La anomalía de Milei: sin goles económicos, resiste con rosca y relato

Entre la crisis y una gestión deficitaria, el presidente tiene un soporte inesperado: la política. Domina el escenario, impone agenda, presiona y negocia. El laboratorio de Caputo y el armado de Karina. Un Golden ticket para los que firmen el Pacto de Mayo. Maniobra de distensión con la CGT. Asoma un método LLA.

Patricia Bullrich mensajeó a Javier Milei para pedirle una reunión de 5 minutos por un tema sensible que, especificó, necesitaba hablar mano a mano. Silencio. Pasó el rato y la ministra repitió el mensaje y redujo el tiempo demandado a 2 minutos. “Resolvelo”, fue la respuesta presidencial. Bullrich insistió: agregó detalles, tituló el tema y magnificó la importancia de lo que debía consultar. “Resolvelo. Abrazo”, cerró la conversación el presidente.

A Bullrich, la ministra más taquillera del gobierno –su imagen es similar o, en algunos estudios, superior a la del primer mandatario-, responsable de Seguridad, el segundo renglón de más impacto en la opinión pública, le resulta difícil, y a veces imposible, verse o hablar con el líder libertario. “Javier está atento a la Economía: se la pasa leyendo papers, informes, mirando números. Es su tema, lo apasiona, pero lo demás…”, dicen en Casa Rosada.

A Luis “Toto” Caputo, el ministro de Economía, fan de X como el presidente, tampoco le resulta sencillo acceder a Milei. El funcionario lo comenta al pasar con sus amigos, más como una curiosidad que como si fuese un problema. No hay un ritual de encuentros sistemáticos para discutir temas. Funciona de otro modo: hablan por teléfono y, más que nada, chatean. Casi todo lo demás Milei lo deriva a Nicolás Posse, el jefe de Gabinete. A veces, a Karina Milei. Lo sabe Mauricio Macri, que le hizo una observación sobre la gestión: “Hablá con Posse”, le respondió el mandatario.

Muy eficaz para la motosierra y la licuadora, el staff libertario se demuestra –intencionalmente o no- muy poco hábil para administrar, al menos de forma convencional, el Estado. “El problema no es el 70% de los funcionarios que no designaron, el problema es el 30% que está a cargo”, describió ante Cenital un legislador de la oposición amigable que lidia, a cada rato, con las impericias de funcionarios y autoridades legislativas de La Libertad Avanza (LLA).

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El propio Milei, como refleja la anécdota que involucra a Bullrich, se desentiende de la gestión. La epidemia de dengue fue, quizá, el registro más claro de esa distancia. Sobre muchos asuntos se notifica, de pasada, en las reuniones de Gabinete. En el Gobierno sugieren que el presidente está tentado, a veces, con discontinuar esos encuentros con ministros.

En lo que le importa, Milei sigue en el centro del ring e hiperactivo. Atravesado por una crisis económica in crescendo –recesión, desempleo en aumento y salarios y jubilaciones a la baja, contracara de una macro con indicadores más estables- y con un Estado en retirada, el presidente despliega un músculo que nadie pensó que podía ejercitar con destreza: la centralidad política. No deja de ser una anomalía para una figura que reniega de la política -la convencional, claro- y declara que le aburre ese deporte.

Frente a una economía doméstica que empeora , Milei despliega un capital puramente político. En dos planos conexos, pero paralelos: el respaldo de la opinión pública, que a 116 días de asumir se mantiene en niveles del 50%, y el control que ejerce del escenario político, en parte consecuencia del apoyo público. En varias bandas, Milei refuerza el aislamiento del peronismo, arrincona a los gobernadores y destrata a los opositores dadores de gobernabilidad.

Hay explicaciones. En una pausa en medio del repaso del borrador de la Ley Bases, un diputado del interior argumenta por qué ese proyecto va a ser votado por la oposición no k. “Tenemos que salir de esa zona de peligro donde Milei nos hace ver como los responsables de que el gobierno no logre las medidas para solucionar los problemas”, le dice a Cenital y admite que Milei los pone en una emboscada.

Eso permite entender por qué más de la mitad de los gobernadores, aun con objeciones y tras el maltrato de Casa Rosada, aseguran que hay que ayudar al presidente. En el gobierno, con un giro picaresco, dicen que Milei quiere entregarle una medalla a los mandatarios que firmen el Pacto de Mayo en Córdoba. Algo así como darles una password para dejar de formar parte de la casta. Un golden ticket para ya no formar parte del pasado.

Un presidente que habla con pocos

Milei habla poco de rosca. Solo da definiciones globales sobre la acción política. Santiago Caputo, el demiurgo libertario, está encima de la dinámica. El arquitecto del triunfo diseña y ejecuta el plan para despegar a Milei de las convenciones de la política y no hay mejor manera de hacerlo que diferenciándolo de los políticos convencionales. Hasta acá, salvo una cumbre celebrada apenas asumió, el presidente ni siquiera se reunió con gobernadores. Delegó esa tarea en Posse y Guillermo Francos, el ministro del Interior que ganó terreno.

LLA empieza a consolidar un método: una triada en la que, en lo operativo, interactúan Posse y Francos, quienes se conocen hace más de una década y operan en línea. Caputo, que se instala seguido en las oficinas del Ministerio del Interior, se integró a ese bloque que en los últimos días apuró las negociaciones con legisladores por la Ley Bases y dio un paso más osado: tendió un puente con la CGT, en una clara maniobra de distensión. Caputo, aunque no estuvo en la foto, participó de la reunión. El mensaje del gobierno fue dual: no somos antisindicales. No habrá homologación de paritarias por arriba de la inflación.

“Con los gremios venía mal porque no estábamos conversando”, dijeron a Cenital, casi a medianoche, desde Casa Rosada para explicar el giro luego de cuatro meses de tensión explícita. “Tenemos cero problema con el movimiento obrero”, apuntan cerca de Milei y van más lejos: “Al contrario: queremos que sean parte de la transformación”.

El presidente habla con pocos. Uno de ellos es Jorge Macri, el jefe de Gobierno porteño, quien tres semanas atrás estuvo con Javier y Karina. Días después, la hermanísima activó el armado de La Libertad Avanza (LLA) en CABA para terminar de arrinconar a Ramiro Marra, tensar con el presidente del bloque de diputados libertarios, Oscar Zago, y darle poder a María del Pilar Ramírez, la legisladora que puso al frente de la bancada porteña. Más allá de la secretaria General de la Presidencia, Ramírez tiene otras conexiones en el ecosistema libertario.

Además de la lógica interna, la avanzada tiene otro soporte sobre un capítulo que empezó a obsesionar a los Milei: la táctica electoral del 2025. Karina, con “Lule” Menem como lugarteniente, tratan de sembrar un partido de LLA en cada provincia. Hasta acá, generan más ruido que beneficios. El presidente le sugirió a Jorge Macri que el próximo año deberían conformar un frente electoral, pero el alcalde porteño le respondió que les convendría ir separados, porque en una legislativa dos listas juntan más votos que una sola. El tema no está saldado pero otros jefes del PRO, como Rogelio Frigerio, exponen sus resistencias a la fusión de LLA con el partido que fundó Mauricio Macri.

Milei, que así como consume bots de X también mira encuestas, quizá registró un cuadro del último informe de la consultora ARESCO que presenta un dato interesante: uno de los componentes de la buena imagen del presidente radica en que representa algo distinto y no tiene que ver con la dirigencia que gobernó Argentina en el pasado. Ese factor, según el mencionado informe, es más relevante que la creencia de que va a mejorar la situación económica.

Hacia adelante, es una alerta para la política que descansa sobre la presunción de que un sablazo sobre los bolsillos dejará a Milei sin respaldo social. El mismo estudio de ARESCO muestra que 7 de cada 10 consultados dice que está peor que antes. El cruce con las razones de la buena imagen del presidente –no formar parte de la dirigencia anterior y mejorar la economía- presenta una incógnita: sin respuestas económicas, parte del apoyo seguramente caerá a pesar de lo cual podría sostener un porcentaje alto de apoyo por su posición antisistema.

En esa foto, es razonable que Milei no se abrace con Macri ni acepte en su equipo a dirigentes del PRO como María Eugenia Vidal o Diego Santilli. Tampoco que, hasta acá, se haya entregado al ritual de cumbres con los gobernadores o con los referentes legislativos de la oposición. Cristian Ritondo, jefe del PRO, es uno de los pocos que tiene acceso al despacho presidencial de manera sistemática.

La política, entendida como ejercicio del poder y manejo de la agenda por parte de Milei -que incluye juegos de distracción, superabundancia de anuncios y polémicas y un ejército de trolls que lo venera y él multiplica-, es lo que le permite ganar tiempo hasta que, si ocurre, en algún momento haya buenas noticias económicas. El análisis de los 100 días de Milei que hizo EcoGo, de Marina Dal Poggetto, proyecta, en la variable “sale bien”, que la inflación del 2024 sería del orden del 170% y proyecta en espejo: en 2023, la inflación empezó en 6 y terminó en 25, mientras que en 2024 empezó en 20 y podría terminar en 5. En ese escenario, “sale bien”, la economía caería 3,4% en el año.

Mientras tanto, la economía se deteriora en la dimensión doméstica. Un renglón sensible del gasto familiar, las prepagas, se convirtió en un asunto que la economía no resolvió y Caputo, el ministro, pretende ordenar a lo Guillermo Moreno, como dijo Noe Barral Grigera. El economista Nadín Argañaraz comparó el aumento de un plan de salud con la variación del IPC, el salario promedio y la jubilación (sin bono). En la serie enero 2013-marzo 2024, se observa una línea ascendente, con diferencias entre los distintos vectores, pero sin cambios bruscos hasta noviembre pasado, cuando las prepagas se dispararon.

Entre enero de 2013 y abril de 2024, un plan de salud prepago de OMINT aumentó un 28.105%, el salario promedio formal de la economía aumentó un 10.520% y las jubilaciones (sin bonos) un 9010%.

La interna propia

La paradoja política de Milei es que las internas de LLA son feroces. El escándalo en la Comisión de Juicio Político de este miércoles fue una postal de una larga saga, en la que el presidente parece ejercer más poder sobre los otros que sobre los propios. Pero, aun así, salvo el peronismo y algunos sectores menores, el ecosistema político termina arrinconado por el presidente. El peronismo evalúa en Diputados cuándo avanzar contra el DNU 70 mientras el gobierno da por hecho, y así parece, que tiene los números para sacar –aun con algunas enmiendas- la Ley Bases y el Paquete Fiscal. 

La carta que tiene el peronismo, si se sostienen las alianzas con el sector de la UCR de Martín Lousteau y los gobernadores patagónicos, es que del mismo modo en que rechazaron el mega-DNU, la Ley Bases se podría frenar en el Senado. No es poco para el peronismo, en medio de la deriva, pasar de ser una minoría solitaria a buscar un empate: quizá no logren voltear el mencionado DNU, pero en la Cámara alta podrían impedir la sanción de la ley ómnibus que Milei necesita para mostrar que su plan avanza más allá de su diatriba tuitera.

Ya casi no se imprimen diarios pero se percibe como un periodista gráfico. Escribió en Ámbito Financiero, Clarín y elDiarioAr pero todavía tipea mal. A veces aparece en la tele. Nunca vivió en CABA. Padre de tres.