas personas en esta situación esperamos que se tomen medidas para evitar cualquier tipo de desalojo”.

Sobre el congelamiento el Decreto establece que “aquellas personas propietarias que perciban el alquiler como forma de subsistencia para cubrir sus necesidades básicas quedan exceptuadas (…), es decir que pueden exigir el pago del alquiler con el aumento correspondiente. Todavía no está claro con qué criterios y mecanismos se va a operativizar este artículo”.

Sobre la resolución de las deudas derivadas de la falta de pago porque la persona que alquila se quedó sin ingresos, el Decreto plantea que esa deuda se pueda pagar en seis cuotas. Desde ACIJ plantearon que si bien esta es una medida de alivio importante en realidad “no se sabe a ciencia cierta cuál será la capacidad de pago de los hogares inquilinos para afrontar, luego de finalizado el período del decreto, la cuota del alquiler y la moratoria de sus deudas”. La organización civil destaca que una medida similar fue impulsada en España por grandes tenedores de vivienda como Blackstone para evitar la falta de pago.

Sobre la obligatoriedad de otorgar la posibilidad de pago a través de transferencia bancaria ACIJ sostiene que “es un principio de blanqueamiento de un mercado que hoy funciona con una total opacidad”. Además, destacan que va en línea con lo propuesto en la Ley Nacional de Alquileres que ya tiene media sanción de Diputados y que espera ser aprobada en el Senado, plantea el registro de los contratos de alquiler ante la AFIP, algo muy poco común hasta ahora y por lo que se calcula que el fisco pierde una recaudación de miles de millones de pesos. Sólo por las propiedades alquiladas, desde Inquilinos Agrupados calculan que se pagan “en negro” alrededor de 4.000 millones de pesos todos los meses.

Sobre el cierre de este correo, el Frente de Inquilinxs Nacional alertó ante muchas consultas acerca de inmobiliarias queriendo cobrarles a los locatarios el costo un extra por el costo de la transferencia bancaria: “Si sos usuario final, no tienen cargos ni comisiones las transferencias en pesos o en dólares que ordenes o recibas. Para los clientes que no sean usuarios finales, son gratuitas las transferencias ordenadas o recibidas por medios electrónicos (ATM y homebanking) por hasta el importe de $250.000 acumulado diario”.

Hay también casos de inmobiliarias que para no pagar el 2% del costo de la transferencia les aconsejan a los dueños que las contrataron que no cobren el alquiler hasta el final de la cuarentena. Si trabajás en una inmobiliaria, ojo con el destinatario del mensaje.

¿Privacidad? Adonde vamos no necesitamos privacidad

Bueno, acá una de las cuestiones que no me gustaría que perduren post cuarentena.

El entusiasmo, para mi gusto desmedido, que provoca ver un mapa con muchos colores o un gráfico con un montón de datos a veces anula el pensamiento crítico sobre la información que contienen, y en particular sobre su origen. Si cuando compartís este tipo de información mencionás los términos “big data” o “data mining”, el éxito es casi asegurado. Pero se trata de un arma de doble filo.

Me pasó con unos mapas que publicó el equipo de Grandata, una empresa radicada en San Francisco, pero con varios de sus miembros argentinos, cuyo fin era analizar el grado de cumplimiento de la cuarentena en el país en base a datos de localización de los celulares provista por las apps que los usuarios se habían descargado.

Seguramente ya lo sabías: casi todas las aplicaciones de tu celular saben dónde estás y por dónde te movés. Vos les diste permiso para que lo supieran con la condición de poder usarlas. Para lo que no les diste permiso –al menos explícitamente– es para que compartieran esa información con otras personas o entidades.

Más allá de las limitaciones del estudio de Grandata, se mostraba algo fácil de constatar con otras fuentes, que ya se sabía y que también puede conducir a estigmatizaciones, más que nada porque en ningún momento los responsables del estudio hacían un análisis de las razones del fenómeno. Lo que se mostraba era algo que venimos charlando acá: que a los hogares más pobres les cuesta más cumplir la cuarentena obligatoria.

No voy poner el link al estudio por varias razones: no cumple con reglas básicas de anonimización de los datos y la metodología no es rigurosa, lo cual hace que podamos llegar a conclusiones erróneas. Probablemente no haya sido mala intención de los autores y en realidad tenga que ver con la ansiedad por decir algo o hasta incluso por ayudar. Veamos.

La Fundación Sadosky, una institución público-privada cuyos miembros impulsan varios proyectos utilizando grandes bases de datos e inteligencia artificial, publicó un artículo titulado Inteligencia artificial en épocas de pandemiaque me pareció interesante para pensar este tema.

Una de las fallas de los estudios apresurados, señalan desde Sadosky, es que “requieren que el usuario ceda información personal sensible, como puede ser su historial de geolocalización, su estado de salud o incluso sus radiografías, sin una política clara de privacidad, ni de protección de datos. Y esto en desarrollos apresurados e inmaduros supone un riesgo adicional de filtración de datos”.

Otro artículo que me pareció interesante sobre este tema fue uno firmado por Amanda Makulec, especialista en visualización de datos. Lo tituló 10 consideraciones que tenés que tener antes de crear otro gráfico acerca del COVID-19. Lo primero: “Considerá si tu creación provee una información valiosa que amerita que esté en el dominio público. Si la respuesta es no, quizás lo mejor sea que te la quedes para uso personal”, sentencia.

Van algunos de los 10 puntos de Makulec, resumidos:

  • Una gran cantidad de casos individuales es una buena fuente de información, pero no siempre son fáciles de visualizar y pueden confundir. La autora linkea a este muy buen artículo: Mapear el coronavirus, responsablemente.
  • El coronavirus no es una sentencia de muerte y los mapas deberían reflejar eso. Se pueden mostrar –cuando sea posible– los casos de personas recuperadas y evitar los valores absolutos.
  • No usar siempre la escala de rojos, que suele despertar pánico y alarma en la población.
  • Considerá el lado humano de los datos. Si creés que alguien –potencialmente infectado– no se sentiría cómodo leyendo lo que estás mostrando, revisalo.
  • Tené en cuenta las consecuencias que puede tener para una comunidad los datos que vas a mostrar. Los datos pueden conducir a estigmatizaciones de ciudades enteras.
  • Y la frase que más me gustó: “Los datos epidemiológicos no están hechos para que tengas algo de lo que presumir en Twitter”.

En Estados Unidos, después del ataque a las Torres Gemelas se promulgaron varias leyes con la excusa de combatir al terrorismo. Una de ellas fue la Ley Patriótica (Patriot Act). Sin entrar en detalles, esa ley habilitó, entre otras cosas, a que el gobierno acceda a cualquier dato de una persona en territorio estadounidense sin la previa orden judicial. ¿Puede una pandemia hacer resurgir iniciativas de este tipo?

Creo que es un buen momento para recordar este artículo que salió publicado en The New York Times hace bastante tiempo y dio mucho que hablar porque puso al descubierto el nivel de detalle de datos geolocalizados con el que algunas empresas cuentan (las visualizaciones son impresionantes).

Un párrafo de aquella nota me parece ilustrativo: “Los negocios dicen que su interés está en los patrones de consumo y no en las identidades. Enfatizan que la información que recolectan no tienen el nombre o el número de teléfono de alguien pero sí una ID única. Pero aquellos que tienen acceso a los datos crudos –incluso empleados o clientes– pueden identificar a una persona sin su consentimiento. Podrían seguir a una persona que conocen simplemente viendo en qué lugar pasa más tiempo con sólo saber su dirección”. En este momento donde la libertad de circulación y la salud aparecen como valores contrapuestos puede ser interesante releer artículos como este.

Bailando por un plato de comida

Desde que empezó te vengo contando que la cuarentena no es igual para todas las familias. Otra cosa que preocupa cada vez más (a mí, pero seguro no estoy solo) es que el accionar de las fuerzas de seguridad para hacerla cumplir tampoco es igual en todos los lugares del país. La semana pasada se conoció un video en el cual tres gendarmes hacían “bailar” a dos hombres que habían violado el aislamiento social preventivo y obligatorio. Fue justo el 24 de marzo. Fernando Soriano decidió indagar en la historia de esos dos hombres y escribió esta nota que me parece que vale la pena que leas.

Una situación aún más grave se vivió en la ciudad de Buenos Aires y tuvo como protagonista al propio Subsecretario de Seguridad, Juan Pablo Sassano. El funcionario porteño detuvo personalmente a Martín, un paciente oncológico que se dirigía desde su casa en San Martín, provincia de Buenos Aires, hasta la guardia en el barrio de Agronomía.

Las apps de delivery, esenciales

No suelen ser destinatarios de los aplausos de las 21 pero los repartidores de apps como Glovo, PedidosYa y Rappi tomaron un protagonismo especial ya que ayudan a que las personas se queden en sus casas acercándoles comida y otros productos hasta las puertas de sus casas. Es difícil encontrar sectores de la economía a los que les esté yendo mejor que antes de la cuarentena. Estas apps parecen ser uno de ellos.

Un estudio de Perfil reveló por un lado que los pedidos –y por ende la facturación de estas empresas por el cobro de comisiones– aumentaron alrededor de un 30% en total y, por otro, que los rubros con mayor aumento fueron los supermercados (35%) y farmacias (50%). Además, las personas piden más productos que antes en un solo pedido.

“Refugios” con distanciamiento social y vivienda ociosa

Esta semana se viralizó una foto de un estacionamiento en Las Vegas, donde pintaron cuadrados para que las personas en situación de calle sigan durmiendo en la calle, pero con distanciamiento social. Las autoridades municipales se justificaron diciendo que un refugio con 500 camas había tenido que cerrar a causa de un contagio.

Al toque que vi esa foto pensé en el 10% de viviendas vacías que hay en la ciudad de Buenos Aires y también en este tweet de Javier Madariaga, que señaló, en base a datos de Inside Airbnb, que en CABA hay 17 mil departamentos o casas enteras publicadas para alquiler por medio de Airbnb –en este contexto muy probablemente vacías– y se pregunta si no podrían usar para personal de salud o personas que deberían estar aisladas pero no tienen dónde aislarse. En España, no Airbnb pero sí la Federación Española de Asociaciones de Viviendas y Apartamentos Turísticos (Fevitur) ofreció al gobierno sus departamentos “para lo que se pudiera necesitar”.

Este tipo de desequilibrios me retrotrae a una pregunta que te hice hace algunos correos atrás: ¿Es muy descabellado pensar en aplicar la Ley de Abastecimiento a un bien esencial como es una vivienda digna en medio de la emergencia sanitaria?

Bonus tracks

Un mapeo sobre la vulnerabilidad social frente al COVID-19 en Chile. Hoy hablamos de lo peligroso que es publicar gráficos y mapas sin demasiada reflexión ni cautela previa. En contrapartida, Juanizio Correa Parra (@Juanizio_C), un geógrafo chileno, mapeó las áreas más vulnerables de su país a través de un indicador que tiene en cuenta variables clave a la hora de pensar la prevención del COVID-19. Te recomiendo que le des una mirada a su trabajo.

Mi casa es tu casa. Hoy también hablamos sobre las medidas que tomó el Gobierno nacional para aliviar la situación de los inquilinos. En esta nota para revista Crisis, Sebastián Rodríguez Mora cuenta en primera persona las desventuras de buscar un alquiler decente en la ciudad de Buenos Aires, y de paso nos tira mucha información sobre un mercado que espera ser regulado.

Los secretos de La Plata. Un día quiero dedicar todo un correo a escribirte sobre La Plata, una ciudad que para los urbanistas es Disney, y no lo digo por la República de los Niños. Mientras tanto te quiero compartir este hilo que armó Juan Manuel Lauria (@juanmalauria) sobre algunos secretos que esconde la ciudad planificada por Dardo Rocha y compañía.

¿La culpa es de la densidad? En Nueva York, con el 40% de los casos de coronavirus de Estados Unidos, es el epicentro de la pandemia en el país gobernado por el escéptico Donald Trump. Si se le suma Nueva Jersey, que está al lado y forma parte de la misma área metropolitana, juntos suman más de la mitad de los casos. Muchos arriesgaron una explicación fácil y casi de sentido común: la densidad poblacional, particularmente alta en NY, propaga el virus. Pero esta nota que me pasó Juan Elman indica que no es tan así.

Reciclar en tiempos de cuarentena. Si separás residuos y vivís en la ciudad de Buenos Aires tené en cuenta que la recolección de reciclables está suspendida. Acá algunos consejos que me parecieron muy útiles de @lalocadeltaper, una cuenta que te recomiendo fuerte.

Eso es todo por hoy, amigue. Espero que hayas disfrutado de leer este correo tanto como yo disfruté escribirlo. Si te quedaste con ganas de saber más sobre este y otros temas, hoy a las 19 vamos a estar transmitiendo en vivo desde Instagram. Si superamos los 500 espectadores intento hacer jueguitos con un papel higiénico.

Que tengas un lindo fin de semana.

Abrazos,

Fer

Escribe sobre temas urbanos. Vivienda, transporte, infraestructura y espacio público son los ejes principales de su trabajo. Estudió Sociología en la UBA y cursó maestrías en Sociología Económica (UNSAM) y en Ciudades (The New School, Nueva York). Bostero de Román, en sus ratos libres juega a la pelota con amigos. Siempre tiene ganas de hacer un asado.