Una economía global más chica para salvar el planeta, ¿decrecer es una opción?

Frente a la crisis ambiental, el mundo se debate si es posible seguir más o menos igual pero más verde o es imperioso reducir la producción y el consumo.

¡Hola! ¿Cómo estás? Espero que bien.

Hoy vamos a entrar en las discusiones que se están dando en el mundo. Nos vamos a poner un poco más teóricos para dar cierto marco -necesario- a los análisis más situados que solemos hacer acá. Seguro escuchaste ya en alguna ocasión el término “decrecimiento”. En Twitter Argentina suele aparecer de vez en cuando. Hace unos años se dio una discusión sobre la utilidad del PBI cómo métrica y otras conversaciones sucedáneas.

Hace unos días me junté con mi club de discusión ambiental y hablamos sobre el debate entre crecimiento verde y decrecimiento, y dado que tengo las ideas frescas y la discusión a flor de piel, me pareció interesante traerlo a este espacio. Todo lo bueno que puedas encontrar en las siguientes líneas es fruto de ese intercambio, todo lo otro responsabilidad mía. 

El contexto

Si sos lector de este news ya estás más que en tema con la crisis ambiental global que se expresa de diversas formas como las olas de calor, crisis hídricas, degradación de suelos, contaminación del aire, pérdida de biodiversidad y demás. 

Una de las propuestas teórico-técnicas de expresarlo es la idea de los límites planetarios. Esto quiere decir que hay ciertos umbrales que garantizan el funcionamiento ecosistémico, tal como lo conocemos ahora, y que sobrepasarlos generaría consecuencias graves para la supervivencia en el planeta.

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El ejemplo clásico es el calentamiento global:  a partir de que el aumento de la temperatura media de la Tierra sobrepasa 1,5 o 2°C, el funcionamiento del sistema climático se vería irreversiblemente afectado con graves consecuencias en materia de olas de calor, sequías, inundaciones, aumento del nivel del mar, etc.

Consecuentemente, para evitar esos escenarios, la humanidad precisa hacer las adecuaciones necesarias para evitar exceder ese límite planetario y prevenir las peores consecuencias. Y lo mismo para todos los demás límites. 

La hegemonía del crecimiento verde

En base a este diagnóstico de crisis ambiental y necesidad de reducir los impactos ambientales de la humanidad comienza un proceso de transición hacia una economía global con menores impactos ambientales. Vale aclarar que por ahora eso es poco y solo se da en términos relativos: contaminamos menos por unidad de PIB, pero no en el agregado porque seguimos siendo más personas consumiendo más cosas.

Fuente: Our World in Data. Nota: no incluye emisiones por cambio de uso del suelo.

Este proceso podríamos denominarlo transición a la economía verde o crecimiento verde. 

Para no hablar en el aire vamos con dos definiciones. 

Por un lado, el Banco Mundial lo define como un “crecimiento económico que sea eficiente en el uso de los recursos naturales, limpio en el sentido de que minimice la contaminación y los impactos ambientales, y resiliente en el sentido de que tenga en cuenta los peligros naturales y el papel de la gestión ambiental y el capital natural en la prevención de desastres físicos”.

El PNUMA es un poco más exigente con la protección ambiental y define a la economía verde como aquella que “resulte en un mejor bienestar humano y equidad social, al mismo tiempo que reduce significativamente los riesgos ambientales y la escasez ecológica”.

Es evidente que, aunque el PNUMA no hable sólo de un uso más eficiente de los recursos si no de una reducción en términos absolutos del impacto ambiental, en ambos casos aparece de manera preeminente el crecimiento económico (Banco Mundial) y el aumento de los ingresos y el bienestar (PNUMA).

Frente a esta suerte de hegemonía, surgieron algunas voces en la academia de Europa occidental que señalaron una serie de limitaciones a este plan de resolver la crisis ambiental haciendo más o menos lo mismo pero más verde. (También hay otras voces más preocupadas por la justicia de esta transición, pero excede el presente news).

La principal duda tiene que ver con la capacidad de que el proceso de crecimiento verde o transición a una economía verde realmente pueda lograr reducir los impactos ambientales de la humanidad de manera tal de no exceder los límites planetarios. Tanto por una cuestión de tiempos como por la forma de hacerlo que se propone. 

Y ahí aparece el decrecimiento.

Crecimiento verde versus degrowth

Lo que sostiene el decrecimiento es que es imposible que, por el camino que propone el crecimiento verde, podamos efectivamente evitar exceder los límites planetarios en el tiempo necesario. Por ejemplo, porque respecto de la energía, por ahora lo que estamos logrando solo es que cada vez una mayor parte de la capacidad adicionada sea renovable, pero ni siquiera estamos reemplazando fósiles en el agregado mundial.

Entonces propone que la única forma de enmarcarnos dentro de los límites planetarios es reducir el tamaño de la economía mundial. Es importante aclarar que la chicana de “es igual a una recesión y las recesiones son una mierda”, es eso, una chicana. Lo que se propone es una reducción planificada del tamaño de la economía global para que necesitemos menos recursos, y así podamos volver a entrar dentro de los límites planetarios. 

También es relevante decir que NO es una propuesta pensada para el sur global sino que es principalmente para los países ricos de Europa, Oceanía y América del Norte, que son los que históricamente más aportaron a la crisis y muestran los niveles de consumo -y por ende de contaminación- más altos. Sería una suerte de “hacer espacio ambiental” para la contaminación de los países del sur.

Un concepto clave: el desacople

Esta discusión tiene un punto central que es el desacople. Este concepto se refiere a la idea de separar el crecimiento económico/el desarrollo económico/la satisfacción de las necesidades de la humanidad de los impactos ambientales negativos. 

La imagen lo muestra fácil: aumenta el bienestar y crece la economía, pero el uso de recursos crece bastante menos y el impacto ambiental se reduce.

Fuente: Alejandro Fiorito, revista Circus

El desacople puede suceder de manera relativa, absoluta o suficiente. Relativa es cuando el impacto ambiental crece menos que la economía. Absoluto cuando el impacto se reduce mientras que la economía crece. Suficiente es cuando eso sucede de manera tal (sobre todo pensando en tiempos) que efectivamente no excedemos los límites planetarios.

Y, básicamente, el punto de desacuerdo entre el crecimiento verde y el decrecimiento es si el desacople es posible o no y, en segunda instancia, qué nivel de desacople es realmente necesario. Las posiciones tienen bastante que ver con el grado de optimismo tecnológico, el peso que se le da a la crisis ambiental y las consideraciones respecto de la organización capitalista actual.

En el marco de esta discusión, por ejemplo, el crecimiento verde suele compartir cosas como esta.

Indudablemente es una buena noticia que se comiencen a dar estos procesos de desacople relativo. Hay que seguir por ahí. Ahora, tomar estos datos acríticamente solo porque confirman nuestro sesgo y pensar “bueno, listo, se ha comprobado que seguir por acá va a funcionar”, es un problema. No quiero pecar de cherry picking, pero me la dejan muy servida: mirá a Irlanda, que es el primer caso, es fácil desacoplar cuando lo único que crece es la relocalización de multinacionales para pagar menos impuestos. 

Por su parte, el decrecimiento, no exclusivamente pero sí en gran medida, se limita a señalar las inconsistencias del crecimiento verde sin terminar de proponer una vía concreta que permita pensar en avanzar en el desacople. De hecho, muchas de sus propuestas tienen que ver con políticas redistributivas que -a priori- aumentarían el impacto ambiental, porque en la medida que la gente sale de la pobreza consume más. Por ejemplo, mirá cómo aumenta el consumo de carne en China a medida que crece la economía.

¿Qué pensamos?

A mí la idea de desacople me parece útil pero no me parece que tenga sentido en sí mismo. La cuestión es encontrar el punto de equilibrio, donde garantizar las necesidades de toda la humanidad no genere tantos impactos negativos sobre el planeta, y que pueda deshacer esos avances sociales.

Quiero decir, si al seguir quemando combustibles fósiles mejoramos las condiciones de vida de 1.000 personas, pero luego por el aumento del nivel del mar 5.000 quedan sin hogar, salimos perdiendo. 

Mi razonamiento tiene algunos problemas:

  • Nada es tan medible y evaluable de manera agregada:
    • No tenemos una medida universal de bienestar o de condiciones necesarias que nos sirva de parámetro para decir “hasta acá es suficiente desarrollo”. ¿Necesitamos una heladera en cada casa? ¿Un auto por persona? ¿La medida del bienestar es personal o cultural?
    • El ambiente es una cosa demasiado compleja, no es como hacer una masa de pizza que le vas agregando harina o agua según la sientas, si no que son sistemas complejos interconectados y los impactos no son inmediatos y tampoco necesariamente recuperables.
  • Hay demasiada desigualdad entre países, tanto en materia de responsabilidad en generar la crisis climática, por ejemplo, como en las condiciones de partida para encarar este proceso. Esto implica que los costos y beneficios del desarrollo y los impactos ambientales están injustamente distribuidos y -más allá del concepto de pérdidas y daños- no tenemos mecanismos de ajuste que realmente funcionen.
  • ¿Quién planificaría esto de manera centralizada?

Con estas inquietudes te dejo. Es un tema denso pero importantísimo que da un marco conceptual a todo lo que discutimos en este espacio, así que me parece que vale la pena que lo abordemos con esta profundidad.

¡Contame qué pensás sobre esta discusión!

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Eli

Soy licenciada en Ciencias Ambientales, magíster en Políticas Públicas y becaria doctoral en Ciencia Política en la UNSAM. En todos los ámbitos que puedo me dedico a sumergirme en los dilemas que nos presenta el desarrollo sustentable, uno de los mayores desafíos que enfrentamos en este siglo.