Trump no puede posponer la elección presidencial. Es otra cosa lo que está buscando.

Solo una nueva ley podría cambiar la fecha y el Congreso no tiene la voluntad de hacerlo. El Presidente lo sabe. ¿Qué hay detrás de este discurso?

El jueves 30 de julio Donald Trump sugirió en un tuit que, dado el fraude electoral que podría ocurrir mediante el voto por correo, lo más prudente sería posponer la elección presidencial de noviembre. Hace tiempo que Trump insiste en que el voto por correo –alternativa que varios están planteando como solución para el problema de votar durante la pandemia de coronavirus– comprometería la integridad de la elección. Sin embargo, esta es la primera vez que abiertamente sugiere que la elección debería cambiar de fecha. 

¿Por qué el Presidente no puede cambiar la fecha de la elección unilateralmente?

La fecha de la elección presidencial (el martes siguiente al primer lunes del mes de noviembre) está establecida por una ley del congreso que data de 1845. Por ende, una modificación de esta fecha solamente podría establecerse mediante otra ley. Dado que el Partido Demócrata maneja la Cámara de Diputados desde 2019, una eventual modificación necesitaría que la oposición estuviese de acuerdo, cosa que no ocurrirá. 

Ni siquiera los líderes republicanos del Senado han manifestado interés en modificar el calendario, e incluso el líder de la bancada oficialista Mitch McConnell (un aliado del Presidente en casi todos los temas) ya manifestó su oposición. Nada parece indicar, por lo tanto, que la elección cambie de fecha. Aún si posponer la elección fuese aceptable para el Congreso, no está claro cuándo tendría que reprogramarse. Retrasar la votación podría requerir una enmienda a la Constitución, que establece que las nuevas autoridades (legisladores y el Presidente) deben asumir en enero del 2021. 

Es probable que Trump esté al tanto de estas dificultades. De hecho, durante el transcurso del mismo jueves el Secretario de prensa de la Presidencia, Hogan Gidley, bajó el tono y señaló en un comunicado que en realidad “el Presidente solamente planteaba una pregunta sobre el caos que los demócratas han creado» mediante supuestas prácticas fraudulentas. 

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Entonces, ¿por qué Trump juega con esta posibilidad?

Una primera respuesta es que está apostando a justificar su eventual derrota en noviembre. Aunque no hay evidencia alguna de fraude mediante la elección por correo –y de hecho no sería la primera vez que se pueda votar de esta manera–, esta acusación le permitiría evitar una imagen derrotista frente a su electorado. Y hay buenos motivos para que Trump piense así: su comentario llega después del anuncio de una caída dramática de la economía de más de un 30%; y los sondeos y proyecciones electorales anuncian que, si bien faltan tres meses, la reelección del Presidente está muy comprometida. En efecto, las encuestas sugieren que hay estados clave en los que Joe Biden saldría ganador (como Pennsylvania, Wisconsin o Michigan) lo que lo dejaría a un paso del triunfo en el Colegio Electoral

Una segunda respuesta, más pesimista, es que estamos frente a una nueva avanzada del Presidente contra el régimen democrático. Desde su asunción en 2017,  Trump ha corrido los límites de lo acostumbrado en Estados Unidos. Sus habituales faltas a la verdad, sus esfuerzos por polarizar a la sociedad, sus ataques a la prensa, su utilización de los poderes estatales para investigar a sus oponentes y su creencia de que el Presidente se encuentra por encima de la ley inquietó a varios analistas sobre la amenaza a la democracia que significa su figura.

Muchos temen que mediante las persistentes acusaciones sobre el fraude electoral Trump esté preparando el escenario para usar poderes de emergencia y así controlar los comicios o cuestionar los resultados si pierde. Esto sería una muy mala noticia no solo para los Estados Unidos sino para el mundo en general. No olvidemos de que el triunfo de Trump empoderó a sectores de la derecha latinoamericana. Si la estrategia de Trump de deslegitimar a las elecciones tiene éxito, sería una pésima noticia para la estabilidad democrática en nuestra región.

Profesor de Ciencia Política en la Universidad de San Martín (UNSAM) y Universidad Torcuato Di Tella (UTDT).