A dos años de la guerra en Ucrania, Putin prepara un plot twist

El presidente ruso y el ucraniano envían sus mensajes a los republicanos. Trump aparece como el tercero en discordia que puede darle un giro a la trama. Europa está expectante.

Si la guerra en Ucrania es una película en desarrollo, dos fotogramas son una metáfora del momento actual del conflicto. Ambos fueron registrados en la previa del 24 de febrero durante entrevistas a presentadores estadounidenses (retengan ese dato); en uno vimos al mandatario ruso, Vladímir Putin, de traje, sentado con la espalda apoyada en el respaldo acolchado de un sillón individual, desde una calefaccionada sala del Kremlin junto a Tucker Carlson; en el otro, está su par ucraniano, Volodímir Zelenski, con su clásica ropa de fajina, apenas sentado al borde de una silla de patas metálica, en un edificio semidestruido “cerca de las líneas del frente en Járkov”, y con fuego en latas detrás de las cámaras de Fox News. Pero dos fotogramas no hacen una película.

Por eso, a dos años del (re)inicio del conflicto entre las dos exnaciones soviéticas -que tuvo un primer capítulo en febrero de 2014, cuando Rusia se anexó Crimea-, podemos preguntarnos; ¿por qué esos dos fotogramas son representativos del momento actual del conflicto?, ¿qué elementos anticipan una continuidad narrativa del film para 2024?, esto es ¿cuál sería un final esperable?, y, por el contrario, ¿cuál podría ser el plot-twist que termine por definir la historia hacia un escenario que no dimensionamos?

Dos fotogramas

Primer fotograma. Putin, con su aparente comodidad, transmitía cierta tranquilidad, como quien ha tenido algunos “logros” y algo de eso hay: Rusia controla cerca del 18% del territorio ucraniano -en el este y el sur, incluida Crimea- (acá podés ver día a día el mapa actualizado); este mes sumó una nueva conquista al ocupar Avdiivka, su primer avance territorial significativo desde la toma de Bajmut en 2023; Putin se jacta de tener un complejo militar-industrial que “multiplicó la producción” y prevé que en 2024 el porcentaje de su PBI destinado a defensa (hoy en cerca de 7,5%) alcance un récord.

Esos datos lo muestran mejor parado a Putin, pero la guerra continúa y si tenemos en cuenta los objetivos que se propuso -o al menos, los que declaró- al momento de lanzar la invasión que denominó “operación especial” -que eran la “desmilitarización” de Ucrania y la garantías de su “estatus neutral”- parecen haber ido en sentido opuesto, ya que Kiev profundizó sus relaciones con la OTAN y la Unión Europea (UE).

En Cenital nos importa que entiendas. Por eso nos propusimos contar de manera sencilla una realidad compleja. Si te gusta lo que hacemos, ayudanos a seguir. Sumate a nuestro círculo de Mejores amigos.

Dejo de lado el tercer objetivo de Putin, la “desnazificación” del este ucraniano, porque abre un debate imposible de resumir en estas líneas, pero cabe mencionar que en los territorios donde supuestamente Rusia buscaba ese objetivo, no sólo fueron ocupados militarmente por el Kremlin desde 2022, sino que allí celebró referendos -con baja participación y fiabilidad- para su anexión. Y como explicó el especialista David Lewis, a medida que la guerra sigue, “Rusia tiene tiempo para consolidar aún más su ocupación política, económica y administrativa” en esos territorios, “lo que hace cada vez más difícil” su reintegración a Ucrania. Algunos los dan por perdidos.

Segundo fotograma. A Zelenski se lo veía con la impaciencia de quien vive un momento apremiante: su contraofensiva del año pasado, con apoyo de occidente (aunque no del sur), no logró mover prácticamente en nada la línea de frente; y lo urge la aguda escasez de municiones (aunque logró asestar golpes en esta fase en que los drones son protagonistas). “Este es un momento crítico para la resistencia de Ucrania. Sus fuerzas están siendo superadas por las rusas en una proporción de 5 a 1 (…) Ucrania necesita una inyección de misiles de largo alcance, drones o aviones que cambie las reglas del juego, similar al envío decisivo en 2022 de los sistemas Himars occidentales”, le dijo Jason Opal, profesor de Historia y Estudios Clásicos en la Universidad McGill (Canadá), a mi colega Camil Straschnoy, editor en Télam.

Y si bien Zelenski logró un tenue “sí” a su pedido de incorporación a la UE y a la OTAN (mientras ve que desde el inicio de la guerra ya se sumaron Finlandia y este mes Suecia), no tiene ninguna precisión del “cuándo”; y, algo más urgente aún, mientras que sus socios europeos sostienen en gran parte el flujo de ayuda e incluso proponen usar fondos rusos, el más poderoso de sus aliados, Estados Unidos, no puede garantizar los recursos prometidos por la intransigencia del Partido Republicano bajo el halo trumpista en un año electoral (pero ya volveremos sobre eso).

Por último, Kiev necesita reforzarse también para garantizar que su cosecha -ya lista- salga por el mar Negro porque el acuerdo con Rusia para tener un corredor seguro no está vigente y esto solo encarece el transporte -algo que no afecta solo a Kiev-, y a eso se agrega que la colocación privilegiada de sus exportaciones en el mercado europeo está siendo cuestionada en el incendiado frente de protestas de agricultores europeos.

Antes de pasar a los posibles vuelcos argumentales, te quiero mencionar algunos elementos que andan dando vueltas, pero que creo van a marcar más una continuidad:

1) Elecciones presidenciales en Rusia (te lo cuenta Facu Cruz en este especial): se espera que Putin y su gobierno retengan el mando.

2) Sanciones de occidente a Rusia; EE.UU. y la UE las ampliaron desde la muerte del opositor Alexey Navalny, pero no parecen herir seriamente al Kremlin (compensó algo con la subida del precio del petróleo y gas).

Entonces, ¿de qué lado podrá venir algún hecho que haga avanzar este relato? O, en un caso más extremo, ¿puede haber un giro inesperado?

Avance argumental o giro inesperado

Si volvemos a los dos fotogramas, hay que retomar un dato clave: estaban destinados al mismo público, los republicanos de EEUU. Tanto Fox News como Carlson -expresentador estrella de esa cadena y que hoy tiene su propio canal- son ductos por los que Putin y Zelenski pudieron enviarle sus mensajes a ese electorado. ¿Por qué? Porque gran parte -casi que todo- el desarrollo de la guerra en Ucrania depende de lo que pase en Washington.

Hay un primer punto por el que los dos líderes miran al norte de América; buscan incidir en la puja que se lleva a cabo en el Congreso, donde Biden quiere hacer pasar un paquete de ayuda adicional a Ucrania.

Hablé con uno de los investigadores que más sigo en temas de Rusia y Eurasia, el editor en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos con sede en Londres, Nigel Gould-Davies, y le pregunté en qué situación quedaría Kiev si EE.UU. no desbloquea la ayuda a Ucrania: “En una situación muy difícil. Ucrania depende del apoyo occidental para su supervivencia. Si EE.UU. no proporciona más ayuda, Europa y otros países deberán llenar el vacío”, me dijo.

También me repitió, como escribió acá, que “Putin busca la victoria, no la negociación, porque ve que los acontecimientos se mueven a su favor”, y agregó que los europeos igualmente creen que se debe definir en el campo de batalla y no en una mesa de negociación: “Europa insiste en que ‘Rusia debe fracasar’ en Ucrania (remarco el “en”), pero Europa no ha desarrollado su capacidad industrial militar para apoyar a Ucrania”.

Y aunque el año pasado hubo pocos movimientos en el campo de batalla, Gould-Davies me dijo que “la geopolítica más amplia de la guerra se transformó”, por lo que mencionamos de la ampliación de la OTAN, los acuerdos bilaterales de seguridad con Ucrania, y las negociaciones de adhesión con la UE, mientras que del lado de Rusia, esta “tiene pocos aliados, pero su dependencia de los drones y misiles balísticos de Irán, y de la munición de Corea del Norte, la ha acercado a ambos”. Esto marca que tanto Rusia como Ucrania “dependen del apoyo exterior. Las capacidades y elecciones de los Estados que les proveen determinarán el resultado de la guerra”.

Según este trakeo de ayuda a Ucrania que realiza el instituto Kiel, es cierto que Europa superó a EE.UU. en términos de ayuda a Zelenski y sus tropas, pero alerta: “Para sustituir totalmente la ayuda militar estadounidense en 2024, Europa tendría que duplicar su nivel y ritmo actuales de ayuda armamentística”.

La semana pasada, los líderes europeos se propusieron impulsar una “economía de guerra” para seguir ayudando a Ucrania y me acordé de este análisis -te lo recomiendo– del catedrático Lawrence D. Freedman: “Dos años después del inicio de la guerra, y con la perspectiva de una victoria rusa reavivada, la mayoría de los líderes europeos reconocen que sostener al asediado país es mucho menos costoso que hacer frente a las secuelas de una victoria de Putin”.

Pero Europa no es EE.UU., y los republicanos exigen, como moneda de cambio a su apoyo a la ayuda a Ucrania, la aprobación de restricciones en la frontera con México. Esa división superestructural también se ve en las bases. Una encuesta publicada la semana pasada señala que los votantes están divididos por partidos en su apoyo a la financiación militar de Ucrania.

En la entrevista con Fox, Zelenski habló a los republicanos del Congreso y a sus bases para tratar de ablandar esas posiciones. ¿Y Putin? Simplificado, su mensaje fue: “¿Para qué se involucra EE.UU. en una guerra tan lejana y que les hace perder tantos recursos?”. En línea con los planteos de Donald Trump (también voy a volver a esto).

Hasta acá vemos que el desarrollo argumental de nuestro film es medianamente previsible. “Teniendo en cuenta lo limitados que están actualmente los recursos bélicos del país (Ucrania), habrá pocas oportunidades de realizar grandes movimientos operativos contra Rusia este año. Y si un nuevo paquete de ayuda estadounidense fracasa en el Congreso, podría obstaculizar drásticamente la capacidad de Ucrania para hacer frente a la situación y dejar gran parte de la iniciativa en manos de Moscú”, escribió Freedman. Esto es, si los aliados de Ucrania mantienen su respaldo a Kiev, quizás pueda seguir manteniéndose en pie; sino la balanza se inclina a favor de Rusia.

Hay un segundo motivo por el cual Zelenski y Putin miran a Washington y es por la definición que depende del electorado republicano, que es justamente la posible vuelta de Trump a la Casa Blanca, algo que sí podría patear el tablero. Antes de eso, detengamos la cámara un segundo en lo que pasó la semana pasada en Europa y la vuelta de la agenda nuclear. Un tema que también podría derivar en un giro inesperado.

Putin anunció el jueves un despliegue de tropas en la frontera oeste de su país ante la expansión de la OTAN hacia el este, con la incorporación de Suecia y Finlandia -que comparte más de 1.300 km de frontera con Rusia-, sino que además volvió a advertir a las potencias occidentales del riesgo “real” de una guerra nuclear. Sí, se picó.

Pero Putin estaba respondiendo al presidente francés, Emmanuel Macron, que días antes dijo que la OTAN no descartaba el envío de tropas a Ucrania. Kiev no es parte de la Alianza Atlántica, pero su involucramiento en el conflicto activa el artículo 5 de su tratado, que es una suerte de lema de los Tres Mosqueteros: “Si atacan a uno, atacan a todos”.

Los dichos de Macron fueron rechazados por sus pares. ¿A quién le creemos? Se lo pregunté a Gould-Davies y le bajó el tono: “A Macron le gusta acaparar titulares. Otros líderes europeos no quieren enviar tropas. No es una prioridad. Ucrania necesita urgentemente más armas, sobre todo munición de artillería. Hasta ahora, Macron lo puso más difícil al descartar las compras militares fuera de la UE, aunque ahora parece estar cambiando”.

Si esa línea escala, como dijo Putin, significaría “la destrucción de la civilización”. Pero por ahora los países de la OTAN pusieron paños fríos. El jueves, EE.UU. dijo: “No tenemos ninguna señal de que Rusia se esté preparando para utilizar un arma nuclear”.

Respiremos un poco, al menos hasta el 5 de noviembre, cuando una posible elección de empresario republicano sí podría prefigurar un plot-twist imposible de predecir. Por ahora, ya dijo que le soltaría la mano a los países de la OTAN que incumplan sus compromisos de inversión en defensa– lo que impactaría no solo a Ucrania, sino también a otros países europeos en momentos en que se tensa la relación entre Moscú y el báltico. La línea de Trump hace vibrar a los republicanos en una sintonía que los da vuelta 180 grados “del internacionalismo al aislacionismo”.

Trump está entre nosotros y con él la agitación. Como me advirtió Gould-Davies: “Su influencia ya se deja sentir. Debido a sus opiniones, los republicanos del Congreso temen votar a favor de más ayuda a Ucrania, aunque la mayoría de ellos la apoyen en privado. Así que Trump está dando forma a la política estadounidense mucho antes de las elecciones presidenciales”.

Quizás, con Trump, todo se dé vueltas y “el mundo será Tlön”.

Es periodista especializada en política internacional. Trabaja en la agencia Télam y colabora en medios como el diario italiano Il Manifesto, la revista Nueva Sociedad y El Destape. Hizo coberturas en Brasil, Chile, Colombia y España. Como freelance viajó a otra región que la apasiona: Medio Oriente, donde conoció Israel, Palestina y Egipto.