Incendios: ¿qué se puede hacer para detenerlos?

Fuego. Prevención y restauración. Las particularidades de Corrientes.

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El mundo está mostrando otra vez que no tendremos paz. Lo difícil que resulta pensar en cualquier agenda de cooperación internacional frente al cambio climático en este nuevo escenario. En breve se viene un news sobre este tema de la economía de las transiciones energéticas. Pero hoy quedémonos con la atención puesta en Corrientes, los incendios y aquellas cosas que sí podemos cambiar. A partir de eso, va este news para tratar de retomar esa agenda combinando el análisis global con las especificidades correntinas.

¿Es particular lo que sucede en Corrientes? Incendios en el mundo 

El miércoles salió un reporte de las Naciones Unidas titulado Fuego fuera de control: la creciente amenaza de incendios inusuales en entornos salvajes (Spreading like Wildfire: The Rising Threat of Extraordinary Landscape Fires). El informe prevé que el cambio climático y el cambio en el uso de la tierra harán que los incendios sean más frecuentes e intensos, con un aumento global de incendios extremos de hasta el 14% para 2030, el 30% para fines de 2050 y el 50% para fines del siglo. Se puede descargar acá, por ahora en inglés.

Esto se condice con los intensos episodios que fuimos viendo en los últimos años en Australia, Estados Unidos, Brasil y nuestro país, entre otros. En Argentina particularmente, el Ministerio de Ambiente informó que entre el 1 de enero de 2022 al 23 de febrero la superficie estimada afectada por incendios reportados fue de 258.794 hectáreas, mientras que en todo 2021 fue de 302.451 hectáreas. Nótese que esta información es pública, de fácil acceso y actualizada diariamente.

Sin embargo, es importante notar una película aún más amplia. Este paper publicado en Science muestra que no todo es aumento del riesgo de incendios. En base al uso de datos satelitales, se muestra que, a pesar del calentamiento global, la cantidad total de tierra quemada en todo el mundo se redujo en una cuarta parte entre 1998 y 2015, principalmente gracias a las grandes disminuciones de incendios en África. Esto se debe al aumento de la densidad poblacional en las praderas tropicales africanas y que los agricultores han convertido una mayor parte del área en tierras de cultivo y pastos. Eso ha fragmentado el territorio, lo que dificulta la propagación de los incendios forestales. A nivel mundial, las disminuciones se concentraron en regiones con niveles bajos e intermedios de cubierta arbórea, mientras que se observó una tendencia creciente en los bosques cerrados. 

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Impactos de los incendios

A grosso modo podemos separar los impactos de los incendios en tres dimensiones: social, ambiental y económico. Mencionemos algunas.

En materia ambiental, los incendios tienen una serie de impactos. Por un lado, afectan simultáneamente al tiempo y al clima, al liberar grandes cantidades de dióxido de carbono, monóxido de carbono y partículas finas a la atmósfera. También, tienen efectos inmediatos y a largo plazo en la calidad de los ríos, lagos y arroyos. Esto se da a través de la escorrentía de aguas pluviales: después de la pérdida de vegetación, el suelo deja de absorber agua y esto promueve el transporte de escombros y sedimentos a cuerpos de agua más grandes, contaminando aún más recursos. Bajo la misma lógica de la incapacidad de absorción de agua, aumenta el riesgo de inundaciones. La flora también se ve afectada: las plantas en el suelo del bosque o los árboles más pequeños a menudo son destruidos por los incendios forestales, mientras que los árboles más grandes pueden sobrevivir siempre que el fuego no se extienda a la copa de los árboles. Asimismo, las llamas destruyen la fuente de alimento y el hogar de muchos animales, amenazando su supervivencia. 

Según la OMS, los impactos sociales se deben al deterioro de la calidad del aire. Esto puede causar una variedad de problemas en la salud, incluidos inconvenientes respiratorios y cardiovasculares. Además, se encuentra un efecto significativo de los incendios en la salud mental y el bienestar psicosocial.

En materia económica, los incendios pueden interrumpir el transporte, las comunicaciones, y el suministro de servicios. También la pérdida de propiedades, cultivos, recursos y animales con el consecuente impacto sobre las actividades económicas, los ingresos y el empleo.

¿Cómo se apaga un incendio?

Según cuenta el investigador especialista en bosques Lucas Figueroa en esta nota del Dipló, Argentina no carece de recursos para combatir los incendios. Desde el inicio del gobierno de Alberto Fernández se trasladó el Sistema Nacional de Manejo del Fuego del Ministerio de Seguridad al de Ambiente. En 2021 el presupuesto se amplió de 433 millones de pesos a 3.058 millones y se instalaron en algunos sectores críticos torres con sensores de humo que detectan el fuego de manera temprana. Todo esto permitió fortalecer el plantel de brigadistas, la capacitación y el equipo para evitar el avance del fuego sobre los bosques. De hecho, Nación envió 5 aviones hidrantes, 1 avión observador, 5 helicópteros, 159 brigadistas y personal de apoyo, un camión perforador, 100 efectivos, 1 avión CESSNA 182, 8 remolques, 2 cisternas, 3 camionetas, entre otros.

Sin embargo, las primeras responsables en la gestión del fuego son las provincias. Y estas en general disponen de menos equipamiento y capacidades que la Nación, y, sobre todo, estos recursos provinciales son muy dispares. Por ejemplo, Córdoba o Chubut están bastante bien equipadas, mientras que otras provincias, como en este caso Corrientes, están menos preparadas.

En este punto entonces es fundamental potenciar el equipamiento, el entrenamiento y la capacitación de las fuerzas provinciales. A su vez, es clave aumentar la rapidez de la respuesta, unificar protocolos de acción y mejorar la coordinación entre provincias y con el gobierno nacional. 

Por último, la mejora de la comunicación. A veces frente al problema consumido es realmente difícil contener un incendio, pero la falta de inteligencia a la hora de explicar hace parecer que el problema importa poco y ya se ha visto que la sociedad no es indiferente ante eventos como este.

¿Cómo se previene un incendio?

Se estima que más del 90% de los incendios son causados por intervención humana (voluntaria o no). El porcentaje restante se explica principalmente por la caída de rayos producidos por tormentas eléctricas, sobre todo cuando no son acompañadas de lluvia. 

Los rayos son difíciles de evitar, pero respecto a los fuegos intencionales como a los ocasionados por negligencia tenemos mucho por hacer.

La negligencia se aborda con información y concientización sistemática, constante y particularmente focalizada en las actividades y las zonas más riesgosas y vulnerables. Por ejemplo, en una zona turística que está atravesando una época de sequía, machacar en todos lados con el peligro que constituye un fuego o una colilla mal apagada o un vidrio olvidado. Asimismo, la capacitación o información a productores para manejar y controlar las quemas controladas, valga la redundancia. 

Acá, es importante mencionar que los fuegos no son sólo parte de prácticas productivas, sino también necesarios para la regeneración de los ecosistemas. En ese sentido, no es malo el fuego per se, sino la intensidad, la persistencia y el daño que causa.

Luego, esto debe ser complementado con castigos eficientes a quienes ocasionen los incendios. En el caso de Corrientes, se iniciaron más de 70 causas en distintas localidades de la provincia por denuncias de incendios rurales presuntamente intencionales.

Más allá de cómo avancen estas denuncias y las causas de los incendios, es fundamental reducir la vulnerabilidad de los territorios para evitar la expansión del fuego, así como el uso de las alertas tempranas que permitan atacar los focos no bien iniciados. 

Para esto, la clave es cambiar la perspectiva: dejar de pensar el abordaje de los incendios únicamente como recursos, centrándose en cómo apagarlos, sino hacer mucho más foco en la prevención.

¿Qué significa en concreto?

Podemos pensar en cuatro grandes dimensiones: 

  1. Monitoreo y alerta temprana: presencia permanente en zonas de riesgo con equipos de comunicación que permitan una rápida comunicación para coordinar el trabajo ante emergencias tales como los incendios forestales.
  2. Comunicación y capacitación: que todas las personas en sus respectivos roles y responsabilidades sepan y puedan informar cómo comportarse en territorios vulnerables.
  3. Infraestructura: apertura de caminos para facilitar el acceso, planificación de la expansión urbana sobre los bosques, preparación de cortafuegos para evitar la propagación de incendios, disponibilidad de agua.
  4. Extensionismo rural: propagación de conocimientos a través de acciones de promoción de nuevas tecnologías y capacitación a los productores rurales. Tradicionalmente, esto se pensaba más que nada para mejorar el desempeño productivo. Sin embargo, ahora se vuelve crucial sumar también la adaptación al cambio climático y la prevención de incendios.

¿Qué pasó en Corrientes?

Vayamos ahora a la particularidad del caso de Corrientes. El INTA estimó que se incendió el 9% del territorio correntino y se calculan pérdidas económicas de hasta $70.000 millones, específicamente en la producción forestal, ganadera, citrícola, yerbatera y arrocera. Además, se cree que la mayoría de los productores afectados necesitará varios años para empezar a recuperarse. Según el newsletter Cadena de Valor, esta pérdida representa aproximadamente un 15% de la producción agropecuaria anual de la provincia y un 2,7% del total de su Producto Bruto Geográfico. En función de este escenario, se declaró el estado de desastre agropecuario y desde la provincia y la nación se asignaron recursos extraordinarios para ayudar a los productores.

¿Cuál fue la causa? Veamos algunos factores.

El primero es las condiciones dramáticas de sequía y altas temperaturas en la provincia. 

En segundo lugar, tenemos la estructura productiva correntina y el ordenamiento territorial. Corrientes es una provincia dedicada principalmente a las actividades agropecuarias: ganadería, arroz, cítricos, horticultura, yerba mate, té y silvicultura. Todas estas actividades son extensivas: ocupan mucho espacio y esto tiene un impacto ambiental, particularmente cuando las actividades avanzan sobre bosques nativos o humedales, degradándolos. Especialmente la silvicultura avanzó mucho en los últimos años, lo que generó zonas de alta inflamabilidad.

En tercer lugar, hablábamos antes de qué causa los incendios y decíamos que el 95% tiene intervención humana. En estas condiciones es muy probable que cualquier negligencia genere un desastre. Pero además se dan en una provincia donde la práctica de las quemas es habitual, tanto para la liberación de terrenos después de las cosechas, para espantar animales, para limpiar maleza vieja o para quemar la basura allí donde no llega el servicio de gestión.

A partir de este diagnóstico, algunas acciones clave para tomar: 

  • Primero, lo global: mitigación del calentamiento global. 
  • Segundo, los hábitos y las prácticas relativas al fuego: información, capacitación, control y mejora/ampliación del servicio de gestión de residuos domiciliarios y de aprovechamiento de biomasa.
  • Tercero, lo estructural, infraestructura y ordenamiento territorial: dada la estructura productiva correntina, parece fundamental fortalecer el ordenamiento territorial para reducir tanto el impacto ambiental de la producción como la vulnerabilidad de los territorios frente a este tipo de eventos. En este sentido, hay mil cosas para hacer: mejora de la infraestructura, extensionismo rural, y una política de fondo que debería ser un ordenamiento ambiental del territorio, pero podría ser una Ley de Humedales. (También se podría pensar en la promoción de actividades menos extensivas y que se vinculen con la cadena de valor, como una planta de celulosa).

Creo que esto ya lo hablamos, pero en principio una Ley de Humedales funcionaría como la Ley de Bosques donde a partir de un inventario nacional, cada provincia -soberana sobre sus recursos- semaforiza sus humedales para determinar dónde se debe conservar (rojo), dónde solo pueden llevarse a cabo algunas actividades de bajo impacto (amarillo) y dónde se puede producir (verde).

Más allá de cómo termine siendo esa semaforización, el proceso en sí mismo obliga a poner el tema en discusión y prestarle atención a todo esto que venimos hablando. Escuché por ahí la sugerencia de que salga por decreto como para demostrar interés y voluntad de parte del gobierno nacional. Dada la necesidad de que luego las provincias implementen la ley, me parece que esa no sería una buena idea.

De despedida te dejo este video del jueves 24 donde bomberos festejan la lluvia en Santo Tomé, Corrientes. Es hermoso.

Te mando un abrazo, nos leemos en dos semanas.

Eli

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Soy licenciada en Ciencias Ambientales, magíster en Políticas Públicas y becaria doctoral en Ciencia Política en la UNSAM. En todos los ámbitos que puedo me dedico a sumergirme en los dilemas que nos presenta el desarrollo sustentable, uno de los mayores desafíos que enfrentamos en este siglo.