Merluzas, camarones y pacú. La pesca tradicional y la revolución acuícola

Con un nivel de producción relativamente estancado durante los últimos veinte años, el sector pesquero tiene mucho potencial para crecer en empleo, exportaciones y volumen de la mano de la acuicultura.

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En el debate del domingo, el candidato libertario usó la típica frase de enseñar a pescar en vez de dar el pescado, así que hoy nos vamos a tomar un rato para analizar la industria pesquera.

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Los datos del día

  • Tenemos uno de los consumos de pescado per cápita más bajos de nuestra región, pero nuestra producción no es para nada despreciable -aunque más baja que varios de nuestros vecinos-;
  • Las exportaciones del sector representan aproximadamente el 2% de las exportaciones totales de bienes que realizamos en 2022;
  • El 88% del empleo registrado del sector se encuentra en Chubut, Santa Cruz y Buenos Aires.


En el muelle de San Blas

Algo raro nos pasa a los argentinos con el pescado. Tenemos mar, tenemos río, producimos una cantidad nada despreciable -en 2019 fuimos el país 34 con más producción pesquera del mundo-. Pero, si le preguntás a cualquier persona, lo más probable es que no hayan comido mucho pescado en el último tiempo y nunca hayan comido muchísimo. Más allá de las anécdotas personales, la realidad es que nuestro consumo per cápita de pescado es bastante bajo. Nos encontramos en el puesto 136 aproximadamente -bastante menos que lo que producimos-. Incluso si únicamente nos comparamos con países de la región, somos los que menos comemos -bah, uno de los que. En el gráfico de abajo dejé a Paraguay que no tiene acceso directo al mar-.

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Si ya de por sí es difícil romper los hábitos e incorporar nuevos productos a lo que uno consume, a eso se suma que el precio del pescado no varía muchísimo del precio de la carne vacuna o del cerdo, que además suelen llenar más. Así que a priori no hay muchos incentivos a virar hacia los peces. De todas maneras, este no es un newsletter de nutrición y no siempre hace falta consumir lo que se produce, se puede directamente exportar.

(Aclaración: antes de que me acusen de ambacéntrico, hablé con algunas personas de ciudades pesqueras y si bien me dijeron que es más fácil conseguir rico pescado, tampoco es que lo comen muchísimo más).

A diferencia de lo que ocurre con los otros animales, pescados hay de muchos tipos, así que la pregunta es: ¿qué producimos acá? El mayor volumen lo mueven tres especies: langostinos, calamares y merluza. De hecho, entre las tres explican el 78% de las toneladas y el 84% del valor exportado de pescados el año pasado. Pero esto no nos dice si exportamos mucho o poco. El sector pesquero representó el año pasado aproximadamente el 2% de nuestras exportaciones de bienes, nada mal para algo que no consumimos mucho.

El problema es más la dinámica que la foto actual. Un estudio del Consejo para el Cambio Estructural de la Secretaría de Industria escrito por Ignacio Carciofi, Florencia Merino y Luciano Rossi muestra un estancamiento importante en la cantidad de toneladas producidas en las tres variedades de especies que tenemos. En parte esto se explica porque hay cuotas de capturas de algunas especies para evitar la sobreexplotación de los recursos que pueda generar una crisis en los ecosistemas -algo que pasó hacia fines de los ’90 con la merluza-.



Antes de pasar de tema, algo que me parece interesante del sector es su potencial regional. La mayor parte de las exportaciones del año pasado se realizaron desde Chubut, Santa Cruz, Buenos Aires, Río Negro y Tierra del Fuego, claramente por su salida al Mar Argentino. Pero además, contamos con un potencial todavía poco explorado que habilitaría a otras provincias a desarrollar la industria y de eso vamos a hablar ahora.

Entra cuchillo salen las tripas

Te preguntarás por qué hablamos de un sector relativamente estancado en un newsletter que se llama Lluvia de Inversiones (no creo que te lo preguntes, pero seguime el juego). Más allá de la pesca en el mar, la trucha de lago y los peces de río, hay toda otra parte del sector pesquero que no es tan conocida: el cultivo de peces.

¿Cuál es la diferencia entre las vacas, los cerdos y los pollos con los peces? Hasta hace un tiempo a estos últimos no los criábamos para comerlos. Además de espacio, cuidados médicos y comida, los peces necesitan algo más para vivir: agua, mucha agua y en circulación. Si alguna vez tuviste alguna mascota acuática, sabrás que no solo son más aburridos que los perros/gatos, también requieren un montón de cuidados -si te colgás, caput-.

Ahora bien, pensemos esto a una escala industrial. La cría de animales para consumo humano requiere de grandes volúmenes de producción -lo que en economía llamamos escala-, de esta forma algunos costos se distribuyen más porque cada unidad vendida se lleva una parte y el negocio es rentable. Pero, a más volumen son más complicaciones también. Los animales se enferman, se contagian, se comen la comida de otros, etc. A eso agregale que los peces tienen que estar en estanques con agua circulando constantemente. Por estos motivos, la cría de peces para consumo a gran escala es un poco más complicada que la de otros animales y le llevó más tiempo a la humanidad dominarla. Pero, por suerte, somos seres inteligentes que podemos solucionar problemas (o eso queremos creer). Así nació la acuicultura con todas sus ramificaciones (se puede hacer en el mar, en la tierra y en los lagos, para moluscos, peces y algas). En realidad, tiene miles de años, pero su producción a gran escala empezó en el mundo hace no tanto.



Tu siguiente pregunta quizás sea si se produce o no pescado de esta manera en Argentina. La respuesta es sí, pero actualmente son pocos los emprendimientos acuícolas en el país. Algunos de los más importantes son los del pacú en Chaco, donde una empresa tiene como estrategia de rotación de cultivos de arroz el cultivo de este pez y hoy en día es uno de los grandes proveedores del norte grande de pacú -dicen que es muy rico, nunca probé-. Otro caso emblemático es el de la trucha arcoíris de la empresa Newsan -una de las del régimen de Tierra del Fuego-, que empezó a participar en el mercado pesquero por las restricciones a la importación durante el gobierno de Cristina Kirchner. De igual manera, hay una fuerte inversión en la cuenca del Limay también para la cría de trucha por parte de la empresa Idris Patagonia. Te dejo esta nota de Misión Productiva a Lucas Maglio, uno de los responsables de la firma. Y otros tantos casos más, pero casi como una regla general de la vida, si podemos nombrar los casos, es que tenemos pocos.

No quiero bombardearte con gráficos y datos, pero si nos comparamos con los otros países de América Latina, encontramos que la gran mayoría de ellos no solo tienen una mayor producción de pescado en general, sino que tienen mucho más desarrollada la actividad acuícola. De hecho, Chile es el segundo país del mundo en cuanto a producción de salmones y exporta aproximadamente unos 6.000 millones de dólares anuales. Para ponerlo en perspectiva, es un poco más de lo que exportamos el año pasado con todo el complejo minero y casi el doble de lo que exportamos de carne vacuna.

Quizás el ejemplo no es el mejor porque Chile tiene más tradición pesquera, pero si vemos los casos de Brasil, Ecuador y Colombia, también encontramos que la acuicultura fue ganando cada vez más peso desde los 2000 y hoy en día representa casi la mitad de la producción.

En parte, este aumento productivo en la actividad se debe a que comenzaron a realizarse emprendimientos en ecosistemas naturales, de forma tal de aprovechar la riqueza natural para la cría de peces. Esto que parece algo sencillo si pensamos en vacas pastando en la pampa, pero en el caso del mar y los lagos es sumamente complicado, dado que las estructuras que contienen a los peces están en contacto permanente con las corrientes de agua, se desgastan y deben repararse rápidamente para evitar filtraciones de las especies que puedan alterar los sistemas acuáticos. Algo de esto cuenta Lucas Maglio en la entrevista que te comentaba antes de Misión Productiva y también en esta que le hizo el diario Clarín.

En el mar de las políticas públicas

Para conocer un poco más sobre el tema charlé con Paloma Varona, integrante de Misión Productiva, que viene siguiendo estos temas bien en detalle.

NS: ¿Cuáles son las oportunidades que encuentran en el desarrollo de la acuicultura a nivel nacional?

PV: Las oportunidades son muchas dado nuestro diverso ecosistema y amplio litoral marítimo. Argentina tiene el potencial de crecer muchísimo en esta actividad sumamente federal, impulsando empleo local, inversiones y exportaciones. Para tomar dimensión, hoy el mundo consume más pescado de acuicultura que de pesca de captura, tendencia contrapuesta con Argentina donde apenas representa el 1% aproximadamente. Países vecinos como Brasil o Ecuador ya producen por arriba de las 500.000 toneladas mientras que nosotros recién el 2022 superamos las 6.000 toneladas alcanzando nuestro máximo histórico. Digo esto para dimensionar el potencial del crecimiento productivo que tenemos. Y esto a su vez tracciona toda una extensa cadena de proveedores locales, innovaciones y nuevos desarrollos genéticos, por poner un ejemplo.

NS: ¿Cuáles son las provincias que más avanzaron hasta el momento y cuáles tienen interés en llevar adelante políticas de este tipo?

PV: Hoy hay dos grandes polos acuícolas: uno en el NEA y otro en la Patagonia. El cultivo del NEA fue el primero en desarrollarse, enfocado principalmente en la producción de Pacú. El polo patagonico es el que hoy viene traccionando mayormente el crecimiento de la actividad, de manera industrial y con altos estándares, con la trucha y los mejillones principalmente en Neuquén, Río Negro y Tierra del Fuego. Lo que tiene esta actividad es que se puede (y hoy se ve) desarrollar a lo largo y ancho de todo el país.

Quiero remarcar además que esto viene creciendo a partir de la estrategia impulsada por la Dirección Nacional de Acuicultura, a cargo de Guillermo Abdala, y de los gobiernos provinciales que apuestan al crecimiento de la actividad.

NS: ¿Cuáles son los principales obstáculos para su desarrollo?

PV: Los obstáculos son consistentes con un sector incipiente. Como hablamos, la acuicultura, si bien es una actividad milenaria, tiene un desarrollo industrial que recién se está dando hace relativamente poco. La cadena de proveedores representa un punto central que a medida que va creciendo la actividad se va a tornar un obstáculo. Este es un gran punto para pensar la política pública de los próximos años.

Otro tema fundamental para reflexionar es el impacto ambiental. Es importante desde lo discursivo salir a contar qué es la acuicultura, cómo convive con el ambiente, qué oportunidades sociales y económicas abre, desde lo territorial hasta la seguridad alimentaria, y dejar en claro que es una actividad que, en la medida que se regule y controle (como pasa en toda actividad productiva), puede no tener impactos negativos en el ambiente sino todo lo contrario. Por eso celebro mucho esta edición del newsletter, es fundamental hablar e informar sobre el potencial de esta actividad.

Bonus Track

Antes de irme, te dejo estas cosas que creo que pueden interesarte.

  • Para exportar más hace falta cabeza además de una macroeconomía estable y los sectores productivos, te recomiendo esta nota de Andrés López y Juan Carlos Hallak sobre la inserción global de Argentina;
  • El Estado tiene en su poder un montón de datos super valiosos para pensar políticas públicas, pero es clave pensar algunas cuestiones en torno a su manejo para que puedan utilizarse correctamente. Paula Luvini analiza muy bien el tema de datos y políticas públicas en esta nota de Perfil.

Ahora sí, antes de irte vos, si me das algo de bolilla cuando recomiendo películas de terror, te sugiero que le pegues una mirada a esta cuenta de Twitter y de YouTube, que durante el mes de octubre va a recomendar películas todos los días porque es el mes del terror. De ahí saco casi todas las películas que veo.

Abrazo grande,

Nico

Escribe sobre temas de sectores y desarrollo productivo y trata, todo lo posible, de cruzarlo con datos. Le importa que estos sectores impulsen el bienestar social. Estudió economía en la UBA, se especializó en políticas sociales en UNTREF y arrancó una maestría en desarrollo económico en UNSAM. Es docente e investiga sobre Política Productiva en Fundar.