2023, el año de la transición sostenible argentina

Nuevo ciclo, nuevas metas. Qué producimos en Argentina y cómo estamos parados frente a los desafíos. Algunas cosas a tener en cuenta para un proceso que se hace cada día más urgente.

¡Hola! ¿Cómo estás?

Espero que estés pudiendo descansar, yo estoy disfrutando de una Buenos Aires bastante vacía y tratando de anoticiarme de que después de un fin de año tan agitado ahora se viene un 2023 de elecciones y de una nueva oportunidad para pensar y trabajar en la Argentina que queremos. 

Pero antes de ponernos serios, quería empezar agradeciendo porque este es el tercer año de #InfinitoPuntoVerde. Es un tema y un newsletter que se sostiene gracias a todos los que lo leen y comparten, que lo usan para dar clase, para abrir discusiones, para levantar un tema en una empresa o un área de gestión. Es un honor y un placer saber de todos los espacios en los que estos temas van apareciendo. Y, particularmente, gracias a quienes aportan a la comunidad Cenital que en última instancia son los que también posibilitan que el contenido esté disponible para todos. 

¿De qué vamos a hablar este año?

Año nuevo, metas nuevas, decíamos. Como ya cubrimos una gran cantidad de los temas ambientales “clásicos” –que si venís siguiendo el news desde sus inicios ya sos prácticamente experto en el tema–, me pareció interesante aprovechar estos meses para meternos en profundidad a pensar y discutir la transición al desarrollo sostenible de nuestro país. Ojalá te cope. 

Se escucha mucho esto de que “hay que cambiar los patrones de producción y consumo”, pero ¿qué significa eso realmente?  ¿Qué cosas y de qué forma queremos producir y qué no? ¿Sabemos lo que producimos actualmente? ¿De qué trabajamos argentinos y argentinas? Qué le vendemos al mundo, qué nos va a pedir en el futuro, cómo se configura una transición justa… poco a poco quiero que podamos ir respondiendo estas preguntas para tener mejor dimensión y más herramientas para pensar/encarar este desafío.

En Cenital nos importa que entiendas. Por eso nos propusimos contar de manera sencilla una realidad compleja. Si te gusta lo que hacemos, ayudanos a seguir. Sumate a nuestro círculo de Mejores amigos.

Empecemos.

¿Cómo pensaríamos la transición?

Con intención de no complicarla demasiado, lo que le tendríamos que pedir a la transición son básicamente tres cosas:

  1. Ambiente. La reducción de los impactos ambientales (emisiones de gases de efecto invernadero, uso y contaminación del agua, presión sobre la naturaleza, avance de la frontera productiva, uso de sustancias peligrosas, etc.) de todas las actividades humanas.
  1. Social. La garantía de los derechos sociales y la protección del empleo tanto durante el proceso de transición como en el modelo de destino.
  1. Economía. La sostenibilidad económica del camino. Mientras la lógica de funcionamiento del mundo no sea diferente, es menester que nuestra transición atienda a las restricciones y necesidades de la economía nacional a fin de hacerlo un proceso viable y que no nos termine dejando en un lugar peor que del cual partimos.

Hay diferentes imágenes conceptuales para visualizar esta idea. La más tradicional es la del desarrollo sostenible donde hay una figura que equilibra cada una de las tres dimensiones. La más nueva es la de la dona de la economista Kate Raworth que en vez de ese equilibrio entre ambiente, sociedad y economía plantea unos círculos concéntricos donde la economía tiene que responder a las necesidades humanas, en tanto que la sociedad debe enmarcarse dentro de los límites planetarios. 

En el primer news de la historia de #InfinitoPuntoVerde hablamos de esto, por si te interesa saber más.

Más allá de cuál imagen o concepto nos guste más, el primer paso necesario para avanzar en la transición es un diagnóstico certero del lugar desde el que arrancamos. 

¿Cuáles son las actividades económicas más relevantes en nuestro país?

Para empezar, veamos cuáles son las actividades económicas que se llevan adelante en Argentina y su importancia relativa. En el siguiente cuadro vemos cuánto valor agrega cada sector y actividad económica.

Elaboración propia en base a INDEC.

En el cuadro vemos que la industria y el comercio aportan el 20% respectivamente, y le siguen: 

  • Las actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler (11%, aquí se incluyen servicios inmobiliarios pero también software, estudios jurídicos y contables, servicios de arquitectura, diseño, call centers, etc.), 
  • El agro y la administración pública y defensa representan un 7% cada uno. 
  • Luego, enseñanza (6%) transporte y comunicaciones (5%), salud (5%), petróleo y minería (4%) y construcción (4%). 
  • Y en el pelotón del final se juntan intermediación financiera (3%), otras actividades de servicios (2%, por ejemplo cines, teatros, actividades deportivas, etc.), hoteles y restaurantes (1%), electricidad, gas y agua (1%), servicio doméstico (0,58%) y pesca (0,37%).

La mayoría de los sectores también se desagregan en actividades más específicas que se observan en el cuadro o en el informe del INDEC acá. Por ejemplo, dentro de la industria el mayor peso es de alimentos y bebidas (6% del total), mientras que dentro del agro son los cultivos agrícolas (5% del total, principalmente soja, maíz y trigo). Asimismo, los hidrocarburos tienen una importancia bastante mayor (3,41%) que la minería (0,90%).

Es importante tener en cuenta que estos porcentajes corresponden al año 2021, donde todavía no nos habíamos recuperado del todo de la pandemia. De hecho, algunos sectores, como hoteles y restaurantes tuvieron una contribución a la economía relativamente acotada producto de que todavía estaban en niveles muy inferiores a la prepandemia.

¿Dónde se genera empleo?

El segundo punto del cual hablamos fue la justicia de la transición en términos de garantizar derechos, protección de los más vulnerables y, particularmente, la protección del empleo. 

Por eso es relevante que miremos cómo se compone el empleo actualmente en nuestro país. En el siguiente cuadro vemos cuánto aporta cada sector. A modo de referencia, en total hay unos 21 millones de puestos de trabajo en la economía, de modo que un sector que explique el 10% del total genera alrededor de 2 millones de empleos. 

Fuente: elaboración propia a partir de INDEC.

Lo primero que observamos es que el cuadro es un poco diferente al anterior. Porque no hay una correspondencia exacta entre el valor y el empleo que aporta cada sector. Por ejemplo, mientras que la construcción aporta 4% del valor agregado, en generación de empleo es mucho más relevante con un 8%. Asimismo, petróleo y minería aporta 4,30% de la producción total y solo 0,49% de empleo. ¿Por qué sucede esto?

Las actividades económicas son diferentes, cumplen diversas funciones y aportan otras cosas a la economía de un país. Por ejemplo, el trabajo en casas particulares o la construcción son particularmente intensivos en mano de obra. Esto significa que su contribución al empleo es superior que su contribución al PBI. En cambio, actividades como el petróleo, la minería y buena parte de la industria (particularmente, la industria química, la farmacéutica, la automotriz o la siderúrgica) son intensivas en capital, que es lo mismo que decir que contribuyen más al PBI que al empleo. Por lo general, las actividades más intensivas en capital suelen generar mayor empleo indirecto (esto es, en otras actividades conexas), y suelen ser de mayores salarios y formalidad que las más intensivas en trabajo. También suelen ser actividades más masculinizadas.

Es importante tener en cuenta esta disparidad porque la transición tiene que ser pensada tanto en sostener y generar el mayor (y mejor) empleo posible, pero también en el agregado de valor. 

Transición, ¿hacia dónde?

Bien. Ahora que tenemos una foto de nuestra estructura productiva podemos avanzar en pensar la transición.

En este momento es importante diferenciar entre dos procesos que tienen que ocurrir al mismo tiempo. Por un lado, la reducción de los impactos ambientales de todas las actividades que llevamos adelante actualmente. Y, por el otro, la transición hacia una estructura socio-productiva más sostenible en su conjunto.

Usemos un ejemplo para bajarlo de la nube de la abstracción.  Tomemos el caso de los hidrocarburos. Sabemos que son nocivos para el clima porque al quemarlos emiten gases de efecto invernadero y por eso se están desarrollando alternativas para ir saliendo de su dependencia. Sin embargo, mientras sigamos explotando y usando petróleo necesitamos hacerlo cada vez con menor impacto ambiental a través de la mejora de los procesos de extracción, aumentando la eficiencia del consumo en industrias, transporte y hogares e incluso incorporando tecnologías que permitan capturar las emisiones. Y, complementariamente, debemos ir trabajando en el cierre gradual de todo el sector hidrocarburífero, y la aceleración de su reemplazo. Esto implica tener en cuenta infinidad de cuestiones como:

  • Empleo: ¿dónde van a trabajar todas las personas que se desempeñan en actividades económicas vinculadas a los combustibles fósiles? ¿Qué nuevos perfiles técnicos se necesitan para el desarrollo de las energías renovables? Actualmente el sector de la energía es predominantemente masculino, ¿cómo hacemos para que la transición incorpore más mujeres?
  • Ambiente: ¿qué matriz energética es la que mejor funciona en términos ambientales y sociales en Argentina? ¿De qué manera llevamos adelante las actividades ligadas a la energía renovable con bajo impacto ambiental, por ejemplo, la explotación de litio
  • Economía: ¿podemos producir la tecnología necesaria para la transición o la tenemos que importar? ¿Cuántos dólares se necesitan? ¿Si migramos a una economía descarbonizada, qué hacemos con la producción de autos a combustión en el país?

De manera similar, tenemos que  pensar en cada uno de los sectores productivos, tenemos que analizar cuáles son sus impactos ambientales, como cuál será su lugar en un escenario de mayor sostenibilidad. Si bien no hay claridad sobre los tiempos, sí sabemos que el mundo de la neutralidad del carbono tendrá muy poco o ningún lugar para los combustibles fósiles, el transporte convencional, los plásticos de un solo uso, la deforestación, el uso intensivo de agroquímicos, etc. 

En tanto que habrá mucho más espacio para la movilidad sostenible, la industria del reciclado, las energías renovables, y todas las actividades asociadas.

A falta de un indicador agregado de impacto ambiental y rol en la transición -sería importante armarlo ;)- no tengo un cuadro unificado para mostrar, sino que es menester mirar con atención nuestra estructura productiva, identificar dónde están los mayores riesgos y dónde las oportunidades para ir yendo hacia un esquema más sostenible. 

A lo largo del año vamos a ir mirando sector por sector para entender su actualidad y su proyección a futuro.

En la próxima entrega vamos a agregar una complejidad adicional al diagnóstico de hoy que es la canasta exportadora: de lo que producimos, ¿qué le exportamos al mundo? ¿Qué riesgos y qué oportunidades brinda la transición global hacia la economía verde a las exportaciones argentinas? 

Si tenés algo interesante para que lea sobre el tema, un dato, algo que sume al news o tal vez una propuesta, una pregunta,  por favor mandámela, que esto es un diálogo. Mi propósito 2023 es ser más como Facu Cruz y citar a mis propios lectores.

Te mando un abrazo grande y nos leemos la próxima, que será dentro de un mes porque estamos en modo verano. Que disfrutes el calor de estos días *ruido de lata de cerveza abriéndose*.

Eli

Soy licenciada en Ciencias Ambientales, magíster en Políticas Públicas y becaria doctoral en Ciencia Política en la UNSAM. En todos los ámbitos que puedo me dedico a sumergirme en los dilemas que nos presenta el desarrollo sustentable, uno de los mayores desafíos que enfrentamos en este siglo.