Eliana Eberle y la investigación santafesina: “La producción propia es una de las metas a alcanzar”

Santa Fe comenzó este año a cultivar para investigar su potencialidad. También creó un Centro de Investigación y Desarrollo de Cannabis Medicinal para investigar y poner a disposición de los productores los resultados.

En julio de este año, Santa Fe comenzó a cultivar cannabis para uso medicinal. Las plantas serán la materia prima para que el Laboratorio Industrial Farmacéutico pueda producir aceite de cannabis que se distribuirá de manera gratuita en la provincia. Pero la iniciativa tiene una característica menos comentada: un Centro de Investigación y Desarrollo de Cannabis Medicinal, un trabajo interdisciplinario y público que busca crear conocimiento sobre los procesos productivos. Para conocer más sobre el proyecto conversamos con Eliana Eberle, doctora en Ciencias Biológicas y subsecretaria de Proyectos de Innovación Productiva del Ministerio de Producción, Ciencia y Tecnología de la provincia y Álvaro García, ingeniero agrónomo y asesor principal del proceso de cultivo. 

Cenital: ¿Cómo arrancó el proyecto de cannabis medicinal en Santa Fe? 

Eliana Eberle: Esto nace a partir de un proyecto interinstitucional entre el Ministerio de Producción de Santa Fe y el Laboratorio Farmacéutico de la provincia que depende del Ministerio de Salud. Nosotros nos enmarcamos en la ley vigente sobre investigación y desarrollo y firmamos un convenio con el INTA. Fue una cohesión de objetivos porque INTA estaba buscando ese desarrollo y el Ministerio también, por la demanda de producción del laboratorio. 

¿A qué te referís con un objetivo común? 

Todos compartimos la necesidad de tener un centro de experimentación e investigación de desarrollo de cannabis en materia medicinal que es lo que estamos haciendo acá. 

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¿En qué proyectos están trabajando en el Centro ahora?

Lo primero que vamos a hacer es poner a prueba diferentes germoplasmas, que sean adaptables a la zona de Santa Fe en diferentes formas de cultivo, algunas con menor inversión biotecnológica y otras aumentando la complejidad. Vamos a tener tres formas de cultivo diferente. Por un lado, está el que se hace dentro de una estructura denominada macrotúnel, que es una estructura de protección invernal, no un invernadero. Es una estructura similar a la que se utiliza en la frutilla pero con una protección lateral. Y por el otro lado, el cultivo a campo, al aire libre. 

¿Y la tercera forma? 

Vamos a cultivar en un invernadero propiamente dicho, con todos los parámetros físico químicos controlados censados y con las posibilidades de manejar todo el fotoperíodo con luminaria específica.

¿Eso sería como un indoor? 

No, pero se le sigue llamando bajo cubierta igual. El indoor tiene una complejidad bastante mayor para lo que nosotros estamos buscando que es un material de calidad farmacéutica. Vamos a tener, además, una tercera estructura que es la nave industrial con zonas de cultivos específicas de indoor: las ascépticas, con diferencias de presión, con todos los parámetros controlados y el lugar específico donde vamos a hacer la conservación de madres. A partir de esas madres vamos a marcar la trazabilidad y la puesta a punto en cada una de las otras formas de cultivo que les mencioné. Vamos a hacer todo por clonación y por esquejado. Después, dentro de esa sala, vamos a tener dos zonas de producción también específicas que van a ser las que más nos van a acercar a un grado de investigación de parámetros controlados. Y después dos estructuras más: una tiene que ver con el área de secado, con un desarrollo de proveedores de Santa Fe, y una zona destinada específicamente para el laboratorio de pruebas de extracción y purificación de la resina, que luego va a pasar a ser por dilución del aceite de medicinal. 

¿El objetivo es producir? 

La idea es poner a prueba el cultivo agronómico que sabemos que va a impulsarse en la provincia de Santa Fe. Pero lo que tenemos es la responsabilidad de transferir desde este Centro las buenas prácticas agropecuarias. Cuando tenés un producto final de aceite de cannabis no solamente tenés que certificar la calidad del producto final sino también todo lo que tiene que ver con buenas prácticas productivas y agronómicas. Y eso es lo que cualquier productor va a poder obtener de este Centro. 

¿El Centro va a transferir know how también para armar el cultivo? 

Claro, los productores pueden acceder a cómo construir un invernadero bueno de acuerdo a sus capacidades de cultivar, cuál es el modelo que más les conviene. Nosotros buscamos más calidad de producción que productividad pero alguien con un poco más de inversión puede volverlo un negocio rentable. 

En cuanto a las cepas con las que están trabajando, ¿cuáles son?

Nosotros apostamos a que la productividad que alcancemos tenga una adaptabilidad rápida a la zona. Como somos Ministerio de Producción e INTA tenemos categoría A en el INASE, por lo tanto podemos poner a prueba cualquier tipo de germoplasma. Entonces decidimos utilizar semillas que sean donaciones de personas que vienen trabajando con Reprocann y que ya tienen desarrollo en materia de CBD. También vamos a tener dentro de poco las primeras que fueron inscriptas en el INASE, que es la K3, y vamos a traer posiblemente de La Rioja. Pero, como te decía antes, nuestro fin no tiene que ver con hacer fitomejoramiento sino avanzar en investigación en esta primera etapa. 

¿Tienen alguna estimación de cuántos serían los productores interesados en este tipo de cultivos?

No tenemos una estimación certera de cuántos son pero hay un universo de productores esperando por estos avances. Somos un centro público, eso fue parte del objetivo inicial del acuerdo entre el LIF y el INTA. Eso significa que hoy viene cualquier persona y recibe asesoramiento gratuito. Pudimos arrancar a partir de la legislación y los permisos, pero sabemos que hay una cultura de la asociación en la provincia que es muy fuerte. Gente que viene cultivando hace años y que están esperando para hacer el camino productivo, agroindustrial y por qué no alcanzar un producto de certificación medicinal. Porque ahora se va a habilitar todo lo que son derivados a partir del cannabis medicinal. 

¿Cómo es el vínculo con esos productores?

Álvaro García: Es muy marcada la diferencia con toda una nueva generación de productores interesados en este cultivo. Inclusive muchos agrónomos que están trabajando ya en sus empresas familiares y están con mucho interés en esta nueva industria. 

¿La idea sería solo transmitirle al sector privado o a otras asociaciones el know how o va a haber alguna instancia de proceso productivo en el Centro?

Sí, vamos a tener un proceso productivo. Si alcanzamos los estándares necesarios para la producción medicinal vamos a estar produciendo para el LIF. Es un camino a recorrer, recién estamos en la etapa experimental pero sí, la producción propia es una de las metas a alcanzar. 

¿Tienen alguna estimación de cuál es el mercado potencial de una producción de cannabis medicinal? 

El LIF no produce para la venta, se distribuye de manera gratuita. Pero en cuanto a empresas privadas, que trabajan con convenios con entidades públicas, evidentemente ven un mercado potencial que ya se está gestando. Pero todavía no hay una estimación oficial. Creo que la nueva legislación va a marcar un poco el camino para la producción de derivados. 

¿La producción que van a desarrollar ustedes iría al LIF para la fabricación de aceite?

En un futuro, siempre y cuando se hagan las certificaciones pertinentes. En el corto plazo todavía hay un camino para recorrer. No se ha avanzado demasiado en Argentina en materia de un producto medicinal con todo el proceso certificado. Es un universo todavía por explorar, por testear, por ver los mercados. Hay procesos que aprender, transmitir, acompañar. Pensemos que si un cultivo nuevo se desarrolla demasiado también trae problemáticas secundarias. 

Cómo es el vínculo con los productores, ¿ustedes salen a buscarlos, ellos vienen interesados por el tema? ¿Hay prejuicios alrededor de la producción de cannabis? 

Álvaro García: con respecto a la generación nueva, en general son hijos de productores. Nosotros tenemos una colonia agrícola acá, la primera colonia agrícola organizada del país, que es Esperanza a 30, 40 kilómetros. Son todos de familias de inmigrantes, más tradicionales y de pronto hay una apertura a esta planta que fue tanto tiempo tabú. 

¿Y cómo fue ese proceso de acercamiento?

Álvaro García: tuvo una parte más sencilla que fue la cuestión medicinal. Muchas personas grandes tenían un hijo, un sobrino o un nieto que les recomendaba el uso para algún dolor y por ese lado fue entrando. Y la segunda etapa, que viene ahora, tiene más que ver con la industria, con la posibilidad de tener un rédito económico, aprovechando la estructura que ellos ya tienen montada para la producción primaria, con las costumbres de esa industria a cielo abierto. Este es un cultivo que se adapta bastante bien a los controles biológicos y a la fertilización orgánica. Tiene un impacto ambiental totalmente positivo.

¿Se encontraron con algún obstáculo en todo el proceso?

Nosotros, como gobierno de Santa Fe, cuando quisimos impulsar el cultivo no tenemos, dentro del marco legal actual, la autorización directa a cultivar. Tuvimos que hacer el mismo procedimiento que haría un privado: un convenio con INTA o con CONICET, con un plan de trabajo específico, después evaluado por el comité de INTA a nivel nacional. No se si porque somos el gobierno de Santa Fe o por la voluntad que le pusimos pero golpeamos todas las puertas que hicieron falta para que el proyecto salga. La clave fue la cohesión de objetivos que nosotros teníamos con el INTA y con el LIF. Somos la cara visible acá pero hay una colaboración atrás muy importante, un equipo técnico que trabajó muchísimo para que este cultivo esté en marcha. Tenemos el fondo transferido hace dos meses y ya avanzamos con dos formas de cultivo, licitamos la tercera forma. Es un fondo chico pero lo pudimos aprovechar bien. Después, como en todo, siempre hay problemas por ejemplo de insumos. Las luminarias y las estructuras son costosas porque tienen un diseño particular, un control de la parte técnica. Lo bueno es que si un privado tiene que comenzar este camino acá tenemos gente que ya lo allanó y le puede ir mostrando lo que funciona y lo que no, con la información pública puesta a disposición de cualquiera. 

¿Se imaginan algún tipo de innovación en cuanto al cultivo? ¿Algo parecido a lo que consiguió el INTA con la siembra directa en granos? ¿Es parte de los objetivos?

Álvaro García: evidentemente va a haber un impacto importante ahora en el cultivo con todas estas aperturas industriales. Va a empezar a jugar un papel el interés económico. Si bien ya había a nivel mundial intereses económicos todavía faltaban estas aperturas. Acá en Argentina yo creo que hay muchísimas cabezas que van a poder hacer un montón en cuanto a innovación del cultivo. Hace quince años que vengo trabajando con este cultivo, en Uruguay, y yo creo que ni en los próximos 30 años vamos a terminar de aprender todas las potencialidades que tiene. Nosotros estamos haciendo comparativas en habitaciones de cultivo, comparativas de luminarias para ver las respuestas en la calidad de flores, el área de secado con evaporaciones para recuperación de terpenos, una habitación de secado con control de temperatura, humedad, velocidad del viento. De esa manera trabajamos en las áreas de cultivo, intentando buscar la máxima calidad posible y buscando variantes. 

¿Por ejemplo?

Álvaro García: el cultivo a campo abierto, por ejemplo, vamos a tener que encontrar la forma de abaratar el proceso. Buscando diferentes productos finales porque eso es lo que va a definir si valen la pena o no las inversiones. Yo creo que ahí se va a terminar armando un paquete de innovación tecnológica en cannabis. No solo a partir de lo que hacemos acá, sino con el apoyo de todas las ONGs que trabajan esto. Santa Fe siempre fue reconocida como una provincia con una fuerte presencia de organizaciones de la sociedad civil y tenemos muchos autocultivadores que vivieron el prohibicionismo y hoy están en el Reprocann. Cuando menos nos demos cuenta ese paquete de innovación se va a generar. 

¿Cuáles son las etapas que se vienen para adelante? 

Alcanzar un centro de acceso público de transferencia y tener un cultivo en pie ya es un espacio de intercambio que era necesario. Ese era un objetivo que se quería alcanzar y que lo logramos. En segunda medida, lo que se viene ahora es poner a prueba las primeras buenas prácticas que se puedan ir alcanzando y generar la primera materia prima para investigación.

Tenemos equipos que ya están preparados para avanzar en las primeras extracciones y empezar a transitar este camino de investigación que también tiene muchísimas aristas. Después, nuestra prioridad es terminar las tres formas de cultivo y, entre septiembre y noviembre, poner ya una misma trazabilidad en todas las formas de cultivo. Así las vamos a poder poner a prueba y comparar entre las diferentes formas de cultivo. Esa información les va a servir a los productores para elegir un camino productivo. 

Habías mencionado al principio un cierto desarrollo de proveedores alrededor del cultivo.

Tenés desarrolladores de luminarias que están trabajando en Rosario, desarrolladores de sensores específicos para cannabis, gente que está haciendo innovaciones en sistemas de riego específicos con acidificadores para este tipo de cultivo. Incluso quienes hacían construcciones de este tipo, como el macrotúnel, que lo hacía para frutillas ahora lo hace también para cannabis. Nosotros compramos para hacer estas estructuras una máquina que se llama alomadora que es un desarrollo santafesino. Hay una infinidad de ejemplos que van desde eso hasta fertilizantes agroecológicos. Acá hacemos purín de ortiga y lo vamos a poner a prueba porque es algo que hacen los productores locales. Monte Vera es una zona hortícola, estamos rodeados de huertas, entonces todo esto tiene una impronta. Muchas veces tomamos recomendaciones de los chicos del equipo que trabajaron en huerta desde hace años y nosotros tratamos de agregarle innovación y transferirlo al sistema privado. 

Es politólogo de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y director de la agencia de comunicación Monteagudo. Es co editor del sitio Artepolítica. Nació en Olavarría, una metrópoli del centro de la provincia de Buenos Aires. Vio muchas veces Gladiador.

Estudié sociología en la UBA y ahora estoy trabajando con datos. Soy parte del Centro de Estudios de Cultura Cannábica (CECCa) y dirigí la Primera Encuesta de Personas que Usan Cannabis en Argentina.

Neuquina por nacimiento y amor eterno. Periodista de las de escribir: en diario, revistas y web. Editora en Cenital. Autora de "Brilla la luz para ellas. Una historia de las mujeres en el rock argentino" y de "Entre dos ríos". Tiene tatuada la lengua de los Rolling Stones.