Cuando el fútbol te deja desnudo

Fabián Doman no es el primero. Hugo Moyano, Marcelo Tinelli, Daniel Passarella también quedaron en offside. Y tenemos clásico en Avellaneda.

Es miércoles por la noche. Fabián Doman acaba de renunciar tras cumplir apenas 187 días como presidente de Independiente. La pantalla de TyC Sports muestra a hinchas furiosos en la sede. Doman pide reconocimiento. “Este grupo –le dice al conductor Daniel Retamozo- tuvo lo que hay que tener para enfrentarse a (Hugo) Moyano y eso nunca fue reconocido”.

“Pero perdón, Fabián –interrumpe Retamozo-, ¿eso alcanza para ser presidente de Independiente? Sacar a alguien, bien, ¿y después qué hacemos?”.

“Bien, buena pregunta”, hace tiempo Doman. “Lo que pasa es que ¿si no lo sacábamos a Moyano qué hacemos?”

“Está bien, pero es una parte del plan. Te falta la otra”, vuelve a observarle Retamozo.

“Ahora porque Moyano no está. Date cuenta que si nosotros no nos presentábamos, no íbamos a la justicia a reclamar como reclamamos durante diez meses, esta noche, en este momento, el presidente de Independiente era Hugo Moyano”.

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Silencio piadoso. Uno, dos, tres, cuatro segundos. Una eternidad en televisión. “¿No pensaron nunca que el presidente sería Moyano? ¿No tenemos ningún mérito en eso?”, insiste Doman.

“Se está prendiendo fuego Independiente, Fabián”, le dice Retamozo.

Pobre Doman. Unos minutos antes, es cierto, había dicho que hablaría, pero que estaba “destruido” (y la entrevista, ya lo diremos, lo mostró luego algo más agudo). Pero en sus tiempos no tan lejanos como conductor de “Intratables” (aquel programa que suponía “neutralidad” mientras demolía al kirchnerismo), Doman era el que solía dejar en ridículo a muchos de sus entrevistados. Era el dueño del micrófono, siempre el más inteligente, el más equilibrado, el más agudo. La noche de su renuncia se pareció a Marcelo Tinelli (él sí que era verdadero rey de la TV) cuando también quedó mudo después de la célebre e imposible votación 38–38 de Ezeiza que buscaba definir al sucesor de Julio Grondona en la AFA. Igual que Mauricio Macri la tarde que “el Virrey” Carlos Bianchi lo dejó sentado solo en plena conferencia de prensa en Boca. O como también quedó el superinfluyente Daniel Angelici, el “Tano”, cuando Juan Román Riquelme le avisó que no acompañaría su fórmula en las últimas elecciones del club xeneize.

¿Y Moyano, el sindicalista que paraba un país? ¿Y Mario Pergolini, rápido y más vivo que nadie, pero también ninguneado hasta que terminó yéndose de Boca? ¿No era el propio Daniel Passarella el gran káiser hasta que River se fue a la B? Casi todos ellos poderosos y exitosos en lo suyo. Convertidos en dirigentes para “modernizar” a un fútbol argentino que crea lazos e identidades como en pocos otros lugares, pero también negociados y barras bravas. Arbitrajes sospechados. El triunfo tapa, pero la derrota desnuda. En aquella entrevista a TyC Sports, la primera de casi una decena que dio en las horas siguientes, Doman afirmó que le habían contado “que el fútbol era un monstruo pero no lo sentí así”, agregó. Duró menos de seis meses.

“PERDIMOS MAURICIO”, LE DIJO GRONDONA A MACRI

Es cierto, el fútbol a veces devuelve. Su notable campaña como presidente de Boca, ayudó a Macri a desembarcar en la Casa Rosada. Antes que él, lo mismo le sucedió a Silvio Berlusconi, ganador de todo con el Milan y luego premier de Italia. Y a algunos más. Esa visibilidad, el ruido siempre exagerado del fútbol, tienta a muchos otros. Animadores de TV, periodistas, empresarios. Algunos, es cierto, por amor a su club, pero otra buena parte lo hace en busca de más poder. Narcisismo, supuesto negocio fácil y visibilidad (hasta aceptan perder tal vez algún dinero, saben que lo ganarán por otro lado, porque la fama y el triunfo abren otras puertas). Pero el fútbol es históricamente corporativo. Un mundo de códigos mafiosos. La pelota ve con malos ojos a estos “extranjeros”. Les desconfía. Los hace jugar siempre de visitante.

“Sabés cuántas meadas te faltan todavía en este baño, nene”, cuentan que le dijo uno de esos dirigentes nacidos en el tablón del ascenso a un “recién arribado” que, ambicioso, ya imaginaba presidir la AFA, mientras ambos, aprovechando una pausa de la sesión, orinaban en los sanitarios de la sede de la calle Viamonte. O aquella otra de los años ’90, cuando el entonces presidente Carlos Menem llamó a Grondona para presentarle a Macri, diciéndole que “Mauricio te quiere contar una buena idea”. Era el proyecto de las Sociedades Anónimas en el fútbol, Clubes SA. Grondona animó a Macri a que presentara la idea en la AFA. La votación (su votación) rebotó el proyecto por 34 votos contra 1. “Perdimos, Mauricio”, lo consoló “Don Julio”. Hasta la sociedad Torneos-Clarín, un poder paralelo en el fútbol de aquellos años, se desprendió rápido del control que había asumido en Argentinos Juniors. Eran dueños de la pelota. Pero también ellos se sintieron en territorio hostil.

En octubre pasado, Doman arrasó en las elecciones de Independiente con el 72 por ciento de los votos aplastando a Moyano, cuyo desorden final gozó de espacios generosos en el mainstream (parte de la tarea de desgaste). El periodista lideró un proyecto más político que deportivo, integrado también por el intendente de Lanús, Néstor Grindetti, (interinamente a cargo ahora de la presidencia) y por el diputado Cristian Ritondo. Juntos por el Cambio saludó masivamente el desembarco y el anuncio de una nueva era. Patricia Bullrich hasta lo comparó con el país que, supone, se vendrá tras las elecciones nacionales de octubre próximo.

No es nuevo. Política y fútbol caminan juntos en Argentina desde siempre, y no exactamente por el peronismo (“el populismo”). Hace ya más de un siglo, dictadores y también políticos proscriptos (los motivos eran opuestos, claro) vieron al fútbol como poderoso vínculo para acercarse a los sectores más populares. Eso sí, hoy el fútbol multiplicó todo. Entretenimiento, negocio y pasión. Dos precandidatos a gobernar la provincia de Buenos Aires por el macrismo, y unidos en una lista rearmada de apuro supuestamente por algún ejecutivo de la TV deportiva, echaron a Moyano de Independiente. Y allí está el propio Macri anunciando que quiere retomar el poder en Boca, donde Riquelme hace de CEO con mate y se instala desde temprano hasta la noche en el club. A diferencia de varios advenedizos, Riquelme está presente. Practica (aunque también con polémicas) un viejo dicho: “El poder desgasta, sí, especialmente al que no lo ejerce” (pero Boca anoche volvió a perder. Y la Bombonera comienza a enojarse con su ídolo maximo). Ya más aflojado, sobre el final de la entrevista con TyC Sports, Doman habló del clásico que Independiente jugará hoy contra Racing. Y deslizó los vínculos de Racing con el kirchnerismo. “Cuanta gente dice que con un cambio de gobierno nacional –dijo Doman- cambia la situación de Racing. Digámoslo todo”.

EL REY DE COPAS

El Independiente de Doman debutó en la actual Liga ganándole 1–0 a Talleres en enero pasado. También la prensa imaginó que nacía una nueva era. El club sumó más de doce mil nuevos socios, para completar un record de 115.000. La ilusión era volver a llenar con 42.000 personas al estadio Ricardo Enrique Bochini, el ídolo que también saludó a la nueva conducción. La vuelta de la mística del Rey de Copas, porque Independiente sigue siendo el máximo ganador de la Libertadores (siete Copas, la última hace 39 años). Pero la pelota, rápido, ya a la fecha siguiente, dejó de entrar en el arco rival. Apenas tres victorias en quince partidos. “Por creer que tuvimos más copas o que somos los más ganadores, los dirigentes se quedaron en la historia”, escribieron Fernando Soriano y José Bellas en su libro “Será siempre Independiente”.

La crisis deportiva que provocó el despido del DT Leandro Stillitano reabrió grietas de la economía endeudada del club. Juicios y reclamos millonarios por contratos insólitos que firmó la gestión Moyano cuando Independiente, entonado por la conquista de la Copa Sudamericana en 2017, aceptó los refuerzos que exigía el DT Ariel Holan, como recordó el martes pasado Gabriel Milito, hoy DT de Argentinos, nombre de peso en el Rojo. Y a todo eso le siguió la crisis dirigencial de estas horas, la conducción que había asumido con bombos y platillos para iniciar una nueva era, aparece destrozada por supuestas promesas incumplidas de apoyo económico, porque el único proyecto fue echar a Moyano, por divisiones internas y porque surgen fantasmas de quiebra y “privatización” del club como supuesto objetivo de esta nueva autodestrucción. Siguen protestas pagadas, dice Doman, que además denuncia amenazas de muerte, mientras protege a Ritondo, pero adjudica la falta de dinero a Grindetti (que se enteró de la renuncia “extemporánea” apenas salió del quirófano por la operación de un ojo).

Santi Maratea pide colectas económicas por las redes (¿en serio terminará siendo ese manotazo desesperado la gran “ingeniería financiera” prometida que serviría para salvar al Rojo?). El proyecto recibe burlas de los hinchas de Racing. «Maratea Presidente» y fantasmas de la B, provocaron ayer sus fanáticos en el “velatorio” burlón que realizaron frente a la sede del Rojo. Pero en esa “franja de Gaza” de Avellaneda, que en apenas doscientos metros separa a Independiente de Racing, el caos puede estallar un día en el Rojo (Grindetti, que pidió licencia como intendente de Lanús, ya contrató a Ricardo Zielinski, el mismo DT que a Doman le había parecido muy caro). Y otro día puede estallar en la Academia. Porque Racing (mejor ordenado económicamente, claro) viene de derrotas inesperadas y de peleas internas de su barra, aunque casi silenciadas, porque el vecino, dice Doman, tiene una buena política de prensa. Y Doman sí que sabe de ese tema. En Avellaneda, sabemos, hay una fogata que puede extenderse porque “el domingo”, cantan los hinchas, “cueste lo que cueste, el domingo tenemos que ganar”.


Un colega amigo y respetado, hincha de Racing, me habla del fútbol como Caribdis, “horrible monstruo marino femenino” de la mitología griega que habitaba debajo de unas rocas supuestamente en el estrecho de Mesina (Italia). “Hija de Poseidón y Gea, que tragaba enormes cantidades de agua tres veces al día y las devolvía otras tantas veces, adoptando así la forma de un remolino que devoraba todo lo que se ponía a su alcance”, naves, marineros y peces incluídos. Mi amigo tiene razón. Eso es muchas veces el fútbol. Se parece a Caribdis.

Es periodista desde 1978. Año de Mundial en dictadura y formidable para entender que el deporte lo tenía todo: juego, política, negocio, pueblo, pasión, épica, drama, héroes y villanos. Escribió columnas por todos lados. De Página 12 a La Nación y del New York Times a Playboy. Trabajó en radios, TV, escribió libros, recibió algunos premios y cubró nueve Mundiales. Pero su mejor currículum es el recibo de sueldo. Mal o bien, cobró siempre por informar.