Dolarización vs. competencia de monedas: ¿el FMI le marca la cancha a Milei?

Mientras el Fondo aboga por un enfoque bimonetario al estilo peruano, el presidente Milei y el ministro Caputo insisten en avanzar con su principal promesa de campaña. ¿Qué prevalecerá?

La competencia de monedas como transición (o no) hacia una eventual dolarización abre una grieta entre el Gobierno y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Esto sucede en las vísperas de la negociación del nuevo programa con el que el presidente Javier Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, buscan más financiamiento en moneda dura para salir del cepo. El organismo multilateral marcó su descontento con la promocionada eliminación del Banco Central. En cambio, ofrece seguir los ejemplos de Perú y Uruguay, donde rigen esquemas bimonetarios que fortalecieron a sus bancos centrales y el uso de moneda doméstica.

En sus declaraciones públicas, los funcionarios del Fondo y del Gobierno hablan del mismo concepto: competencia de monedas. No es un término académico, lo que le da más volatilidad interpretativa. Hasta el momento, la referencia a la “competencia de monedas” le permite al FMI sugerir que quiere un Banco Central independiente que, con política de tasas y rigor para no financiar al fisco, controle la inflación y fortalezca la moneda doméstica. En cambio, Milei y Caputo repiten que ese será el primer paso para la reducción del peso a su mínima expresión y la dolarización.

Elige tu propia competencia de monedas

Cenital contó que el FMI empezó a darle paladas de tierra a la dolarización en el último comunicado del staff técnico. “En la transición hacia un nuevo régimen monetario (que involucra la competencia de monedas), la política monetaria evolucionará para seguir anclando las expectativas de inflación y la política cambiaria se hará más flexible”, escribió.

Milei hizo trascender que le torció la mano al organismo en su objetivo dolarizador. Ante empresarios del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICyP) y el Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF) argumentó que, como el Banco Central no emitirá más dinero (ni para financiar déficit, ni para pagar intereses de sus pasivos, en vías de transmisión al Tesoro, ni para demanda genuina), el peso irá perdiendo terreno contra el dólar.

El FMI dice algo distinto. Al comunicado del staff técnico siguió una precisión adicional de la vocera Julie Kozack sobre el rumbo que tomará el régimen bimonetario. La “competencia de monedas”, dijo, “es un régimen a través del cual el peso de otras monedas, como por ejemplo el dólar estadounidense, pueden coexistir y puedan utilizarse libremente”. Y agregó: “Otros países de la región como Perú y Uruguay tienen sistemas de esta naturaleza”.

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(Nota al pie: Kozack, negociadora del programa que firmó Argentina en 2022, ganó notoriedad en el FMI por haber capitaneado el rescate de Islandia durante la crisis de 2008, con un cepo que recién se levantó en 2015).

Caputo surfea entre ambas posiciones. “No va a haber más emisión por déficit y prácticamente no va a haber más emisión por pasivos remunerados. Partiendo de una base de agregados monetarios muy baja, naturalmente la remonetización de la economía se va a dar por el lado de la afluencia de dólares. Va a haber una remonetización en dólares más alta. El bien escaso va a ser el peso”, dijo en el IAEF. Algo así como que, a medida que aumente la demanda de moneda en una eventual reactivación, la gente deberá usar sus ahorros en moneda dura.

Quienes hablan con funcionarios del Fondo sostienen que quieren torcerle el brazo al Presidente hacia un esquema “a la peruana”. “No sé si el FMI piensa exactamente lo mismo que el Gobierno”, dijo Fausto Spotorno, director de OJF e integrante del consejo asesor de Milei. “Me parece que el Gobierno fue suavizando su postura sobre la dolarización, creo que más que nada por cuestiones legales”, agregó. Martín Rapetti, director de Equilibra, consideró que el FMI promueve “un régimen similar al de otros países de América Latina, con un banco central independiente, metas de inflación y flotación cambiaria”.

Según Jorge Vasconcelos y Maximiliano Gutiérrez, de Fundación Mediterránea, el bimonetarismo de Perú “arrancó con ‘flotación sucia’ (intervención del Banco Central) y a posteriori abrió camino a una remonetización en soles (la moneda local) de la economía”. En cambio, El Salvador -país que visitará Milei esta semana- dolarizó al prohibirle al Banco Central emitir y con una paridad fija, que le dejó a la moneda local “un rol residual”.

“El impacto sobre el sector de la economía sería muy diferente, ya que un esquema ‘a la peruana’ preservaría el uso de los instrumentos de política macro, mientras que el segundo tendría la rigidez típica de la dolarización unilateral, pero careciendo del “prestamista de última instancia” que sí tuvieron, por ejemplo, los países que se incorporaron a la eurozona”, añadieron los investigadores de la Mediterránea que trabajaron, bajo el ala de Carlos Melconian, en un bimonetarismo “a la peruana” para la campaña de Patricia Bullrich.

Perú y sus riesgos

Perú salió de la hiperinflación que atravesó en los 90 con un régimen bimonetario que va a contramano del que promociona Milei. “Perú era una economía muy dolarizada, con una herencia de hiperinflación y represión financiera y agentes muy dolarizados. Ante eso, desarrolló un sistema bimonetario que tuvo como objetivo que el sol, la moneda doméstica, gane terreno. El objetivo fue desdolarizar”, le dijo Rapetti a Cenital. “En una economía con moneda doméstica, la política monetaria tiene más potencia; ante una crisis de liquidez, el Banco Central puede emitir la cantidad de moneda local que quiera”, agregó.

Pero Fernando Morra, exsecretario de Política Económica de Martín Guzmán y socio del exministro en la consultora Suramericana, advirtió que es un régimen que encarna problemas. Perú plasmó su esquema bimonetario en el artículo 64 de su Constitución. “El Estado garantiza la libre tenencia y disposición de moneda extranjera”, se lee.

Medidas claves para la actual acumulación de reservas del Banco Central argentino, como la obligación de liquidar exportaciones, serían inconstitucionales con una reforma tan drástica. Un decreto-ley sobre comercio exterior dispone que el Estado garantiza tanto la tenencia como “la libre convertibilidad de la moneda nacional a tipo de cambio único”.

“Los soles se pueden cambiar por cualquier moneda. ¿Argentina podría hacer eso hoy?”, se preguntó Morra. “Falta una hoja de ruta”, evaluó el economista. Primero y elemental, saber si la salida del cepo será con una inyección de deuda o con la cuenta corriente. El primero requiere de algún prestamista y, con el FMI poco dispuesto, las opciones se agotan. Aquellos USD 30.000 millones de fondos de inversión que prometió Milei en plena campaña quedaron tan sepia como la dolarización a la ecuatoriana que diseñó Emilio Ocampo y encandiló al Presidente, ahora enamorado del programa de anclas fiscal y cambiaria con cepo de Caputo. En este caso, la acumulación de reservas depende del superávit de cuenta corriente, atado a la liquidación de exportaciones y las restricciones para acceder a divisas hasta para importar insumos.

Así y todo, el Banco Central peruano tomó distintas medidas para desdolarizar. Por ejemplo, subió los encajes a los depósitos en dólares, lo que hizo más atractivo permanecer en moneda doméstica.

La hinchada libertaria

Aldo Abram, director ejecutivo de Libertad y Progreso, es quien más sintoniza con la idea del Presidente. “Uno debería esperar una unificación cambiaria para el 1 de julio, aunque no necesariamente con salida del cepo”, le dijo a Cenital. “Luego se irían desarmando las marañas que dejó el Gobierno anterior para que a fin de año o principios del próximo no exista ninguna restricción”, afirmó.

A eso seguiría un esquema bimonetario. “Si se elimina la deuda remunerada del Banco Central, se podrá ir a un esquema de cero emisión, dejar fija la base monetaria y que la gente que necesita más moneda para operar, con una monetización cercana a mínimos históricos, use los dólares del colchón”, continuó Abram.

Para el también docente de ESEADE, la casa de estudios que gratificó a Milei con un doctorado honoris causa, una salida “a la peruana”, como la que plantea el FMI, supone “que, si aumenta la demanda de pesos, el Banco Central emita moneda”. Pero cree que el Gobierno se ganó el derecho a pujar por un esquema distinto al sobrecumplir las metas fiscales, monetarias y de acumulación de reservas. “Al FMI no le gusta la dolarización, pero si se hizo lo demás bien, te ganás la posibilidad de hacerlo”, sostuvo.

“La dolarización no tiene prioridad”, la tiró afuera Juan Carlos De Pablo, el economista mentor de Milei que comparte con el Presidente conversaciones y sesiones de ópera en Olivos.

“La dolarización es una meta; ahora vamos hacia la competencia de monedas”, repite Caputo. Para negociar el nuevo programa con el FMI, esa meta deberá ser más precisa. Después de sucesivas enmiendas, corre el riesgo de irse en fade.

Otras lecturas:

Periodista especializado en Economía. Pasó por La Nación, Bae, El Cronista y TN. Actualmente es columnista en Mejor País, en Radio Con Vos.