El vínculo de D’alessio con la AFI y el corte del cordón entre espías y funcionarios públicos

La Justicia avanza en dirección a determinar a quién respondía la banda ilegal.

-D’alessio es el eje de la investigación, pero no el jefe de la organización.

La afirmación le pertenece a un funcionario judicial que conoce los pormenores de la causa en la que se investiga a una supuesta asociación ilícita dedicada a la extorsión y el espionaje ilegal que tiene como protagonista al falso abogado Marcelo Sebastián D’alessio. A casi un año de su detención, una parte de la causa avanza en dirección a ser elevada a juicio oral y público mientras que otro tramo de la investigación apunta a descifrar a quien respondía el sujeto que se presentaba en canales de televisión como experto en narcotráfico y terrorismo. Una de las pistas más fuertes apunta a miembros a la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) conducida hasta el cambio de gobierno por el empresario Gustavo Arribas.

El supuesto nexo ente la AFI y la banda de D’alessio es Pablo Pinamonti, un abogado de origen radical que pasó por la ex SIDE en tiempos de la Alianza y que volvió al organismo de inteligencia durante la gestión macrista y se fue antes que asumiera la intervención. En su regreso al mundo del espionaje, el 26 de mayo de 2016, se abocó primero a la creación y puesta en funcionamiento de un área de Asuntos Internos, bajo las órdenes de Sebastián Destéfano, un hombre del riñón del ex presidente de Boca Juniors, Daniel Angelici. Y en abril de 2017 fue designado para dirigir el Proyecto AMBA: las cinco bases que la AFI intentó afincar en la Provincia de Buenos Aires, pero que fueron un rotundo fracaso y debieron levantarse para evitar problemas mayores con la entonces gobernadora María Eugenia Vidal.

Como jefe del Proyecto AMBA, Pinamonti fue el jefe directo de Ricardo Bogoliuk, un ex comisario de la Policía Bonaerense también detenido por el caso D’alessio. Sucede que el falso abogado le rendía cuenta de muchos de sus movimientos y tenía informes en su computadora para ser remitidos a «RB». D’alessio lo sindicó como el hombre que le encargó el trabajo de puesta en pánico del empresario Pedro Etchebest a cambio de conseguirle un cargo en la AFI. Pero algo allí salió mal: Etchebest grabó durante horas y horas la extorsión de D’alessio y lo denunció ante el juzgado federal de Dolores. Fue el 28 de enero del año pasado, el principio del fin de las andanzas. Un caso que puso en jaque el vínculo de los agentes de inteligencia con otros poderes del Estado.

Pinamonti intentó una tímida desmentida de su vínculo con la organización ilícita investigada por el juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla, cuando se presentó en el expediente hace ya más de medio año. Dijo, por escrito, que él no era el «Pablo» que mencionaba D’alessio como un hombre de «línea directa» con el entonces presidente Mauricio Macri. Sostuvo que sí conoció a Bogoliuk y circunstancialmente se podía haber cruzado con D’alessio. Pero su presentación espontanea dejó gusto a poco en el paladar de los investigadores que lo siguen teniendo en la mira, según pudo saber Cenital de fuentes seguras.

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La confirmación

La pertenencia de Pinamonti a la AFI, su rol y su vínculo con Bogoliuk había sido confirmada mucho antes, la primera semana de abril del 2019, por los entonces jefes de la central de espías Arribas y Silvia Majdalani, ante los miembros de la Comisión Bicameral de seguimiento de los organismos de inteligencia.

– Pablo Pinamonti, ¿es agente de la AFI? -preguntó entonces el diputado Leopoldo Moreau.

– Sí. -contestó Arribas.

– ¿Trabajó con Bogoliuk? -retrucó el diputado.

– Sí, claro. Pablo Pinamonti era el encargado de esa Dirección de Reunión del AMBA. -respondió, esta vez, Majdalani.

Finalmente Arribas volvió a tomar la palabra:

-La Dirección de Reunión de AMBA estuvo a cargo del doctor Pablo Pinamonti, quien se incorporó a la AFI con fecha 27 de mayo del 2016 en el gabinete de asesores. Ingresó inicialmente a efectos de colaborar en la creación y puesta en funcionamiento del área de Asuntos Internos, habida cuenta de la experiencia con que contaba tanto en materia de inteligencia, porque ya había sido parte de la Agencia de Inteligencia. Con lo cual, era un ex agente.

Camino al juicio

A un año de la denuncia que destapó el caso, y a pesar de que aún resta descifrar a quién respondía la banda que integraba D’alessio, una parte importante de la investigación podría comenzar a transitar en breve el camino al juicio oral y público. Al menos ese fue el sendero que le marcó la Cámara Federal de Mar del Plata cuando respaldó el papel del juez Ramos Padilla en la investigación. Antes, el tribunal de apelación deberá resolver planteos de algunos de los procesados -el fiscal Carlos Stornelli y el periodista Daniel Santoro apelaron sus procesamientos- y del propio D’alessio que apeló la decisión del juez de no aceptarlo como arrepentido por la tardía confesión de cuatro hechos que el magistrado ya había corroborado sin su colaboración.

La causa podría avanzar hacia la instancia de juicio oral y público con diez procesados entre los que se destacan D’alessio, dos ex comisarios (Bogoliuk y Aníbal Degastaldi), dos fiscales (Stornelli y Juan Ignacio Bidone, de Mercedes) y un periodista (Santoro); todos con funciones y participación distinta.

D’alessio es el rostro visible y más comprometido de la organización. Se lo acusa de haber llevado adelante las maniobras de extorsión y espionaje ilegal. Bogoliuk y Degastaldi aparecen como los que le encargaban algunos de los trabajos ilegales. Bidone, que fue suspendido de su cargo, era proveedor de la información (datos migratorios o listados de llamadas entrantes y salientes) con la que D’alessio llevaba adelante sus operaciones. Stornelli aparece reclamándole información al falso abogado para cuestiones personales pero también para volcarlas en expedientes judiciales. En el caso de Santoro, el juez le atribuyó una participación necesaria para el desarrollo de los planes que D’alessio les anticipaba a sus extorsionados cuando les decía que si no colaboraban saldrían publicados en ciertos medios, cosa que finalmente ocurría.

Efectos

Aunque se encuentra en etapa de instrucción, el caso D’alessio ya causó efectos. No solo judiciales; también políticos. Destapó los vínculos de actores del Poder Judicial y del Poder Legislativo con agentes de inteligencia o espías ilegales que venden sus artes al mejor postor. El caso se inició con la denuncia de un hombre que decía que D’alessio le pedía dinero en nombre del fiscal Stornelli para evitarle quedar involucrado en la causa de los Cuadernos. La investigación permitió exhibir el verdadero vínculo del fiscal con el falso abogado. Pero también expuso a la luz pública que D’alessio era proveedor de información del sector político encabezado por la diputada Elisa Carrió.

Acaso con ese telón de fondo, y con el objetivo de terminar con los «sótanos de la democracia», según los definiera el presidente Alberto Fernández, la interventora de la AFI Cristina Caamaño dispuso que ningún agente de inteligencia pueda tomar contacto con ningún funcionario público sin antes dar aviso de esa comunicación a sus jefes. La idea, según pudo saber Cenital, es acabar con los vínculos promiscuos entre agentes de inteligencia y miembros de los distintos poderes del Estado. Poner fin a la idea del «manéjese con su espía amigo».

Me metí en el periodismo porque quería ser corresponsal de guerra y acá estoy, en la ciudad de Buenos Aires, cubriendo noticias judiciales. Las bombas no pican cerca pero escribo sobre gente que se tira con de todo. Soy el embajador de Cenital en Comodoro Py. Cubro también judiciales para Télam y distintos programas de Radio 10 y C5N. Antes trabajé en el diario Crítica de la Argentina y en las revistas Noticias y 7 Días. Me dedico a temas judiciales hace 4 años, tras pasar otros tantos cubriendo temas estrictamente políticos y después de un par más escribiendo sobre temáticas policiales y sociales. Estuve en la guerra alguna vez, sí, en la franja de Gaza hace como 10 años. Y también en una zona de catástrofe humanitaria, en Haití. Siempre creo que volveré. Es la misma sensación que sentí hasta los 25 años cuando creía que todavía podía ser jugador de fútbol. Desde entonces, y con varias lesiones a cuestas, no jugué más a la pelota. Pero encontré esto del periodismo.