El fin de la complicidad

Gran Bretaña está sacudida por los casos de violencia de género. El rol de Cristiano Ronaldo para cambiar la historia.

Hola, ¿cómo estamos?

Harriet Robson dijo basta. Hace una semana. Subió una historia a Instagram en la que mostraba su rostro ensangrentado. “Para todos los que quieran saber qué me hace realmente Mason Greenwood”, escribió como preámbulo a la denuncia legal contra el delantero del Manchester United. La prueba venía acompañada de un audio para evidenciar que había sido obligada a tener relaciones sexuales en octubre de 2021. Movilizada por el ruido mediático, la policía se presentó en la casa del futbolista. Al rato, fue detenido. Al día siguiente, el plantel regresó de unos días de descanso. Los jugadores se reunieron y rompieron con el pacto de complicidad patriarcal. En una escalada sin precedentes, el club y los sponsors expusieron al deportista de 20 años nacido en Bradford. Se destapó una olla y, acaso por primera vez, el fútbol masculino no está guardando la mugre bajo la alfombra.

Greenwood no es cualquier futbolista. En la última temporada, participó de 18 de los 23 encuentros de la Premier League y de 4 de los 6 partidos de la Champions League. Hasta octubre de 2020, cuando invitó a un grupo de mujeres a la concentración y rompió los protocolos de Covid, conformaba la Selección de Inglaterra. Según el sitio Transfermarkt, su pase está valuado en 50 millones de euros. Tres días más tarde de la detención, abonó la fianza y salió en libertad hasta que la Justicia arribe a una sentencia firme.

Ralf Rangnick es el entrenador del Manchester United. Al alemán de 63 años todas las semanas le preguntan qué piensa de los rumores de que lo echarán de su cargo. El jueves le tocó contestar sobre el caso Greenwood. No lo repudió, pero admitió un dato que la prensa buscaba: “Cuando regresamos del descanso, los futbolistas mantuvieron una reunión entre ellos para hablar del tema”. La confirmación permitía comprender el origen de un dominó pocas veces visto.

Cristiano Ronaldo es el futbolista con mayor cantidad de seguidores en Instagram en el mundo. Hay 399 millones de cuentas pendientes de su imagen. Un click personificó demasiado. Dejó de seguir a Greenwood en las redes sociales. El resto del plantel, incluidos los famosísimos Paul Pogba, David De Gea y Edinson Cavani, también. Que el portugués accionara condicionó al planeta. El Manchester United publicó en su web un comunicado contundente: “No aprobamos la violencia de ningún tipo. El jugador no volverá a los entrenamientos hasta nuevo aviso”.

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Cuando a Jonatan Cristaldo lo denunció su ex pareja por violencia de género, Racing tuvo un día de discusiones feroces. Era noviembre de 2019. No existía ningún protocolo. Encerrados en el hotel Savoy, durante casi doce horas, participaron nueve varones y una mujer. Las campañas en redes sociales habían puesto en alerta al presidente. Víctor Blanco veía de lejos cómo el pedido de marginarlo se hacía más grande. Temía quedar pegado. Los responsables del fútbol profesional del club, por unanimidad, se escudaban en que todos somos inocentes hasta que se nos declare culpables. El representante del futbolista apretaba con hacer una denuncia desde el sindicato de jugadores: “Es una suspensión sin causa porque es algo privado”. Lo personal es político: nada es privado cuando se habla de violencia. El feminismo cambió los límites. A cada hora que pasaba, aumentaba la presión sobre los dirigentes. El titular del club académico, que iba por su segundo mandato y no pensaba rifar los aplausos que en esa época percibía cada fin de semana, escuchó a dos asesores y dio su veredicto: cinco días de marginación y la promesa de formación de los deportistas en materia de género. El delantero nunca recuperó el amor de los espectadores que había cosechado por salir campeón. Jamás declaró públicamente arrepentimiento. Los jugadores nunca tuvieron un taller. Tampoco se expresaron mediáticamente. La complicidad y el silencio fueron tan grandes que ni siquiera lo discutieron dentro del vestuario.   

Tres años cambiaron el escenario. Detrás de la decisión de los futbolistas y del Manchester United, se manifestaron las corporaciones. Nike sacó, primero, un comunicado: “Estamos profundamente preocupados por las inquietantes acusaciones y monitorearemos el caso de cerca”. Horas más tarde, confirmaron que rompían el contrato de patrocinio con el futbolista. La firma de chocolates Cadbury y el software TeamViewer decretaron que el jugador ya no aparecería en sus campañas. La empresa de videojuegos EA Sports eliminó al pibe del FIFA. La semana anterior, un padre le había comprado a su hijo el equipo completo del equipo con el nombre y el número del acusado. Le solicitó al United si podía trocarlo por otro. A lo que la institución informó que todo aquel que tuviera una camiseta de Greenwood podía pedir otra, de otro jugador, en las tiendas oficiales.

El miércoles, el Raith Rovers de Escocia fichó a David Goodwillie. El delantero de 32 años fue acusado de abuso sexual en 2011 y, por falta de pruebas, solamente condenado a pagar multas. Al club no le salió barata su incorporación. La escritora Val McDermid, famosa por la serie Wire in The Blood, era una de las principales patrocinadoras de la institución. Su voz fue rotunda: “He cancelado mi patrocinio de la camiseta del club para la próxima temporada tras este asqueroso movimiento. Esto echa por tierra cualquier intención de ser una comunidad o una familia en el club”. Su justificación resultó inapelable: «Goodwillie nunca ha mostrado ni un gramo de arrepentimiento por la violación que cometió. Su presencia en Stark’s Park es una mancha para el club. También voy a romper mi abono de temporada. Esto es descorazonador para mí y para otros aficionados». Su posicionamiento abrió otra cadena de pronunciamientos. Tyler Rattray, la capitana del fútbol femenino del Raith Rovers, rompió su contrato: “Después de diez largos años jugando acá, decido marcharme porque han fichado a alguien así y no quiero tener nada que ver con eso”.

La olla se destapó con muchísimo hervor en la misma semana en Gran Bretaña. Al francés Benjamín Mendy, defensor del Manchester City y campeón del mundo en Rusia 2018, le llegó la fecha que menos esperaba: en julio, comenzará el juicio penal por nueve acusaciones que carga. Siete de ellas por violaciones a seis mujeres diferentes. Las otras dos, por golpearlas. El caso del defensor dejó en offside a Pep Guardiola. Es que en los últimos dos años el futbolista de 27 años apareció en fotos y en videos rompiendo los protocolos por el Covid. El entrenador, preocupado por cuidar a los suyos, llegó a decir en rueda de prensa: “Es un tipo especial para nosotros y tiene un corazón increíble”. Las denuncias cayeron como un baldazo de agua fría. El comunicado de la institución también fue tajante: «Manchester City puede confirmar que tras ser acusado por la policía, Benjamin Mendy ha sido suspendido a la espera de una investigación. El asunto está sujeto a un proceso legal, por lo que el club no puede realizar más comentarios hasta que esté completo».

No son pocas las instituciones deportivas en Argentina que ahora cuentan con protocolo por casos de violencia de género. Según una ley publicada en octubre de 2020, los equipos de la provincia de Buenos Aires están obligados a recibir la capacitación de la Ley Micaela, creada tras el femicidio de Micaela García. Un taller que recibió hasta el presidente Alberto Fernández. Sin embargo, algunos clubes se las ingenian para gambetear la obligación. Como ejemplo, Racing recibió esa capacitación para el fútbol amateur, es decir los juveniles. Así como San Lorenzo, Lanús y Huracán participaron.

El fútbol masculino de primer nivel posee características que generan condiciones para la desigualdad de género. La diferencia salarial interna en una pareja puede ascender a diferencias incalculables. Las ventas al exterior obligan a mujeres a abandonar sus carreras o su formación en función de acompañar al jugador. La fama deviene en poder y la posibilidad de abuso, de violencia y de impunidad crece exponencialmente. Hay tipos que les expresan a sus compañeras: “Todo lo que logré lo hice solo”. Hay montones que al separarse les solicitan a los dirigentes que les modifiquen las cuentas a las que les transfieren los salarios para que ese dinero no se reconozca en el divorcio. Comportamientos iguales a otros espacios que no son el fútbol, pero agigantados por el capital que se maneja.

La olla se destapó. Semanalmente, se multiplican las denuncias y aumentan las sentencias. El caso de Greenwood cambiará el rumbo del abordaje de casos en la pelota. Por primera vez, tiraron abajo el cerco de complicidad que sostenían. Hace poquito, el 25 de enero, se cumplieron 140 años del nacimiento de la escritora Virginia Woolf, emblema, entre otras cosas, del feminismo en esa Inglaterra hoy sacudida por las denuncias en el fútbol. Decía cosas así: «Cuántas mujeres olvidadas porque ni siquiera ellas mismas pudieron, pueden o podrán decir ‘esta boca es mía’, ‘este cuerpo es mío’, ‘esto es lo que yo pienso’”. Una larga lucha histórica ha puesto sobre la mesa una conciencia ignorada por los varones del juego. La incomodidad ahora le toca a los victimarios. La transformación avanza. Aunque sea apenas con un click de Cristiano Ronaldo.

Pizza post cancha

  • Desde ayer, está en las librerías Juega Ferro. Un libro de Pablo Abiad que recorre los días gloriosos del verdolaga en la década del 80. Un buen escenario para recordar la función social de las instituciones.
  • Simeone, vivir partido a partido es la nueva serie de Amazon. Son varios capítulos con el Cholo como narrador y en un estado de intimidad muy lindo. Va mezclando su última temporada como entrenador con su carrera como futbolista. Está muy bueno.
  • La Selecta es el nuevo podcast de una dupla letal. Martín Reich y Sebastián Varela del Río salieron a la cancha con una entrevista íntima al Papu Gómez. Lo editan los cracks de Congo. Lo oyen aquí.

Esto fue todo.

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Abrazo grande,

Zequi

Soy periodista desde 2009, aunque pasé mi vida en redacciones con mi padre. Cubrí un Mundial, tres Copa América y vi partidos en cuatro continentes diferentes. Soy de la Generación de los Messis, porque tengo 29 y no vi a Maradona. Desde niño, pienso que a las mujeres les tendría que gustar el fútbol: por suerte, es la era del fútbol femenino y en diez años, no tengo dudas, tendremos estadios llenos.