Esto es lo que están haciendo los científicos argentinos para ganarle al coronavirus

Desde la creación de mascarillas, ventiladores y test rápidos hasta la búsqueda de una vacuna, así trabajan los equipos de investigación nacionales durante la pandemia.

La pregunta que se repite es “¿hasta cuándo?”. La duda está planteada porque es imposible hoy, a menos de seis meses de comenzada la pandemia de coronavirus, precisar el tiempo que tomará dejar de vivir en aislamiento social o con nuevas restricciones. Científicos del mundo trabajan en 120 proyectos para lograr una vacuna que prevenga de los riesgos del Covid-19. 

Según cifras del Ministerio de Ciencia nacional, la Argentina tiene más de cuatro mil investigadores abocados a esta emergencia: algunos desarrollan fórmulas de inmunización y otros trabajan en hacer más suave el trayecto hacia la prevención total, con tratamientos más eficaces. Se suman quienes producen tests locales de detección del virus, que ayudan a reducir gastos estatales al reemplazar los métodos importados. 

Mayo fue el mes de los anuncios más importantes para el país en esta materia. Primero fue el de la viróloga Andrea Gamarnik, ya reconocida por sus descubrimientos sobre dengue, que junto a su equipo del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) y el Instituto Leloir creó un test serológico de detección de anticuerpos para coronavirus. La prueba CovidAr IgG (llamado así por la clase de anticuerpo inmunoglobulina G) sirve para estudios epidemiológicos porque determina si una persona estuvo en contacto con el SARS-CoV-2. La Argentina se convirtió en la octava nación con esa tecnología, detrás de China, Estados Unidos, Francia, Alemania, Reino Unido, Hong Kong y Japón. 

Luego llegó el Neokit, un equipo de diagnóstico de bajo costo y fácil de maniobrar, ya no para saber si el virus pasó por un cuerpo sino para saber si lo tiene al momento de la prueba. En menos de dos horas, a partir de una muestra respiratoria, en frasquitos que cambian de color, se puede confirmar si una persona está o no infectada. Fue desarrollado por científicos del Conicet en el Instituto de Ciencia y Tecnología César Milstein, bajo la coordinación del investigador Adrián Vojnov, que lo presentó junto al presidente Alberto Fernández. El trabajo se logró en sociedad con la empresa NEOKIT SAS, sobre la base de un Consorcio Público-Privado entre el Conicet y el Laboratorio Pablo Cassará. Cada uno de estos dos descubrimientos permitirá hacer 10 mil pruebas semanales, que pasarán a ser 500mil al mes de su lanzamiento. Hasta el momento, el único método de diagnóstico usado en la Argentina para este virus es el de la técnica de PCR (acrónimo en inglés de polymerase chain reaction), con muestra de saliva y mucosa, y su resultado demora cerca de 24 horas. 

El tercer avance argentino todavía no tiene aprobación de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) pero se calcula que es inminente: es un método rápido y portátil de diagnóstico. A través de una tira reactiva, parecida a las que se usan en los test de embarazo, se puede detectar material genético del virus, gracias a la tecnología ELA (en inglés, Easy Loop Amplification). El kit fue desarrollado a partir de una alianza entre las universidades nacionales de San Martín (UNSAM) y de Quilmes (UNQ) y las dos pymes tecnológicas CHEMTEST y Productos Bio-lógicos SA.

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¿Puede haber vacuna argentina?

“Se ha empezado a trabajar acá en vacunas. Hay un caso, por ejemplo, de un laboratorio del litoral, junto a investigadores del Conicet, la Universidad y una empresa”, le dice a Cenital Roberto Salvarezza, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación. Está hablando de un proyecto financiado en cien mil dólares por la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+I), en la provincia de Santa Fe. Un grupo multidisciplinario de investigadores de la Universidad Nacional del Litoral y el Conicet se reunieron con Cellargen Biotech SRL y Biotecnofe SA para buscar la “producción rápida, simple, eficiente y biosegura de proteínas recombinantes de SARS-CoV-2 con fines bioterapéuticos y diagnósticos para Covid-19”. 

También hay dedicación de especialistas de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires (UBA), que resultaron elegidos para participar en las etapas iniciales de la prueba de una vacuna, en colaboración con un equipo de la Universidad de Wisconsin, Estados Unidos.

Los científicos de ambos proyectos advierten que lograr una vacuna contra cualquier virus es un proceso que suele tomar cerca de diez años, por las evaluaciones, regulaciones y análisis que requiere, pero que, en este caso, hay tantas personas en el mundo dedicadas a encontrarla, tanto financiamiento direccionado, que podría haber respuestas en unos meses.

“Vacuna va a haber. No tengo ninguna duda. Demorará un mes más, tres meses menos, no sé. Pero no va a ser en un largo plazo. En un año yo creo que sí, tengo esperanzas”, dijo el ministro de Salud Ginés González García en América TV. 

El objetivo de una vacuna urgente deriva en una carrera desenfrenada que, además de científicos, convoca a compañías farmacéuticas, estados y empresas privadas. Estados Unidos y China son los dos países con más proyectos presentados de los 120 que registra la Organización Mundial de la Salud (OMS) . 

En su primera reunión anual vía streaming, el 19 de mayo, los 194 países miembros de la OMS -entre ellos Argentina – acordaron que vacunas y tratamientos deben resultar accesibles para toda la población. Lo que promueve la OMS es “que las vacunas del COVID-19 sean clasificadas como un bien público de la salud mundial, para que la pandemia pueda llegar a su fin”. Se les solicita a las organizaciones internacionales que trabajen en colaboración, incluso a la hora de la concesión de licencias de patentes para facilitar acceso a medicamentos, recursos y vacunas.

“La posición argentina es clara. Por supuesto, compartiremos los descubrimientos que vayamos desarrollando, pero hay dos aspectos que nos preocupan sobre la vacuna. Primero, la capacidad de fabricación. Aunque se ocupe el mayor de los fabricantes, nunca va a ser posible que llegue a todos en corto plazo. Hay que ir pensando en una gran coalición entre los que tengan capacidad productiva, de manera tal de que haya vacuna rápido para todo el mundo. Y el segundo punto es el precio. Si esto va por ley de patentes, estamos fritos. Si sale un precio que signifique falta de acceso de gran parte de la sociedad, me parece que no estamos entendiendo lo que es una pandemia”, sentenció el ministro de Salud nacional. 

Y mientras tanto, ¿qué?

En marzo, cuando aparecían los primeros casos en la Argentina, el Ministerio de Ciencia, el CONICET y la Agencia I+D+I formaron la Unidad Coronavirus, una alianza para coordinar las capacidades del sistema científico tecnológico que puedan ser requeridas para tareas de diagnóstico e investigación sobre Covid-19. La creación de mascarillas y respiradores, o los análisis educativos y de impacto psicológico y social, son algunos de los proyectos que el Estado nacional está financiando en este contexto, todo dirigido a superar el panorama actual, apoyar al sistema de salud y fortalecer la capacidad de respuesta.

La Agencia organizó un concurso. Entre 900 propuestas que llegaron, un panel de 26 académicos eligió 64 proyectos, públicos y privados, y les entregará a cada uno cien mil dólares para avanzar con su investigación. Los kits de testeo anunciados en mayo y la vacuna que avanza en el litoral son algunos de esos.  

“Un tema era vacunas. Otro tema era diagnóstico. Después, apuntamos a acciones de tipo terapéuticas”, detalla Salvarezza. Allí se cuenta el tratamiento con el medicamento ivermectina, para suspender el virus en el cuerpo. Los ensayos están a cargo del médico e investigador del Conicet, Alejandro Krolewiecki y de la investigadora Verónica Rajal, ambos de la Universidad Nacional de Salta (UNSa). A partir de un estudio australiano en laboratorio, el grupo salteño del Instituto de Investigaciones de Enfermedades Tropicales (IIET) avanza con ensayos clínicos. 

Los proyectos privados son un poco reticentes en la información de sus investigaciones, aunque hay varios en carpeta. El Estado anunciará a fines de mayo los ganadores de una nueva convocatoria para financiamiento, donde se presentaron otras 600 propuestas, así que el plan continúa. Hay un laboratorio privado, Inmunova, que está trabajando en el campus de la Universidad de San Martín (Unsam) con investigadores de Conicet y otros organismos. Hacen un desarrollo clínico con suero de caballos, algo que podría resultar terapéutico, como también ilusiona el tratamiento con plasma de pacientes recuperados de coronavirus, ambos por sus anticuerpos. 

El ministro de Ciencia no se olvida de recordarle a quien quiera oírlo la dificultad con la que se encontró al hacerse cargo de la cartera tecnológica: “El sistema estaba dañado pero no destruido. El ex presidente Mauricio Macri y el ex ministro Lino Barañao maltrataron a la comunidad científica. Porque muchos de los que hoy se pusieron a trabajar para que el Ministerio de Salud tenga mejores herramientas eran llamados ´los ñoquis del Conicet´. Era ´el Ñoquicet´”, dice. 

Después de todas las etapas que vivió la ciencia argentina, de todos los apodos que recibieron los grupos de científicos dedicados a los avances del país, Salvarezza deja clara la actual posición política del país: “Tiene una tradición de ser el mejor sistema de ciencia latinoamericano y hoy ratifica su capacidad de recursos humanos. Hay que apostar a una ciencia fuerte”. 

Me siento periodista desde antes de terminar la escuela, cuando colaboraba en programas de Rock & Pop y Supernova. Trabajo en Información General; salud y educación son mis temas preferidos. Hice tele de chica y madrugué siete años para el aire de Metro. Hoy soy conductora de Ahora Dicen en Futurock. Trato de no ser tan porteñocéntrica.