Industria azucarera: concentración productiva y heterogeneidad en los modelos

Es un sector de peso en el NOA, que hicieron valer en la discusión de la Ley Ómnibus en el Congreso. Sin embargo, Salta, Jujuy y Tucumán tienen sus diferencias y algunas se encuentran en una posición más frágil ante las ideas aperturistas

  • Actualmente hay 20 ingenios produciendo azúcar en todo el país: 15 en Tucumán, 2 en Salta y 3 en Jujuy;
  • Según el Centro Azucarero Argentino, la cadena azucarera genera anualmente unos 54 mil empleos directos y 140 mil indirectos;
  • Entre 2020 y 2023, representó solamente entre el 0,2% y el 0,3% de las exportaciones totales de bienes. Se trata de un sector marginal para nuestras exportaciones, pero de todas maneras tuvimos un saldo comercial positivo en los últimos 20 años.

Eres azúcar amargo, delirio y pecado

El azúcar es uno de los cultivos que requieren de un proceso de industrialización para que lo consumamos en nuestros alimentos, razón por la cual suele emplear a mucha más gente que otras ramas de actividad agrícola y es muy compleja e interesante.

Cada año, entre mayo y noviembre, se realiza la zafra (cosecha) de los tallos de la caña de azúcar en Tucumán, Salta, Jujuy y, en menor medida, Misiones y Santa Fe. Es decir, este cultivo y su industria se encuentran muy localizados, no se realiza en todo el territorio nacional ni se podría hacer. Entonces, la producción azucarera queda enmarcada en lo que comúnmente se llama economías regionales: delimitada territorialmente, proveniente de un producto primario y con serias dificultades para trasladarse a otros espacios (ojo, no hay una definición muy clara del término).

El segundo paso es la elaboración del azúcar crudo en los famosos ingenios, hay alrededor de 20 en nuestro país, a partir de la extracción del jugo de las cañas. Luego, se refina el producto y se obtiene el azúcar blanco, el que más consumimos (aunque también se puede hacer azúcar de mascabo y orgánica, que se ven cada vez más y no pasan por refinería). Ahora bien, en esta etapa también hay otros productos que se utilizan para la elaboración de alcohol en destilerías y alcohol deshidratado para el biocombustible –de esto vamos a hablar otro día en profundidad–. De la destilación se obtiene como subproducto un residuo llamado vinaza que se utiliza como fertilizante en el cultivo de la caña. Otros residuos del proceso productivo también se usan dentro de la misma cadena, por lo que se trata de un esquema bastante virtuoso en el que se aprovechan casi todas las partes del cultivo.

Seguro te preguntes si todo nuestro consumo de azúcar, tanto personal como industrial, proviene del mercado interno. Efectivamente, el consumo interno es el destino más importante de la producción local y lo que se exporta, en su mayoría azúcar cruda que luego se procesa en los países importadores, resulta del excedente entre lo producido y lo demandado internamente. Esto se replica en la mayor parte de los países productores, por lo que no se trata de una particularidad argentina.

La capacidad de exportar sirve como una forma de descomprimir el mercado interno, ya que ante una producción muy abundante, el precio interno podría caer mucho, perjudicando a la industria. Para cerrar el frente externo, Argentina cuenta con la Ley N° 25.715 que impone aranceles mayores para la importación, protegiendo la industria local (en breve volvemos a esto). En conjunto, esto resulta en un saldo comercial positivo constante del complejo azucarero argentino.

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Gráfico 1. Evolución de la balanza comercial en millones de dólares. 2000–2020

Fuente: Carciofi, Guevara Lynch y Maspi (2022)

Azúcar, flores y muchos colores

Como te comentaba más arriba, la producción azucarera en nuestro país está sumamente concentrada en tres provincias (Tucumán, Salta y Jujuy) que producen en conjunto aproximadamente el 99%, mientras que lo restante proviene de Misiones y Santa Fe. A su vez, las diferencias entre ellas en cuanto al nivel producido son muy importantes: Tucumán representa el 70% del total.

Gráfico 2. Distribución de la producción azucarera total (cruda y refinada). 1990–2023

Fuente: elaboración propia en base a Centro Azucarero Argentino

Dejame adivinar, esto te generó un poco de ruido ¿no? Si vivís en el AMBA como yo, lo más probable es que tengas en la cabeza que la marca más importante es Ledesma y que es de Jujuy. Si es así, estás en lo cierto. El ingenio más grande del país es el de Ledesma, que el año pasado produjo el 17% del azúcar total, mucho más que el segundo -Ingenio Concepción de Tucumán- con 12%. Lo que sucede es que de los 20 ingenios productores de 2023, solamente 3 quedan en Jujuy y 2 más en Salta, los otros 15 en Tucumán.

Ahora bien, las diferencias provinciales no se quedan en esos datos duros. Hay diferencias cualitativas en la forma de producir entre Tucumán y las otras dos. Mientras que en Jujuy y Salta los ingenios están integrados verticalmente. ¿A qué me refiero con esto? Veamos.

En economía hablamos de una producción integrada verticalmente cuando los eslabones de la cadena se encuentran bajo una misma dirección. En este caso, que el cultivo, la cosecha, la elaboración de azúcar cruda, su refinación y destilación las hagan unidades de negocio del mismo grupo. Por el contrario, si una empresa es dueña de varias refinerías, pero no se encuentra en otras partes del proceso de producción nos encontramos ante una empresa horizontalmente integrada.

En nuestro caso, la realidad es que se combinan ambas formas. Por lo general, las empresas que se encargan de la elaboración también cuentan con unidades destinadas a la refinación y destilación, por lo que en varios casos hay una integración vertical del segmento industrial. La gran diferencia radica en cómo llega la caña de azúcar a los ingenios.

Es en este punto donde las provincias divergen. En el caso de Tucumán, históricamente primó un modelo de producción donde los ingenios compraban a los pequeños y medianos productores locales su cosecha de caña. Por el contrario, en Salta y Jujuy gran parte de la materia prima es producida también por las grandes empresas dueñas de los ingenios. Es decir, si bien pueden comprar una parte a otros productores, esta porción va a ser considerablemente menor que la propia.

Sé que esto puede parecer poco relevante, pero no lo es. La capacidad de una empresa de decidir el tipo de tecnología utilizada para los cultivos –por ejemplo, si prueba con semillas modificadas genéticamente o si usa determinado tipo de cosechadora más eficiente– requiere de una espalda financiera que los pequeños productores muchas veces no tienen, pero que a la larga determinan un mayor nivel de eficiencia en la producción (un abaratamiento de los costos o un aumento del rinde por hectárea). Por el contrario, la existencia de productores de baja escala, dificulta este tipo de innovaciones, así como también suma actores a la discusión de los precios que suman costos por el armado de contratos.

Esto no quiere decir que un tipo de modelo productivo sea mejor que otro, sino que se requiere un mayor esfuerzo de coordinación y un mayor involucramiento de otro tipo de actores para mejorar la producción local. Cuando eso no ocurre, lo que termina sucediendo es que aumenta el nivel de concentración de tierras y de la producción, algo que ya está sucediendo en Tucumán.

La cuchara de la nota

Así llegamos a lo que motivó originalmente esta entrega. Cuando se votó en la Cámara de Diputados la Ley Ómnibus en febrero, una serie de legisladores peronistas tucumanos hicieron algo distinto a lo que se esperaba. Rompieron con su bloque de Unión por la Patria y votaron a favor del proyecto de Javier Milei. Al parecer, se llegó a un acuerdo para no incluir dentro del paquete la derogación de la Ley del Azúcar, ya que avanzar en esa medida sería contraproducente para los productores azucareros, particularmente los de Tucumán.

La ley es bastante sencilla, se encarga únicamente de fijar el arancel para la importación de azúcar, incluso dentro del MERCOSUR. Más allá de la protección que supone la imposición de un arancel –que eleva el precio de los productos importados– a cualquier país, en este caso tiene una doble importancia, ya que nuestro vecino de habla portuguesa es el mayor productor mundial de azúcar (en 2022 exportó el 34% del azúcar cruda total). Su volúmen de producción reduce parte de los costos de producción, por lo que de ingresar a nuestro país azúcar brasileña libre de aranceles, parte de los productores locales estarían en peligro. Dentro del grupo de productores, los más afectados serían los tucumanos, ya que al tener una organización más horizontal que los otros, tienen menos capacidad de introducir mejoras rápidamente que les permitan competir mejor.

Para sumar un poco de contexto sobre la relevancia del azúcar en Tucumán nos vamos a remontar a 1966. Con el golpe militar al presidente Arturo Illia por parte de Juan Carlos Onganía se anunció el cierre de una serie de ingenios azucareros en la provincia con el objetivo de regular la producción local –que por el volúmen deprimía los precios del alimento– y favorecer a los más eficientes, incluídos los de Jujuy y Salta. Teóricamente, esta medida iba a acompañarse por un plan de desarrollo para la provincia perjudicada, pero como tantas otras ideas no sucedió. En 1968, el 35% de los trabajadores de la industria azucarera quedó desocupado. Además, en esos años emigraron entre 150 y 250 mil personas, disminuyendo un 1% la población tucumana entre 1960 y 1970. Eso generó una serie de revueltas muy importantes en 1969, la primera en simultáneo al Cordobazo, 1970 y 1972 conocidas como el Tucumanazo.

¿Por qué te cuento esto? Porque no es tan fácil decir lo que tiene que hacer o no hacer un gobierno si lo que se pone en juego es una regulación que afecta a una parte considerable de la población.

Escribe sobre temas de sectores y desarrollo productivo y trata, todo lo posible, de cruzarlo con datos. Le importa que estos sectores impulsen el bienestar social. Estudió economía en la UBA, se especializó en políticas sociales en UNTREF y arrancó una maestría en desarrollo económico en UNSAM. Es docente e investiga sobre Política Productiva en Fundar.