Todos miran al Pacífico menos vos

La tensión en el patio trasero de China escala. Estados Unidos quiere recuperar influencia.

¡Buen día!

Es un placer escribirte en otra semana de caos y confusión, aunque a esta altura con decir “otra semana” creo que se entiende igual y ahorramos palabras.

Ya sé lo que estás pensando: con qué autoridad moral me vas a hablar vos de ahorrar palabras, atorrante. Touché. La cuestión es que esta semana leí a una suscriptora de Cenital que decía que el tiempo que le dedica a leer los newsletters es el que le dedica a hacer bici fija, y nos declaró “responsables” de su actividad física. Yo no sé si esta persona lee este newsletter, pero ya me parece suficiente para justificar la extensión.

Mundo Propio pelea la única guerra que realmente importa: la guerra contra las harinas. Y ahora, con la autoridad que me confiere este ejercicio matutino, pongo en alto la voz de la instrucción y le digo a runners y corresponsales que nos acompañen en este recorrido. Empezamos, bellas. Movemos un poquito las cadeeeeras, hacemos un pasito a la derecha, oootro a la izquierda y nos trasladamos breeevemente hacia Asia.

TODOS MIRAN AL PACÍFICO MENOS VOS

Hace unos días que venía pensando en escribirte sobre la región del Asia Pacífico, o del Indo-Pacífico, si queremos incluir a India. Me refiero a esto:

En Cenital nos importa que entiendas. Por eso nos propusimos contar de manera sencilla una realidad compleja. Si te gusta lo que hacemos, ayudanos a seguir. Sumate a nuestro círculo de Mejores amigos.

Es un área súper picante, donde se está librando una batalla geopolítica central para el mundo que viene. Hace tiempo que venimos hablando de esta región, pero a raíz de focos puntuales. La idea para este correo era justificar por qué teníamos que mirar más de cerca lo que está pasando ahí. Y mientras estaba buscando elementos recientes para justificarlo, dos noticias importantes llegaron de imprevisto:

1. India y China escalaron su enfrentamiento en la frontera, con al menos 20 muertes reportadas del lado indio (China hasta ahora no confirmó ninguna). 

El incidente se produjo en la frontera que comparten en el Himalaya, más concretamente en el valle del Galwan, una porción de los 4000 km de frontera que comparten estos dos países, los más poblados del mundo y con posesión de armas nucleares.

El enfrentamiento tuvo menos glamour del que te imaginás: no se disparó una sola bala. Fueron golpes de puño, palazos y lluvia de rocas los causantes de las fatalidades (la altura ciertamente no ayuda). Es la primera vez que se registran muertes desde 1975; en 1962 hubo una guerra por el control de la frontera, que terminó en una tregua pero sin una demarcación formal. Lo que hay es algo llamado “Línea de Control Real”, una frontera militar que separa a ambos países, y en los que suele haber tensiones pero sin armas de fuego; cada tanto se cruzan y se cagan a palos. Pasó en el 2013 y en el 2017. En abril de este año, China mandó miles de soldados a la zona, lo que fue interpretado por India como un mensaje de asertividad. A principios de mayo hubo una escaramuza. La tensión había bajado en las semanas posteriores, pero volvió, y esta vez con muertes. 

Ayer, Narendra Modi, Primer Ministro indio, y Xi, presidente chino, prometieron desescalar, aunque en la misma jornada Modi insinuó que India iba a buscar revancha (según autoridades indias, no obstante, China sufrió bajas no reportadas). Ambos líderes son ultranacionalistas y gobiernan Estados que buscan una mayor proyección en la zona, lo cual no es una buena noticia para lo que viene. Como dato positivo, la geografía del Himalaya, superior a los 4 mil metros de altura y de muy difícil acceso, contribuye a que no haya un enfrentamiento armado, aunque la posibilidad siempre está latente y hay que seguir el foco de cerca. 

Hay dos claves que nos interesan para lo que vamos a hablar hoy. La primera es que la zona incluye a otra frontera en disputa: la de India y Pakistán por el control de Cachemira (a la cual le dedicamos este correo), que vivió un rebrote en el conflicto el año pasado. La tensión en la frontera entre India y China, aliado de Pakistán en la disputa, no irradia buenas perspectivas para esa región a futuro. Lo segundo es que la escalada empeora las relaciones entre ambos gigantes en una pandemia que ya las ha debilitado (India, como contamos en este correo, ha elogiado las políticas de Taiwán y criticado a China), un movimiento que ha despertado rubor en Estados Unidos, que ve en India un contrapeso estratégico ante el avance chino en la región.

2. Corea del Norte destruye la oficina de enlace con Corea del Sur, literalmente.

El martes, Corea del Norte, a instancias tanto de Kim Jong-Un como de su hermana, que tiene cada vez más peso en el rumbo del país, hizo detonar la oficina de enlace con el Sur en Kaesong, la zona desmilitarizada entre ambos países, y que funcionaba como una embajada de facto. La coreografía ya está circulando para consumo doméstico y externo. La oficina se puso en funcionamiento en 2018 y fue clave para el deshielo entre ambas Coreas, un escenario que ha vuelto a los niveles previos a la luna de miel. El Norte se ha negado ayer a recibir enviados del Sur para aliviar la tensión y ha amenazado con remilitarizar la zona. 

La maniobra aumenta notablemente el nivel de incertidumbre en la zona, sobre todo para Corea del Sur, que ya venía al alza en los últimos meses, cuando Kim decidió retomar los ensayos balísticos. Es un golpe a la estrategia de Seúl de acercarse a Pyongyang para desmilitarizar la relación. De hecho, el Ministro a cargo de la unificación renunció como señal de fracaso. La amenaza militar desde el Norte, que incluye armamento nuclear, regresó. Para Corea del Sur, la discusión sobre la protección de Estados Unidos vuelve a primer plano.

¿Por qué hay que mirar el Pacífico?

“El Indo-Pacífico es el escenario prioritario del Departamento de Defensa”, consigna un reporte reciente que el Pentágono de Estados Unidos envió al Congreso en abril. El marco fue el pedido de una autorización presupuestaria de 20 mil millones de dólares para la contención militar de China en la región. Hace tiempo que Estados Unidos reasigna recursos militares desde Europa y Medio Oriente a la zona del Pacífico, el escenario principal donde China exhibe su músculo militar. La geografía importa: para Beijing, el Pacífico es su patio trasero. Un área vital para su propia seguridad y donde les corresponde, según su visión, trazar y hacer cumplir sus propias reglas.

El subtítulo del reporte estadounidense es sugestivo: “Recuperar la ventaja”. Esto supone tanto la pérdida de terreno como el reconocimiento de las condiciones materiales que supieron sostener la hegemonía que Estados Unidos gozó por la región en mucho tiempo y que incluye una fuerte presencia militar.

Se trata de volver a poner el foco en la región en un momento en el que China se muestra más asertiva. Para entender esto último pensá en temas que hemos tratado en los últimos 10 correos: los juegos de guerra en el Mar del Sur chino, donde Beijing ha construido islas artificiales para hacer pruebas militares; la disputa territorial con Taiwán (esta semana China sobrevoló la isla) a propósito de las discusiones en la OMS; la nueva ley de seguridad en Hong Kong; las sanciones contra Australia por su retórica anti-China, un ejemplo de “diplomacia coercitiva”; y el envío de soldados a la frontera con India que charlamos hace un rato.  

El cambio de foco no es precisamente trumpista: fue Obama quien se autoproclamó el “primer presidente del Pacífico” y su política más reconocida hacia la región –el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), del cual Trump se retiró– fue tejida por primera vez en épocas de Bush. Por motivos conocidos, sin embargo, el legado en política exterior de las dos administraciones previas se ubicó en Medio Oriente. Trump hizo a un lado las distracciones, borró los componentes amistosos en la política hacia China que supo tener Obama y fijó su prioridad en la contención del gigante asiático. Esa contención, de carácter global, empieza por el Pacífico. 

“Estados Unidos quiere evitar que China surja como potencia militar a partir del Pacífico. Si bien todavía no es una superpotencia global en ese sentido y no tiene la extensión que supo tener la Unión Soviética, sí lo es en términos regionales. China invierte cada vez más en Defensa, a la vez que aumenta su venta de armas y teje alianzas militares en la zona”, me dijo Daniel Blinder, investigador del Conicet en temas de geopolítica.

¿Qué está haciendo Trump?

El enfoque de Trump hacia la región, si bien incluye más recursos y rétorica de urgencia, repite algunos de los componentes de su política exterior más general, bautizada como America First y resumida de manera certera por Martín Rodriguez: “Muy lindo el multilateralismo pero yo soy San Ernesto, el que paga todo esto”. Trump quiere que sus aliados empiecen a compartir el costo en la protección. Trump le ha pedido a Corea del Sur, donde Estados Unidos tiene alrededor de 30 mil tropas, que quintuplique su gasto en Defensa; el país asiático se ha negado. Japón y Australia, otros aliados importantes en materia de seguridad, siguen de cerca las negociaciones, a las que ven como un test sobre la vigencia de la protección del país en un momento donde China se proyecta como amenaza.

El otro sello es el binarismo, que se puede ver en otras agendas como en 5G: Estados Unidos busca imponerle a sus aliados que elijan entre una de las superpotencias, un juego de suma cero que parece soslayar el peso económico que ha ganado China en su región.

En un delicioso ensayo, el Primer Ministro de Singapur bocetó el dilema que enfrentan varios países de Asia, una región cuyas economías van a conseguir dentro de poco un tamaño mayor a las del resto del mundo combinadas, algo que no sucedía desde el Siglo XIX. El crecimiento y la proyección regional de China, con las oportunidades que genera para estos países, ha crecido a tal punto que es imposible de ignorar. Al mismo tiempo, Estados Unidos muestra signos de declive y no parece dispuesto a asumir los costos para mantener la paz y la estabilidad regional como supo hacer en el pasado, si bien su presencia en términos de seguridad sigue siendo muy importante, y más aún para países que siempre han mirado con recelo a China, como Japón o Corea del Sur. El problema, dice Lee Hsien Loong, es si nos hacen elegir. 

Hay algunos, como Filipinas, que están eligiendo, pero no precisamente a favor de Washington: el país anuló en febrero un acuerdo militar con Estados Unidos para afianzar su giro hacia China, una realidad que comparten países como Pakistán y Sri Lanka. En el corredor de las islas del Pacífico también se siente el aliento de China: Kiribati e Islas Solomón rompieron el vínculo con Taiwán el año pasado para abrirse a Beijing, que cada vez le hace menos asco a ese juego de suma cero.

Blinder me recuerda que no todos pueden alterar alianzas. Japón, Corea del Sur, Taiwán o Australia, que ven en China una amenaza a su seguridad nacional por razones históricas, se preguntan por el regreso anunciado de Estados Unidos mientras aumentan sus capacidades militares. “Sus recursos armamentísticos son muy importantes, y tanto la presencia como la ayuda militar de Estados Unidos sigue ahí”, me apuntó.

Resulta útil distinguir entre alianzas económicas y de seguridad. Hoy nos estamos ocupando más de la segunda, aunque no siempre es fácil separarlas. El criterio se ha vuelto más complejo en un contexto donde la tecnología juega un rol más importante en las agendas de seguridad, como demuestran las discusiones sobre 5G o biotecnología, a la luz de la pandemia. 

El último movimiento económico de Estados Unidos lo registramos en el correo sobre globalización: Trump insta a las empresas estadounidenses a relocalizar la producción desde China a países amigos como Australia, Japón, Vietnam, India, Nueva Zelanda y Corea del Sur. Blinder se muestra escéptico sobre la maniobra, dado que es un terreno donde otros actores como las empresas privadas tienen volumen. Separa la lógica productiva de la militar, donde ahí sí hay “pura estatalidad”.

Una incógnita es cómo van a dialogar en la región las agendas de seguridad con las económicas, en un contexto donde China se ha hecho imposible de ignorar. Otra, quizás más urgente, es qué va a pasar con la tensión militar en una coyuntura que, como vimos al principio, gana cada vez más escenarios de conflicto.

¿Se pica esto o ke?

Para entender hacia donde se puede llegar hablé con Juan Battaleme, profesor de Relaciones Internacionales en UBA y UADE, entre otras universidades, y especialista en temas de Defensa. Juan dice que un enfrentamiento en el futuro cercano es probable, aunque el contexto de la pandemia le da más preeminencia a las consecuencias negativas de un enfrentamiento armado. Se trata más bien de una tendencia. “Estamos ante una nueva etapa de proliferación en términos verticales, a los cuales se le suman componentes ciber y robóticos, que empiezan a pesar en el cálculo racional de la guerra. El componente nuclear ya no es más la columna vertebral de la seguridad, donde se añaden otras terrenos como el espacio y nuevas herramientas como las capacidades antimisiles. Asistimos a un ciclo de crisis continuas entre Occidente y Oriente donde estamos caminando a un conflicto armado”, me dijo.

Hay cada vez más roces en la zona. Esta semana Estados Unidos desplegó tres portaaviones en la zona, la primera vez que lo hace desde 2017, en momentos de tensión nuclear en la península coreana. La geografía, nuevamente, importa: Juan me habló de un cambio paulatino en la estrategia de Estados Unidos para acercarse a la región, en un momento donde han ganado más efectividad las estrategias de bloqueo de los poderes residentes, dificultando el acceso de poderes externos. También me habló del ejercicio RIMPAC, el más grande del mundo en términos marítimos con base en el Pacífico y del cual China fue excluido en las últimas ediciones, y uno más novedoso, el Cobra Gold, que registra el cambio de estrategia norteamericana para la región. La pandemia ha detenido buena parte de los ejercicios militares, aunque China ha mostrado una continuidad excepcional al resto del mundo. En abril, Estados Unidos acusó a China de utilizar la pandemia para profundizar su expansión en el Mar del Sur chino, el punto de tensión más importante en la región.

Juan me habló de dos riesgos: “Uno, que le cabe a la potencia establecida, que es Estados Unidos, es la desatención, el riesgo de que el país no pueda responder en tiempo y forma a los desafíos que surjan. El otro, más importante, es el error de cálculo, que se le suele atribuir a potencias emergentes como China e India, donde una crisis que parece relativamente contenida puede virar hacia un conflicto armado”. 

Y señala dos datos. El primero es que Estados Unidos se retiró el año pasado del Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (INF), un movimiento interpretado como parte de una nueva estrategia para limitar a China. El segundo es que China no es el único foco de conflicto en la región: India, que mantiene una alianza de seguridad muy importante con Rusia, también es otro escenario de tensión, y los vecinos de la zona como Japón y Corea del Sur también están bien armados.

El desplazamiento del centro de gravedad a Asia revela ahora su componente militar. En la invocación a contener a China en su patio trasero mientras esta ya no oculta su proyección y asertividad parece estar una buena porción de la agenda militar de los próximos años.

Lee en Cenital: Barry Posen y el fin de la hegemonía estadounidense.

VOCES: EL MODELO PARAGUAYO CONTRA EL CORONAVIRUS

En toda la cobertura sobre la gestión del coronavirus hay un país que quedó injustamente soslayado: Paraguay, que ha registrado apenas 13 muertos y 1300 casos positivos, un número bajísimo comparado con el resto de la región. Esta semana conversé con Magalí López, coordinadora del Grupo de Estudios Sociales sobre Paraguay (GESP) del Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe de la UBA, para que nos cuente algunas de las claves en la gestión del coronavirus.

¿Cómo se explica la exitosa gestión de Paraguay ante la pandemia?

Lo primero que hay que decir es que la gestión fue buena considerando que el país cuenta con un sistema de salud muy precario, desfinanciado desde hace décadas, y que ya venía colapsado con la crisis del dengue. La experiencia con el dengue ayudó a que la respuesta de Paraguay ante el coronavirus sea rápida dado que el sistema de salud no se podía permitir muchos casos.

Ante ese escenario Paraguay aplicó una cuarentena rápida y con un criterio inverso al argentino: al comienzo fue más liviana, cancelando eventos masivos, clases y reduciendo la movilidad, y luego más estricta. Eso se combinó con un control muy estricto con las llegadas del exterior, sobre todo de Brasil, un destino de migración crucial para Paraguay. De los paraguayos que regresaron de allí provinieron la mayoría de los casos. Para eso se establecieron albergues de aislamiento obligatorio, sobre todo en bases militares, donde se les impidió a esos migrantes reincorporarse a la sociedad para evitar el contagio. 

¿Creció la popularidad del gobierno, como en otros escenarios de éxito?

Hubo momentos. Abdo Benítez, el Presidente, llegó a la pandemia con problemas de gobernabilidad y una oposición fuerte incluso dentro de su propio partido. Al principio lo benefició. Después se conocieron hechos de corrupción: se revelaron sobreprecios y licitaciones dudosas en la compra de insumos médicos urgentes para un puñado chico de empresas. El Presidente salió muy mal parado y se reforzó la sensación de que, si estaba al tanto de esto, es un corrupto; y si no sabía es un inútil.

El que salió bien parado es Julio Mazzoleni, el ministro de Salud, que ahora suena como candidato presidencial. El es que él terminó siendo la cara visible del gobierno en la gestión, dando los anuncios diarios y apareciendo en las comunicaciones oficiales.

¿A qué hay que prestarle atención?

Primero a la salida de la cuarentena. Paraguay está en la fase final de salida y hay que ver si los números se mantienen, aunque por ahora parecen controlados. Puede ser un modelo para cuando otros países de la región empiecen a salir de la cuarentena. Y lo otro es el impacto en la economía. Desde 2004 a 2019 Paraguay creció ininterrumpidamente. El crecimiento se detuvo el año pasado y ahora la economía va a sufrir un golpe rotundo. La contracara de estos números han sido una mayor precarización laboral en un país de altísima informalidad y un mayor endeudamiento. Los efectos todavía están por verse.

PICADITO

  1. Pompeo se reúne con el jefe de diplomacia china para acercar posiciones.
  2. Colapsó el sistema de salud en Bolivia; la gente se muere en la calle.
  3. Vuelve la cuarentena en Beijing ante un rebrote de casos.
  4. Dos casos importados le arruinan la fiesta a Nueva Zelanda; hubo contacto con más de 300 personas.
  5. España: el PSOE sale reforzado de la gestión sanitaria y supera en 11 puntos al PP, según el CIS.

QUÉ ESTOY SIGUIENDO

Todo el mundo está hablando de John Bolton, el ex consejero de Seguridad Nacional de Trump que está a punto de publicar un libro recordando su paso por la Casa Blanca. Según el material filtrado, Bolton asegura que Trump le pidió ayuda a Xi Jinping para ser reelecto y manifestó una postura mucho más amistosa hacia Beijing en el marco de las negociaciones comerciales. También dijo que sería “genial” (cool) invadir Venezuela, entre otras revelaciones. No sorprende que la Administración esté apelando a la justicia para bloquear la publicación del libro.

QUÉ ESTOY LEYENDO

Me gustó esta columna de Viri Ríos sobre el viraje conservador de AMLO en México. Según Ríos, el sector de la sociedad progresista que votó por un cambio ahora se encuentra sin representación en un sistema volcado hacia la derecha. Una figurita repetida.

LO IMPORTANTE

Cuando parecía haber visto todo el material rescatable del meme de perritos, Tomi, el autor de Primera Mañana, compartió este que es tan cierto que duele. 

Hoy me desperté y me encontré con este tuit que me recordó que esta semana se cumple un año del lanzamiento de este newsletter.  Y que estamos cerca de mi cumpleaños, lo que es mucho más importante. A diferencia del año pasado no voy a hacer chistes con mi CBU (si insistis no me ofendo). Si me querés hacer un regalo, ahora hablando en serio, es que apoyes el periodismo que hacemos en Cenital.

Un año. Pasaron algunas cositas, ¿no?

Nos leemos el jueves.

Un abrazo,

Juan

Cree mucho en el periodismo y su belleza. Escribe sobre política internacional y otras cosas que le interesan, que suelen ser muchas. Es politólogo (UBA) y trabajó en tele y radio. Ahora cuenta América Latina desde Ciudad de México.