Salir del cepo: urgente, ¿pero posible?

Para el Gobierno es importante eliminar las trabas más pronto que tarde, pero admite que hacerlo ahora, cuando resta ordenar varios desequilibrios, sería irresponsable. ¿Por qué es relevante hacerlo?

Las preguntas que nos llegan a los economistas tienden a ser homogéneas y con ciclos bien definidos. En 2020 era cuánto podía sostener la actividad económica los efectos de la cuarentena. En 2021, la pregunta más recurrente era sobre el Bitcoin: ¿hasta dónde podía llegar? En 2022, hasta dónde podrían extenderse los controles y la brecha cambiaria. En 2023, probablemente haya sido sobre la dolarización o la competencia de monedas. Durante el primer trimestre de 2024 puedo asegurar que la disputa la ganó: “¿Cuándo salen del cepo?”. Esto es una buena señal, ya que hasta hace poco tiempo discutíamos cuántos controles más venían y ahora hablamos sobre cómo desarmarlos.

Antes de seguir leyendo, algo tiene que quedar claro: los controles cambiarios y los múltiples tipos de cambio, como tenemos en Argentina, no solo están prohibidos por el FMI para sus países miembros, sino que son considerados como competencia desleal según los parámetros de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Pero más allá de las normas internacionales, el “cepo” que nace con la (errada) intención de que los dólares no salgan de un país, también genera que no entren. ¿Quién estaría dispuesto a invertir capital en un lugar en el que después no puede acceder a su dinero?

El expresidente Alberto Fernández lo había definido bien al compararlo con una piedra en una puerta giratoria: si trabás la salida, al mismo tiempo bloqueás la entrada. De más está decir que solo le gustó la metáfora, pues terminó trabando con candados la salida y entrada de dólares. A pesar de ello, no evitó que las reservas netas en el Gobierno anterior pasaran de 11.000 millones de dólares positivas a -11.000 millones negativas.

Sin embargo, “el cepo” puede obtener significados muy distintos dependiendo del afectado. Mi hermana, de 25 años, me preguntará si “sacan el cepo” para poder comprar y ahorrar en dólares por el homebanking como hacía hace 5 años, con su primer trabajo. Alguien que empieza con sus inversiones me consultará si “sacan el cepo” para no tener que mandar los dólares MEP al banco cada vez que hacen una compra. Para un cliente importador, en cambio, la duda será si “sacan el cepo” para poder comprar dólares al contado con liquidación (con bonos) y no tener que esperar 90 días para poder acceder al Mercado de Cambios Oficial para pagar sus importaciones. También me va a preguntar cuándo va a dejar de pagar sus importaciones en cuotas -recordemos que hoy los importadores pagan en 4 cuotas los bienes importados. Si importaron algo en enero, terminarán de pagarlo en mayo, algo complicado a la hora de determinar el costo de reposición de ese producto-. Un colega financiero querrá saber “si sacan el cepo” para que no haya más parking (esperar un día para poder vender sus bonos) o para que sus clientes puedan comprar más de 200.000 dólares diarios, que hoy funciona como tope máximo a empresas.

Es decir, el cepo no es uno solo. El cepo es una acumulación de restricciones, que más temprano que tarde hay que deshacer si queremos que a la economía le ingresen nuevas inversiones.

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¿Por qué el gobierno lo mantiene?

La estrategia, ya confesa, es que la motosierra ha tomado la forma de una licuadora. El Banco Central redujo las tasas de interés desde 133% hasta 80%, con una inflación que corre a un ritmo de más de 200% anualizada. Y la forma de hacer que alguien acepte mantener los pesos es, justamente, impedirle salir. De esta manera todos los pesos que había cada vez valen menos y no hay formas simples para las empresas ni personas de acceder a dólares.

La lógica detrás es que, si los pesos valen menos, la “fuerza” con la que podría realizarse una corrida cambiaria es mucho menor. Las subas del dólar se dan por el exceso de compra de dólares, con pesos. A pesar de ello. Todavía quedan muchos pesos esperando a salir, sobre todo por la vía comercial dado que, con la estrategia de Sergio Massa, se acumuló una deuda de más de 42.000 millones que aún está lejos de resolverse. Debido a que los importadores están pagando sus importaciones en un esquema de 4 cuotas, esto les implica acumular deudas. Además, muchas empresas quieren girar dividendos a sus casas matrices y necesitan dólares para pagar sus compromisos financieros. 

Un gobierno que le da mucha importancia a la red social “X” nos permite dilucidar el hacia dónde. Hace poco, y ante el pedido de un usuario de que “no se enamoren del cepo”, Santiago Bausili, presidente del Banco Central, desde su alias @Kicker0024, escribió: “Cero amor. Es nefasto. Pero hay que ser responsable y no generar falsas expectativas. Se han reducido significativamente muchos desequilibrios, pero aún queda sinceramiento para hacer luego del daño ya hecho”. Toto Caputo (@LuisCaputoAR) por su parte, publicó dos cosas que me resultan interesantes: una es que quieren levantarlo lo antes posible para hacer competir a las empresas locales con importadores, pero “para eso se necesitan más dólares”, en un contexto de reservas netas rondando los -2.000 millones. La segunda es que hace poco tuiteaba: “Siempre del lado Arriazu de la economía”, haciendo alusión al economista Ricardo Arriazu (en mi opinión uno de los mejores macroeconomistas del país). ¿Qué es lo que marca Arriazu permanentemente? Que del cepo se puede salir a mitad de año, pero que hay que tener claro que en una economía bimonetaria no puede funcionar un tipo de cambio flotante. Arriazu mencionó que cree en un tipo de cambio único, con total libertad de acceso y lo más estable posible, un típico programa de entre los años 60 y los 70`s, añadió.

¿Qué pasó en aquel entonces? En marzo de 1967, el gobierno de facto implementó varias medidas cambiarias, en el marco de un plan de estabilización: llevó el tipo de cambio a $350 (+40%) -precio que mantendría congelado hasta junio de 1970-; eliminó la obligatoriedad de liquidar las divisas provenientes de las exportaciones, así como la aprobación oficial para importar; y se desmantelaron las restricciones a los movimientos de fondos con el exterior. Además, la devaluación fue parcialmente compensada: se suspendió el reintegro a las exportaciones no tradicionales, se gravó la venta al exterior de las tradicionales y se redujeron los derechos de importación.

Para que esto sea creíble, deben acumularse reservas, mantener el equilibrio fiscal y no sufrir ningún shock externo que lastime las exportaciones ni aleje la liquidez global de nuestra economía, algo que todavía está en duda.

Del cepo se va a salir más pronto que tarde, aunque todavía quedan muchos desequilibrios que se están resolviendo. Probablemente decepcione a mi hermana, que quizás quede imposibilitada de comprar dólares a precio oficial o tenga algunas limitaciones cuantitativas, del resto deberíamos olvidarnos. La duda principal que queda es sobre el impuesto PAIS, que el FMI ya dijo que no debe existir de cara a 2025 y que hoy los gobernadores reclaman por la falta de fondos transferidos desde Nación. Se trata del tercer impuesto que más recaudó en lo que va de 2024 y cuyo objetivo de reducir la compra de dólares terminó derivando en un componente netamente fiscal.

Otras lecturas:

«Sin paz ni plata: en plena tensión con China, se viene un pago de U$S 5000 millones del swap». Por Esteban Rafele.

«El plan de la V: ¿hasta cuándo va a durar la recesión?» Por Juan Manuel Telechea

Licenciado en economía por la Universidad de Buenos Aires, Magíster en Finanzas Corporativas y en Desarrollo Económico, socio de la consultora Invecq y economista jefe del grupo IDEA.