Privatizar el mar vs. recursos naturales con valor agregado

Sergio Massa y Javier Milei llegan al ballotage con posiciones muy diferentes sobre la protección ambiental y el desarrollo sostenible: por un lado la transición energética con un modelo industrializador de recursos naturales, por el otro liberación de mercado y negar la Agenda 2030.

Quedan cuatro semanas hasta el ballotage donde definiremos si el próximo presidente será Sergio Massa o Javier Milei. Es imposible hablar de otro tema en estos días, y además los candidatos volvieron a dejar mucha tela para cortar sobre sus posicionamientos e ideas sobre el ambiente y el desarrollo, así que aprovechemos para pensarlo un poquito.

Empecemos

Privatizar el mar y romper relaciones con el Vaticano

Javier Milei negó el cambio climático, se posicionó en contra de la Agenda 2030 y propuso la regulación privada de la contaminación ambiental. Ya lo venimos conversando en entregas anteriores, pero en los últimos días pudimos escuchar también qué piensan sobre el tema dos de sus principales referentes: Alberto Benegas Lynch (padre e hijo).

Primero, en el acto de cierre de campaña de La Libertad Avanza, Benegas Lynch (p) sostuvo que “por consideración a mi religión católica creo que habría que imitar lo que hizo el presidente Roca, esto es suspender las relaciones diplomáticas con el Vaticano mientras en la cabeza del Vaticano prime el espíritu totalitario”.

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¿Por qué nos compete esta declaración en una conversación sobre desarrollo sostenible? Además de otras agendas, el papa Franciso promueve una postura sobre lo ambiental súper relevante, con la publicación en 2015 de la Encíclica Laudato Si: “Sobre el cuidado de la casa común”  como hito fundamental.

En esa Encíclica y también en otras declaraciones habla de lo insostenible e injusto que es “el actual nivel de consumo de los países más desarrollados y de los sectores más ricos de las sociedades, donde el hábito de gastar y tirar alcanza niveles inauditos” y que esta inequidad se refleja también en la deuda ecológica entre el Norte y el Sur global. Especialmente, habla del cambio climático “originado por el enorme consumo de algunos países ricos” que tiene repercusiones en los lugares más pobres de la tierra. Reflexiones atinadas que son tachadas como marxismo cultural por los libertarios de acá y sus vínculos en los demás países del mundo.

Por otro lado, en conversación con Julio Leiva en Filo.News, Benegas Lynch (h), el candidato a diputado por LLA, dijo: “Me parece que el tema del medioambiente se resuelve con asignaciones de derechos de propiedad. Ahí terminás con todo. ¿Por qué las ballenas eventualmente se están por extinguir o los elefantes y demás? La diferencia es el alambrado. ¿Por qué las gallinas y las vacas no se extinguen? Porque hay un propietario, porque hay un uso económico, hay gente que valora eso”.

Es realmente impresionante. 

¿Qué nos dice todo esto sobre cómo piensan, en LLA, al desarrollo y su vínculo con el ambiente (porque se supone que todas sus propuestas económicas como la dolarización son para alcanzar un mejor desarrollo)?

Por un lado, nos dicen que nada que no sea mercantilizable será protegido. Sea un río, un bosque o una ballena, si nadie ve valor económico en eso, perecerá. Ni siquiera tienen la sofisticación de proponer esquemas de pago por servicios ecosistémicos que se aproximan un poco a estas ideas. Hace décadas aprendimos que el mercado tiene ciertas fallas donde es necesario que el Estado intervenga. Una es la seguridad y la defensa, otra la protección del ambiente, tanto local como global. Volver atrás con estos consensos redunda en una Argentina más contaminada, con menor aprovechamiento, mayor despilfarro de sus recursos y más personas con problemas de salud vinculados a cuestiones ambientales. Claro que no es que hoy, por ejemplo, no tengamos basurales a cielo abierto o ríos contaminados, pero el Estado está trabajando en resolverlo y podríamos estar mucho peor.

Por el otro, el desprecio por la Agenda 2030, la acción climática y la calificación de “marxismo cultural” es profundamente retrógrado. Ya no hay discusión en el mundo sobre esto. ¿Quién puede estar en contra de que el desarrollo no sólo considere el crecimiento del PBI y el empleo sino también el acceso al agua segura, la energía y la educación? El mundo ya avanzó y funciona en esta clave y es un consenso bastante básico para vincularse con otros países, sobre todo los de occidente y “no comunistas”. ¿O el plan es ser parias globales a contramano de la conversación, los objetivos, las inversiones y el desarrollo tecnológico internacional?

Massa: transición energética, recursos naturales con valor agregado y salir del juego de suma cero

Por el otro lado, de parte de Sergio Massa ya escuchamos la apelación al concepto de Casa Común que propone el papa Francisco, pena de prisión a quienes cometan delitos ambientales y una transición energética basada en la gran plenitud de recursos con los que cuenta la geografía argentina. 

A modo de doble click, la semana pasada también la secretaria de Energía Flavia Royón participó del programa Transición 2030 de la periodista Catalina de Elía. Allí sostuvo que Argentina ya tiene una hoja de ruta de transición en base a sus compromisos internacionales. En línea con Massa dijo que tenemos todo para aprovechar las oportunidades de la transición energética desde gas, pasando por los mejores lugares del mundo para producir energía solar y eólica, tenemos energía hidroeléctrica, la posibilidad de ampliar la nuclear aprovechando las capacidades científicas y tecnológicas y un enorme potencial para el hidrógeno. Así como yacimientos de minerales críticos para la transición energética como litio, cobre y tierras raras.

También explicitó cómo ven el vínculo de la transición con el desarrollo: una gran oportunidad primero para generar puestos de trabajo bien remunerados, una posible palanca para el desarrollo de las industrias vinculadas al sector energético  y también para fortalecer y diversificar las exportaciones. Y resaltó la importancia de “tener una visión y una política de desarrollo productiva para poder capitalizar el desarrollo y la explotación de estos recursos”.

Estos discursos coinciden con un amplio consenso nacional respecto de la potencialidad argentina para brindar muchos productos que el mundo quiere y va a querer cada vez más en los próximos años, producto de la transición energética. Esta proyección la extraje del Plan Argentina Productiva 2030 y estima cuánto crecerán las exportaciones en diferentes rubros para el fin de esta década. Ya sabemos la importancia de las exportaciones para generar divisas genuinas y poder sostener el crecimiento económico con el aumento de importaciones asociado.

Fuente: Plan Argentina 2030, Ministerio de Economía.

Hay un consenso entre partidos ahí, dijimos. Ahora bien, luego empiezan los desafíos. Primero, para que esto efectivamente suceda, tienen que llegar las inversiones. Segundo, para que las actividades vinculadas a los recursos naturales no sean meramente extractivas hay que desarrollar la cadena de valor. Tercero, hay que pensar en el día después: de mínima los combustibles fósiles y seguramente el litio tienen fecha de vencimiento. Cuarto, ¿qué pasa con el resto de la economía? No somos Australia cuyos recursos naturales per cápita son mucho más altos que los nuestros, sino que es necesario pensar en el trabajo y en los sectores no vinculados directamente a los recursos naturales.

Parece un check list, pero nada de esto es trivial sino que exige un conocimiento muy profundo de los sectores y de las posibilidades y capacidades del Estado para llevar adelante cada uno de los puntos. 

Volvamos a Massa para ver qué dijo al respecto. En el discurso de la noche electoral insistió con la idea de aprovechar nuestros recursos naturales, pero agregándoles valor y fortaleciendo a la industria nacional. “Quiero convocar a la Argentina que se para frente al mundo a hacer valer sus recursos naturales con valor agregado y no los regala”. 

También habló de terminar con la dicotomía eterna entre campo e industria, pensando en un modelo donde se reduzca la exportación de granos para agregarle más valor en el país. Además, dijo que hay que dejar atrás la lógica de “suma cero”, que es el campo o la industria y nunca ambos los que aportan en conjunto al desarrollo nacional. En el mismo sentido, habló de empresarios y trabajadores sentados a la misma mesa construyendo “un régimen laboral moderno que abrace la tecnología y la capacitación laboral, sin renunciar a derechos conquistados por los y las trabajadores argentinos”, para construir más capital, más trabajo y más desarrollo argentino.

Las claves del futuro

Avanzar hacia el desarrollo sostenible requiere de la cooperación de todos los actores y sectores, pensando de qué manera transformar exitosamente la matriz productiva y energética hacia una de menor impacto ambiental y que se inscriba en la economía verde. Sin embargo, un país que no crece, que no encuentra por dónde desarrollarse, se convierte en un lugar donde los actores solo buscan cómo sobrevivir y están a la defensiva. Necesitamos salir de esa lógica para volver a construir en conjunto. Ojalá podamos hacerlo. Tenemos un gran país con todos los recursos y muchas de las capacidades necesarias para la transición energética y al desarrollo sostenible. Lo que ya no tenemos es tanto tiempo y oportunidades que desperdiciar. 

Soy licenciada en Ciencias Ambientales, magíster en Políticas Públicas y becaria doctoral en Ciencia Política en la UNSAM. En todos los ámbitos que puedo me dedico a sumergirme en los dilemas que nos presenta el desarrollo sustentable, uno de los mayores desafíos que enfrentamos en este siglo.