Viruela del mono: ¿cómo prevenir sin estigmatizar?

Cómo abordar la comunicación sanitaria cuando más del 90% de los contagiados por esta enfermedad son varones que tienen sexo con otros varones.

Holis, ¿cómo andás? Yo acá, muy preocupada. Creo que todos compartimos la inquietud por no saber si al menos serán posibles esos resquicios de bienestar que llamamos felicidad. Lo digo más allá de la duda de asignar o no esos ahorros a lo que en principio motivó su existencia o de poder comprarle algo que deseen a nuestros seres queridos en sus cumpleaños. Hablo de si proporcionarnos alegría podrá ser un fin en sí mismo y no una respuesta defensiva a la miseria generalizada y la decepción constante. Si podremos hacernos de esos momentos como parte de nuestra rutina en vez de como una reacción consensuada para escapar de la historia.

Sé que estoy cansado pero no acabado

Los procesos colectivos también toman formas individuales. Y dentro de esta preocupación general puedo hallar la propia. Siendo una persona que se dedica a estudiar la producción de conocimiento, me genera un desasosiego feroz pensar que los saberes que estamos construyendo se diluyen en su enunciación. Pareciera que lo único que podemos entender sobre nuestra situación política es quién salió mejor parado. Que lo único que podemos comprender sobre nuestro destino es quién lo maneja. Mañana, si eso cambia, el conocimiento deberá ser descartado.

No digo que estar al tanto de las maniobras de distribución en la capacidad de decidir sea obsoleto. Pero repito mi mantra: información no es comprensión. La semana pasada te propuse enfrentar la saturación de interpretaciones inmediatas de hechos con distracción; hoy, con profundización.

¿Sabías que existen las columnas científicas de opinión política? En nuestro país no se usan mucho. Cenital y Anfibia son los únicos dos medios que se me vienen a la cabeza que se basan en este formato, así que para esta edición elegí materiales en inglés, porque seguro tu algoritmo ya te recomienda artículos de este estilo en español. Si el algoritmo milagrosamente falla, en este news he citado muchísimos, así que si venís leyendo Que la ciencia te acompañe no te va a resultar muy novedosa la configuración. Pero nadie se baña dos veces en el mismo río y las cosas similares pueden tener efectos muy distintos dependiendo de cuándo se presenten. Hoy, el sentido es reivindicar la necesidad de poner los conceptos en primer plano, de apostar a una comprensión más sólida que pueda contenernos en las coyunturas en vez de pensar qué conceptos podemos aplicar a lo que acabamos de ver.

Y aquí no hay salida para soñadores

Todavía me causa gracia escuchar cosas como “es ciencia, no opinión” para asegurar que las cosas que señala un paper son la interpretación correcta de la realidad. Sobre todo porque suele ser gente que se autopercibe en las antípodas ideológicas del conservador estadounidense Ben Shapiro, quien popularizó la frase “facts don’t care about your feelings” (a los hechos no les importan tus sentimientos). Más gracia me causa que cuando se les señala que usan el mismo argumento, contesten que la comparación es maliciosa, siendo que una de las declaraciones más famosas de Shapiro fue: “El discurso no es violencia”, en alusión a que sus dichos homofóbicos no incitaban la violencia hacia las personas LGBT porque no proponía salir a pegarles. ¿En qué quedamos entonces? ¿La comparación es mala porque compara dos argumentos distintos en su contenido o porque son distintos en su utilización discursiva?

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Si me tengo que seguir riendo, me encanta entrar al anuncio de Nature de 2020 del lanzamiento de “Stick to the science” (aténganse a la ciencia), un podcast de tres capítulos sobre ciencia y política. ¿Cómo? ¿Que una de las revistas que publica esos papers indiscutibles dice que a los hechos tal vez no les importen los sentimientos pero que la realidad que describen es una realidad política determinada y no una forma de descubrir el mundo que está detrás de nuestras interpretaciones? Mirá vos.

Durante tres ediciones te voy a resumir los capítulos, aunque si entendés cuando hablan en inglés te recomiendo escucharlos. Duran 20 minutos y no hace falta que seas bilingüe, hablan super lento y clarísimo, hasta te los recomiendo como ejercicio para mejorar el manejo del idioma si tenés un nivel intermedio.

Primer capítulo: una breve historia de ciencia y política

  • Cuando Nature publica algún artículo sobre política o con contenido político hay dos tipos de respuestas en las redes sociales: personas que no están de acuerdo con la posición política expresada y personas que no están de acuerdo con que una revista científica cubra estos temas.
  • La cobertura política de Nature se propone en las redes como un guiño de corrección política impulsado por las demandas contemporáneas, pero en 1869, por ejemplo, se publicó un artículo en el que se exigía que se enseñara ciencia en las escuelas. Hoy no parece muy controversial, pero esto fue antes de que hubiera educación pública a gran escala en el Reino Unido. Ese mismo año, fueron más allá: en una editorial se promovía la educación científica para mujeres.
  • No es hasta la Segunda Guerra Mundial que Nature deja de publicar este tipo de artículos. Probablemente, esto se debiera a que había escasez de papel y la revista se publicaba en modo crisis, por lo que se privilegiaron otro tipo de papers. Esta línea editorial, ya sea por falta de recursos o por decisión explícita continuó hasta 1966.
  • El editor siguiente, John Maddox, era físico y venía de trabajar como periodista. Su trabajo se centró en hacer que Nature atrajera interés y suscriptores mediante la controversia. Privilegiaba los papers que contradecían las teorías hegemónicas y revivió la sección de noticias. Ese gusto por el bardo no fue compartido por todos los que vinieron después, pero la revista nunca volvió a su versión lavada de guerra y posguerra.
  • Hoy, la posición es la siguiente: Nature no tiene una línea o agenda política específica, pero cubre temas políticos cuando afectan directamente a la investigación científica (¿y cuándo no?)
  • Una de las misiones de una revista científica es ofrecer un espacio de discusión sobre temas pertinentes a la producción de ciencias, y qué es la política sino un tema que afecta de forma directa los modos en los que se hace ciencia. Por otro lado, también se debe discutir cómo la promoción, implementación y diseño de políticas públicas se adecúa a la evidencia disponible.
  • La idea de las ciencias separadas de la política probablemente venga de la teoría de que la teología se produce en un plano separado del mundo para crear conocimiento verdadero y valioso. No es menor recordar que las primeras universidades fueron instituciones religiosas, Oxford y Cambridge eran claustros.
  • Inclusive la idea de lo que un gobierno o un Estado son, es inseparable del desarrollo de las ciencias. Las estadísticas o los mapas, insumos fundamentales para la construcción y caracterización de un Estado, reflejan cantidades de personas, tipos de personas, enfermedades que padecen, en fin, su realidad política, que solo puede ser conocida mediante la aplicación de métodos científicos.
  • No es que ciencia, política e investigación académica sean lo mismo, pero la idea de que existe una cosa llamada ciencia que es independiente pero que a veces interactúa con políticos o con la política es errada. Las conexiones entre estas cosas son íntimas.
  • Por ejemplo, uno de los mayores financistas de la ciencia británica en el período moderno fue la Marina. Samuel Pepys, que tenía un cargo importante en la Marina durante el siglo XVII, era al mismo tiempo el presidente de la Sociedad Real de Ciencia. Su nombre está en la primera página del Principia de Newton. ¿Cómo separás las cosas ahí?
  • Otro ejemplo, tal vez el más famoso, el Proyecto Manhattan, que dio lugar a la bomba atómica. Ahí no hay una cuestión de relación entre ciencia y política. La ciencia sucedía en el marco del Estado, dentro de su estructura política.
  • A pesar de toda esta documentación y contraejemplos, la idea de separación entre ciencia y Estado persiste. Tal vez sea porque se cree que así debería ser, que no es lo que sucede, pero sí lo que tendría que suceder. Sin embargo, ¿quién decide cuál es la relación entre ciencia y política? Mucha gente sostiene que como la ciencia es objetiva no debería hablar de política porque la política no lo es. Pero ahí entramos en otro problemón: ¿qué definición de ciencia estás usando para afirmar que es objetiva?
  • Sobre la cuestión acerca de qué es la ciencia, en filosofía existe algo que se llama problema de la demarcación, la definición del límite entre ciencia y no ciencia. No hay una respuesta consensuada, pero muchas personas piensan que, en la práctica, “te vas a dar cuenta cuando la veas”. Esto tiene que ver con que hay algunos elementos comunes en lo que reconocemos como ciencia más allá de la definición que podamos dar.
  • Dos de estos conceptos, objetividad y empirismo, son cruciales en la noción de ciencia y nadie lo negaría, pero la ciencia está hecha por humanos, que son incapaces de lograr la objetividad. Y respecto al empirismo, también es una palabra tramposa que cambió mucho de definición a lo largo de la historia. ¿Qué tienen en común el burako y el quemado? Es difícil que sean definidos por los mismos elementos, pero sabemos que ambos son juegos cuando los estamos jugando.
  • Yendo un paso atrás, cuando la realidad no se ajusta a la definición, es útil pensar por qué se invierten tantos esfuerzos en algo como lograr o definir la objetividad. Y probablemente sea más por una cuestión de responsabilidad que de alcanzar un ideal. Tiene que ver con la transparencia del proceso, de responder de forma adecuada a un contexto social que necesita propuestas responsables acerca de cómo lidiar con un problema. Ese es el momento en el que negociar qué valores persigue la comunidad científica se vuelve importante.
  • Los procesos que aspiran a la objetividad y al empirismo se conocen como métodos científicos. No se trata de caminos para garantizar estos valores, sino de permitir la transparencia respecto a lo que se hizo para poder afirmar que es el mejor entendimiento posible sobre algo y las razones para asegurarlo, así como para que otras personas puedan desafiarlo. Es un proceso inseparable de las instituciones en las que se lleva a cabo y de las personas que lo hacen.
  • Por muy objetivo que un científico crea que es, no va a empezar con su programa de investigación si no cree en lo que significa tanto desde un punto de vista político como científico. Y para esto no es necesario que sea “feminista, interseccional y marxista”, muchas veces se traduce en creer que va a mejorar el entendimiento de un fenómeno puntual y que eso es en sí mismo un beneficio social.
  • Tampoco es que si definimos ciencia vamos a definir la relación con la política, porque definir lo segundo también es difícil. En general, cuando se habla de política se habla de relaciones de poder. En el contexto de la toma de decisiones, cuando se habla de política se suele hablar de las personas que maniobran para ganar o sostener su poder, incluso para ejercerlo y reforzarlo. Muchas veces lo hacen en función de sus intereses particulares, que pueden ser económicos, políticos y también diferencias de valores.
  • Sería realmente imposible decir que no hay dinámicas de poder en el mundo de las ciencias. Pero hay algo sobre esto de empirismo y la objetividad que las diferencian del resto de lo que entendemos como política. Ambas esferas se benefician de esta separación, porque los políticos cuando dicen “la ciencia está de acuerdo conmigo” están diciendo que la verdad está de su lado. Sus decisiones tienen más autoridad y menos arbitrariedad. Y a la vez la ciencia se beneficia de ser percibida como objetiva en la opinión pública porque prescinde de cuestionamientos externos.
  • Un ejemplo de este mecanismo: después de la Segunda Guerra Mundial, los científicos en los países ganadores defendían la idea de que las ciencias debían ser independientes de la política. En parte, lo hacían porque consideraban que los ideales de las ciencias coincidían con los del bando triunfador, o sea las democracias occidentales. Pero también lo hacían porque querían controlar la financiación, que hubiera instituciones específicas con partidas presupuestarias específicas. A pesar de la gran resistencia de los legisladores estadounidenses, 5 años después de la guerra se fundó la Fundación Nacional de Ciencias, una agencia gubernamental que financia investigación y educación en todos los campos no médicos de las ciencias y las ingenierías.
  • Hubo una gran disputa respecto al control de la Fundación. Los científicos deciden qué se financia pero el presidente nombra a la junta. En muchos otros lugares hay organismos similares, que actúan como intermediarios de la financiación estatal. Sin embargo, el hecho de estar financiados por el gobierno es, en la realidad, una gran traba para la independencia.
  • En definitiva, por mucho que los científicos quieran ser independientes de los sistemas políticos no dejan de ser personas que necesitan trabajar para ganarse la vida, lo que los transforma en trabajadores dentro de sistemas de explotación con todo lo que eso conlleva.

Escupiré ante vuestros gestos de buena voluntad

La confusión, el abarrotamiento y la premura son efectos nocivos que pueden surgir en un contexto de buena fe. Pueden ser razones válidas o difíciles de eludir para la confusión, la falta de precisión conceptual, la poca intención reflexiva. Pero también existen acciones deliberadas que, aprovechando la barahúnda, guían las interpretaciones en un sentido erróneo. Esta columna de opinión de Benjamin Ryan dice que las coberturas de salud respecto a la viruela del mono son un caso de esto último.

“Cualquiera puede contraer viruela del mono”. La frase repetida sin cesar por políticos, funcionarios y sanitaristas no es estrictamente falsa. Y tampoco carece de buenas intenciones. De hecho, los altos mandos de instituciones como los Centros de Control y Prevención de Enfermedades o la Organización Mundial de la Salud enfatizan ese “cualquiera” con la intención de combatir el estigma que pesa sobre los varones gays y bisexuales, que son la gran mayoría entre quienes contrajeron la enfermedad. Detrás de esta decisión discursiva no está solamente la idea de no agregar una excusa a la discirminación que sufren estos grupos, sino también que se sabe que cuando una enfermedad queda muy asociada a cierto sector demográfico los demás no se testean, no prestan atención a los síntomas y una gran serie de conductas que ponen en riesgo la salud pública tienen lugar.

El tema es que la epidemiología no se trata tanto de considerar quiénes podrían contraer una infección como de tener en cuenta quienes más probablemente la contraerán y por qué. Esto se conoce en las estadísticas de salud pública como riesgo relativo.

En el caso de la viruela del mono, reducir las complejidades de la información a estigmatizante/no estigmatizante pone la lucha contra el estigma por encima de la información acerca de las características de este brote. Y queda de lado subrayar la gravedad específica que reviste para los hombres gays y bisexuales.

Más del 90% de los casos confirmados se produjeron entre hombres que tienen relaciones sexuales con hombres. Eso excede por lejos a “la mayoría” de la que hablan vagamente las comunicaciones progresistas. El contacto piel con piel durante las relaciones sexuales entre varones fue la principal causa de contagios hasta ahora.

“Los expertos también han afirmado que el riesgo de viruela del mono para la población en general que no tiene múltiples parejas sexuales sigue siendo bajo, incluso ‘muy bajo’. Se trata de una noticia esperanzadora y el público en general merece ser tranquilizado en consecuencia. Calmar los temores de contagio ayudará a combatir la histeria inútil y evitará que los hombres homosexuales y bisexuales se vean sometidos a un estigma aún mayor si se les pinta como culpables de la propagación del virus a otros”, dice Ryan.

Esto no es nuevo. En el punto álgido de la crisis del SIDA, campañas que repetían el eslogan “cualquiera puede tener SIDA” fueron criticadas por asociaciones gays, que sostenían que era una forma de desmentir el riesgo relativo de VIH y de no destinar recursos de forma específica, ya que en Occidente el virus siempre afectó más a varones homosexuales y bisexuales.

Las campañas de vacunación contra la viruela del mono se dirigen a este grupo, particularmente a quienes dentro de él declaran haber tenido muchas parejas sexuales recientes, lo que según los datos aumenta el riesgo de contraer la enfermedad. Pero en Estados Unidos no se centralizan los datos de las personas diagnosticadas, por lo que la capacidad para responder al brote con medidas específicas es limitada.

En Reino Unido, en cambio, el testeo se está realizando predominantemente entre varones que tienen sexo con varones. Como sabemos por el COVID-19, las diferencias entre tasas de positividad ayudan a dirigir los esfuerzos de prevención. La mitad de los varones a los que se testeó dieron positivo, mientras que solo el 0.6% de las mujeres lo hizo.

Ryan concluye: “Trágicamente, el brote de viruela del mono se está produciendo justo en el momento en que el sentimiento anti-LGBTQ resurge en Estados Unidos. Pero no se puede esperar que los funcionarios de salud pública vigilen las reacciones del público ante los hechos epidemiológicos. Los hombres homosexuales merecen escuchar la verdad sin tapujos sobre la viruela del mono para poder actuar en consecuencia. Somos adultos. Por favor, sean sinceros con nosotros”.

Yo agrego: que los varones homo y bisexuales sean los mayores afectados por infecciones de transmisión sexual es consecuencia del estigma que padecen. Negarlo es negar las consecuencias actuales resignándonos a que la discriminación se perpetúe si se reconoce. ¿Decir que la viruela del mono los afecta casi exclusivamente probablemente redunde en que se entienda que es “una enfermedad de gays” y que esto sucede porque son promiscuos? Seguramente ¿Y esto hará que otros grupos demográficos probablemente piensen que no los va a afectar y se descuiden? Podemos apostar ¿Esta situación facilitaría que el brote se disemine entre toda la población? Ya está pasando, hay varios reportes de personas que se contagiaron, por ejemplo, en el transporte público ¿Se culpará a los gays de eso? Algunos sectores ya lo deben de estar haciendo. Ahora bien, ¿usar términos vagos y ambiguos para no decir claramente que los varones gays y bisexuales son quienes más probablemente contraigan la enfermedad y que deben ser los principales destinatarios de los recursos sanitarios y preventivos refuerza el estigma que pesa sobre ellos, ya no de forma discursiva sino material, privándolos de información adecuada para la gestión de su salud? Sin dudas. Al final, a los hechos les importan los sentimientos.

Miren las paredes aún quedan letreros, de algunos que han muerto por vivir un sueño

En “La fuerte razón para estar juntos”, Peter Sloterdijk dice: “Durante un tiempo más, parecerá que una sociedad nacional capitalista es una gran familia con primos más pobres y otros más ricos que aportan a los mismos fondos de pensiones. Pero después de solo unas pocas generaciones, la verdad sobre la nueva situación debe salir a la luz, es decir, el sujeto del proceso de inversión reformado ya no es el grupo reproductivo, sino el grupo de personas que reciben réditos, y solo mientras las etnias y las naciones puedan resultar plausibles como las unidades de pensiones y réditos, mientras que se pueda conservar la apariencia nacional”.

Creo que en las ciencias el proceso de inversión sigue siendo el del grupo reproductivo, no porque el rédito sea equitativamente distribuido, sino porque entre los trabajadores de la ciencia aún persiste la profunda creencia de que la producción de conocimiento es una política de derechos humanos. No podría decir que ahí está mi esperanza, porque creo que cada vez va a pesar más la inequidad en la distribución de los beneficios del saber, pero sí digo que ahí está mi creación de felicidad no reactiva. No es para mí una oposición al desasosiego, un aliciente para la miseria, sino eso que hago y comparto porque soy lo suficientemente afortunada como para continuar siendo una persona.

Te mando un beso enorme,

Agostina

p/d: las refes de esta edición son de una canción que ponía mucho en mi habitación adolescente para recordarme que si encuentro la alegría no es a pesar de nadie, sino porque existir la implica

Soy comunicadora científica. Desde hace tres años formo parte del colectivo Economía Femini(s)ta, donde edito la sección de ciencia y coordino la campaña #MenstruAcción. Vivo en el Abasto con mis dos gatos y mi tortuga. A la tardecita me siento en algún bar del barrio a tomar vermú y discutir lecturas con amigas.