La coincidencia de Massa y Cristina sobre el tarifazo de Milei

Ambos sostienen que, a partir de que lleguen las facturas de abril, se espiralizará el descontento con el Gobierno. El oficialismo explora un enfrentamiento con la Corte Suprema. Laboratorios contra Mercado Libre, la guerra silenciosa del DNU.

-Si hicieran lo que les decimos verían el mercado en funcionamiento.

-Lo que pasa es que voy a pérdida.

-Andá a pérdida esta vez para ganar los próximos 20 años.

El diálogo entre un altísimo funcionario del Gobierno nacional y un empresario tecnológico del sur explica sin rodeos la discusión que se está dando a cielo abierto entre el equipo económico y los hombres de negocios. Después de las repetidas declaraciones de Luis Caputo sobre la importancia de quitar las promociones por compras de más de una unidad continuó con los anuncios de que se facilitarían las importaciones de algunos productos finales. Una regresión a la idea de que la inflación la causan los formadores de precios. Aunque con proyecciones de muy corto plazo, el ministro, al menos discursivamente, espera resolver aspectos macroeconómicos con medidas sobre formas de concentración, en el mejor de los casos, de impacto limitado. Una tentación que ni siquiera es sólo argentina, pero que en todos lados mostró nula eficacia.

La última bravata del ministro fue una queja por el diferencial entre las cápsulas de café que se venden en los Estados Unidos y las que produce una marca argentina a partir de insumos totalmente importados. Puras anécdotas que recuerdan a las lecturas de balances de años anteriores y las acusaciones sobre ganancias desmedidas. La batalla cultural de Toto, que se muestra obsesionado con la estadística que capta el INDEC. La diferencia entre medir el precio unitario de los productos en promoción y hacerlo si se aplicaran individualmente es posible que tenga pocos resultados reales. Una obsesión por el número final del instituto que no modificará la experiencia del bolsillo de los ciudadanos, pero que importa para el relato.

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El anuncio de la postergación de los aumentos tarifarios previstos para abril muestra un Gobierno preocupado por una posible interrupción en la tendencia descendente de la inflación aunque en Casa Rosada lo niegan: “Esperábamos un aumento de inflación en marzo, pero no lo estamos viendo”. El presidente Javier Milei aparece tan pendiente de sus índices de popularidad como cualquier político convencional en su cargo. No es casual que las tarifas sean fuente de preocupación. Los regulados, junto al dólar, por ahora planchado y apreciándose peligrosamente al ritmo del IPC, constituyen dos de los tres precios que mueven a los demás.

El otro son los salarios, que aún con una trayectoria de derrumbe en términos reales, mantienen una nominalidad alta. Los sueldos bajan en poder adquisitivo mientras suben en dólares. Un aumento de tarifas presionaría sobre el nivel salarial y, a partir de las paritarias, también sobre los de atraso cambiario. Quedan pendientes las reducciones de subsidios eléctricos para usuarios residenciales tipo 2 y 3, que pagan al día de hoy el 7 o el 13 por ciento del costo de la electricidad, sin que haya definiciones claras sobre si seguirán la suerte de los usuarios residenciales de mayores ingresos, a los que ya se retiraron los subsidios.

Por delante, el oficialismo tiene todo por recorrer en materia de subsidios al consumo de gas, donde los avances son nulos y las facturas podrían crecer exponencialmente y en plazos de tiempo muy reducidos, mientras que tampoco queda claro cuándo avanzarían sobre los subsidios al transporte en el AMBA que son los más virtuosos en términos distributivos, sin los sesgos distorsivos y pro rico de los domiciliarios. Hoy habrá un encuentro de los responsables del área para definir los mecanismos de subsidios “a quienes los necesiten”. El encargado de la segmentación -un término repetido, pero nunca ejecutado- estará a cargo de Alejandro Cosentino, que asegura haber encontrado la alquimia para hacer eficiente el trabajo. En el oficialismo lo toman con sorna. A Cosentino lo acercó Guillermo Francos a La Libertad Avanza, pero hace tiempo que trabaja bajo la órbita de Nicolas Posse.

En la mirada de los principales dirigentes del peronismo, que conservan votos y liderazgo, la expectativa respecto del impacto de los aumentos de tarifas aparece como un factor central a la hora de evaluar un eventual catalizador del descontento social por la recesión y el deterioro del poder adquisitivo. Una mirada en la que coinciden Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa, que fueron objeto de renovados cuestionamientos de figuras con las que compartieron el Gobierno anterior. La discusión en el seno del peronismo enfrenta allí un problema serio. Las voces críticas, incluso cuando están fundadas en argumentos atendibles, carecen de liderazgos políticos potentes que las contengan y, quizás peor, no tienen ordenadores de cara al debate público. El kirchnerismo está mucho más cómodo en el enfrentamiento al ajuste que aquellos que admiten su necesidad pero cuestionan el tamaño o las formas.

“Los gobernadores tienen que entender que, a diferencia de Macri, la relación con el Estado nacional no es de prostitucion, es de trata”. La reflexión la repitió Massa en privado durante la última semana en relación al comportamiento de los mandatarios provinciales frente a la administración de Milei. La misma lectura, con analogías menos cruentas, tiene Cristina. “Son todos muy frágiles”, repite en privado. No es menor. CFK y Massa comparten un diagnóstico: el programa económico de Caputo no va a funcionar, pero eso no significa que la sociedad vaya a buscar soluciones para atrás. Massa, además, sostiene que sin un shock antiinflacionario, el malestar por el ajuste va a pesar más que la baja de la inflación. “Si lo clavan en medio punto por mes, tenés la paz de los cementerios, pero al menos tenés paz; con la misma inflación que teníamos nosotros y esta economía la gente no lo va a tolerar”, insiste. Lo que sigue sin estar claro es qué significa ese hartazgo. Cómo se decodifica. El viernes, el Partido Justicialista le aceptará la licencia a Alberto Fernández, esbozará una autocrítica y le pondrá fecha a las elecciones internas. Todavía no hay nombres en danza, pero sí la certeza compartida de que es necesaria una renovación.

Mientras tanto, los números de las encuestas fueron tema de debate durante el fin de semana. El último estudio de Zuban-Córdoba arrojó muy malos números que el Gobierno niega parcialmente. Si bien reconoce que 7 de cada 10 argentinos dicen que su economía empeoró desde la asunción de Milei, tanto la expectativa de futuro como la imagen presidencial se mantienen estables con una leve tendencia a la alza producto del discurso de apertura de sesiones de hace 19 días. Lejos de los análisis cuali o cuantitativos, renunció Armando Guibert, el hombre de Posse que estuvo involucrado en el aumento de sueldos para funcionarios. Las versiones varían: algunos sostienen que fue un neteo de la interna con Sandra Pettovello, que había tenido que entregar a Omar Yasin. Otros, por la caída de miles de contratos que ocurrirán el 31/3 y Guibert no quería enfrentar.

La relación del presidente con su vice, al margen de las fotos de ocasión, continúa tensa. Cerca de Milei, los análisis conducen a una resignación esperada. “Es la misma Victoria que en campaña, no es una novedad”, resumen. Las variables ordenadoras son dos. Una, la conspiración. Si esta existiera, Villarruel le hace daño al Gobierno desde adentro con la especulación de tomar el control junto con Mauricio Macri. En Rosada le bajan el tono. “La explicación es más fácil: es una chica que quiere ser parte del sistema, no quiere romper el sistema, entonces casi que su devenir es lógico”, dicen sobre la vice. “Quiere dialogar con los senadores, sacarse fotos con los gobernadores, por eso todos hablan bien de ella y mal de Javier”. El Congreso va a tener actividad cuando, en las próximas semanas, el Gobierno envíe la nueva Ley Bases que va a tener dentro la reforma laboral, una prioridad DEFCON 1 para el oficialismo.

El soporte parlamentario fundamental para Milei es el PRO que, por estas horas, atraviesa un conflicto inesperado. La búsqueda de una lista de unidad llevó a Macri y Patricia Bullrich a consensuar nombres donde, naturalmente, la preponderancia es del expresidente. Sin embargo, el veto de Macri a Damián Arabia, diputado nacional y lugarteniente de Bullrich, encendió las alarmas. La ministra de Seguridad del gobierno de La Libertad Avanza amenaza, hasta estas horas, con presentar su propia lista para competir con Macri. Sería una jugada no para intentar ganar sino para ridiculizar una elección que, igualmente, los involucrados creen que se ordenará en unidad. La pregunta es cómo. Horacio Rodríguez Larreta, por su parte, anticipó que no formará parte de la conducción del PRO -tampoco lo tenían contemplado-, pero confirmó en privado que, por ahora, no tiene previsto dejar el partido.

La disputa por el DNU, tanto en Diputados como ante la Justicia, amenaza atravesar no sólo las divisiones entre los distintos espacios políticos, sino también a los hombres de negocios. El caso de las modificaciones en el sistema de venta de medicamentos, con receta electrónica, envíos a domicilio y menor protagonismo de los establecimientos farmacéuticos generó una disputa que, a diferencia del conflicto por las actualizaciones en la legislación laboral, no divide a trabajadores formales y patrones, sino a sectores relevantes del empresariado. De un lado, los laboratorios de producción nacional, que disputarán renta con el gigante del comercio electrónico, Mercado Libre, que a la manera de su modelo estadounidense, Amazon, podría convertirse en una contraparte relevante y poner en valor sus enormes capacidades logísticas para consolidar su propia red de distribución de medicamentos. Preocupa allí la eventual competencia de India, cuyos precios y escala podrían traer un resultado ruinoso para los laboratorios. Surgiría un actor con potencial para disputar precios, una cuestión profundizada por la posibilidad de una mayor apertura comercial en el sector que, junto a los alimentos, ya fue objeto de medidas de esta naturaleza por parte del Gobierno.

Varias de estas diferencias sectoriales terminarán en la Corte Suprema y, si bien el presidente elogió sorpresivamente a Horacio Rosatti, en sus reuniones con Karina Milei y Santiago Caputo la valoración es otra: “Su forma de entender el derecho y la Constitución es dañina para la Argentina”. La chulería oficial contra Rosatti se suma a la que patentó Macri en su libro y la embestida del peronismo durante el mandato anterior. En el oficialismo, igual, hacen cuentas: suman sus senadores más los de UxP y el PRO para pensar, por lo pronto, en completar las vacantes. Hoy, ciencia ficción. Lo que no es un mito es la relación Milei-Ricardo Lorenzetti. Se conocieron durante la campaña y el Supremo fue muy solícito con información y material para los debates. Hoy promueve al juez federal Ariel Lijo para ser su compañero en la Corte y el Gobierno evalúa nuevamente enviar su pliego junto a otro que ocupe el lugar que dejará vacante, a priori, Juan Carlos Maqueda el 29 de diciembre. La reflexión oficial sobre el máximo tribunal es la misma sin importar quién sea el inquilino de Casa Rosada. “Esta Corte no nos sirve”.

Es director de un medio que pensó para leer a los periodistas que escriben en él. Sus momentos preferidos son los cierres de listas, el día de las elecciones y las finales en Madrid. Además de River, podría tener un tatuaje de Messi y el Indio, pero no le gustan los tatuajes. Le hubiera encantado ser diplomático. Los de Internacionales dicen que es un conservador popular.