El turismo en jaque: escenarios negativos en el consumo interno

El DNU y la crisis económica suponen una transformación radical del mercado nacional de pasajeros. Sin embargo, el impacto no se distribuye equitativamente a lo largo de todo el país. Los destinos más exclusivos tienen mayores posibilidades de mantenerse.

Hola, ¿cómo estás? Espero que hayas terminado el año de la mejor manera posible y que hayas arrancado el 2024 muy bien. Yo, por lo pronto, estoy de vacaciones. 

Esta entrega la pensamos hace unas semanas fuera de la coyuntura mediática, pero la realidad nos ganó en tiempos, así que ahora va a ser más útil. Vamos a hablar del turismo, una de las industrias más federales que hay en el país. 

Los datos del día

  • Según el Sistema de Información Turística de Argentina (SINTA) en su cuenta satélite, el peso del turismo en el PBI en 2022 fue de 1,7%. Eso significa un aumento considerable con respecto a 2020 y 2021 que se ubicó en 0,8% y 0,7% respectivamente, debido al impacto de la pandemia. Entre 2016 y 2019 osciló entre el 1,8% y el 2%;
  • En 2023 ingresaron al país 5.3 millones de personas desde el exterior y permanecieron al menos una noche. En el mismo año, 6 millones de residentes argentinos viajaron al exterior;
  • Según las estimaciones del INDEC en la Balanza de Pagos, en 2022 el déficit turístico alcanzó los 3.700 millones de dólares, superior a los datos de 2020 y 2021 debido a la emergencia sanitaria, pero menor que el saldo negativo del período 2016-2019 cuyo promedio fue un déficit de 6.600 millones de dólares    

Buenos Aires, El Cóndor, Mar del Plata  

Arrancamos por lo primero. ¿Cómo se compone el sector turístico? Quizás es un tanto obvia la pregunta, ya sea porque hemos sido turistas o porque vivimos en una zona turística, y la mayor parte de nosotros nos hemos vinculado con esta industria. Sin embargo, no es tan fácil definirla, dado que involucra una variedad de actividades diferentes. La más clara son los servicios de alojamientos, pero también una parte de los restaurantes, de los teatros y entretenimiento, de las excursiones y del comercio. En resumen, es un sector variopinto que combina distintas realidades. 

La multiplicidad de actividades influye en las estimaciones del empleo. Cada una de las ramas tiene sus propias características en lo que refiere a la formalidad laboral, los salarios y las condiciones de trabajo, por lo que nuevamente en este punto se configura un escenario diverso. Quienes trabajan en hoteles, por ejemplo, suelen tener un nivel de registro mucho más alto que los trabajadores de la gastronomía, así como también los trabajadores independientes son bastante más comunes en el rubro de las excursiones que en otros. 

Tabla. Trabajadores de las industrias turísticas. Miles de puestos de trabajo. 2022

En Cenital nos importa que entiendas. Por eso nos propusimos contar de manera sencilla una realidad compleja. Si te gusta lo que hacemos, ayudanos a seguir. Sumate a nuestro círculo de Mejores amigos.

Industrias turísticasTotalAsalariados RegistradosAsalariados No RegistradosNo Asalariados
Total Industrias turísticas1,197.4504.3403.3289.8
1. Alojamiento para visitantes92.363.719.69.0
2. Industria de provisión de alimentos y bebidas499.9182.5193.1124.3
3. Transporte de pasajeros126.363.029.533.8
4. Agencias de viajes y otros servicios de reserva28.119.92.06.2
5. Otras industrias turísticas450.8175.3159.2116.4
Industrias turísticas / Total Economía5.5%4.6%7.6%5.2%
Fuente: Cuenta Satélite de Turismo (SINTA – Yvera) 

Otro de los aspectos que resulta relevante para pensar la industria del turismo es el saldo de la balanza turística. Desde hace bastantes años la cantidad de turistas que viajan al exterior (turismo emisivo) supera ampliamente a la cantidad que vienen de afuera a conocer nuestro país (receptivo). Ya sea por un cambio en el comportamiento de las personas en el marco de la globalización, por la mejora del poder adquisitivo en algunos momentos o porque se volvió más barato viajar al exterior –dependiendo de la relación entre el precio y el dólar–, la cantidad de argentinos que hacen turismo fuera del país aumentó mucho. Sin embargo, este aumento no se vio acompañado por un incremento del mismo nivel en la cantidad de turistas que recibimos. El resultado de esto es que la brecha entre los ingresos y los gastos que generamos vía turismo se fue incrementando, es decir nuestra balanza comercial empeoró sensiblemente.   

Esta dinámica se observa con claridad a partir de 2016. Con la liberación del mercado cambiario del gobierno de Mauricio Macri se incrementaron sustancialmente los pagos que se realizan en el exterior o hacia allí en conceptos turísticos, dado que en gran parte del período el dólar “estaba barato”, facilitando el turismo emisivo. Sin embargo, los ingresos turísticos no mejoraron. Esta dinámica puede observarse en el gráfico que se encuentra más abajo, en el cual a partir de 2016 crece rápidamente el nivel de los gastos en el exterior, pero los ingresos aumentan considerablemente menos. Mientras que los egresos por turismo en 2015 fueron de 9.300 millones de dólares, al año siguiente alcanzaron 12.300 millones y en 2017 los 14.200 millones. Por el contrario, los ingresos en dólares crecieron de 5.500 millones en 2015 a 5.900 en 2018 -punto máximo alcanzado-. 

Vale aclarar que parte del gasto nuestro en el período del gobierno de Macri puede explicarse por una mayor transparencia en los gastos, dado que en ese tiempo no hubo controles de cambio que limitaran el acceso a la compra de dólares ni se evidenciaba una brecha entre los tipos de cambio, por lo cual la compra de dólares en el mercado ilegal estuvo más acotado, pudiéndose registrar de una mejor manera los gastos en el exterior.  

Un artículo reciente de Daniel Schteingart, Martín Trombetta y Pablo Bertín identifica que el tipo de cambio –relación entre el dólar y el peso– impacta directamente sobre la cantidad de personas que viajan hacia el exterior de forma inversa, es decir cuando sube el tipo de cambio hay menos viajes y cuando el peso se aprecia hay más viajes. Sin embargo, no hay una dinámica tan clara con el turismo receptivo. Uno pensaría que al devaluarse la moneda nuestro país se haría más barato para los extranjeros y que aumentaría considerablemente el flujo de turistas, pero esto no sucede. En 2014 un total de 7.1 millones de turistas extranjeros pasaron por el país y en 2019 el máximo del siguiente período -cambio considerable de régimen económico- fue de 7.4 millones. Por el contrario, en esos años el turismo argentino en el exterior pasó de 6.5 millones en 2014 a 12 millones en 2017 y a 9.1 millones en 2019. Es decir, la cantidad de turistas argentinos en el exterior creció sustancialmente más que la de turistas extranjeros en Argentina. 

Algo de esto quizás se deba a que Argentina está muy lejos de los países desarrollados, por lo que no es el destino predilecto para viajar –hay otros lugares también baratos más cerca–. A la vez, los países vecinos no son muy ricos ni tienen tanta población, a excepción de Brasil que pese a estar muy poblado tiene un turismo interno muy fuerte. 

Gráfico. Ingresos y gastos en conceptos de turismo. Millones de dólares corrientes. 2000-2020

Fuente: Schteingart, Trombetta y Bertín (2022)

De Ushuaia a la Quiaca 

Te decía más arriba que el turismo es una actividad que recorre gran parte de nuestras provincias, y son pocas las que no tienen desarrollado al sector. Sin embargo, no todas reciben el mismo tipo de turismo y, en consecuencia, su configuración económica es bastante diversa. Algunos destinos están más orientados al turismo nacional, otros al extranjero, algunas localidades reciben gente en verano, otras en invierno o durante todo el año. Es decir, existe una heterogeneidad considerable en cuanto a la forma del turismo. 

Es tan grande, diverso y lindo nuestro país que cada uno de los destinos atrae gente distinta. Los destinos de la Costa Atlántica, por ejemplo, reciben principalmente turistas argentinos durante los meses de verano. Es raro encontrar un gringo recorriendo La Perla o Punta Mogotes. Por el contrario, en Ushuaia y El Calafate no difiere mucho la cantidad de argentinos que de extranjeros, lo que genera –combinado a la distancia de estas localidades a los grandes centros urbanos– que se conviertan en los destinos más exclusivos del país por sus altos precios. Otras zonas como Jujuy, Salta, Bariloche o San Martín de los Andes reciben turistas a lo largo de todo el año. Por último, hay destinos que reciben mucho turismo en una época particular, por ejemplo: Iguazú, cuando se busca evitar el exceso de calor, pero que el caudal de las cataratas sea alto, o Puerto Madryn en la época de ballenas y Gualeguaychú durante el carnaval. 

De esta manera, se presentan dos fenómenos en simultáneo que explican gran parte de las diferencias entre localidades: el tipo de turismo recibido y su estacionariedad, si es constante o en temporadas. En el primer caso, los aspectos más relevantes son la cantidad de turistas extranjeros que visitan esos lugares, algo que puede encarecer de forma considerable los destinos, y el tipo de actividades que haya, si requieren excursiones pagas o simplemente se pueden realizar los recorridos por cuenta propia. Es decir, hay lugares donde el turismo deja más plata porque la cantidad de cosas y actividades que se consumen es mayor.

El fenómeno de la estacionariedad impacta fundamentalmente en la población que reside y trabaja en esas zonas. En la medida en que el turismo se explique en mayor medida por las temporadas altas, el trabajo tendrá mayor intermitencia que lo que ocurre en los destinos más estables durante todo el año. A la vez, cuando la situación económica no es muy buena o pasa algo fuera de lo normal el hecho de tener los ingresos concentrados en unos pocos meses vuelve más frágil a las economías locales. Por ejemplo, hace unos años un brote de hantavirus en Epuyén -cordillera de Chubut- causó una caída abrupta del turismo interno a la localidad, como justo ocurrió en el verano, momento de temporada alta, el impacto fue muy grave.

La estacionariedad turística no es un fenómeno para nada nuevo, según Débora Garazi, ya a mediados de siglo XX había migraciones influidas por la temporada de la población de las Termas de Río Hondo en Santiago del Estero hacia Mar del Plata, dado que la temporada playera es entre diciembre y marzo. Desde abril a octubre volvían a Santiago para la otra temporada. 

Nos va a quedar para otro día hablar del “turismo industrial”. Todo lo que tiene que ver con turismo corporativo, vinculación entre sectores productivos tradicionales y el turismo o los usos novedosos de algunos destinos –como el enoturismo–. 

No voy en tren, tampoco en avión  

Ya sea por el DNU, por la Ley Ómnibus o por la crisis económica, los medios están hablando del turismo casi todos los días. Y si no hubiera pasado nada tendríamos a los noteros de playa las 24 horas del día en la tele. 

Veamos rápidamente los cambios que quiere impulsar el gobierno en el sector. Bajo el pretexto de terminar con un mercado monopólico, el mega DNU firmado por Javier Milei y escrito por Federico Sturzeneger desregula el mercado de agencias turísticas. Sin embargo, fingen demencia respecto a la cantidad de actores del mercado: son aproximadamente 5.000 agencias en el país, no podemos decir que se trate de un monopolio, oligopolio ni nada que se le asemeje. Al desregular la oficialidad de las agencias lo que pueden proliferar son empresas más precarias que no requieran personas especializadas ni formadas en materia turística, pavimentando el camino hacia un tipo de turismo de menor calidad.  

A eso se suma que se elimina la obligatoriedad del seguro por parte de las agencias de turismo, de forma tal de abaratar precios. De esta manera, alguien podría llevarte a recorrer en botecito la Garganta del Diablo y que el barco se hunda sin que haya un seguro que te resguarde en el medio. Nuevamente, es una forma de ir hacia un sector más desregulado y más precario. 

Pero, más allá de los cambios en las leyes, que pueden tener un efecto nocivo sobre parte del sistema, hay otra cuestión que afecta mucho más: la crisis. Si bien todavía no hay información oficial, algunas cámaras sectoriales estiman que en algunos destinos el nivel de reservas ha caído en 10 puntos porcentuales con respecto a años pasados. Mar del Plata recibió a 666.000 turistas durante la primera quincena de enero, lo que representa un 5,7 por ciento menos que en el mismo período de temporada de verano anterior, según informó a Télam el Ente Municipal de Turismo y Cultura (Emturyc). Eso no lo configura como una mala temporada, pero sí un poco peor que otras. A su vez, indican un crecimiento de las estadías de menor duración y reservas con menos anticipación. Quizás esto cambia con los meses, pero hay varios factores que pueden explicar la situación. 

En primer lugar, el último año no fue muy bueno en materia económica. La inflación aumentó mucho (la semana pasada el INDEC dio a conocer el valor de diciembre de 25,5%, por lo que la inflación anual llegó al 211,4%) y, si bien, los salarios -al menos del sector registrado- mantuvieron el poder adquisitivo, de a momentos se despegaron porque los precios se aceleraron más rápido que los acuerdos paritarios, que siempre llevan una mayor discusión. La aceleración de los precios se llevó puesto parte del sistema de cuotas en los tramos de cabotaje al que estamos acostumbrados, por lo que la posibilidad de financiar parte del viaje se volvió más complicado –o mucho más caro por el interés–. Esta situación impacta de lleno en el turismo. Si tenés que ajustar un poco las cuentas, una de las primeras cosas que sacarías probablemente sean las vacaciones. No sería nada raro posponer un viaje para otro año o cambiar los planes a escapadas de fin de semana largo en vez de viajes de larga duración. Nos hicieron creer que podíamos vacacionar todos los años con un sueldo “normal”…

En segundo lugar, aunque muy vinculado con lo anterior, el último año no solo no fue bueno económicamente, también vivimos una situación de incertidumbre extrema en el marco de unas elecciones en las que se enfrentaron hasta noviembre modelos económicos y sociales opuestos. Por lo tanto, la planificación para los meses de verano puede haberse complicado más de lo normal, lo que repercute en los niveles turísticos. 

En tercer lugar, hace ya varios veranos que los precios de algunas localidades turísticas parecen desmedidos con respecto al salario de los trabajadores. En particular, los informes de los medios de comunicación sobre la Costa Atlántica señalan precios que podrían ser de ciudades de otros países, lo cual inhabilita a una parte de la sociedad a acceder a este tipo de vacaciones. Algunos podrán decir que los precios están caros, otros que los salarios están bajos o ambas cosas, pero no viene al caso. 

Finalmente, el último punto que repercute en el nivel turístico es la situación económica que atraviesa el país en la actualidad. Si listamos las primeras medidas de Javier Milei nos encontramos con una devaluación, el freno a la obra pública –con una clara incidencia en esos puestos de trabajo–, la liberación del precio de los combustibles (que subieron de 350 pesos a casi $1.000 el litro en poco más de un mes), la liberación de los precios de las prepagas y la no renovación de acuerdos de precios con parte de la industria alimenticia. Desde el punto de vista del gobierno, todas estas medidas son necesarias en pos de lograr una estabilidad económica que, más temprano que tarde, nos permita volver a crecer –cosa que no creo que vaya a pasar fácilmente–, pero esa perspectiva de largo plazo tiene un impacto directo en el turismo. 

Quienes esperaron a última hora para decidir sus vacaciones quizás abandonaron sus planes y desde el sector se informan cancelaciones en varios destinos. Además, al no saber cuántos cambios más va a haber en el sistema económico que nos rige el grado de incertidumbre en el que vivimos nos lleva a ser más cautos con los gastos no esenciales. 

Pero, dejemos de lado la actualidad. En la medida en que los salarios se desvaloricen, que la actividad económica se deprima y que los precios de los bienes necesarios tengan más aumentos, el turismo interno va a estar más complicado. Lejos de tratarse únicamente de una cuestión vinculada a la felicidad de la población, la merma en el turismo interno tiene un impacto claro sobre las localidades que dependen más de esta actividad. Mientras menos turistas haya, menos se gasta, menos puestos de trabajo se generan y menos pueden recaudar los gobiernos. Sumado a eso, la baja en las inversiones de la obra pública que podían mejorar la infraestructura de ciertas zonas, facilitando a su vez el turismo, funcionan como una bola de nieve al revés: cada vez la bola se hace más chica, hay menos recursos, lo que redunda en menos recursos para el siguiente período.  

Una cuestión más y ya cerramos. Más arriba te mencioné que las localidades turísticas no reciben el mismo tipo de turismo, en algunos casos van más turistas extranjeros o son destinos más exclusivos que otros. ¿Qué pasa entonces? Las localidades vinculadas con el turismo receptivo van a sufrir menos que las otras. Destinos como El Calafate, Ushuaia y El Chaltén no parecen muy afectados por la situación económica actual, diferenciándose de esta manera de otras localidades. De esta manera, las diferencias regionales vinculadas al turismo se agrandan más dejando destinos ganadores -o inalterados- y perdedores. 

Bonus track

Muchas gracias si llegaste hasta acá, es enero y uno quisiera descansar en vez de preocuparse más. Así que también de paso te pido disculpas y prometo que no van a ser siempre pálidas los temas que hablemos en este espacio. Antes de irte, te recomiendo que, en la medida de tus posibilidades, te suscribas a los Mejores amigos de Cenital, para que te podamos seguir acompañando con más y mejores análisis. Te dejo unas notas que me gustaron: 

  • Me gustó mucho esta nota de Jairo Straccia en Diario con Vos;
  • Si te interesa la política internacional, te recomiendo esta nueva entrega del Dossier Internacional de Misión Productiva, escrito por Dafne Esteso y Brenda Vladisauskas;
  • Ya que hablamos de turismo, te dejo este episodio de Historiar Podcast sobre Mar del Plata y el turismo, en el que Inés Pérez entrevista a Elisa Pastoriza y Débora Garazi.

Por último, te recomiendo Doctor Sleep (la continuación de El Resplandor). 

Abrazo grande 

Nico

Escribe sobre temas de sectores y desarrollo productivo y trata, todo lo posible, de cruzarlo con datos. Le importa que estos sectores impulsen el bienestar social. Estudió economía en la UBA, se especializó en políticas sociales en UNTREF y arrancó una maestría en desarrollo económico en UNSAM. Es docente e investiga sobre Política Productiva en Fundar.