Espinosa: «Almagro es un secretario general que profundiza la polarización»

En diálogo con Cenital, la excanciller de Ecuador y candidata a secretaria general de la OEA cuestiona la actuación del dirigente uruguayo en los últimos acontecimientos de la región.

«Ya es tiempo para nosotras», afirma María Fernanda Espinosa a menos de diez días para las elecciones en la Organización de Estados Americanos (OEA). La excanciller de Ecuador quiere convertirse en la primera mujer en liderar la OEA, así como lo hizo entre septiembre de 2018 y 2019 en la Asamblea General de Naciones Unidas. Su opinión sobre el actual secretario general, Luis Almagro, y el accionar de la organización en los comicios de Bolivia, que terminaron con el golpe de Estado y la renuncia de Evo Morales.

¿Por qué se está candidateando a la presidencia de la OEA?

Creo que es fundamental un cambio de dirección y conducción en la OEA en este momento. Los 34 estados que conforman la Organización, y lo digo porque he hablado con muchos jefes de Estado y de gobierno, requieren una organización que sea moderna y sea eficiente. Estoy planteando un plan completo de renovación, de modernización, de reingeniería de la Organización. Es necesario que se cumpla con el mandato que tiene y que haga lo que dice la Carta, es decir que promueva el diálogo, la cooperación y la solidaridad hemisférica, que es algo que no hemos visto realmente en este último tiempo. Además, es necesario que después de 71 años de historia la OEA tenga una secretaria general mujer, ya es tiempo para nosotras.

¿Cuáles son las principales críticas que le hace a la actual gestión?

En Cenital nos importa que entiendas. Por eso nos propusimos contar de manera sencilla una realidad compleja. Si te gusta lo que hacemos, ayudanos a seguir. Sumate a nuestro círculo de Mejores amigos.

La OEA es una organización que está anclada tecnológicamente hace más de 20 años, por eso una de mis propuestas es una renovación a nivel de la gerencia.La Carta habla de cuatro pilares de trabajo que tampoco se han cumplido: los instrumentos de transparencia, la rendición de cuentas, una mejor comunicación y la sostenibilidad financiera. La organización lleva un crónico déficit desde hace varios años y cuando dicen que no hay recursos, que no hay dinero, creo que ese no es el problema, es el síntoma. El problema real es la falta de definición de prioridades de gestión. Esta revitalización de la agenda programática en base a las prioridades de los Estados, donde es impensable que la OEA no tenga una plataforma de trabajo y participe activamente en un debate sobre cambio climático cuando los 14 países caribeños son de los más vulnerables del mundo en ese tema. Así como también es impensable que la OEA esté ausente de la conversación y debate sobre temas migratorios y de seguridad. Lo tercero que necesitamos es un Código de Ética para el trabajo de la secretaría general. Lo que no necesitamos es un secretario general que dé opiniones personales, que emita juicios de valor y que profundice la polarización y la división que lamentablemente está imperando en el hemisferio. No es un tema menor porque hemos visto que la toma de decisiones se ha visto alterada.

¿Luis Almagro emitió demasiados juicios de valor como secretario general?

La carta es clara: el secretario general es Ejecutivo, es el brazo operador de las decisiones que toman los estados. Dónde y cómo las toma es a través de la asamblea general, que se reúne una vez al año, y del consejo permanente, que es la representación cotidiana de los estados en Washington, y de acuerdo a una agenda previamente establecida se pronuncian y toman decisiones sobre ciertos temas. Un secretario o secretaria general no debe tomar posición ni tener epítetos a favor o en contra de un país sino ser un líder ejecutor, un buen gerente, ser una persona imparcial, una persona a la que todos los estados acudan cuando hay situación de dificultad o conflicto. Su rol es asesorar, acompañar, ejecutar y liderar los temas sobre los cuales hay un mandato de los estados. Ahora, lamentablemente, vemos todo lo contrario: un secretario general que toma posición independientemente de la decisión que tomen los estados, que da opiniones, que profundiza la polarización y la división, y eso es contrario al mandato de la Carta de la OEA.

¿En qué casos Almagro tomó posición o adoptó una actitud menos imparcial?

Simplemente hay que entrar a la cuenta de Twitter del actual secretario, eso es suficiente más allá del ejemplo A o B. Decir «mi opinión es que estos son buenos, que estos son malos, esto sirve, esto no sirve» me parece que no es propio de un secretario general.

Luego de lo acontecido en Bolivia se ha discutido mucho sobre el papel de la OEA. ¿Cómo considera que fue su accionar allí?

Es evidente hay una serie de opiniones distintas sobre lo que ocurrió en Bolivia, no hay acuerdo entre los estados de la OEA de qué es lo que pasó realmente. Hemos tenido acceso a informaciones últimas sobre análisis distintos que se han hecho del proceso electoral. Hay una fuerte polémica al respecto e independientemente de juzgar mal o bien es muy importante recuperar la legitimidad, la confianza, de las misiones de observación electoral de la OEA, que tienen el mandato de ser absolutamente imparciales, técnicas, objetivas sin ningún tipo de contaminación. Para eso se requiere un liderazgo, un secretario o secretaria general que realmente haga su trabajo. Es decir que en el momento que hay alguna preocupación, inconsistencia en algún proceso electoral inmediatamente llevar eso al conocimiento del consejo permanente antes de emitir cualquier opinión. La OEA tiene las instancias para hacer un trabajo preventivo, de fortalecimiento de las instituciones electorales en los países, hay un marco general de funcionamiento de las misiones de observación que pienso que se requieren afinar, precisar.

Investigadores del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) cuestionaron en las últimas semanas en una publicación del Washington Post, el informe técnico de la OEA sobre Bolivia, ¿cree que hubo fraude en las elecciones o que hay diferentes miradas respecto a lo que sucedió?

Este es un ejemplo dónde se ha puesto en cuestión el trabajo de observación electoral de la OEA y que hay incluso más allá del informe que se hizo público otros que tienen posiciones distintas. Más allá de lo que a mí me parezca creo que hay un escenario preocupante que le resta peso, credibilidad y fuerza a la misión de observación electoral de la OEA, que ha sido una marca, un valor agregado que trae la organización a la región y que hay que tener muchísimo cuidado en definir cuál es su rol, su función, sus límites y su naturaleza. Es un tema delicado y no ayuda un secretario general emitiendo opiniones a favor o en contra.

Si uno mira los acontecimientos de Bolivia el anuncio del informe preliminar donde había irregularidades terminó cumpliendo un rol central en la cadena de acontecimientos que se desarrollaron. ¿Piensa que la OEA se apresuró en emitir opinión respecto a la elección?

No quiero decir si esto estuvo bien o mal, he seguido de cerca el desarrollo de los hechos y por eso reitero la postura de que es absolutamente necesario tener una claridad del marco de operación de las misiones de observación electoral, saber cuáles son sus términos de referencias e incluso los tiempos en los que se espera la información de la misión y el trabajo que debe hacer el secretario general es alertar y estar en comunicación con el consejo permanente de la OEA para reportar cualquier tipo de anomalía que se haya encontrado. Cualquier comentario en el momento inadecuado, con el contenido inexacto, puede desencadenar situaciones muy complejas y eso creo que hay que manejarlo con enorme responsabilidad.

En caso de ser electa, el primer gran escenario donde la OEA va a jugar un papel clave van a hacer los comicios en Bolivia en mayo. ¿Considera que están dadas las condiciones para que sea una contienda libre y justa?

Eso es lo que tiene que garantizarse.

¿Qué debería modificarse para la contienda que viene?

Es imprescindible hacerle un ajuste al marco general de operación de las misiones de observación electoral, hay unos lineamientos generales y luego los acuerdos específicos con el país que solicita la observación. Mirando los acontecimientos últimos es necesario repensar los marcos de trabajo de las misiones. Además la OEA no está sola: hay muchas instancias técnicas y políticas de observación electoral de otras regiones como la Unión Europea, entonces siempre se puede hacer más y mejor.

Venezuela es uno de los temas a los que la OEA le ha dedicado mayor atención en el último tiempo. ¿Cómo abordaría la crisis en ese países siendo secretaria general?

Hay que plantear una estrategia con una mirada nueva y fresca sobre este tema. Mi impresión es que estamos en un punto muerto. Venezuela ha copado prácticamente toda la agenda de trabajo de la OEA y lamentablemente los resultados no han sido los deseados, creo que a veces el árbol no ha permitido ver el bosque y eso ha sacrificado todo el resto de la agenda de trabajo de la organización. Esto se ha visto seriamente afectado por una polarización y una falta de diálogo fluido y respetuoso al interior de la OEA. Efectivamente, al parecer la OEA no dio las respuestas necesarias y oportunas y por eso también hemos sido testigos de una gran proliferación de esfuerzos, que hay que reconocer, de muchos países y regiones para abordar el tema como los diálogos en República Dominicana, la conformación del Grupo de Lima, el grupo de contacto con participación de la Unión Europea, la iniciativa de Noruega y luego los diálogos teniendo lugar en Barbados. Ha habido un gran movimiento pero con muy pocos resultados. Lo que debe importar es la estabilidad, la paz, el derecho a vivir en tranquilidad de los hombres y mujeres de Venezuela, a eso hay que apuntar.

En la región se destacan las propuestas que han sabido tener México y Uruguay en principio, ahora más México y Argentina, de diálogo entre oposición y oficialismo, y otros estados que han buscado aislar al gobierno de Maduro. ¿Usted cree que ese aislamiento funcionó o buscaría juntar las partes?

El pacto de Bogotá habla de la solución pacífica de las controversias. Decir la palabra diálogo es fácil pero usarlo como un mecanismo de solución en un conflicto es lo complicado, no es que tenga un as bajo la manga. Pero es imprescindible tener un diálogo con el Grupo de Lima, hacer un mapeo claro de cuáles son sus propósitos, su carta de navegación, mirar lo que pasó con el diálogo en Barbardos bajo el auspicio de Noruega, mirar qué pasó en cada caso y convocar a todos los actores que han estado vinculados al tema y hacer una propuesta de escenarios. Un secretario general no es mago tampoco pero hay que seguir los procedimientos y respetar la voz de los estados como instancias en toma de decisiones.

Hoy en esa mesa está sentada una embajadora de Guaidó, de modo que la OEA reconoce a su gente como interlocutores principales. ¿Eso no atentaría contra esa propuesta de incorporar a todos los actores en un diálogo?

No se puede bajo ningún concepto desconocer las decisiones que se han tomado siguiendo los procedimientos al interior de la OEA, hay que respetar las decisiones que han tomado los estados y sobre esa base construir los escenarios. Hay variables y distintos escenarios que pueden favorecer o no un serio proceso de relanzamiento del diálogo pero eso es la política real, así es como son las cosas y yo soy una persona muy respetuosa de los procedimientos del derecho internacional, del derecho interamericano y haré todo lo que me permitan las herramientas jurídicas y procedimentales.

Desde su rol como canciller de Ecuador podrían objetarle que tuvo una postura más cercana al gobierno de Maduro que la que ha tenido en ese entonces el Grupo de Lima, ¿cómo cree que podría resolver esas críticas?

No es algo que sorprenda. Creo que hay que ubicarnos en la historia: yo era canciller en un momento donde empieza a surgir el Grupo de Lima, no había claridad de cuál era la solución del grupo, no se entendía cuál era el rol que iba a tener la OEA en este escenario, había otros grupos de conformación como el mecanismo de Montevideo y en ese momento estaban teniendo lugar los diálogos de República Dominicana. Es decir, ese era el escenario, no se puede juzgar ahora una situación y una coyuntura participar de hace dos años en un conflicto que tiene su propia dinámica y evolución. A mí me parecía, y esto en conversación con el presidente, que había que darle un espacio y una oportunidad a los diálogo de República Dominicana y que teníamos que respetar la Constitución y las leyes ecuatorianas. La Constitución de Ecuador habla claramente del principio de no intervención, que no quiere decir indiferencia por supuesto. Estábamos todos preocupados por lo que estaba pasando en Venezuela pero éramos un gobierno que apenas se instalaba y estábamos evaluando cuál era el escenario general. Tajantemente debo decir que se está utilizando mucho que soy la candidata de Maduro, que la candidata no se qué, sobre todo en redes sociales porque en los medios serios conocen que mi actuación profesional y política ha tenido una línea absolutamente consistente.

Se le podría criticar que bajo el precepto del respeto por la soberanía en ese momento Ecuador se mantuvo casi afuera de la mayoría de las resoluciones respecto a la cuestión venezolana como si eso fuera una excusa para intervenir contra el gobierno de Maduro.

Hay que recordar que estamos hablando de 2018, hace dos años. Cualquier resolución o decisión prácticamente estaba en gestación el debate y la discusión sobre Venezuela. Decir que la no injerencia implica indiferencia entonces ‘no hacemos ni hicimos nada’, que es una oposición extremadamente cómoda pero esa no era para nada nuestra posición y actitud. Estábamos bastante más cerca de la posición uruguaya en ese momento. Eso no es a pretexto de la soberanía de los estados simplemente hacer silencio, hay que ser muy serios y acuciosos en eso.

¿Se puede hablar de un espacio regional común hoy en la OEA?

Creo que romper la fragmentación y la polarización va a ser una de las tareas principales que asuma si soy elegida, es uno de los temas más serios ahora en la OEA. Los temas que unen son los programáticos, aquellos donde la OEA puede traer un valor agregado, es decir cuando estamos hablando de combatir las desigualdades y la pobreza, cumplir los objetivos de desarrollo sostenible, son temas que a todos nos interesa. Queremos la mejor estrategia preventiva contra la migración, que claramente combate a la pobreza y a la desigualdad. Esos temas nos deben unir, hay que abordar las altas vulnerabilidades de los países caribeños y costeros por el cambio climático donde el rol que ha tenido la OEA ha sido muy débil. Ahora vemos activamente al secretario yendo al Caribe hablando del cambio climático pero creo que a buen entendedor sabemos que no ha sido una constante en su gestión, ahora se preocupa por los derechos de las mujeres, por esto y por lo otro. Hay muchos temas que nos unen que los que nos separan, muchas experiencias que han sido exitosas pero que están sin recursos suficientes como un mecanismo de revisión de los países para combatir el narcotráfico. Hay que cambiar de estilo para poder juntar a los países en esos propósitos comunes.

Existe un prejuicio en torno a que la OEA ha sido una organización condicionada por los intereses de Estados Unidos. ¿Qué opina de eso?

No hay que ser ingenuos, el 70% del presupuesto de la OEA es aportado por Estados Unidos pero en cualquier sistema multilateral el aporte que uno da no es proporcional a la voz que tiene. Estados Unidos tiene un peso específico grande, es el país anfitrión de la OEA pero creo que es el interés de todos llegar a acuerdos programáticos sobre los temas que interesan a la mayoría de los países de la región. De todas maneras, durante toda mi historia profesional y política que tenido una relación de gran respeto, de cooperación con los Estados Unidos.

Si uno mira el momento que vivimos en el mundo una cuestión en común es que la instituciones multilaterales están en crisis y tienen cada vez menos relevancia. ¿Cómo ve esto en la OEA? ¿Se está haciendo cada vez más irrelevante en este escenario donde el muliteralismo pierde peso?

Se habla de la actual crisis del multilateralismo, en muchos aspectos coincido. Hay un resurgimiento de los nacionalismos, del individualismo, del cada uno con lo suyo, estamos asistiendo a un fenómeno global de esta naturaleza. Pero a la vez mientras ocurre esto pasa que el mundo es cada vez más interdependiente por las comunicaciones, por los desafíos comunes que enfrentamos y hay temas que de ninguna manera no pueden ser resueltos por un país solamente y requieren acción colectiva, responsabilidad compartida. Son muchos temas como el cambio climático, la trata y el tráfico de personas, las drogas se requiere una respuesta multilateral. Los espacios institucionales para asumir las responsabilidades y tomar las acciones necesarias son espacios como la OEA, como la ONU, como los organismos regionales, no hay otra salida.

¿Qué otros temas le parecen prioritarios en la próxima gestión?

Definitivamente la cuestión migratoria en uno de ellos, el tema del cambio climático, el problema de las drogas. Estoy planteando una suerte de coalición para cumplir los objetivos de desarrollo sostenible, básicamente combatir la pobreza y las desigualdades que no son temas solamente del sur global sino también de los países del norte y son de extrema importancia. En los temas de fortalecimiento de la democracia la OEA mantiene una serie de decisiones especiales que me parece que requieren una lectura renovada, lleva más de una década operando en una misión en Haití con resultados sumamente tímidos. La OEA tiene un misión especial de acompañamiento a lo procesos de paz en Colombia, que es una muy importante y necesita una mirada para ver cuáles son los impactos que ha tenido, cómo avanzar en eso. Hasta fines del años pasado hubo una misión en Honduras que no tuvo un final muy feliz, se ha iniciado una nueva misión en El Salvador y es necesario que tenga una clara hoja de ruta para que no ocurra lo que ocurrió en Honduras que se suspendió la misión. El trabajo es enorme pero creo que el secreto es interconectar los cuatro pilares. No se puede hablar de democracia y gobernabilidad si no se habla de desarrollo sostenible y no se puede hablar de Derechos Humanos si no se habla de seguridad multidimensional, hay que realmente conectar los cuatro pilares de la organización, resignificarlos y modernizar la agenda.

¿No cree que las políticas migratorias de Estados Unidos son un obstáculo para el objetivo que tiene la OEA?

Soy muy consciente de la necesidad de respetar las legislaciones nacionales de cada país pero también es cierto que si hablamos de políticas preventivas para la migración vamos a estar todos de acuerdo. Hay un proyecto en el que se está avanzando bajo el liderazgo de México con apoyo de la CEPAL y la participación de Guatemala, El Salvador y Honduras con una estrategia de mediano plazo, básicamente de generación de oportunidades, de empleo decente. Es un proyecto integral de prevención de la migración, que creo que es el camino adecuado. ¿Quién se va a oponer a un proyecto de esa naturaleza?

¿Espera el voto a su favor de Argentina en la elección del 20 de marzo?

Eso sería el escenario ideal y deseado, la decisión es soberana de cada estado y está en manos del gobierno argentino. Para mi sería un gran voto de confianza.

Soy director de un medio que pensé para leer a los periodistas que escriben en él. Mis momentos preferidos son los cierres de listas, el día de las elecciones y las finales en Madrid. Además de River, podría tener un tatuaje de Messi y el Indio, pero no me gustan los tatuajes. Me hubiera encantado ser diplomático. Los de Internacionales dicen que soy un conservador popular.

Creo mucho en el periodismo y su belleza. Escribo sobre política internacional y otras cosas que me interesan, que suelen ser muchas. Soy politólogo (UBA) y trabajé en tele y radio. Ahora cuento América Latina desde Ciudad de México.