Cámara Empresarial de Grows, en busca de su identidad

Los growshop son la materialización de una industria cannábica. Argentina tiene su propia cámara empresarial que los reúne y busca regularizar su situación. Hablamos con Mauro Benedetto y Luis Osler, representantes de la Cámara Empresarial de Growshops para que nos cuenten su experiencia.

Cenital: Pensando en el cannabis como la posibilidad de una industria, nos interesaba particularmente conocer la experiencia de los growshops como uno de los nodos más activos y más reales en cuanto a las posibilidades de comercio legal. Queríamos empezar preguntando cómo y por qué surge la idea de una Cámara Empresarial de Grows Argentinos (CamEG).

Mauro Benedetto: En mi caso estoy en la industria, como activo con local a la calle, hace seis años aproximadamente y hacía un poco más de tiempo que venía laburando por cuenta propia. Desde que empecé me fui asociando con otros, me vinculé con colegas para buscar información, distribuidores, etc. Desde un principio existió la necesidad de asociarse para nosotros, tanto para conseguir información como precios, compras por cantidad, etc. Todos estábamos desde cero con el problema de que nos encontrábamos muy expuestos a que en cualquier momento se podía caer todo por la falta de una regulación. Entonces, empezamos a hacer reuniones entre nosotros, al principio más chicas, con el objetivo de empezar a organizarnos, a planificar. Pero con la idea de avanzar en una organización lo más democrática y federal posible a futuro. 

¿Y cómo avanzaron?

Armamos un estatuto, que creemos que es un modelo ejemplar, y avanzamos con esos principios sobre las inquietudes que teníamos en ese momento. El hecho de que nos sigamos reuniendo y funcionando como una cámara es importante, a pesar de que hubo avances en materia legal, en normativas. Nosotros hoy, incluso como grow shop, seguimos buscando nuestra identidad. 

¿En qué sentido?

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En que se nos reconozca como growshop, literalmente, y no tener que estar bajo una figura que es la de vivero y artículos de parafernalia. Porque eso implica toda una cuestión burocrática muy pesada, que depende de cada municipio. Y todas estas cosas fueron el motor que nos llevó a organizarnos. Queremos que se nos reconozca una identidad, no como vivero, no como cotillón o artículos de iluminación: somos un grow shop, una tienda de cultivo que se dedica específicamente al cultivo de cannabis y el asesoramiento. Esta parte no es menor, no es que simplemente vendemos productos, la gente se acerca a las tiendas de cultivo en busca de información de calidad. 

Como por ahí vas a una farmacia, en la que te encontrás con un saber acreditado.

Claro, hoy quedamos en medio de una situación sin definiciones. No tenemos un acercamiento por parte de las entidades gubernamentales. Hubo avances con la ley de cannabis medicinal y cáñamo, el INASE con el tema de la venta de semillas pero nosotros todavía estamos sin definiciones. 

¿Y cómo se podría avanzar?

Lo que el estatuto de nuestra Cámara prevé es intentar llevar adelante acuerdos con organismos del Estado en cuestiones de capacitación. Por ejemplo, hay muchos médicos hoy que mandan a sus pacientes a comprar aceite de cannabis, sin saber qué tiene, cómo se hace. En los últimos tiempos aumentó mucho la demanda por una cuestión mediática. Tenés laboratorios vendiendo cremas con CBD y los médicos mandan a sus pacientes a buscar el aceite sin muchas especificaciones: ni cuanto es la ratio de cannabinoides, ni qué características tiene que tener, nada. Entonces hay un montón de grises y nosotros seguimos dentro de esa escala de grises. Y la Cámara lo que nos permite es tener una posición mucho más fuerte, organizada y planificada para avanzar sobre estas cuestiones. 

¿Y quién es particularmente el que debería tomar la decisión en ese sentido, qué organismo en particular?

Hace poco tuvimos una reunión con la Secretaría de Cultura de CABA, por ejemplo, para empezar a ver la cuestión de la habilitación de los centros culturales como tiendas de cultivo, que no es un tema menor. Creo que va por ese lado. Y una vez que avancemos sobre estas cuestiones, empezar a hacer convenios con instituciones. Si algo tenemos en este país son instituciones de prestigio en materias de investigación científica. Pero no solamente quedarnos con lo que hacemos hoy. 

¿Creés que hay espacio para que los grow ocupen otro lugar? 

Nosotros tenemos experiencia. En mi caso cultivo hace más de 12 años, cometí muchos errores, pero todo fue autodidacta, buscando información por mi cuenta. Hoy ya hay universidades dando diplomaturas, como la Universidad de Entre Ríos, la de San Martín, hay cursos de capacitación. Este acceso a nuevas corrientes de información nos servirían muchísimo, tanto a los que estamos en las tiendas de cultivo como a los y las usuarias, que son quienes recurren a nosotros para poder llegar a un cultivo que les mejore su calidad de vida muchas veces.

Luis Osler: Lo que plantea Mauro, en términos macro, después tiene situaciones puntuales que atender. Por el lado de los grows, siempre fueron el vínculo entre el usuario, el nuevo cultivador y el médico. Eso también genera una expectativa sobre el tiene un local comercial. El problema que nosotros registrábamos al principio, y por eso nos organizamos en una cámara, es que cualquier dueño de una tienda de cultivo podía caer preso. Eso dejó de pasar últimamente, pero antes te podían iniciar una causa por apología del delito, se han cerrado grows por vender remeras, por dar una charla. Eso cambió con el tiempo pero lo que tenemos ahora es una situación muy desordenada, donde tenés muchos interlocutores: el gobierno nacional, el provincial, los municipios. Entonces cada trámite es en una jurisdicción distinta. El gran problema que empezamos a registrar fue que sin abarcar eso como una unidad, sin una organicidad, un plan de trabajo y sin que nos podamos sentar en una mesa en representación de todas las tiendas de cultivo iba a ser imposible. Lo que nosotros necesitábamos era tener un marco normativo, un formato jurídico que en este caso fue agruparnos en una cámara, conseguir la personería y acordar un estatuto potable que nos sirva para tramitar permisos, hablar con las distintas jurisdicciones.

¿Cuántos asociados tiene la Cámara hasta ahora?

Mauro Benedetto: actualmente hay aproximadamente 60 asociados. 

Luis Osler: esto viene a ser el primer paso, que no es menor, porque implica que cuando nos convoquen no van a convocar a cinco, seis tiendas sino que se convoca a la Cámara, que a partir de ahora es el interlocutor. Eso mismo, por otro lado, te genera responsabilidades. Porque ser el interlocutor implica también bajar directivas, dar los instructivos. Y ahí entran a jugar otras cuestiones porque los usuarios vienen a las tiendas sin recetas, los médicos no los mandan con receta. Si fuera así, entraríamos en la categoría de medicamentos y listo, nos olvidaríamos de la cuestión. Nosotros quedamos en una categoría intermedia y por eso se mezclan muchas cuestiones. 

¿El desafío por delante es que se reconozca la tienda de cultivo como una actividad específica?

Absolutamente. Que se nos reconozca por la actividad que hacemos, que no somos solamente una tienda de luces, una tabaquería, un vivero. El primer desafío estaba en la posibilidad de vender semillas y eso se superó rápidamente, por suerte, por buena voluntad y también porque en ese momento ya estábamos agrupados. Ahora el desafío es conseguir nuestra categoría para que nadie pueda meterse con nuestro trabajo, no puede existir esa arbitrariedad, porque cuando pasa eso se violan muchos derechos. Y poder pelearlo desde una cámara, en la que cada uno tiene su lugarcito, no es lo mismo que ir a sentarse con el intendente de tal lugar, con el secretario de Habilitaciones. Cada local tiene su problema específico. 

¿Hay alguna estimación de cuántos grow shops hay a nivel nacional? 

Mauro Benedetto: hay estimados entre 2.500 y 3.000 en el último relevamiento que yo vi.

Luis Osler: se está trabajando en una encuesta que se está armando, se están relevando distintos datos pero todos hablando de algo superior a los 2.000. Es un montón y es una industria que se multiplicó durante la pandemia. Eso creció, generó nuevos puestos de trabajo. No es menor el papel que juegan los grow en el movimiento cannábico, en la industria cannábica, teniendo en cuenta lo que se viene. 

Mauro Benedetto: hay una cuestión más pequeña pero interesante respecto a la pregunta que es que no podemos saber cuántos grow shops hay hasta que no tengamos la categoría. Porque, ¿dónde empieza y dónde termina un grow shop? No es el vivero, no es el que vende artículos de cultivo, la carpa, el papelillo. Por la falta de regulación en el tema muchas veces es difícil generar datos precisos y estimar. Es como preguntar cuánto dinero mueve la industria del cannabis. No podemos saberlo porque gran parte de la industria está en parámetros no registrados. La forma de empezar a tener números claros es poner sobre la mesa que hay una industria, que existe hace mucho tiempo y que beneficia, por ahora, a sectores muy pequeños. Pero que puede darle de comer, generar beneficios a muchas más, como pasa en otros países. A partir de ahí se podría planificar el ingreso de divisas, la creación de puestos de trabajo. Pero hay que tomar las riendas y ponerse eso como objetivo. 

¿Cómo ven hoy el desarrollo de la industria del cannabis en términos de mercado? 

Mauro Benedetto: algo que charlamos con los colegas de la Comisión Directiva y que incluso fue un tema durante la presentación de la Cámara es que el Estado hoy propicia las posibilidades de crecimiento de esta industria, que claramente tiene una potencialidad impresionante. Pero que suele quedarse como a medio camino.

¿En qué sentido?

Vamos al caso de Jujuy, donde por ejemplo hay una mega plantación, a cielo abierto, uno de los cultivos más grandes de Latinoamérica. Y a la vez, se persiguen cultivadores que están fuera de ese megacultivo. Entonces, creo que antes de avanzar sobre las potencialidades macroeconómicas de una industria, tenemos que ver esas cosas también. Los pequeños cultivadores deberían tener un espacio de formación en esta industria. Sin dudas, estamos dando los pasos correctos, la organización, la planificación. Son discusiones que se abrieron por invitaciones de organismos del Estado, hay que abrir un poco el oído, ver cuáles son los requisitos, las necesidades de una industria. En este país, las PyMES no son pequeña cosa y hay que empezar a posicionar este negocio. Con una identidad clara, porque la industria no son solamente los megacultivos, hay pequeñas y medianas empresas que ofrecen servicios, tenemos cada vez más distribuidoras, por ejemplo. En los últimos dos años, los grows crecieron exponencialmente y durante la pandemia se vio mucho más. 

¿Por qué creés que fue con la pandemia?

En una encuesta que hicimos, casi el 70% de los que respondieron dijeron haber abierto su emprendimiento durante la pandemia. Creo que es parte de lo atípico que sucede con nuestra economía. Pero lo que hay es un quiebre en lo social, un quiebre en la mirada cultural respecto al paradigma prohibicionista. Y faltan todavía las bases y condiciones para que la pata de la economía brinde sus posibilidades, para mejorar las condiciones laborales al menos de las PyMES. Pero bueno, es un proceso que hay que ir acompañando. Tenemos la responsabilidad de hacer progresar esta industria.

¿Qué ejemplos de otros países del mundo miran?

Tenemos que empaparnos muchísimo sobre lo que está pasando en Uruguay, lo que pasa en Canadá, Estados Unidos, en Europa. Argentina siempre fue de avanzada en cuestiones de derechos y estamos construyendo una historia diferente, con nuestra idiosincrasia. Todavía no veo con claridad hacia dónde va esto pero creo que vamos a generar muy buenas condiciones de laburo y el Estado lo sabe. Las planificaciones estatales y económicas prevén a futuro un ingresos de divisas que es lo que estamos necesitando. Pero yo no soy economista, hago mi lectura como parte de la industria. 

Luis Osler: nosotros hicimos un trabajo en 2020 que se llama Regulación del cannabis y desarrollo de alternativas comerciales más justas para mercados legales emergentes. Creo que lo fundamental es pensar en el factor de la identidad de esta industria. Estamos pensando una industria al mismo tiempo que el paradigma del prohibicionismo genera gastos inútiles terribles. Con un Poder Judicial paupérrimo que tiene que gastar una tirita de reactivo para ver si un porro es porro, algo por lo que después no vas a ir preso o llegar a una condena. Pero desde ese momento que te pararon hay una persona retrasando su vida normal, quizás perdiendo su trabajo, con cuatro o cinco policías trabajando 7 horas adentro de una comisaría por algo que no existe. No vamos a poder hablar de una expansión real en tanto no solucionemos estos problemas. Que se solucionan con una regulación mínima, con una despenalización puntual del cannabis. Yo soy de la idea de que pensar la industria del cannabis como la industria de los laboratorios o la farmacéutica no le va a agregar mucho valor a nuestra economía. No va a ser una revolución del empleo. Lo que sí puede generar una revolución de empleo es una apertura más amplia, regulada, del cáñamo por un lado y, también, en los sectores en los que no se están generando esos empleos, la pequeña y mediana empresa, la cooperativa. Pero los más chicos necesitan la seguridad de que están haciendo algo por lo que no van a terminar presos. Tenemos que dejarnos de joder con la demonización del cannabis. Estoy de acuerdo con el avance del cannabis medicinal, con el cáñamo, pero sobre todo hay que avanzar con una regulación amplia del cannabis, que permita dejarnos de mentir y generar empleo e ingresos. 

Soy politólogo de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y director de la agencia de comunicación Monteagudo. Soy co editor del sitio Artepolítica. Nací en Olavarría, una metrópoli del centro de la provincia de Buenos Aires. Vi muchas veces Gladiador.

Estudié sociología en la UBA y ahora estoy trabajando con datos. Soy parte del Centro de Estudios de Cultura Cannábica (CECCa) y dirigí la Primera Encuesta de Personas que Usan Cannabis en Argentina.