Exportaciones, complejidades y cambio tecnológico en la agroindustria

Se trata del principal sector exportador de nuestro país, sin embargo el cambio climático y la transición hacia sociedades más sustentables suponen una serie de obstáculos para que la agroindustria siga su rumbo.

¡Buenas! ¿Cómo estás?

En mi caso, estoy cerrando varios trabajos que tengo que entregar para la cursada que estoy haciendo y aunque no quiera dejar las cosas para último momento siempre me pasa lo mismo.

Hay temas que nos atraviesan completamente. No por sus tensiones contemporáneas como el medioambiente y los pueblos originarios -aunque también-, sino que nos interpelan desde hace siglos. ¿A qué me refiero puntualmente? Al agro. Puntualmente a la agroindustria.

Pero antes de arrancar, así como crece la soja en los campos también crece nuestra comunidad. Si querés formar parte para contribuir a la generación de nuevo contenido y tener algunos descuentazos, podés suscribirte acá.

ADVERTENCIA: antes que arranques, esta entrega es introductoria. Vendrán muchas más del tema porque -como veremos a continuación- va desde la miel hasta la salsa de soja.

En Cenital nos importa que entiendas. Por eso nos propusimos contar de manera sencilla una realidad compleja. Si te gusta lo que hacemos, ayudanos a seguir. Sumate a nuestro círculo de Mejores amigos.

Los datos del día

  • Según estimaciones realizadas por Agustín Lódola, Fernando Morra y Nicolás Picon, las cadenas agroalimentarias (CAA) representaron en 2018 un 10% del PBI;
  • El mismo informe calcula la cantidad de trabajadores -directos e indirectos- de dichas cadenas en 2.1 millones de personas. Siendo las cadenas de la soja, bovina y láctea las mayores empleadoras. En conjunto explican el 41% de los ocupados de las CAA;
  • De todas maneras, se trata de un sector muy heterogéneo en lo laboral. Mientras algunos segmentos están altamente formalizados, otros tienen tasas altísimas de informalidad y condiciones precarias de trabajo. Lo mismo sucede respecto a los salarios sectoriales;
  • En 2022, la agroindustria en su conjunto explicó el 64% de las exportaciones totales de bienes. Como te imaginarás, el complejo sojero fue el más importante y logró exportaciones por 24.868 millones de dólares;
  • Según el Plan Productivo Argentina 2030, las exportaciones agroindustriales pueden llegar para ese año a USD 60.931 millones, es decir que pueden aumentar un 18%. Esto se debe a que los precios internacionales actualmente están en valores altos y se estima que van a comenzar a bajar. Entonces, ese incremento en las exportaciones se debería principalmente a un aumento de las cantidades vendidas

Y dale agroindustria agroindustria a mi corazón

Lo primero que te preguntarás -la misma duda me surge a mí- es qué es la agroindustria. De forma acotada, se podría decir que se trata del procesamiento y transformación de los productos primarios de origen biológico -si hay algún experto leyendo esto, por favor no me mate-. Esto abarca desde el grano de soja que tanto escuchamos hablar hasta los peces, pasando por árboles y las vacas. Algún día hasta podrían estar incluso las personas, como pasa en El cadáver exquisito de Agustina Bazterrica.

Ahora bien, ¿dónde está el límite? No, no me refiero al de comer gente. Lo que quiero decir es el límite entre la parte industrial y los productos primarios. Sin duda hay uno que pasa por un proceso productivo más que el otro. Pero, dado que potencialmente esa materia prima la podríamos procesar sin tanto esfuerzo porque contamos con las capacidades para hacerlo, hablar de mundos separados se me hace dificultoso. Esto te lo digo un poco para justificar que cuando hablemos en unas semanas de sectores agroindustriales en particular la diferencia entre el mundo agro y el industrial tendrá una frontera difusa.

Respondido eso, tu otra pregunta será: ¿cuál es el aporte a nuestra economía? Además del pan de cada día -cuak-, me quiero enfocar en un aspecto clave: las exportaciones. En 2022, Argentina aproximadamente vendió bienes y servicios al exterior por un total de USD 110 mil millones. 56.000 millones provienen de productos primarios y sus procesados industriales -más de la mitad-. Si nos quedamos únicamente con las de bienes, la parte de la agroindustria llega al 64%. Sin duda, se trata de un sector clave, lo que explica que cuando le va mal al agro, nos va mal a todos.

Ahora bien, al igual que pasa con la industria en general, el aporte a las exportaciones agropecuarias es sumamente heterogéneo. Los principales complejos exportadores son el sojero (con 28% del total sectorial), el maicero (11%) y triguero (5%). Otros tantos complejos en conjunto llegan a explicar el 3% nada más. Es decir, no todos son lo mismo.

Fuente: elaboración propia en base a INDEC

Incluso hacia dentro de cada uno de estos complejos hay diferencias importantes. Por ejemplo, en el caso de la soja, la mayor parte del valor exportado corresponde a la harina y los pellets (48%) y al aceite (28%), mientras que los porotos sin procesar y el combustible representan la menor parte. Pero bueno, hoy no te voy a aburrir con esto porque ya llegarán las entregas específicas sobre alguno de estos subsectores de la agroindustria.

Lo importante por hoy es quedarnos con la importancia del agro en nuestra economía, más allá de que ya no estemos en el modelo agroexportador.

Pero sigamos un poco más con esta última idea. El perfil exportador no es inocuo. En general depender de productos primarios -y sus derivados- tiene sus problemas. Por un lado, la capacidad de agregar valor directamente es menor, así como también la de hacer mejoras diferenciales que permitan vender un producto distinto. Para que quede más claro, al aceite de soja no se le puede hacer mucho más, en cambio a un celular se lo puede mejorar.

Por otro lado, los precios de estos productos son mucho más volátiles y tienden a moverse mucho según el contexto internacional. Así como el crecimiento de China y Asia en general impulsan hacia arriba los precios de los granos, las crisis internacionales -como la del 2008 o la pandemia- pueden tirarlos para abajo. Algo similar sucede con los hidrocarburos -con la guerra en Ucrania subieron mucho los precios- y los minerales -por ejemplo, mediante la demanda por la transición energética-.

Entonces, depender mucho de las materias primas y sus derivados no resulta muy conveniente. Lo mejor -como en tantas otras cosas de la vida- es tener un poco de cada cosa.

Esto se puede ver en el gráfico de abajo, en el que todos los productos primarios que exportamos vieron incrementados sus precios internacionales, pero en medidas diferentes. Los agropecuarios crecieron mucho menos que los otros dos. Pero, de todas maneras, en los tres casos hubo momentos de crecimiento y otros de caída, pero el del petróleo fue el más movedizo. Ahora bien, imaginate que tus exportaciones se expliquen principalmente por el petróleo, las cuentas fiscales se te hacen pelota -le ha pasado a algún que otro país de la región-. No resulta tan conveniente depender de estos ingresos.

Fuente: elaboración propia en base a IPMP del BCRA

¿Por qué me centré en las exportaciones? Este año estamos atravesando una de las peores sequías de nuestra historia, por lo que la producción total va a ser sensiblemente menor a la normal. Eso conlleva menos ventas al exterior y un menor ingreso de dólares al país. Como te habrás dado cuenta -ya sea por este newsletter o porque se habla todo el tiempo en los medios- venimos medio flojos en ese último aspecto y en parte se explica por la sequía.

Mientras miro las nuevas olas yo ya soy parte del mar

Dicho eso último, cuando analizamos la perspectiva que tenemos por delante nos encontramos con tres importantes desafíos: las inclemencias climáticas, el agotamiento de los suelos y las regulaciones internacionales.

Solo a algún trasnochado le quedan dudas de que estamos atravesando una crisis climática que nos atraviesa completamente. El aumento de las temperaturas a nivel global, las situaciones de estrés hídrico -por ejemplo, la sequía actual-, las inundaciones y la aparición de plagas que antes no incidían en esas regiones supone una problemática importante para el agro. Si te interesan estos temas, andá a chusmear Infinito Punto Verde de Elisabeth Möhle que tiene muchísima info bien explicada.

En segundo lugar, comienzan a aparecer signos de desgaste en los suelos producto de su uso intensivo, por lo que crece la necesidad de utilizar fertilizantes como el potasio, cuando antes no era necesario, así como también introducir algunas mejoras en los procesos productivos y mecanismos de rotación de cultivos. Esto supone mayores costos, pero también la posibilidad de desarrollar la industria local, dado el posible aumento de la demanda.

Finalmente, más allá de algunos discursos tribuneros, no estamos aislados del mundo y eso implica que las normativas de los grandes centros de consumo nos afectan. Principalmente Europa -pero posiblemente otros países lo hagan más adelante- está implementando una serie de restricciones para los productos importados. Entre ellas se busca evitar el avance de la frontera agrícola sobre bosques nativos, así como también el tipo y cantidad de agroquímicos utilizados en la producción.

De todas maneras, no todo el futuro es lúgubre -al menos elijo creer eso, sino estaría pensando en cambiar de rubro-. Los avances tecnológicos que permiten incorporar plataformas virtuales a la producción y realizar procedimientos más puntillosos de forma tal de aumentar la productividad forman parte de una de las agendas que se están impulsando bajo el nombre de la agtech.

Además, la biotecnología es otra de las ventanas de oportunidad para aprovechar, con su consecuente incremento en la producción -o al menos, mantenerla pese a los problemas climáticos-. La clave en este punto no es solo incorporar tecnología extranjera que se apropie de la rentabilidad de nuestro suelo, sino el desarrollo local. Por suerte contamos hoy en día con un entramado biotecnológico en crecimiento con algunos logros destacados -ya volveremos sobre esto-.

Por último, uno de los desafíos que tenemos por delante en Argentina es trabajar en sistemas de riego que permitan reducir los impactos de la sequía y las incertidumbres climáticas. En algunos tipos de producción se utilizan hace años -Mendoza es un caso muy interesante-, pero en otras zonas y para otros productos no tanto.

Así como más adelante iremos charlando sobre los complejos agroindustriales, también vamos a hablar de estas transformaciones tecnológicas. La idea no es hacer todas las entregas seguidas sobre esto porque puede ser un tanto agotador, así que estarán dispersas a lo largo del año. De todas maneras, si hay algún tema que te interese muchísimo y querés que lo tratemos antes, escribime y lo arreglamos.

Bonus Track

Hasta acá llegamos por hoy, espero que lo hayas disfrutado. Antes de las recomendaciones, una aclaración, me faltaron miles de cosas hoy. El tiempo y el espacio son dos tiranos complicados. Entre ellas, un análisis de los actores de la agroindustria y la percepción que tenemos desde los centros urbanos del campo. Con los meses vamos a ir hablando de todo lo que hoy no se pudo.

Ahora sí, las recomendaciones de siempre:

  • Me gustó esta nota de Fernando Peirano, presidente de la Agencia I+D+i, sobre el rol del Estado ante la inteligencia artificial;
  • Esta nota de Revista Crisis sobre el 5G me pareció muy completa y clara sobre un tema clave;
  • La entrevista que le hizo Luciana Vázquez a Pablo Semán sobre la intención de voto a Milei (acá desgrabada)

Ya que hablamos de agro, no me imagino algo más acorde que La masacre de Texas para recomendarte. El remake del 2003 fue la primera película de terror que vi -o que recuerde haber visto-, así que la atesoro.

Te mando un abrazo

Nicolás

Escribe sobre temas de sectores y desarrollo productivo y trata, todo lo posible, de cruzarlo con datos. Le importa que estos sectores impulsen el bienestar social. Estudió economía en la UBA, está terminando una especialización en políticas sociales en UNTREF y arrancó una maestría en desarrollo económico en UNSAM.