¿Pero el líder supremo está bien?

La salud de Kim Jong Un nos tiene preocupados.

¡Buen día!

Es una alegría escribirte en esta semana tan especial. Tenemos dos bienvenidas que hacer. Primero a Lucio Schargrodsky, quizás la mejor noticia de estos tiempos. Después a mis nuevos compañeros de ruta en Cenital, que vienen a expandir y mejorar la familia de newsletters. Estamos re contentos y queremos su plata, perdón, necesitamos su apoyo para seguir existiendo. Es gracioso porque es verdad.  

Además, le prometí a Julia, la mamá, que cuando Lucio tenga diez años Cenital va a ser un imperio mediático y me gustaría tener razón. Así que piensen en esto también.

Quizás en diez años dedicarse al periodismo sea más rentable que, no sé, producir petróleo.

LAS VACAS NO VUELAN PERO TE PAGAN POR RECIBIR PETRÓLEO

El lunes nos regaló una de las mejores postales para ilustrar este momento global. Por primera vez en la historia, el barril de petróleo en el mercado estadounidense –denominado West Texas Intermediate o WTI, que es diferente al petróleo Brent, la cotización que se utiliza en el mercado global– cotizó a valor negativo. El lunes hubo inversores a los que les pagaron hasta 40 dólares por barril para recibir –y almacenar– petróleo. 

En Cenital nos importa que entiendas. Por eso nos propusimos contar de manera sencilla una realidad compleja. Si te gusta lo que hacemos, ayudanos a seguir. Sumate a nuestro círculo de Mejores amigos.

Para entender esta noticia y su contexto global podrías empezar por asomarte a la calle. Ese cúmulo de autos estacionados, inútiles e indefensos, se repite en casi todos los rincones del mundo. En el cielo no hay aviones y las rutas están vacías de camiones. Esto significa, en primer lugar, que la venta de combustible ha caído de una manera estrepitosa; y en segundo lugar, que la industria petrolera tiene un problema, porque más del 40% de la demanda global de petróleo se explica por ese combustible. 

A todas las historias que leas en estas semanas sobre el tema vas a tener que colocarle este lente. El mundo demanda menos petróleo en tiempos de coronavirus; eso aumenta la oferta y hace caer a los precios, pero además genera un problema logístico: la capacidad para almacenarlo también es limitada.

Si leíste el picadito de la semana pasada advertiste que hubo un acuerdo entre los tres grandes jugadores del mercado petrolero global –Estados Unidos, Rusia y Arabia Saudita– para recortar un 10% de la producción (con los recortes del resto de los países podría llegar al 20%).

El arreglo, coordinado también con el G20, establece un esquema de recortes para los próximos dos años. El objetivo es evitar el derrumbe del precio del petróleo –detener la tendencia, digamos– hasta que la rueda vuelva a girar. Además del problema de la voluntad de los actores (no es seguro que todos cumplan con sus cuotas) aparece uno más grande y matemático: poco sirve un recorte del 10% —o incluso del 20%— en la producción cuando la caída en la demanda supera el 30%. 

¿Qué pasó el lunes en Estados Unidos?

Buena parte del negocio petrolero funciona con contratos a futuro. El escenario del lunes se dio con los contratos a futuro para mayo, que se hacían efectivos el martes 21, al día siguiente. 

La mejor explicación sobre los contratos a futuro la leí en una cuenta de tuiter llamada @jkofinanzas (ojalá no sea fan de Milei), que lo resumió así:

  • Hay unos tipos que venden petróleo, pero para tener previsibilidad, te venden unos meses antes el petróleo que te van a entregar en mayo.
  • Lo hacen emitiendo unos contratos que se llaman futuros, donde se comprometen a entregarte un barril de petróleo en mayo a cambio de un precio.
  • Los que compraron estos barriles para recibirlos en mayo a través de este contrato llamado futuro, los vendieron en el mercado, vendiendo los contratos, y cediendo el derecho a recibir esos barriles a otros. Estos que compraron después los vendieron a otros y así varias veces…
  • Hasta que unos que habían comprado estos contratos se dieron cuenta de que en unos días tenían que recibir un montón de barriles de petróleo y no tenían lugar. Con la recesión por el Covid, la demanda bajó mucho, y sus depósitos estaban llenos.
  • Así que o vendían esos contratos, o tenían que salir a comprar o alquilar depósitos nuevos.
  • Bueno, resulta que había varios con los depósitos llenos y nadie quería esos contratos, así que terminaron cediendo esos derechos a recibir barriles a menos de 2 dólares, hasta valores negativos.
  • ¿Qué quiere decir? «Macho, te pago para que recibas esos barriles de petróleo si querés pero que no me los traigan a mí porque no tengo donde meterlos y depósito nuevo me sale más caro”.

Este escenario lleva la marca de Estados Unidos, donde es el mercado quien manda y la intervención del gobierno es limitada, pero que tiene además un problema distinto al que tiene el mercado del Brent –donde el petróleo se transporta por mar y resulta más fácil almacenarlo–, en tanto depende de la movilidad terrestre y no puede acudir a actores extranjeros. El país se ha convertido en el mayor productor de petróleo crudo en 2018, lo que llevó a Trump a declarar, en ese entonces, que Estados Unidos se encontraba en una “era dorada” en términos de dominancia energética.

El impacto en la industria petrolera estadounidense indudablemente se va a sentir, con pérdidas de empleos y quiebras de empresas del sector en cantidad. Eso tiene, por supuesto, un ángulo electoral: la reelección de Trump se juega, entre otros pocos estados, en Texas, Pensilvania y Ohio, donde se concentra la producción petrolera. 

La presión sobre Trump para aliviar el golpe es tangible. El martes tuiteó: “Nunca abandonaremos a la gran industria estadounidense del petróleo y el gas”, mientras avisó que el gobierno ya estaba formulando un plan de rescate. Una medida excepcional puede ser la compra de petróleo para la Reserva Estratégica de Petróleo, un sitio de almacenaje desplegado en los años setenta, pero para eso debería conseguir aprobación de los Demócratas, que exigirían a cambio un compromiso para aplicar medidas medioambientales, cosa que estas empresas a las que Trump quiere salvar no aceptarían.

Otra medida que gana preeminencia en bancos y fondos de inversión para detener la sangría es que el gobierno pague por el petróleo que queda parado mientras sigan los precios bajos y luego recupere ese dinero de las empresas cuando los precios vuelvan a subir. Algunas voces –que forman parte del círculo de Trump– piden exigirle a China, un país comprador de petróleo, que eleve sus compras del crudo estadounidense, algo que no parece llevarse bien con el clima que flota el aire; otros piden por aplicar tarifas a las empresas productoras extranjeras, como las de Arabia Saudita, aliado norteamericano en cuestiones de seguridad, para aliviar la competencia en el mercado interno.

Cualquiera de estas medidas promete impactar en el mercado global, con sus respectivos jugadores. También, y quizás más importante, puede alterar para siempre el complejo balance entre Mercado y Estado en una industria acostumbrada a un protagonismo del primero. Esto impactaría al mismo tiempo en el resto de la economía estadounidense. 

El barril WTI para entrega en junio sigue positivo, pero cotiza a doce dólares, el más bajo desde la guerra del golfo en los noventa, y lo que nos dice entre otras cosas que la cosa va a seguir fea el mes que viene. 

Cambiando de hemisferio, el Brent, que como dijimos antes tiene más ventajas a la hora del almacenamiento, se vende hoy a 20 dólares el barril (cotizaba 60 dólares al principio de la crisis y se venden de a millones). 

En otras palabras: no es Donald Trump el único líder en problemas.

¿Cuanto más lugar tiene la economía global para el petróleo? 

A mí también me aburren las cuestiones técnicas de esto y sinceramente no las comprendo, pero lo que pasa en el mercado petrolero es importante para lza economía global, donde el petróleo ocupa un lugar protagónico al ser la fuente principal de energía en el mundo. Y pensar el futuro de nuestra humanidad implica, entre otras cosas, que discutamos sobre la energía y sus fuentes. Adivinaste: a Greta Thunberg le importa esto. 

La Agencia Internacional de Energía advirtió la semana pasada que los depósitos de petróleo en todo el mundo están por rebosar y que el recorte del 10% coordinado por los tres grandes actores no va a ser suficiente. Fue categórica: este año será el peor de la historia para el mercado petrolero. 

Un horizonte cercano donde se detenga la producción y haya quiebras masivas de petroleras tiene a su vez interrogantes geopolíticos –las campañas militares de Arabia Saudita y Rusia en Medio Oriente, por ejemplo, deben al petróleo su financiamiento, que podría volver a poner sobre la mesa la cuestión de la diversificación. 

¿Pero cuáles pueden ser los riesgos para el sector a largo plazo?

La verdadera pregunta, como todas las que se formulan en el campo de la economía global en tiempos de coronavirus, es cuánto del daño va a ser permanente. Para el semanario británico The Economist, las escenas distópicas de estas semanas son una muestra de lo que le espera al sector en el futuro, cada vez más cuestionado por su impacto ambiental: “Cientos de millones de personas viven en un experimento basado en trabajo a domicilio, menos vuelos y menos contaminación urbana. Esto podría ayudar a cambiar la opinión pública sobre la conveniencia de un cambio más rápido de una economía basada en combustibles fósiles”.

Escribe Francisco Toro: “Si bien la caída de los precios del petróleo ciertamente hace que la energía renovable sea menos competitiva a corto plazo, si la caída actual dura, podría eliminar a varios productores de petróleo que no puedan alcanzar el punto de equilibrio. Esto podría conducir a una desinversión masiva en la industria petrolera, ya que las empresas tiran la toalla en los campos en que no pueden ganar dinero. E incluso si la demanda y los precios se recuperan a mediano plazo, las percepciones de riesgo en el sector petrolero podrían ser irreversibles”. 

A principios de este año, un artículo largo del Financial Times se preguntaba: ¿Puede el mundo abandonar su hábito petrolero? Y señalaba que, a pesar de la mala prensa política, la demanda global no dejaba de aumentar.

En azul oscuro se ve la demanda a largo plazo si no hay un cambio en las políticas energéticas.
En azul claro (¿o es celeste eso? soy medio daltónico) la demanda si se aplican los cambios prometidos.
En rosa, la demanda si se aplica un cambio de paradigma energético. 

El texto, con cierto cariz pesimista, citaba a una fuente que explicaba: “Por lo general, se requieren 70 años para que las transiciones de energía –como la de la madera al carbón– sucedan a una velocidad natural. Necesitamos ver una mayor magnitud de cambio, en menos de 30 años ”. 

¿Puede la crisis del coronavirus ser un punto de inflexión en la transición energética? 

¿PERO EL LÍDER SUPREMO ESTÁ BIEN?

La prensa global rumorea desde principios de esta semana con la salud de Kim Jong Un, líder supremo de Corea del Norte. Según un portal de Corea del Sur, Kim estaría incapacitado para gobernar luego de una intervención quirúrgica fallida, que le habría provocado daño cerebral. La historia tomó otra dimensión cuando la difundió CNN, agregando supuestos informes de inteligencia estadounidense. Las autoridades de Corea del Sur dicen no tener información sobre que algo haya pasado. 

Para la edición de hoy hablé con Florencia Grieco, autora del libro “En Corea del Norte: Viaje a la última dinastía comunista”.

¿Qué sabemos?

Prácticamente nada. Y es igual para cualquier observador de la política norcoreana que no pertenezca al círculo de Kim. La salud de los líderes es algo que se maneja con muchísimo recelo; es de los temas más herméticos en un país donde el hermetismo ya es alto. 

El informe del medio de Seúl parece alimentado por desertores norcoreanos, pero no es claro el nivel de acceso de las fuentes. En el caso de CNN no aclara si se basa en las fuentes del medio surcoreano o en el informe de inteligencia estadounidense.

Si está enfermo no lo vamos a saber. Y si murió no lo vamos a saber ahora. Corea del Norte nunca comunica en tiempo real. Se acomoda para comunicar, no improvisa. Lo hace siempre y más aún con la salud del líder. 

¿Cuán importante es esta ausencia de Kim en la conmemoración de la fundación de la nación, el homenaje a su abuelo, de la que todos hablan?

Ese es el indicio por el cual ningún observador de Corea del Norte descarta que algo pasó. El Día del Sol (15 de abril) es la fecha más importante y simbólica del país, es el aniversario del padre fundador. La ausencia de Kim es llamativa porque nunca se registró antes. Se trata de una fecha muy relevante y él venía apariencia en público con frecuencia en las últimas semanas. Hay que tener cautela para tomar con preocupación las versiones de los rumores pero también para no descartarlos.

¿Por qué es importante seguir la salud de Kim?

Porque no sabemos quién lo reemplazaría. Esto abre una serie de interrogantes en un país del cual sabemos poco y que tiene un programa nuclear activo. Podríamos pensar que sería la hermana: por un lado es una Kim (Corea del Norte siempre fue gobernada por la dinastía), tiene la legitimidad de la sangre, eso da una situación de estabilidad aparente.

Su hermana, Kim Yo-jong, asumió un rol de poder en los últimos años. Ostenta funciones en el Departamento de Propaganda, un órgano muy relevante en el país y que supo ostentar su padre antes de convertirse en líder. Tiene visibilidad pública: fue la enviada del Norte a los juegos olímpicos de invierno en Seul, que sellaron el deshielo con el Sur, y estuvo en las cumbres con Trump. 

Esto es algo inédito para Corea del Norte: es la primera vez que una mujer es vista como una figura política y aparece públicamente. Pero no sería cómodo para un país de tradición paternalista y conservadora, donde la mujer está muy subordinada en el ámbito doméstico, aunque trabaje. Pero sigue siendo una Kim. Lo natural sería que asumieron algunos de los hijos del líder, pero son muy chicos.

Pero no lo vamos a saber por ahora. 

No. Lo más probable es que Corea del Norte nunca reconozca que hubo un episodio de salud. En 2008, el padre, Kim Jong Il,  tuvo un derrame cerebral, que no se comunicó pero se filtró por inteligencia. Cuando apareció en público estaba demacrado. Claramente había pasado algo. Pero como no teníamos registro del habla no lo pudimos saber.

¿Kim Jong Un habla?

Sí, bastante. De hecho habló ante la prensa en la cumbre junto a Trump. Vamos a tener que interpretar los signos si vuelve a aparecer. 

Por último, ¿qué fuente de información podemos seguir para estar atentos?

NK news. Son muy confiables.

El libro de Florencia, que recopila sus crónicas de viaje por el país, se consigue a cien pesitos en ebook hasta fin de mes. 

QUÉ ESTOY SIGUIENDO

  • Una cumbre europea histórica. Hoy se reúnen –virtualmente– los jefes de estado europeos para buscar un acuerdo para la reconstrucción económica. España e Italia, con la ayuda de Francia, buscan que Alemania y Holanda cedan a mayores compromisos económicos, como la mutualización de la deuda. La postura de Merkel será clave. Sobre la amenaza del coronavirus al proyecto europeo hablamos acá
  • ¿Quién decide sobre la cuarentena en Brasil? El fin de semana pasado en la capital, Bolsonaro se hizo físicamente presente en una protesta que pedía por una intervención militar al Congreso y a la Corte Suprema. Con la consigna “Acción por Brasil” y “No vamos a negociar nada”, el contenido de la marcha era el pedido para terminar la cuarentena. Bolsonaro dijo y volvió a repetir que espera que esta sea la última semana de cuarentena. Con más de 45 mil contagiados y 2900 muertos, Brasil no ha llegado al pico de casos y el arco político pide por extender las medidas. ¿Qué va a pasar la semana que viene si los gobernadores y otros actores piden extender la cuarentena? ¿Cómo va a reaccionar el bolsonarismo? La marcha del fin de semana trae escenas de todo menos de buenos augurios. 

QUÉ ESTOY LEYENDO

Para seguir en la línea optimista, me gustó esta entrevista a Gordon Brown (en inglés pero con traductor va joya) sobre la importancia de la cooperación internacional en la pandemia. Brown, como Tony Blair o Macron, son mejores comentaristas que gobernantes. Así que vamos a honrarlos. 

PICADITO

  1. Israel: Netanyahu y Gantz pactan un gobierno de unidad y ponen fin al bloqueo político. 
  2. Canadá: al menos 18 muertos en la peor masacre de los últimos treinta años.
  3. Encerrados y solitarios, comienza para 1800 millones de musulmanes la celebración de Ramadán.
  4. The Sunday Times revela que Boris Johnson faltó a cinco reuniones clave sobre la pandemia; el gobierno sale a responder.
  5. Trump firma un decreto para suspender la inmigración por 60 días.

LO IMPORTANTE

Esta fue una semana fructífera en lo que a memes se refiere. Si lo del daño cerebral a Kim se confirma de alguna manera, ya hay artillería pesada esperando:

Sobre lo que contamos al principio del correo, me gustó este:

Bueno, eso es todo por hoy. Quedé muy manija con Corea del Norte. En parte porque estoy viendo la novela que me recomendó Fede Vázquez –Aterrizaje de emergencia en tu corazón–, disponible en Netflix, en la que una empresaria surcoreana llega por error al Norte y se enamora de un soldado. Pero también por la conversación que tuve con Florencia, que me dio ganas de viajar a Pyongyang cuando todo vuelva a la normalidad (?).

Ya averigüé: hay que sacar un paquete coordinado por el gobierno norcoreano y se llega desde China, en tren o avión. 

¿Te sumas?

Nos leemos el jueves.

Un abrazo,

Juan

Creo mucho en el periodismo y su belleza. Escribo sobre política internacional y otras cosas que me interesan, que suelen ser muchas. Soy politólogo (UBA) y trabajé en tele y radio. Ahora cuento América Latina desde Ciudad de México.