De Guardiola al papelito de Lehmann

Perfiles coperos del City y del Villarreal por la Champions League.

Hola, ¿cómo estamos?

La Champions League sobrevivió a su destrucción. El modelo UEFA de expandir el negocio con más partidos y más países afiliados se impuso a la estrategia de Florentino Pérez de erigir la Superliga Europea solo con las grandes potencias. Una noche de golpe de Estado que no arribó a su cometido. El magnánimo empresario español, con una altísima ascendencia en el Partido Popular, se cansó de que su Real Madrid le sirviera en bandeja el espectáculo a pequeñas instituciones. No lo logró. Aleksander Ceferin, esloveno, líder de los países de Europa Oriental, aguantó los trapos. 

Un trabajo de La Pelota Siempre al 10 certificó que la concentración de victorias se da igual: mientras que en los últimos diez años en la Libertadores arribaron a cuartos de final unos 44 equipos, en su par de Europa fueron 25.

Amén de las asimetrías del capitalismo, la Champions exhibe las mejores cifras de juego. Se visualiza en un promedio de 2,93 goles por partido, una media de 18,2 remates por encuentro y una eficacia de pases del 82,5%. Desde ahí, vale y mucho la pena mirarla. En dos semanas serán las semifinales. Los cruces: Villarreal vs Liverpool y Manchester City vs Real Madrid. Hoy, presentamos a uno de cada uno. La próxima entrega poseerá los relatos que faltan.

De Guardiola al papelito de Lehmann 

Villarreal

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Es que cómo un beso va a traicionarte. Blanca y naranja y la pipa de Nike. Los labios posados como pidiendo un deseo. Delante de su mirada, Jens Lehmann, el verdugo, que a lo largo de cien días sería una pesadilla múltiple para Argentina. Si José Pekerman no lo hubiera sacado por Esteban Cambiasso en el Mundial 2006, hubiera habido revancha en la serie de penales de cuartos de final contra Alemania. Pero ahora son semifinales. Aunque lo acompañen compatriotas como Rodolfo Arruabarrena y Juan Pablo Sorín, todavía la Copa del Mundo no arrancó y es la Champions League. La ida, en el Highbury, que ahora es un vecindario, había culminado 1-0 para el Arsenal. El marfileño Kolo Touré había definido de derecha. La vuelta, en el Madrigal, andaba 0-0. Minuto 88. Penal. El Villarreal de Manuel Pellegrini acariciaba su chance de ir al alargue. El 10, con la camiseta 8, toma distancia, tanta como para salir del área grande, anuncia el lanzamiento a su derecha, el alemán se tira y se lo ataja. No salió. Pasó el tiempo. Juan Román Riquelme nunca abandonó su ritual con la pelota antes de patear tiros libres o penales. A los amores se los besa siempre. 

“En el papelito, Lehmann no tenía nada escrito”, se descargó Riquelme recién en 2011. Entre cada disparo de la serie de penales contra Argentina, el arquero revisaba un papelito. “Era todo cuestión de demorar. De que nuestros pateadores pensaran que él sabía dónde iban a tirar”, teorizaba el 10. En 2016, en una entrevista con Germán Leza, el alemán lo refutó. El papelito se exhibió en el Museo de Historia Contemporánea de Bonn. Sin negar que había sobreactuado algunos detalles. Porque a la mañana se había estudiado a los pateadores y los había anotado, pero no figuraba Cambiasso. ¿Quién iba a imaginar que el Cuchu reemplazaría al 10 en la cancha y en los penales?

La derrota contra Arsenal pesó en la historia del Villarreal. Tampoco es que superar al Arsenal de Thierry Henry significaba poder vencer al Barcelona de Ronaldinho que culminó acunando el título. Hubiera sido un punto alto de una institución que, hasta ese momento, había acumulado solo dos Copas Intertoto en su colección. Hasta que apareció Unai Emery, un entrenador vasco con un score de campeón.

Desde la temporada 2013/2014, el coach vasco disputó 24 series mata a mata a doble partido y triunfó en 22. La estadística le dio cuatro trofeos para sus vitrinas: tres Europa League al mando del Sevilla -seguidas, 2014, 2015 y 2016- y una con el Villarreal. En la última temporada. 

El campeonato de Europa se lo debe a otro argentino. Gerónimo Rulli se lució en una tanda de penales que culminó 11-10 a favor de los españoles frente al Manchester United. Ahora tendrá otra chance de campeonar. Acaba de eliminar por los cuartos de final de la Champions al Bayern Munich. Como si no alcanzaran las superpotencias, el adversario será el Liverpool de Jürgen Klopp. El papel de redentor se posará sobre otro enganche argentino. In Giovani Lo Celso, we trust.

Emery hace un culto a la obsesión. Cuenta la leyenda que en Valencia sospechaba que uno de sus futbolistas nunca revisaba los videos que le enviaban así que le dio un pendrive vacío para sacarle la ficha: obviamente, cayó en la trampa el jugador y aseguró haber estudiado el material. Sus equipos se organizan desde los bloqueos al juego del rival. Resulta imposible entrarle y el Bayern Munich sucumbió ante esta telaraña. Con una cuota muy imprescindible: siempre le da el poder del juego a una mente creativa. Dani Parejo en Valencia, Ever Banega en Sevilla y, ahora, Lo Celso.

Hace diez años, al Villarreal le tocó descender. La institución criada a la sombra del Valencia se comía un golpe durísimo. Una temporada sufrió hasta que resurgió. Para no alejarse más. ¿Hasta dónde? Si ya va cruzando el cielo.

Manchester City

El sabor al llegar al frío de Munich era que la última temporada en el Barcelona había estado de más. Todavía Pep Guardiola conducía con trajes, con corbatas, declaraba con una cadencia bielsística y su intimidad se guardaba bajo un cofre. Explicaba en off, como se trasluce en el libro Herr Pep de su biógrafo Martí Perarnau, que la medida justa era tres temporadas. Cumplió en Alemania con el Bayern. Hasta que el City de Manchester le transformó la impronta.

De suéter y de zapatillas. Un departamento en el centro de la ciudad. Videos hasta con karaoke. La Premier y los años lo habían relajado. Los dirigentes que habían gestionado su mandato en Barcelona reinaban en Manchester para diseñar un club a su medida. Tanto que lograron retenerlo seis temporadas encadenadas. La novena consecutiva en la que anda buscando reconquistar la Champions League que no volvió a obtener desde que se divorció de Lionel Messi. A quien definió como “todo” en su carrera.

A los 51 años, Guardiola es Mozart. O Steve Jobs, como lo define su amigo Jorge Valdano. Revolucionó el juego. Cualquier equipo de fin de semana de amistades ahora propone a los centrales al costado del arquero y sale jugando desde abajo. El fútbol femenino profesional se erigió con esa metodología. En términos narrativos, ha inventado un género. Con un estilo en Manchester dentro de su propio estilo. Que, aunque dé vueltas, se cruza con sus antepasados: acaba de eliminar al Atlético de Madrid y ahora va por el Real Madrid.

Desde el arribo del catalán, el City obtuvo diez trofeos, tres de los cuales son Premier League. La Champions lo esquivó. La última quedó a centímetros del trono: cayó contra el Chelsea en la final 1-0. De una temporada a otra, el ajuste tuvo más nombres propios que modificaciones tácticas. Sergio Agüero emigró a Barcelona para retirarse de la pelota por su corazón. Jack Grealish arribó desde el Aston Villa por la módica suma de 117 millones de euros. Ambos suplentes en una y otra aventura. La otra inversión fue a futuro: 17 palos por Julián Álvarez, posible aterrizaje a mitad de año.

La serie contra el Aleti lo halló en una situación impensada. El City debió defenderse. No sólo en la vuelta, también en la ida. Usó una forma diferente: mil toques. La posesión hasta que el rival no pudiera quitársela. Cuidándose de no perderla porque las contras podían penetrar letales. 

“No sé qué es eso de la experiencia cuando en el fútbol todos los días son diferentes”, le declaró a Verónica Brunati en las últimas semanas, en un discurso posmodernista que late hoy en la sien del entrenador. En la misma línea, explica que no existe eso de defender o de atacar, sino que todo es lo mismo. Pero no. No es lo mismo. Defenderse es lo que hizo en la vuelta, en el Wanda Metropolitano. Atacar es lo que no pudo.

Del cuarteto semifinalista, el Manchester y Guardiola son los que más ansiedad poseen por abrazar el título. El City Group es la mayor corporación futbolística del mundo. Además de los ingleses, dirige New York City, Yokohama City, Troyes, Melbourne City, Girona, Sichuan, Mumbai City, Lommel SK, Torque y va por el NAC Breda de Países Bajos. La Champions League ha copado el segundo escalón detrás del Mundial como torneo más emblemático del mundo. Lo globalizado no es una exageración: de la competición participan futbolistas de los cinco continentes. Los mejores. Obtener la Orejona contribuiría a simbolizar la victoria en la carrera espacial de Emiratos Árabes. Aunque sea la pelota, nunca hay que olvidar que la cabeza propietaria de este imperio es Mansour bin Zayed Al Nahayan, ministro de Asuntos Presidenciales.

Pizza post cancha

  • El 16 de abril de 1977, hace justo 45 años, una patota criminal de la última dictadura desapareció a Enrique Raab, un periodista maravilloso, un militante. El deporte no era su tema, pero esta crónica con el foco en un Superclásico de 1975 es una clase sobre cómo contar lo que sea, en especial la vida.
  • Libros, fútbol, Ascenso y gracia enorme para contar en grande una circunstancia, en principio, chiquita. Todo eso tiene esta nota de Fernando D’Addario, en Página/12.
  • Escritor, periodista y psicodramatista, entre mil cosas, Walter Vargas pone en la calle otro libro, que edita Fútbol Contado. Se llama Fútbol en la era de la peste. Para irlo reservando.

Esto fue todo. 

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Abrazo grande,

Zequi

Soy periodista desde 2009, aunque pasé mi vida en redacciones con mi padre. Cubrí un Mundial, tres Copa América y vi partidos en cuatro continentes diferentes. Soy de la Generación de los Messis, porque tengo 29 y no vi a Maradona. Desde niño, pienso que a las mujeres les tendría que gustar el fútbol: por suerte, es la era del fútbol femenino y en diez años, no tengo dudas, tendremos estadios llenos.