Los diez puntos del peronismo: una batalla entre progres, desarrollistas y conservadores

La convocatoria de Javier Milei a participar del Pacto de Mayo aceleró un proceso de discusión interna que viene dándose de manera dispersa pero sostenida desde el inicio del gobierno libertario. ¿Qué propone cada tribu?

Es un debate a cielo abierto por la identidad y por el liderazgo del peronismo que involucra a todos los actores de peso dentro de ese universo de fronteras difusas, incluso actores que están fuera de Unión por la Patria (UP) como Guillermo Moreno, Miguel Pichetto y Martín Llaryora. Es una batalla conceptual entre progresistas, desarrollistas y conservadores, atravesada por discusiones tácticas, rencillas personales y una pregunta que provoca: ¿el peronismo es progresista? Como desde hace más de dos décadas, el apellido Kirchner está en el centro de las conversaciones.

La discusión se activó antes de la convocatoria de Milei, con el documento de trabajo que publicó Cristina Kirchner el 14 de febrero. Sobre el final de ese texto, la expresidenta enumeró una serie de puntos que hasta ahora no eran parte de su agenda, como reforma laboral e ingreso de capitales privados a empresas públicas. ¿Se corrió al centro, una vez más? El exministro Martín Guzmán salió a cruzarla y la acusó de relativizar la peligrosidad del déficit fiscal, en una suerte de secuela del documento Eterno resplandor de una Argentina sin recuerdos que Matías Kulfas, otro exponente de la escudería desarrollista, había publicado en enero. Sin entrar en esa disputa, Axel Kicillof planteó siete puntos en su discurso de apertura de sesiones, más ligados a la coyuntura, pero con mirada de fondo. Juan Grabois prepara, con la coordinación de Paula Abal Medina, sus propios diez puntos para presentar el mismo 25 de Mayo. Sergio Massa hizo girar los diez puntos que había lanzado durante la campaña. Todos juegan.

Por extraño que parezca, del decálogo de Milei solo un inciso genera rechazo generalizado en el peronismo: la posibilidad de volver al sistema de AFJP. El contraste se da por las omisiones, coinciden en las distintas tribus de UP. ¿Qué le falta a los diez puntos de Milei?

Hay puntos alternativos que nadie discute y que servirían, llegado el caso, para mostrar que existe un paraguas de ideas común en el peronismo, una mirada del mundo contraria a la del presidente. El primero: no a la dolarización. El segundo: el desarrollo de un modelo industrialista, con énfasis en la creación de puestos de trabajo. Es un concepto que contiene incluso a actores alejados hace años del peronismo nacional, como Llaryora y Pichetto. El tercero: límite al endeudamiento externo. Corazón del documento de Cristina, es también un retruque a las críticas contra el financiamiento monetario del déficit fiscal y un elemento de cohesión interna: hasta la expresidenta reivindica la llamada “ley Guzmán”. El cuarto: impulso a la obra pública, primero en la lista de Kicillof. El quinto: promoción estatal de la educación y de la ciencia como puntales del desarrollo económico. El sexto: una política exterior con enfoque multilateral que se resume en el ingreso de la Argentina al grupo BRICS.

Hay otros títulos que pasan el filtro de todos los sectores, pero solo bajo la condición de no entrar en detalles. En ese lote se inscriben una reforma tributaria que simplifique el sistema y lo haga más progresivo, y la búsqueda de un Estado más eficiente, como planteó la expresidenta en el documento de febrero. Cristina se muestra incluso a favor del ingreso parcial de capitales privados a las empresas públicas. En las reuniones cada vez más frecuentes que tiene en el Instituto Patria desliza un argumento: “Si el Banco Nación cotizara en bolsa y tuviera controles externos, jamás hubiera pasado lo de Vicentín”.

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Hasta ahí las coincidencias. La lista de diferencias es más corta pero incluye temas súper sensibles, como la importancia del equilibrio fiscal, la explotación de los recursos naturales como herramienta central para el desarrollo y la necesidad de una reforma laboral.

El asunto que por lejos más discusiones genera es el del equilibrio fiscal, un punto en el que, en lo formal, todos los actores sostienen lo mismo. Los desacuerdos radican en los énfasis y en lo que hizo el peronismo cuando estuvo en el poder. Cristina reabrió esa discusión con el texto de febrero. En diálogo con Cenital, Kulfas se mete en el debate: “Néstor Kirchner era fiscalista. Él, que había sido gobernador, sabía que tener holgura de caja te da gobernabilidad. Así como Milei debería descartar la dolarización y el macrismo el exceso de endeudamiento externo, el peronismo debería comprometerse a evitar el déficit que se financia con emisión”. Para el kirchnerismo se trata de una discusión ficticia, de una disputa política que se cuela en el debate programático. “Cristina no menosprecia la cuestión del equilibrio fiscal. Si faltan dólares, no podemos tener déficit. Pero el presidente es Milei, alguien que habla desde el monetarismo y niega la restricción externa. El debate está ahí”, dice la diputada Julia Strada, una de las economistas de consulta de la expresidenta.

Esa disputa política-programática atraviesa hoy al peronismo. Las críticas más feroces al kirchnerismo, que se condensan en apariciones explosivas de Moreno en televisión, coinciden en rotularlo como una fuerza “progresista”, que se alejó de los postulados históricos del movimiento. “El peronismo desarrollista está desvirtuado por el kirchnerismo”, se suma Kulfas. Algunos detractores de Cristina interpretan que varias de las propuestas que expuso en el documento de febrero son una respuesta a esos cuestionamientos. Una suerte de reacomodamiento. “Después de obturar el debate durante años, ahora quiere ocupar la avenida del medio”, dicen. En la sala de reuniones del Instituto Patria, la expresidenta sentencia: “El peronismo no es progresista”. En esa lógica se inscriben sus críticas a las protestas docentes y los cuestionamientos que en privado desliza sobre el papel de las organizaciones sociales. “Un laburante que se levanta a las 5 de la mañana no puede volver a su casa y ver que su vecino que cobra un plan gana lo mismo que él”, razona. En esa misma dirección, la Cristina modelo 2024 interpreta que parte del ascenso de Milei responde a un exacerbamiento del movimiento feminista. “Nunca acompañé ese argumento de que con mi cuerpo hago la que quiero. Yo lo vi como una cuestión de salud pública”, dice en referencia a su posición favorable a la legalización del aborto.

En línea con ese giro, la expresidenta retomó su vínculo con Jorge Yoma, un peronista de la vieja guardia, que hoy trabaja para el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela. “Cristina me pidió que hable con todos -cuenta Yoma a Cenital-. Queremos armar un evento grande en el interior que junte a la mayoría del peronismo, desde Grabois a Llaryora, un peronismo remozado, con un rumbo más moderno. Hay que cortarla con eso de combatir al capital”.

La propuesta para profundizar el sesgo exportador que hizo Cristina en su documento la reconcilia en las ideas con el sector desarrollista que ve en la explotación del litio la llave para el desarrollo de la Argentina. “Tenemos que tener nuestro propio régimen de promoción de grandes inversiones. La clave es a cambio de qué. Hay que exigir encadenamiento local, transferencia tecnológica y componente exportador”, señala Strada. En ese punto el que toma distancia es Grabois, decidido a sostenerse como un actor relevante en la discusión interna del peronismo. “No convalidamos ningún tipo de extractivismo que ponga en peligro el ambiente; la utilización de los bienes comunes debe cumplir dos requisitos: la distribución justa de sus frutos priorizando la población local y el respeto al ecosistema”, dice a Cenital el referente de Argentina Humana. La “actualización laboral”, así la llamó Cristina en su documento, es otro punto que abre la polémica. Con el respaldo de muchos sectores partidarios, la resistencia en este caso proviene de los sindicatos. Mayo se acerca y el rompecabezas del peronismo sigue sin armarse.

Es periodista y politólogo. Conduce el noticiero central del canal IP y el programa ¿Cómo la ves?, en Futurock. Es autor de Los secretos del Congreso (Ediciones B, 2019).