Todo lo que viene es malo

El acuerdo con el Fondo provocó el enésimo enfrentamiento abierto entre el Presidente y la vicepresidenta. Cristina ya da por perdida la elección de 2023 y no hay señales de que la coalición pueda recuperar algún tipo de armonía interna.

Hola, ¿cómo estás? ¡Tanto tiempo! Hermoso sábado para seguir buceando en las internas del Frente de Todos y tratar de analizar qué va a pasar con la coalición de gobierno, ¿verdad? El último correo que te mandé se titulaba “cuanto peor, peor”. Ya ves por dónde venimos.

Como sabés, el acuerdo con el Fondo volvió a poner en primer plano las diferencias entre el Presidente y la vicepresidenta, como antes lo había hecho la derrota en las PASO, y como antes de eso lo había hecho la discusión por las tarifas, y como antes de eso lo había hecho la reticencia de Martín Guzmán a soltar un poco la billetera, y como antes de todo eso lo había hecho la inactividad de algunos funcionarios del gabinete nacional. Sí, adivinaste. Es una relación que muestra cada vez más desencuentros y que lleva al resto de los actores políticos a preguntarse si la unidad aguantará hasta 2023. A esta altura de la escalada, es una pregunta válida.

Lo gracioso (?) es que llegué a un meme por todo esto.

Después de la renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque del FDT en la Cámara baja, el líder de La Cámpora reunió a sus 18 diputados para, principalmente, pedirles que no se dejen “porotear”. Que no anden diciendo quién votará qué cosa, especialmente después de que Itaí Hagman le pusiera un número muy preciso a lo que podrían ser las abstenciones del FDT: 30 (18 de La Cámpora, 7 sindicales, 3 de Patria Grande y 2 de la Corriente Clasista y Combativa). Varias situaciones explican esa exigencia de silencio. Por un lado, no convertir a la votación del acuerdo en una sesión dedicada específicamente a monitorear el estado de la interna oficialista. Por otro, la posibilidad de que se abra una mesa de negociaciones por la votación del acuerdo y por el futuro del Frente que incluya algo que Juan Grabois viene pidiendo desde hace meses cada vez que le preguntan por el acuerdo con el Fondo: discutir un salario universal. Y, por último, negarse al “poroteo” implica también dejar abierta la chance de que alguno de esos 30 finalmente apoye el acuerdo. La oportunidad más nítida que tiene hoy Germán Martínez, flamante presidente del bloque oficialista en Diputados, de conseguir dar vuelta a los abstencionistas aparece entre los ocho diputados de extracción sindical. Algunos consideran que hay que apoyar el acuerdo con el Fondo, como Sergio Palazzo, que ya dijo que  “es un acuerdo para acompañar, siempre y cuando esa premisa (que no haya ajuste) esté contemplada”. Martínez se muestra en sintonía con ese escenario: “No doy ningún voto por perdido”, responde cada vez que le preguntan. Se pasó los últimos diez días reuniéndose con cada integrante del bloque. No los poroteó. Sabe que es algo que al diputado le cae mal. No por nada es el mejor alumno de Agustín Rossi.

Quien también estuvo estos últimos días reuniéndose con diputados del FDT es la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Los que la fueron a ver ratificaron el profundísimo malestar de CFK con Martín Guzmán. Cuentan que la vice marca con desilusión que el ministro le escatimó hasta último momento un dato clave: que el acuerdo con el Fondo es un refinanciamiento (es decir, nos vuelven a prestar para que les paguemos la deuda original) y no una reestructuración (que implicaría una modificación en los términos originales del acuerdo, como por ejemplo el plazo, algo que el kirchnerismo reclamó insistentemente). Ella se enteró cuando Guzmán se los contó a los gobernadores y no se lo perdona.

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El secretismo con que se manejó y maneja la negociación y el acuerdo también es criticado en otros sectores del peronismo, que observan que ni los intendentes, ni los movimientos sociales, ni los legisladores nacionales fueron puestos al tanto de los detalles antes del anuncio. “Alberto buscó evitar una corrida bancaria que lo eyecte, pero no dimensionó la corrida política”, sentenció un veterano dirigente justicialista que ya da por fracasado (aunque lo integra) al Frente de Todos como coalición de gobierno, pues considera que “no puede haber ‘matices’ ante un tema tan central”. Por la falta de diálogo entre los pilares del Frente, el mismo dirigente evaluó: “Todo lo que viene es malo”.

Cristina parece que está en la misma sintonía. Por el nivel de condicionamientos que el acuerdo impondrá a la economía argentina, cuentan quienes visitaron a la vicepresidenta que ella no ve chances de que el Frente de Todos reelija en 2023. “Nos tocará perder”, analizó ante un diputado nacional. Cerca de un importantísimo intendente de la tercera sección electoral del Conurbano piensan lo mismo.

Mientras tanto, igual, quedan dos años de gestión y por eso en el kirchnerismo esperan, dicen, alguna señal del albertismo. Por ejemplo, la restitución de la “mesa de los lunes” para la toma de decisiones. «De uno a diez, ¿qué tan factible es?», le pregunté a un albertista paladar negro. Uno, me respondió. Quedamo’ así.

Nada más que decir. Nos vemos la próxima. Acordate que, si te copa lo que hacemos, siempre podés sumarte acá.

¡Besos!

NBG

Es periodista, licenciada en Comunicación Social. Conduce el noticiero central del canal IP. Es docente titular de la cátedra Televisión en la Facultad de Ciencias Sociales de la UNLZ. Es autora de El Otro Yo, la biografía de Nicolás Caputo (Planeta, 2017).