¿Cuáles son los diferentes criterios para medir el aumento de casos?

Los gobiernos de Provincia de Buenos Aires y Ciudad miran indicadores distintos a la hora de analizar el contagio del virus.

Escena uno: el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, habla en rueda de prensa, pocas horas después de que en su distrito se empezaran a registrar cerca de la mitad de los casos diarios de coronavirus en la Argentina, y dice que en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), compuesta por la Ciudad Autónoma y el conurbano bonaerense, “crecen los contagios y no hay más flexibilización, hay menos”.

Escena dos: el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, cuya jurisdicción está incluida en la suba de casos de la que habla el gobernador, da una conferencia por esos días y asegura que la transmisión de Covid-19 en la Ciudad de Buenos Aires está estable y controlada. ¿Cómo se llama la obra? “No son sólo diferencias políticas”. 

Cuando cada día baja más rápido el número de camas disponibles en el sistema sanitario de una provincia porque aumenta la cantidad de internados en terapia intensiva, como ocurre en el AMBA desde mediados de junio, la mayoría de los números son negativos y ninguna autoridad de gobierno discute la necesidad de tomar cartas en el asunto para evitar el colapso. Ahí no hay dudas. Distinto es cuando sube y baja el total de contagios por día o cuando no es tan inminente el riesgo de desborde, porque aparecen otros indicadores para analizar. 

Junio funcionó como un mes determinante porque fueron varias las provincias que padecieron una curva pronunciada de casos. En Paraná, Entre Ríos, la cifra de positivos se cuadruplicó en menos de una semana y seguía subiendo (pasó de 11 a más de 50). En algunos barrios cordobeses, por citar otro caso, se retrocedió en la flexibilización, igual que en la ciudad rionegrina de Bariloche y varias zonas del país. A pesar de la preocupación en todos esos municipios, autoridades sanitarias advierten que allí tiene sentido mirar sólo la cantidad de contagios. Explican que no puede compararse la preocupación del AMBA con la de aquellas provincias sin circulación comunitaria del virus, que son más de la mitad. En los territorios donde se sabe cómo se produjo cada contagio, pueden aislar a sus contactos estrechos. La rápida propagación del virus en Ciudad de Buenos Aires y Conurbano hace que ese aislamiento de casos estrechos, concentrado en el Plan Detectar, resulte más complejo.

¿Qué mira Provincia de Buenos Aires?

Teresa Varela, directora de Epidemiología del ministerio de Salud bonaerense, le cuenta a Cenital que los parámetros que suelen mirar para sacar conclusiones son tres: la tendencia de la curva de casos (varios días en aumento, disminución o estable); el tiempo de duplicación de casos (los días que transcurren hasta tener el doble de contagios registrados); y el porcentaje de ocupación de camas. 

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La internación de un caso grave es lo único que podría evitar que se engrose la lista de muertos, pero tiene el inconveniente de que los internados por coronavirus suelen requerir al menos diez días en la Unidad de Terapia Intensiva (UTI). Desde la gobernación, detallan que la Provincia dispone de 27 mil camas de aislamiento, entre privadas y públicas, de las cuales 18 mil están en el Conurbano. Del total de camas, menos de la mitad (8.500) son para cuidados intensivos e intermedios, cifra que se alcanzó después de que el virus entrara a la Argentina, a partir del control de la curva en los primeros meses. Antes de marzo, había un 35% menos de camas de terapia bonaerenses. 

“Es uno de los recursos más limitados y lo que más énfasis se puso en incrementar en los últimos meses”, dice Varela, y asegura que “las prioridades siempre son las mismas: fomentar el aislamiento social con políticas para reducir las actividades permitidas, el aislamiento de los casos y el seguimiento de sus contactos”.

¿Qué mira CABA?

Sobre los indicadores que se toman en cuenta en la Ciudad de Buenos Aires, quien responde es Daniel Ferrante, subsecretario de Planificación Sanitaria: “Para entender la evolución en el territorio, se evalúa la tendencia de casos, su distribución geográfica, cómo se agrupan por edad y sexo, y el posible impacto de medidas, entre otras variables. Ningún número se interpreta de forma aislada, sino en su contexto y con sus limitaciones. La evolución de los casos y el R Cero permiten evaluar la velocidad de progresión del brote en la jurisdicción y también en cada barrio y relacionarlo con acciones de política pública o locales”.

¿Qué es el R Cero?

A mediados de junio, el ministro de Salud de la Ciudad, Fernán Quirós, publicó un hilo en Twitter sobre el panorama porteño. “El índice de contagiosidad, lo que llamamos ´R´, es la forma que tenemos durante las pandemias de calcular cuán rápido se transmite el virus a la sociedad. Si el valor es mayor a 1, entonces los enfermos aumentan. Si es menor a 1, los casos disminuyen día a día”, se reproducía en la cuenta del funcionario. Ferrante amplía: “El R representa a cuántas personas contagia cada caso, en un lapso de 5 a 7 días. Un valor de 1 implica que cada caso sólo contagia a una persona. Se mide evaluando la relación de nuevos casos, contactos y recuperados de los últimos días”.

Varela, de Provincia, agrega: “El R es el número promedio de casos secundarios que ocurren a partir de un caso primario. Por eso se intenta hacer un adecuado seguimiento de contactos estrechos y limitar el tránsito de las personas”. En el ministerio de Salud bonaerense dicen que no están tomando ese indicador como una referencia prioritaria, a diferencia de Ciudad. En esa cartera a nivel nacional, en cambio, lo incluyeron para entender cómo se está analizando el panorama en territorio porteño. 

La secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti, argumentó en declaraciones al programa Ahora dicen, de Futurock: “Tuvimos un montón de reflexiones en relación al uso del R. Si está arriba de 1, es que la epidemia no está controlada y, si está abajo de 1, quiere decir que tenemos un escenario mejor, pero no quiere decir de ninguna manera que está resuelto, porque al día siguiente puede volver a complicarse con este virus que no tiene vacuna ni tratamiento. Las medidas basadas en el R tienen que sostenerse en un largo plazo. En varias pandemias, el R se calcula con estimaciones. Depende qué datos le pongas, da diferente. Y en medicina, pero particularmente en esta pandemia, dos más dos nunca es cuatro. La Ciudad lo toma para seguir la evolución”. 

La infectóloga no desprecia el uso de este indicador pero lo toma con pinzas: “Para tomar decisiones de cerrar, abrir, o cómo vamos a estar, el R no es la mejor estrategia porque se hace con estimaciones. Las jurisdicciones deciden qué criterios utilizan. En Nación no habíamos usado el R, aunque lo calculábamos, pero como Ciudad lo está usando, lo empezamos a mostrar un poco más, para ir viendo esas evoluciones”. 

¿Qué mira Nación?

El gobierno nacional tiene como objetivo que no se llegue al uso total de camas críticas del país porque ese desborde, que ya ocurrió en varios países, puede implicar tener que elegir a qué paciente grave no se le podrá dar la atención adecuada. 

“Nosotros miramos todo un tablero de indicadores. Ahí está la incidencia; el número de nuevos casos; la evolución de la curva desagregada por municipio o barrio; el número de ocupación de las camas de terapia intensiva, que es un número bien complejo de construir porque no está cargado en el Sistema Nacional de Vigilancia; las muertes, que es un indicador durísimo; el R, y el tiempo de duplicación de casos, importante para ver dónde va la curva. Si tenés duplicación en menos de 15 días, hay que poner la mirada ahí porque quiere decir que está aumentando más rápido”, dice Vizzoti. 

La especialista sostiene que es imposible hacer una lectura lineal sobre el aumento de casos en la Argentina, pero enumera los tres motivos que considera más relevantes:

1. “El aumento de la circulación de las personas hace que aumenten las posibilidades de que el virus encuentre a quién infectar”.

2. “En las búsquedas activas, esto de ir casa por casa buscando contactos estrechos de personas con síntomas, sobre todo en lugares donde el contexto de hacinamiento es más importante, el riesgo de contagio es mucho más alto, entonces ese plan Detectar, el famoso contact tracing (en inglés, rastreo de contactos), que hay que intensificar, es otro motivo por el cual aumentan los casos”.  

3. “El tercer motivo, que es en el que podríamos intervenir más rápidamente si pudiéramos comunicarlo, es la disminución del cumplimiento de las medidas de prevención por el cansancio y el agotamiento, y porque finalmente no hemos tenido, todavía, el escenario que tuvieron otros países y puede parecer que es una exageración tanto tiempo. Pero nosotros estamos convencidos de que es así por el esfuerzo que hemos hecho todos los argentinos y argentinas”. 

Ninguna de las tres jurisdicciones consultadas sobre los indicadores del AMBA cuestiona en público el criterio de cada una. Todos manejan la misma información y algunos deciden priorizar unas u otras, según posiciones políticas pero también epidemiológicas. Hay algo más que la ideología en la mirada que tienen estos mandatarios sobre su territorio: no miran todos lo mismo porque sus ministros y especialistas así se los aconsejan. Las diferencias son sutiles y técnicas, pero a veces quedan evidenciadas a la hora de proponer medidas o tomar decisiones.

Me siento periodista desde antes de terminar la escuela, cuando colaboraba en programas de Rock & Pop y Supernova. Trabajo en Información General; salud y educación son mis temas preferidos. Hice tele de chica y madrugué siete años para el aire de Metro. Hoy soy conductora de Ahora Dicen en Futurock. Trato de no ser tan porteñocéntrica.