Aportes y perspectivas desde la experiencia santafesina

Una evaluación de la implementación de la boleta única en el modelo de Santa Fe: cómo fue el proceso, qué efectos produjo y cuáles fueron los resultados.

La boleta única de papel está en la agenda legislativa nacional desde hace algunos meses. Parece algo novedoso y, para algunos, escabroso. Para quienes vivimos en la provincia de Santa Fe no es ni lo uno ni lo otro. Los santafesinos votamos con boleta única desde el año 2011. Quien introdujo la propuesta fue el entonces diputado, Pablo Javkin. Su proyecto se aprobó en 2010 y desde entonces es política pública provincial. Y digo política pública porque la boleta única de papel es mucho más que una ley: es una política de Estado que, para que tuviese el éxito, la legitimidad y la continuidad que tiene hasta hoy, supuso el trabajo y acuerdos entre múltiples actores: los partidos políticos, El Poder Ejecutivo, el Tribunal y la Secretaría Electoral, organizaciones de la sociedad civil, universidades y medios de comunicación.

Desde su primera implementación, la boleta única fue altamente aceptada y valorada tanto por la ciudadanía como por las Autoridades de Mesa. Esto se sustentó en una amplia estrategia de capacitaciones y difusión que acompañó cada elección, pero, sobre todo, en una serie de evaluaciones que permitieron ir mejorando el instrumento y proceso de votación año tras año. Entre ellas destaco las observaciones realizadas por el Observatorio Político Electoral de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) en cada una de las doce elecciones con este sistema. Además, entre gobierno y universidad, realizamos encuestas en sucesivos comicios, incluidas las elecciones de medio término de 2013, 2017 y 2021 en las que convivieron, en una misma jornada, los dos sistemas de votación; el nacional y el provincial. Situación ideal para la comparación: votantes y autoridades de mesa definieron como más sencillo, rápido, equitativo y transparente el sistema de boleta única provincial que el sistema nacional. Como dato fresco, el domingo de la última elección primaria de 2021, se preguntó a mil santafesinos ¿qué tan de acuerdo estarían en votar con Boleta Única en las elecciones nacionales de 2023? El 84% respondió que estaría de acuerdo. Es más, el 52% dijo que estaría muy de acuerdo.

Otra forma de evaluar la Boleta Única fue abriendo urnas luego del escrutinio definitivo para analizar y comparar la naturaleza del voto nulo. Este estudio fue el que motivó la eliminación del casillero de voto en blanco, presente en el diseño original, que había generado un aumento de los votos nulos en 2011 y 2013. Esta investigación compara, entre otras cosas, los tipos de voto con boleta única y con boleta partidaria y demuestra que, si se conoce el sistema, quien desea anular su voto o votar en blanco lo hace independientemente del sistema de votación. Tomemos como referencia, por ejemplo, la elección legislativa de 2017. Tanto para la categoría de diputados nacionales (con boleta partidaria), como para la categoría de concejales (con boleta única) el porcentaje de votos válidos, votos blancos y nulos fue casi idéntico en cada una de las mesas.

Fuente: elaboración propia.

La adopción de la boleta única en Santa Fe ha sido una reforma con reformas. Es precisamente de ese proceso de ensayo y error, de evaluación, ajustes y mejoras en legislación, procedimientos y materiales, que considero que la experiencia santafesina tiene para aportar al debate nacional sobre el cambio en el instrumento de votación. Veamos, entonces, las particularidades del sistema santafesino.

¿Cómo es el sistema de BUP en Santa Fe?

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En Santa Fe hay una boleta única por cada categoría electoral. La totalidad de la oferta para cada categoría –gobernador, senador, diputados, intendente, concejales- está presente en boletas de distintos colores. El orden en que se presentan listas y candidatos se define por sorteo (tanto en la Primaria como en la General) y tienen todas igual tamaño, diseño de foto y tipografía. En el reverso de la boleta figura la sigla de la categoría electoral, lo cual contribuye a que la boleta sea insertada en la boca correspondiente de la urna que cuenta con tantas bocas como categorías electivas. Esta separación de votos por categoría facilita y agiliza el escrutinio de mesa.

Boletas a Gobernador y Diputados provinciales — Elecciones Generales 2019

El tamaño de la boleta se adapta a la oferta electoral y es compatible con las PASO. En Santa Fe hay sistema de Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) a nivel provincial. El número de listas internas que compiten en una misma categoría ha superado, en algunos distritos, las 40 listas. Como sucede a nivel nacional, no se da una correlación directa entre número de listas o frentes en todas las categorías: puede darse que varias listas legislativas apoyen a una ejecutiva o viceversa. La boleta única por categoría otorga esta flexibilidad que no posee el modelo cordobés. Hoy es inevitable preguntarnos cómo haría el modelo definido por el dictamen de comisión del pasado martes para incorporar en una única boleta única las 57 listas que compitieron en las PASO a diputados nacionales por Santa Fe en 2017 si se repitiese el tamaño de la oferta electoral.

PASO 2017: 57 boletas de precandidatos a Diputados Nacionales en Santa Fe por 17 fuerzas

La boleta única santafesina no da la opción del voto de lista completa que sí tiene la Boleta Única de Sufragio (BUS) cordobesa. Aquí no hay arrastre de categorías, como en la boleta sábana nacional que, sabemos, dificulta y desalienta el corte de boleta. La boleta única, por el contrario, le otorga al votante santafesino mayor autonomía para decidir. El elector no vota una vez, piensa y decide libremente quien desea que lo represente en cada una de las categorías. Quienes se oponen, argumentan que esto genera votos cruzados y afecta la gobernabilidad en tanto favorece el gobierno dividido. Es cierto que esto se dio en los comicios 2011 y 2019 en Santa Fe, pero la resultante de Cámara baja adversa no es efecto directo de la boleta única, sino del sistema electoral santafesino que otorga 28 de 50 bancas al partido más votado. No tendría por qué ser un efecto de la boleta única a nivel nacional, donde las bancas se distribuyen proporcionalmente por sistema D’Hondt. Además, con este argumento, tampoco debería haber elecciones de medio término, en las que las legislaturas se renuevan sin la tracción del candidato ejecutivo. La gobernabilidad debería estar dada por la capacidad de generar consensos en torno a políticas y no, solamente, por las mayorías legislativas.

¿Y los posibles efectos?

Mientras muchos ven en la posible dispersión del voto un peligro, yo veo oxigenación y renovación de la política. La boleta única nivela la cancha y habilita la competencia de partidos locales, vecinales o de menores recursos que no tienen presencia nacional, o que no llevan candidato a gobernador. En Santa Fe, la combinación virtuosa de boleta única con PASO logró abrir el juego a nuevas caras, nuevas ideas y nuevas formas de hacer política. Hace unos días un legislador muy joven de una localidad cercana a Rosario, me dijo a modo de confesión sotto voce: “Si no hubiese sido por la boleta única, yo no sería concejal”. No viene de la TV, del fútbol y ni de los medios, y, paradójicamente, pertenece al partido que se opone a la boleta única a nivel nacional.

Algunos acusan a la boleta única santafesina de favorecer la personalización y farandulización de la política en detrimento de los partidos. Deberíamos reconocer que este es un fenómeno que excede el instrumento de votación. Estamos frente a una metamorfosis de los partidos y de la representación política a nivel global, donde la presencia de outsiders, actores y periodistas en espacios legislativos y de gobierno aparece here, there and everywhere como algo cada vez más común, incluidas las jurisdicciones donde se vota con boleta partidaria. De hecho, hoy son más grandes y visibles las fotos en la boleta partidaria que en la boleta única, también más maleables y menos equitativas, ya que se habilita que aparezcan imágenes de personas que ni siquiera son candidatos, o son suplentes.

Más allá de las preferencias personales, a esta altura del debate y de los avances legislativos, me parece importante dejar de lado posturas maniqueas que obstaculicen el proceso o fomenten la grieta. Ni la boleta partidaria es perversa, ni la boleta única es la solución a todos los males. Tampoco me interesa levantar la bandera de la boleta única santafesina por sobre la cordobesa: cada una tiene sus pros y contras, y cada una puede ser profeta en su tierra, pero no en la vecina. Además, hay tantos modelos de boletas únicas en el mundo que cerrarnos en esos dos diseños es pecar de parroquialismo perdiendo la posibilidad de aprender y servirnos de otras experiencias valiosas.

Está claro, el instrumento de votación no es neutral, como no es neutral ningún sistema electoral. Por eso, es importante definir qué valores se quieren priorizar con esta reforma al instrumento de votación y en qué aspectos es preciso mejorar el sistema actual. Necesitamos buscar equilibrios, reconociendo como primordial el respeto a la voluntad del elector, al derecho a elegir y ser elegido, y al secreto de sufragio. Creo que tenemos los recursos, el tiempo y la oportunidad para trabajar colaborativa e interdisciplinariamente en el diseño de un modelo de boleta superador que sea compatible con el sistema de partidos y el sistema electoral nacional, atendiendo al sistema de Primarias Abiertas y a la Ley de Paridad. Por qué no, un diseño mixto (entre santafesino y cordobés) que aliviane la carga de información en la boleta, sea más clara para el elector, reduzca los niveles de votos nulos y permita, al mismo tiempo, vincular la elección ejecutiva con la legislativa del mismo nivel.

El reciente dictamen de comisión y el diseño que de él se desprende es, sin duda, un gran paso en dirección hacia una mejor democracia aunque, si nos preguntan a quienes estuvimos detrás de la implementación y evaluación de la boleta única santafesina (así fue como se originó este artículo), sugeriríamos algunos cambios que lo pueden aún optimizar, que van desde el tipo de marca utilizada, el espacio para firma de fiscales, el porqué sostener el orden de listas entre PASO y General, entre otros puntos vinculados a procedimientos y clasificación de votos. De los errores se aprende, de los aciertos a veces también.

Sea cual sea el diseño de la anhelada BUP nacional, resulta imperioso que sea fruto del consenso interpartidario. El mejor sistema no será el ideal, sino aquel políticamente factible. Si la boleta única va a ser el instrumento con el que la ciudadanía legitime en urnas a sus representantes, no es buen augurio que sufra de legitimidad de origen. Como expresé al inicio, la boleta única no se trata de una simple ley, es un cambio de paradigma hacia una democracia más equitativa y transparente, y para realizar este cambio hace falta compromiso político y un Estado dispuesto a acompañar un proceso de ingeniería institucional y cultural. Ojalá así sea.

Directora del Observatorio Político Electoral – UNR. Integrante de la Red de Politólogas.