El mismo equipo, la misma unión: Argentina toca y pasa en la Copa América

Sin Messi y sin Scaloni, pervive el colectivo en la selección. Fueron 17 toques en la secuencia del primer gol de Lautaro Martínez. La posesión no es exhibicionismo: es fecunda, un disfrute con la pelota.

Sin Lionel Messi en la cancha y sin Lionel Scaloni en el banco de suplentes, la selección argentina, la campeona del mundo y la defensora del título en la Copa América, anda igual, toca y pasa: sin el crack y sin el DT, sigue siendo la selección que conocemos, la de #ElÚltimoBaile por la despedida de Ángel Di María, la leyenda de documental que en el Hard Rock de Miami volvió a destellar en el 2–0 ante Perú en el cierre del grupo A. Di María, ayer capitán, es uno de los mejores futbolistas que vistieron la camiseta celeste y blanca en todos los tiempos (para muestra, basta ver el pase-gol en el primero de Lautaro Martínez, o el pase de caño en la jugada que derivó en el penal que luego falló Leandro Paredes). A los 36 años, Di María es un jugador en sepia pero que, paradójicamente, pleno de sabiduría, irradia colores. Pero sobre todo, Argentina vive una remake de El mismo amor, la misma lluvia: jueguen quienes jueguen, siempre serios, pervive el mismo equipo, la misma unión.

Con cinco goles a favor y ninguno en contra, Argentina, un colectivo, un team protagonista, jugará los cuartos de final el jueves a las 22 ante Ecuador, México o Venezuela en el NRG de Houston. Y la unión en la cancha, en reiteradas jugadas, al margen de los yerros posibles, de los ritmos a veces pastosos, de las luces intermitentes en la creatividad, es a través del pase: fueron 17 toques, desde la recuperación hasta la definición, en la secuencia del primer gol de Lautaro. El segundo, después del roce en el defensor peruano Aldo Corzo -y ya van cuatro en 121 minutos en la Copa América- fue de primera, y entonces actualizamos el registro: 19 de 28 a un toque en la selección. En el gol de Lautaro ante Canadá, el 2–0 final, también de una orilla del área a la otra, habían sido 12 pases en la secuencia.

Los pases, acumular y juntar pases como concepto, no es para el exhibicionismo: es la posesión fecunda, un sentir, una relación con la pelota. Y los rivales no se la pueden sacar, juegan resignados. Argentina pone en juego el disfrute, de los futbolistas y de los hinchas. Más allá, lo inalterable: el hambre, el espíritu competitivo.

A diferencia del debut ante Canadá en el Mercedes-Benz de Atlanta y ante Chile en el MetLife de Nueva Jersey, donde la selección llenó los estadios pero con mayoría de hinchas latinoamericanos (de Guatemala, de El Salvador, de Honduras, de Nicaragua, de Costa Rica, cuyas banderas llevan el celeste o el azul en honor al corsario franco-argentino Hippolyte Bouchard, quien combatió a los españoles en Centroamérica en el siglo XIX), Argentina fue “local” en el Hard Rock de Miami. Florida es el Estado de Estados Unidos al que ingresan más argentinos, cerca de 500 mil al año (hay una zona que se conoce como Little Buenos Aires, que va de la pizzería Banchero al restaurante Manolo). En el Hard Rock de Miami -la ciudad del Inter en el que juega Messi- se jugará la final de la Copa América.

Lautaro abrazó a Messi en el festejo del primer gol. Messi le había cedido el penal a Lautaro en el amistoso previo a la Copa América ante Guatemala para que pudiera romper una mala racha, los 16 partidos consecutivos sin convertir, su peor momento en la selección. “Leo está bien -dijo Lautaro, por la molestia en el aductor derecho-. Ojalá pueda estar en el próximo partido. En el gol fui a abrazarlo por todo lo que significa para nosotros”. Sea por el calor o por el estado de los campos de juego, la selección todavía no alcanzó la cima cuando juega en velocidad a partir de los pases fuertes y precisos, al pie. De a tramos, le cuesta progresar. Pero hay un mensaje: nadie se salva solo. “Argentina vive en grupo. Entrena en grupo. Marca en grupo. Festeja en grupo. Hoy juega el grupo que nunca va a dejar de ser un grupo”, había lanzado @Argentina, la cuenta de la selección, antes de Perú. Quizá suene a un slogan, pero se concreta en la realidad. Y la selección, como en el inolvidable diciembre de 2022, puede que sea uno de los últimos vínculos comunes que quedan en pie en la Argentina. En la cancha, se une. Toca y pasa. Así conecta con todos.

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El metaverso del fulbo

Vieron la luz una serie de fotos de Diego Maradona en la época de los Cebollitas, posteadas por Walter Rotundo, las que @gioJRR_ restauró y coloreó (de nada). Las fotos de Diego donde hoy está el microestadio Malvinas Argentinas de Argentinos Juniors las hizo el fotoperiodista Eduardo Comesaña, quien ahora tiene 84 años. Al verlas, recordé lo que me dijo en una entrevista el Maestro Tabárez: “El futbolista es hijo de la cultura de la pobreza”. Otros citaron la cita de Jorge Luis Borges, porque nunca nadie se pareció tanto a sí mismo: “Wilde afirmó que un hombre, en cada instante de su vida, es todo lo que fue y todo lo que será, todo su pasado y su porvenir”. Les dejo “Diego, un cadáver lleno de mundo”, de Ramiro Martín, periodista argentino, desde Barcelona, en Cómo soldar el mundo.

Loqueviene, loqueviene

  • Domingo Euro 1: hoy, desde las 13, siguen los octavos de final: de Inglaterra-Eslovaquia saldrá el rival en los cuartos de Suiza, que con el 2–0 ante Italia igualó su mejor actuación histórica en el torneo (2021). Los suizos sacaron a la campeona Italia, desorbitada y triste. El segundo gol lo marcó Ruben Vargas, de padre dominicano y madre suiza. En la defensa suiza juega Ricardo Rodríguez, de​ padre español y madre chilena. Rodríguez, quien suele jugar con una bandera de Chile en los botines, fue campeón del mundo con Suiza en el Mundial Sub 17 de Nigeria 2009. El otro campeón en el plantel actual es el capitán Granit Xhaka, el mediocampista del Bayern Leverkusen campeón de la Bundesliga que juega y dirige: en 2024 se hizo cargo de entrenamientos del SC Union Nettetal de la quinta división alemana para obtener la licencia UEFA A. Link de Xhaka DT en acción: cómo construir desde la defensa.
  • Domingo Euro 2: desde las 16, España, una selección con un fútbol fresco y joven, ante Georgia, la revelación, la de Khvicha Kvaratskhelia (“Kvaradona”, en Napoli). El ganador se cruzará en cuartos con Alemania, el local. Dinamarca estuvo a una punta de botín de ponerse arriba con un gol de Joachim Andersen a los dos minutos del segundo tiempo: el VAR lo anuló por fuera de juego. A los seis minutos del segundo tiempo, Andersen la tocó con la mano en su área: penal y gol de Kai Havertz. Fue 2–0, en medio de una tormenta eléctrica en Dortmund, porque luego Jamal Musiala se aventuró a lo Bambi y clavó su gol. Musiala trabajó con especialistas en neuroatletismo para afinar su plasticidad: mejoró el equilibrio en los mano a mano, aceptó, gambeteando como si tuviese el centro de gravedad más abajo. Bambi se desliza o se atraviesa.
  • Copa América: hoy, desde las 21, se define el grupo B (y el rival de Argentina): la ya clasificada Venezuela (6 puntos, +2 de diferencia de gol) se enfrenta a la ya eliminada Jamaica (0, -3) y, aquí el asunto, Ecuador (3, +1) ante México (3, 0). A Venezuela la dirige el argentino Fernando “Bocha” Batista, quien fue DT de la Sub 20 de Argentina. Mañana, desde las 22, en el C, Estados Unidos (3 puntos, +1) se juega la clasificación ante la Uruguay (6, +7) de Marcelo Bielsa, ya clasificada. Es EEUU o Panamá (3, -1), que se medirá ante Bolivia (0, -7), ya eliminada. Y el martes, desde las 22, en el grupo D, jugará Brasil (4, +3) ante la ya clasificada Colombia (6, +4), la selección que dirige Néstor Lorenzo, también argentino. Es, prácticamente, un partido por el primer puesto, ya que Costa Rica (1, -3) se mide ante Paraguay (0, -4), ya eliminada. Lionel Scaloni -campeón mundial Sub 20 en Malasia 1997-, Bielsa -DT cuando era mánager de la selección- y Batista y Lorenzo -ayudantes de campo- compartieron espacios de trabajo en el fútbol con José Pekerman, gran maestro formador, argentino.

Es periodista especializado en deportes -si eso existiese- desde 2008. Lo supo antes de frustrarse como futbolista. Trabajó en diarios, revistas y webs, colaboró en libros y participó en documentales y series. Debutó en la redacción de El Gráfico y aún aprende como docente de periodismo. Pero, ante todo, escribe. No hay día en la vida en que no diga -aunque sea para adentro- la palabra “fútbol”.